"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

jueves, 12 de enero de 2017

Fuentes no oficiales: Barack Obama pone fin a la política “pies secos, pies mojados”


Foto: Archivo.

Según revelan fuentes no oficiales, el gobierno de Barack Obama puso fin a la política de “Pies Secos-Pies Mo­jados”, que otorga estatus de residencia legal a los cubanos que llegan a Estados Unidos sin visa.

La agencia estadounidense de prensa AP divulga que el cambio de política entrará en vigor de inmediato, de acuerdo con un alto funcionario del gobierno.

Además, la fuente dijo que Estados Unidos y Cuba se han pasado varios meses negociando el cambio, incluyendo un acuerdo con la Isla para que permita el regreso de quienes sean rechazados por las autoridades estadounidenses.

La medida se produce una semana antes que el presidente Obama deje su cargo y es casi seguramente el último cambio que hará en su vasta reforma a las relaciones con Cuba.

El funcionario pidió preservar el anonimato, porque el cambio no ha sido anunciado oficialmente.

Esta política es un memorando de la Ley de Ajuste Cubano y está en vigor desde 1995. Permitía a los cubanos que tocaban suelo estadounidense permanecer de manera legal en el país, trabajar y solicitar beneficios monetarios, sociales y médicos, así como la residencia permanente a partir de un año de su llegada.

Fue implantada con el fin de estimular a los cubanos a abandonar el país de forma ilegal poniendo en peligro sus vidas bajo la ilusión del sueño americano.





#BREAKING | Cuba-US: Obama to end 'wet foot, dry foot' law http://bit.ly/2jcsgk6 



(Con información de AP)

Claves del anticapitalismo y el antimperialismo hoy


Por: Fernando Martínez Heredia


Fidel Castro Ruz, líder histórico de la Revolución Cubana, inspiración para los movimientos sociales y populares del mundo. Foto: Archivo.

El primer homenaje que recibió Fidel al morir fue una consigna de hoy, una invención de jóvenes que hizo suya todo el pueblo de Cuba: “yo soy Fidel”. Así se demostró que Fidel es del siglo XXI, y que cuando el pueblo entero se moviliza con conciencia revolucionaria es invencible.

En esos días del duelo Fidel libró su primera batalla póstuma, y volvió a mostrarle a todos, como en 1953, el camino verdadero.

Hoy, cuando vamos a compartir acerca de los caminos de las luchas –porque lo verdadero son las luchas–, es natural comenzar con la ayuda de Fidel, y emular con sus ideas y sus actos para sacarles provecho, no imitándolos, sino traduciéndolos a nuestras necesidades, situaciones y acciones.

Para sacarle provecho a Fidel, tenemos que evitar repetir una y otra vez lugares comunes y consignas. Conocer más las creaciones y las razones que lo condujeron a sus victorias, las dificultades y los reveses que Fidel enfrentó, lo que pensó sobre los problemas, sus acciones concretas, puede aportarnos mucho, y de esa manera será más grande su legado.

En el tiempo de su vida pueden distinguirse tres aspectos: Fidel, joven revolucionario; el líder de la Revolución cubana y el líder latinoamericano, del Tercer Mundo y mundial Fidel brinda un gran número de enseñanzas, tanto para el individuo como para las luchas políticas y sociales. Quisiera enumerar muy brevemente algunas de las características de su legado que me parecen importantes para nuestros objetivos:

1-Partir de lo imposible y de lo impensable, para convertirlos en posibilidades mediante la práctica consciente y organizada y el pensamiento crítico, conducir esas posibilidades actuantes hacia la victoria al mismo tiempo que se forman y educan factores humanos y sociales para poder enfrentar situaciones futuras, y mediante las luchas, los triunfos y las consolidaciones convertir las posibilidades en nuevas realidades.

2- No aceptar jamás la derrota. Fidel nunca se quedó conviviendo con la derrota, sino que peleó sin cesar contra ella. Me detengo en cinco casos importantes en su vida en que esto sucedió: 1953, 1956, 1970, el proceso de rectificación y la batalla de ideas. En 1953 respondió a la derrota del Moncada con un análisis acertado de la situación para guiar la acción. Cuando todos creían que era un iluso, se reveló como un verdadero visionario. En 1956, cuando el desastre del Granma, respondió con una formidable determinación personal y una fe inextinguible en mantener siempre la lucha elegida, por saber que era la acertada.

En 1970, comprobó que lograr el despegue económico del país era extremadamente difícil, pero entonces apeló a los protagonistas, mediante una consigna revolucionaria: “el poder del pueblo, ese sí es poder”. En1985, fue prácticamente el primero que se dio cuenta de lo que iba a hacer la URSS, que le traería a Cuba soledad, desastre económico y más grave peligro de ser víctima del imperialismo, pero su respuesta fue ratificar que el socialismo es la única solución para los pueblos, la única vía eficaz y la única bandera popular, que lo necesario es asumirlo bien y profundizarlo. Entonces movilizó al pueblo y acendró su conciencia, y sostuvo firmemente el poder revolucionario. En el 2000, ante la ofensiva mundial capitalista y los retrocesos internos de la Revolución cubana en la lucha para sobrevivir, lanzó y protagonizó la batalla de ideas, con sus acciones en defensa de la justicia social, su movilización popular permanente y su exaltación del papel de la conciencia.

No me va a dar tiempo a exponer cada punto, aunque fuera brevemente, así es que me limitaré a mencionarlos, con la intención de estimular el interés en el estudio de Fidel.

3- La determinación de luchar en todas las situaciones. Sería muy conveniente considerar como concepto a la determinación personal, en el estudio de los que se lanzan a lograr transformaciones sociales. La praxis es decisiva.

4- Organizar, fue una constante, una fiebre de Fidel. Ojalá que este sea uno de los temas principales de este taller.

5- La comunicación siempre, con cada ser humano y con las masas, en lo cotidiano y en lo trascendente, es una de las dimensiones fundamentales de su grandeza y es uno de los requisitos básicos del liderazgo.

6- Utilizar tácticas muy creativas, y estrategias impensables, y sin embargo factibles.

7- Luchar por el poder y conquistarlo. Mantener, defender y expandir el poder. Se puede discutir casi eternamente acerca el poder en términos abstractos, pero solo las prácticas revolucionarias logran convertir al poder en un problema que pueda resolverse.

8- Crear los instrumentos y los protagonistas. Tomar las instituciones para ponerlas a nuestro servicio, no para ponernos al servicio de ellas.

9- Ser más decidido, más consciente y organizado, y más agresivo que los enemigos.

10- Enseñar y aprender al mismo tiempo con los sectores del pueblo que participan o que simpatizan, y después con todo el pueblo. Avanzar hacia formas de poder popular.

11- El gran logro cubano, unir la liberación nacional a la revolución socialista.

12- Ser siempre un educador. Hacer educación a escala del pueblo. Que el pueblo se levante espiritualmente y moralmente, para que se vuelva participante consciente y capaz de todo, complejice sus ideas y sus sentimientos y enriquezca sus vidas.

13- Que la concientización esté en el centro del trabajo político, no solo para avanzar y ser mejores, sino para que la política llegue a convertirse en una propiedad de todos.

Siento que la mayor lección que le brinda Fidel a los luchadores de América Latina actual es lo que pensó y lo que hizo entre 1953 y 1962.

Puede ser muy valioso ponernos de acuerdo para estudiar, discutir y socializar ese período.

Desde hace un año estamos oyendo decir que la situación en nuestro continente se ha vuelto cada vez más difícil, por que acontecen hechos adversos a los pueblos, y por la ofensiva del imperialismo y sus cómplices de clases que son a la vez dominadas por él y dominantes en sus países. Aunque parezca que empiezo por el final, quisiera comenzar con un comentario acerca de las relaciones que existen entre dificultades y revolución.

Para los revolucionarios, y durante los procesos de revolución, hay momentos felices y procesos felices, pero en las revoluciones verdaderas no hay coyunturas fáciles. Cuando puedan parecernos fáciles es solamente porque no nos hemos dado cuenta de sus dificultades. Y es así porque estas revoluciones, a las que amamos y por las que estamos dispuestos a todo, son las iniciativas más audaces y arriesgadas de los seres humanos, que emprenden transformaciones prodigiosas liberadoras de las personas y de las relaciones sociales, a tal grado que nunca más quieran, ni puedan, volver a vivir en vidas y sociedades de dominación y de violencias y daños de unos contra otros, de individualismo y afán de lucro. Son revoluciones que pretenden ir creando personas cada vez más plenas y capaces, y realidades que contengan cada vez más libertad y justicia, donde entre todos se logre cambiar el mundo y la vida. Es decir, crear personas y realidades nuevas.

Si lo que acabo de decir le parece imposible al mundo existente y las creencias vigentes en la prehistoria de la humanidad, al sentido común y al consenso con lo esencial que mantiene a las sociedades sujetas al capitalismo, ¿cómo no va a ser sumamente difícil todo lo que hagamos y proyectemos? Si jamás las clases dominantes estarán dispuestas a admitir que se levante el pueblo y adquiera dignidad, orgullo de sí mismo y dominio de la situación, conciencia y organizaciones suyas, a su servicio y eficaces, que esté en el poder y que lo convierta en un poder popular, entonces hay que convenir en que en esas épocas todo se vuelve muy difícil para la causa del pueblo. El joven Carlos Marx avizoraba bien cuando escribió que solamente mediante la revolución podrán los dominados salir del fango en que viven metidos toda su vida, porque los cambios y la creación de nuevas sociedades exigen también liberaciones colosales de los enemigos íntimos que todos albergamos dentro. ¿Cómo no van ser tan difíciles las revoluciones de liberación?

Pero, si miramos bien y no nos dejamos desanimar, constataremos que el campo popular ya tiene mucho a su favor. Entremos con esas armas en un problema inmediato, que no es pequeño. La coyuntura actual expresa de manera escandalosa una carencia del campo popular que se ha ido acumulando en las últimas décadas, al mismo tiempo que esa carencia dejaba de ser percibida como una grave debilidad: la de un pensamiento verdaderamente propio, capaz de fundamentar su identidad en relación con su conflicto irremediable con la dominación del capitalismo, y capaz de servir para comprender las cuestiones esenciales de la época, las coyunturas, los campos sociales implicados y las fuerzas en pugna.

Un pensamiento, por consiguiente, fuerte, convincente y atractivo, al mismo tiempo que útil como instrumento movilizador y unificante de lo diverso, y como herramienta eficaz para guiar análisis y políticas acertadas que contribuyan a la actuación y a la formulación de proyectos.

Esa ausencia del desarrollo de un pensamiento poderoso del campo popular, crítico y creador, puede constatarse ante el estupor y la falta de explicaciones válidas que han abundado frente a los acontecimientos en curso en varios países latinoamericanos, que han registrado diferentes quebrantos, derrotas o retrocesos de procesos que han sido favorables a sus poblaciones y a su autonomía frente al imperialismo en lo que va de este siglo. En lugar de análisis coherentes, profundos y orientadores hemos escuchado o leído más de una vez comentarios superficiales revestidos con palabras que quisieran ser conceptos, o dogmas que quisieran cumplir funciones de interpretación.

Nada se avanza cuando se tilda de malagradecidos a sectores pobres o paupérrimos que mejoraron su alimentación y sus ingresos, y tuvieron más oportunidades de ascender uno o dos peldaños desde el fondo del terrible orden social, porque no han sido activos en defender a gobiernos que los han favorecido, o hasta les han vuelto la espalda en determinados eventos que les aportan triunfos a los reaccionarios. Y hasta se intenta explicar esos sucesos con retazos de una supuesta teoría de las clases sociales, como cuando se repite la proposición absurda de que “se convirtieron en clase media, y ahora actúan como tales”. Es preferible comenzar por ser precisos ante los hechos y partir siempre de ellos, como cuando el dirigente del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, Joao Pedro Stedile, dice: “Tenemos muchos retos de corto plazo para poder enfrentar a los golpistas. La clase trabajadora sigue en casa, no se movilizó. Se movilizaron los militantes, los sectores más organizados. Pero el 85 por ciento de la clase sigue viendo novelas en la televisión”.

Tampoco se va lejos cuando se elaboran y discuten explicaciones de los eventos y las situaciones políticas e ideológicas candentes de la coyuntura a base de menciones acerca del fin de ciclos de altos precios de las materias primas, ni siquiera cuando economistas capaces ofrecen datos serios y añaden el descenso de la dinámica de la economía mundial y otros factores y procesos adversos.

Simplificando un poco más, habríamos tenido unos quince años de victorias electorales, gobiernos llamados progresistas y notables logros por medidas sociales, una fuerte autonomización de gran parte del continente respecto a los dictados de Estados Unidos y avances en las relaciones bilaterales y las coordinaciones de los países de la región hacia una futura integración, solamente porque tuvimos un largo ciclo de altos precios de exportación de las materias primas, algo que es explicable por los avatares de la economía mundial. Y como ahora esta se mueve en otro sentido y bajan los precios, debe terminar el ciclo político y social, y “la derecha” debe avanzar y recuperar sin remedio la posición dominante que había perdido.

Una persona con buena memoria y escasa credulidad se preguntaría enseguida cómo fue posible que a inicios de los años setenta del siglo pasado no sucediera en la región lo mismo que a inicios de este siglo, en cuanto a elecciones victoriosas, buenas políticas sociales y más autonomía de los Estados y horizontes integracionistas. Porque en aquella coyuntura subieron mucho los precios de las materias primas y, además, en buena parte de la región se vivían aumentos más o menos grandes del sector industrial, con ayuda de aquellos redesplazamientos jubilosos del gran capital en busca de maximización de ganancias que hoy tanto disgustan a Donald Trump.

Lo que sucedió entonces fue totalmente diferente: dictaduras, represiones que llegaron hasta el genocidio, conservatización de las sociedades y otros males, que no deben ser olvidados. Por consiguiente, hay que concluir, no es verdad que a determinada situación económica le “correspondan” necesariamente ciertos hechos políticos y sociales, y no otros.

En este caso estamos ante una de las deformaciones y reduccionismos principales que ha sufrido el pensamiento revolucionario, quizás la más extendida y persistente de todas: la de atribuir una supuesta causa “económica” a todos los procesos sociales. Detrás de su aparente lógica está la cosificación de la vida espiritual y de las ideas sociales que produjo el triunfo del capitalismo, que es aceptada por aquellos que pretenden oponerse al sistema sin lograr salir de la prisión de su cultura, y la consiguiente incapacidad de comprender que son los seres humanos los protagonistas de todos los hechos sociales.

Tres procesos sucedidos dentro las últimas cuatro décadas han tenido un gran impacto y muy duraderas consecuencias para nuestro continente.

El estrepitoso final del sistema que llamaban del socialismo real y sus constelaciones políticas en el mundo, con consecuencias tan negativas en numerosos terrenos. El de la imposibilidad para la mayoría de los países del planeta de lograr el desarrollo económico autónomo de un país sin que necesariamente saliera del sistema del capitalismo. La terrible realidad fue la continuación de regímenes de explotación, opresiones y neocolonialismo, sin que fuera posible desplegar economías nacionales autónomas y capaces de crecer en beneficio del pleno empleo, más producción y productividad, servicios sociales suficientes para todos y una riqueza propia que repartir. El tercer proceso fue el de la consumación del dominio de Estados Unidos sobre casi todo nuestro continente. El capitalismo en América Latina transitó un largo camino de evoluciones neocolonializadas, sobredeterminadas por el poder de Estados Unidos, que lo dejó mucho más débil y subalterno.

Las lecciones que nos brindan esos tres procesos están claras y son sumamente valiosas. Una, todos los avances de las sociedades son reversibles, aun los que se proclamaban eternos; es imprescindible conocer qué es realmente socialismo y qué no lo es. Hay que comprender y organizar la lucha por el socialismo desde las complejidades, dificultades e insuficiencias reales, sin hacer concesiones, como procesos de liberaciones y de creaciones culturales que se vayan unificando. Dos, el capitalismo es un sistema mundial, actualmente hipercentralizado, financiarizado, parasitario y depredador, que solo puede vivir si sigue siéndolo, por lo que no va a cambiar. Las clases dominantes de la mayoría de los países necesitan subordinarse y ser cómplices de los centros imperialistas, porque no existe espacio ni tienen suficiente poder para pretender ser autónomos. La actividad consciente y organizada del pueblo, conducida por proyectos liberadores, es la única fuerza suficiente y eficaz para cambiar la situación. Para la mayoría de los países del planeta, serán los poderes y los procesos socialistas la condición necesaria para plantearse el desarrollo, y no el desarrollo la condición para plantearse el socialismo, como dijo Fidel en 1969.

Tres, Estados Unidos hace víctima a este continente tanto de su poderío como de sus debilidades, como una sobredeterminación en contra de la autonomía de los Estados, el crecimiento sano de las economías nacionales y los intentos de liberación de los pueblos. La explotación y el dominio sobre América Latina es un aspecto necesario de su sistema imperialista, y siempre actúa para impedir que esa situación cambie. Por tanto, es imprescindible que el antimperialismo forme parte inalienable de todas las políticas del campo popular y de todos los procesos sociales de cambio.

Como era de esperar, el capitalismo pasó a una ofensiva general para sacarle todo el provecho posible a aquellos eventos y procesos, y establecer el predominio planetario e incontrastado de su régimen y su cultura. El objetivo era, más allá de las represiones y las políticas antisubversivas, consolidar una nueva hegemonía que desmontara las enormes conquistas del siglo XX, manipulara las disidencias y protestas inevitables, y las identidades, impusiera el olvido de la historia de resistencias y rebeldías, y lograra generalizar el consumo de sus productos culturales y el consenso con su sistema de dominación.

Esa ofensiva no terminó, sino que se consolidó como una actividad sistemática, que sigue siéndolo hasta hoy. Es dentro de ese marco general que en cierto número de países de América Latina y el Caribe, que es la región del mundo con mayor potencial de contradicciones que pueden convertirse en acciones contra el sistema, movimientos populares combativos y victorias electorales produjeron cambios muy importantes de la situación general, a favor de sectores muy amplios de la población y de la capacidad de actuación independiente de una parte de los Estados.

La institucionalidad y las reglas políticas del juego cívico no fueron violadas para acceder y mantenerse en el gobierno, pero dentro de ese orden se han logrado reales avances, que sintetizo en seis aspectos: políticas sociales que benefician a amplios sectores necesitados; ejercicios de la ciudadanía mucho más amplios y mejores; cambios muy positivos en la institucionalidad en algunos de esos países; un rango apreciable de autonomía en el accionar internacional; más relaciones bilaterales latinoamericanas; y adelantos en las relaciones y coordinaciones de los países de la región, bajo la advocación de la necesidad de una integración continental.

No me detengo en esas nuevas realidades, que han alentado muchas motivaciones y esperanzas de avanzar hacia cambios más profundos, y han recuperado la noción del socialismo como el horizonte a conquistar, pocos años después de aquel colapso europeo que el capitalismo pretendió que fuera definitivo a escala mundial. Pero si quiero enfatizar dos cuestiones que el militante social y político debe analizar, conocer y manejar en sus prácticas. Primera, cada país tiene características, dificultades, acumulaciones históricas y condicionamientos que son específicos de él y resultan decisivos, al mismo tiempo que existen rasgos y necesidades comunes a la región que pueden ser fuente de aumento de la fuerza y el potencial de cada país, si somos capaces de desarrollar la cooperación y el internacionalismo.

Segunda, los poderes establecidos en estos países confrontan enormes limitaciones, porque tienen muy poco control de la actividad económica, y padecen la hostilidad de una parte de los propios poderes del Estado y de los medios de comunicación.

Al hacer un balance de 2016, podemos constatar lo específico de cada país. La gran victoria electoral legislativa de la reacción venezolana no consiguió deponer a Maduro, y ahora se encuentra sin fuerza, unidad ni líderes suficientes para intentarlo. Pero en Brasil una pandilla de delincuentes logró todo lo que quiso, sin que haya fuerzas populares organizadas para resistir con alguna eficacia. Los procesos de Bolivia y Ecuador se mantienen fuertes y estables ante sus situaciones específicas, y en Nicaragua el FSLN acaba de ganar otra vez las elecciones muy holgadamente. En México no es probable un triunfo de partidos opositores en 2 018, aunque el prestigio del equipo gobernante está muy deteriorado y existen manifestaciones de protesta y resistencia no articuladas.

Estas especificidades, y muchas otras de tamaño y sentido diferentes, podrían irse enumerando, pero seguiría en pie un problema de gran envergadura: Estados Unidos continúa su ofensiva general dirigida a recuperar todo el control neocolonial sobre América Latina –incluida una “ofensiva de paz” contra Cuba–, y el bloque que forma con los sectores reaccionarios y entreguistas de cada país continúa tratando de cancelar o ir debilitando los procesos de los últimos quince años de la región.

¿Será suficiente el voto, la voluntad popular expresada en las urnas, al menos para defender con éxito las políticas sociales, los funcionarios electos y la legalidad existente, y que ellos no sean burlados, quebrantados o eliminados por la reacción? ¿Podrán seguir existiendo los procesos basados en una institucionalidad sin cambios en el suelo social y político para lograr transformaciones que beneficien a la población y abran paso a sociedades más justas y mejor gobernadas? ¿O, en unos casos, esa vía solo franqueará una forma intermedia de reconstitución a mediano plazo del poder del capitalismo en la región, en apariencia más avanzada que las formas previas, pero que en realidad habría sido solamente su puesta al día, sin afectar a lo esencial del sistema de dominación? Mientras que en otros países del continente se ha permanecido bajo el control del sistema y de camarillas que detentan o administran el poder.

Nada está decidido, ni nuestros enemigos ni nosotros tenemos la victoria al alcance de la mano. Pero albergo la certeza de que las batallas ideológicas y políticas serán las que determinarán la decisión en el enfrentamiento general. Destaco tres direcciones principales para el trabajo de análisis: a) buscar con rigor y sin omisiones todos los datos y todas las percepciones y formulaciones ideológicas que tengan alguna importancia –porque tanto unos como las otras constituyen las realidades que existen–, analizarlas por partes e integralmente, encontrar y formular lo esencial y describir al menos lo secundario; b) examinar y valorar los condicionamientos que sean relevantes para nuestra actuación, institucionales, económicos, ideológicos, políticos o de otro tipo; c) analizar y conocer las identidades, motivaciones, demandas, capacidad movilizativa y grado de organización con que contamos, y lo que está a favor de nuestros adversarios en esos mismos campos, es decir, la correlación de fuerzas. E insisto en que son las actuaciones de los seres humanos la materia principal de los eventos que mañana serán históricos.

La reacción no está proponiendo ideas, está produciendo acciones. No maneja fundamentaciones acerca de la centralidad que debe tener el mercado, la reducción de las funciones del Estado, la apología de la empresa privada y la conveniencia de subordinarse a Estados Unidos. No es a través del debate de ideas que pretende fortalecer y generalizar su dominio ideológico y cultural. El anticomunismo y la defensa de los viejos valores tradicionales ya no son sus caballos de batalla, ni los viejos organismos políticos son sus instrumentos principales.

Desde hace veinte años vengo planteando que el esfuerzo principal del capitalismo actual está puesto en la guerra cultural por el dominio de la vida cotidiana, lograr que todos acepten que la única cultura posible en esa vida cotidiana es la del capitalismo, y que el sistema controle una vida cívica despojada de trascendencia y organicidad.

Lamento decir que todavía no hemos logrado derrotar esa guerra cultural.

Obvio aquí la mayor parte de lo que he expuesto acerca de sus rasgos, los factores a su favor y en contra suya, y sus condicionamientos, y comento solo lo más cercano a nuestro tema. El consumo amplio y sofisticado, que está presente en todas las áreas urbanas del mundo, pero al alcance solamente de minorías, es complementado por un complejo espiritual “democratizado” que es consumido por amplísimos sectores de población. Se tiende así a unificar en su identidad a un número de personas muy superior al de las que consumen materialmente, y lograr que acepten la hegemonía capitalista. La mayoría de los “incorporados” al modo de vida mercantil capitalista son más virtuales que reales. Pero, ¿formarán ellos parte de la base social del bloque de la contrarrevolución preventiva actual? El capitalismo alcanzaría ese objetivo si consigue que la línea divisoria principal en las sociedades se tienda entre los incorporados y los excluidos. Los primeros – los reales y los potenciales, los dueños y los servidores, los vividores y los ilusos– se alejarían de los segundos y los despreciarían, y harían causa común contra ellos cada vez que fuera necesario.

La reproducción cultural universal de su dominio le es básica al capitalismo para suplir los grados crecientes –y contradictorios– en que se ha desentendido de la reproducción de la vida de miles de millones de personas a escala mundial, y se apodera de los recursos naturales y los valores creados, a esa misma escala. Para ganar su guerra cultural, le es preciso eliminar la rebeldía y prevenir las rebeliones, homogeneizar los sentimientos y las ideas, igualar los sueños. Si las mayorías del mundo, oprimidas, explotadas o supeditadas a su dominación, no elaboran su alternativa diferente y opuesta a él, llegaremos a un consenso suicida, porque el capitalismo no dispone de un lugar futuro para nosotros.

Les he aclarado a compañeros que aprecio mucho que el capitalismo no intenta imponer un pensamiento único, como ellos afirman, sino inducir que no haya ningún pensamiento. Está en marcha un colosal proceso de desarmar los instrumentos de pensar y la costumbre humana de hacerlo, de ir erradicando las inferencias mediatas, hasta alcanzar una especie de idiotización de masas.

La situación está exigiendo revisar y analizar con profundidad y con espíritu autocrítico todos los aspectos relevantes de los procesos en curso, todas las políticas y todas las opciones. Esa actitud y las actuaciones consecuentes con ella son factibles, porque el campo popular latinoamericano posee ideales, convicciones, fuerzas reales organizadas y una cultura acumulada. Una enseñanza está muy clara: distribuir mejor la renta, aumentar la calidad de la vida de las mayorías, repartir servicios y prestaciones a los inermes es indispensable, pero no es suficiente. Alcanzar victorias electorales populares dentro del sistema capitalista, administrar mejor que sus pandillas de gobernantes, e incluso gobernar a favor del pueblo a contracorriente de su orden explotador y despiadado, es un gran avance, pero es insuficiente. Vuelve a demostrar su acierto una proposición fundamental de Carlos Marx: la centralidad de una nueva política en la actividad del movimiento de los oprimidos, para lograr vencer y para consolidar la victoria.

Estamos abocándonos a una nueva etapa de acontecimientos que pueden ser decisivos, de grandes retos y enfrentamientos, y de posibilidades de cambios sociales radicales. Es decir, una etapa en la que predominarán la praxis y el movimiento histórico, en la que los actores podrían imponerse a las circunstancias y modificarlas a fondo, una etapa en la que habrá victorias o derrotas.

Comprender las deficiencias de cada proceso es realmente importante.

Pero más aún lo es actuar. Concientizar, organizar, movilizar, utilizar las fuerzas con que se cuenta, son las palabras de orden. No se pueden aceptar expresiones de aceptación resignada o de protesta timorata: hay que revisar las vías y los medios utilizados y su alcance, sus límites y sus condicionamientos. Y hacer todo lo que sea preciso para que no sea derrotado el campo popular. La eficiencia para garantizar los derechos del pueblo y defender y guiar su camino de liberaciones debe ser la única legitimidad que se les exija a las vías y a los instrumentos. Las instituciones y las actuaciones tendrán su razón de ser en servir a las necesidades y los intereses supremos de los pueblos, a la obligación de defender lo logrado y la confianza y la esperanza de tantos millones de personas. Esa debe ser la brújula de los pueblos y de sus activistas, representantes y conductores.

En la época que comienza se está levantando una concurrencia de fuerzas muy diferentes e incluso divergentes, a quienes unirán necesidades, enemigos comunes y factores estratégicos que van más allá de sus identidades, sus demandas y sus proyectos. Y solamente tendrá probabilidades de triunfar una praxis intencionada, organizada, capaz de manejar los datos fundamentales, las valoraciones, las opciones, la pluralidad de situaciones, posiciones y objetivos, las condicionantes y las políticas que están en juego.

La radicalización de los procesos deberá ser la tendencia imprescindible para su propia sobrevivencia. Serían suicidas los retrocesos y las concesiones desarmantes frente a un enemigo que sabe ser implacable, pero lo principal es que –dado el nivel que han alcanzado la cultura política de los pueblos y las esperanzas de libertad, justicia social y bienestar para todos– los movimientos, los poderes y los líderes prestigiosos y audaces solo podrán multiplicar las fuerzas populares y tener opción de vencer si ponen la liberación efectiva de los yugos del capitalismo en la balanza de sus convocatorias a luchar.

La política revolucionaria no puede conformarse con ser alternativa.

La naturaleza del sistema lo ha situado en un callejón sin salida en general, pero su poder y sus recursos actuales le permiten un amplio arco de respuestas contra los procesos en curso, y también puede dejarle un nicho de tolerancia a algunas alternativas mientras combina la inducción y la espera hasta que se desgasten. En la medida en que vayamos obteniendo triunfos y cambios de nosotros mismos, convertiremos las alternativas en procesos de emancipación humana y social.

Mientras exista la opresión, la explotación y la dominación capitalista, no habrá soluciones ni regímenes políticos y sociales satisfactorios para las mayorías, ni serán duraderos. La liberación de los seres humanos y las sociedades es lo que abrirá las puertas a la creación de un mundo nuevo. ¿Parece demasiada ambición? Sí, naturalmente. Pero es lo único factible.

Secretario de Estado de Trump insiste en mantener bloqueo contra Cuba


Publicado en enero 12, 2017 INTERNACIONAL 


El candidato a ocupar la Secretaría de Estado, Rex Tillerson, aseguró que recomendará al presidente electo Donald Trump vetar cualquier legislación que busque levantar el bloqueo económico de Estados Unidos contra Cuba.

Tillerson anunció la víspera que el tema de la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos está en la lista de las órdenes ejecutivas adoptadas por Barack Obama y que Trump se prepara para revisar tan pronto asuma el poder el próximo 20 de enero, destaca el diario The Washington Post.

Aseguró además que el multimillonario neoyorquino no aprobaría inmediatamente ningún proyecto de ley para levantar la prohibición de viajar a Cuba hasta que se haga esa revisión.

El propuesto para dirigir las relaciones exteriores de la nueva administración estadounidense agregó que se examinarán cuidadosamente los criterios en virtud de los cuales Cuba fue sacada de la lista de países patrocinadores del terrorismo, para determinar ‘si esa eliminación fue apropiada’.

El ex director ejecutivo de Exxon Mobile, a punto de convertirse en el nuevo Secretario de Estado, no se comprometió a mantener su posición indefinidamente, aplazando la próxima revisión para determinar la política a largo plazo de la administración de Trump hacia Cuba.

PL

Entregan Premio Nacional de Ciencias Sociales a Eusebio Leal Spengler



Entrevista a Eusebio Leal realizada por el periodista Randy Alonso para la Mesa Redonda. Foto: Roberto Garaycoa

El Premio Nacional de Ciencias Sociales de este año ha sido concedido al Dr. Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana.

Un jurado presidido por Ana Andrea Cairo Ballester e integrado además por, Aisnara Perera Díaz, Juan Jesús Guanche Pérez, María Isabel Domínguez García y Lidia Turner Martí, entregaron el reconocimiento a Eusebio Leal por «su entendimiento de las Ciencias Sociales y las Humanidades con un carácter integral, en el que se articulan los impactos sociales, culturales y económicos y su aporte a la transformación humana y a la consolidación de la identidad nacional».

El tribunal igualmente tuvo en consideración el minucioso trabajo del Historiador «en la conservación y revitalización social de La Habana como ciudad, junto a su multiplicación al resto de las ciudades del país», así como su «labor pedagógica, no solo a través de una amplia docencia, sino también por su difusión a través de la radio y la televisión y el intercambio personal».

Eusebio Leal (La Habana, 1942) ha dedicado la mayor parte de su vida a salvaguardar los valores patrimoniales de La Habana, a recuperar los baluartes arquitectónicos de la ciudad y a realizar un trabajo de notable impacto a favor de la permanencia y solidez de la identidad nacional en sus expresiones más raigales, una obra que ha calado hondo en los habitantes de diversas regiones de la capital cubana como el conocido Centro Histórico.

Su amplia labor intelectual se recoge asimismo en varios libros publicados, en conferencias en diversos países y universidades del mundo y especialmente en la revitalización tanto arquitectónica como cultural de numerosos sitios de alto valor de la capital cubana y de otras provincias de la Isla.
Lea entrevista realizada recientemente en la Mesa Redonda al Dr. Eusebio Leal Spengler

Cuba comienza el complejo año de una transición anunciada

Distintos analistas opinan sobre el futuro de los vínculos cubano-estadounidenses.

POLÍTICA Patricia Grogg 12 enero, 2017



Miguel Díaz-Canel (centro), primer vicepresidente del Consejo de Estado, con otras dos figuras políticas de Cuba. El nombre del dirigente, de 56 años, se repite como uno de los candidatos mejor colocados para reemplazar al presidente Raúl Castro desde 2018.

Foto: Jorge Luis Baños/IPS

LA HABANA, 12 ene 2017 (IPS) - El gobierno cubano enfrenta el reto de profundizar sus reformas y extenderlas al plano político en un año en que prepara el relevo generacional de 2018, entre nuevas dificultades económicas y el probable retroceso en el deshielo con Estados Unidos.

Muchos analistas en Cuba evitan hacer conjeturas y prefieren esperar a que el nuevo presidente estadounidense, el magnate republicano Donald Trump, asuma el 20 de enero y comience a adoptar medidas, alegando que una cosa es la campaña electoral y otra gobernar.

En todo caso, cualquiera sea el rumbo de la nueva administración de Washington, tendrá su impacto en este país caribeño separado apenas 90 millas (120 kilómetros) de las cosas estadounidenses.

Esteban Morales, economista y estudioso de los vínculos cubano-estadounidenses, no cree que Trump se deje llevar por la línea de acabar con los negocios ya iniciados con Cuba. “Pero también creo que nuestro país está preparado para soportar una vuelta atrás”, dijo a IPS.

A su vez, el activista social Isbel Díaz estima que Cuba “no debería subordinar su política interna en relación al inquilino de la Casa Blanca, sea este Obama o Trump. “Si el gobierno cubano es coherente con su propio discurso de independencia, tendría que asumir ese reto”, afirmó a IPS.

La llegada de Trump a la Casa Blanca aleja las esperanzas de que el legislativo Congreso estadounidense, controlado por el Partido Republicano, ceda a las demandas del cese del embargo contra Cuba, considerado por La Habana como el principal obstáculo para su desarrollo y la plena normalización de los bilaterales.

Ese cerco económico vigente desde 1962 frena la llegada al país de inversiones extranjeras en los volúmenes que esta isla necesita (alrededor de 3.000 millones de dólares anuales), junto a causas de orden interno como las dilaciones excesivas en el proceso negociador y prejuicios que el presidente Raúl Castro ha pedido superar.

Si Trump decide vetar las directivas ejecutivas de su antecesor, el demócrata Barack Obama, que en los últimos dos años han flexibilizado las restricciones del embargo, afectará no solo a Cuba, sino también a sectores empresariales estadounidenses interesados en invertir o que ya están negociando su desembarco en el país.


Interior de un restaurante privado en el casco histórico de La Habana Vieja, en la capital de Cuba. Estos establecimientos son muy visitados por los turistas procedentes de Estados Unidos, que comenzaron a llegar masivamente al país, tras el deshielo bilateral.

Foto: Jorge Luis Baños/IPS

“No creo que Trump tenga un argumento sólido para prohibir de nuevo a las compañías aéreas que vuelen a Cuba, ni a los cruceros que arribarán este año. O que discuta con (las empresas hoteleras) Marriot y Starwood, para que salgan de Cuba (luego de ser autorizados a operar establecimientos locales)”, comentó a IPS el economista cubano Omar Everleny Pérez Villanueva.

“Pero si el nuevo mandatario estadounidense funcionara contra toda lógica, Cuba debería tener su propia lógica”, añadió este especialista, quien recomienda acelerar la aprobación de propuestas de inversiones procedentes de España, Francia, Italia, Japón, Corea del Sur, Singapur, Alemania y Holanda, entre otros.

Desde esta óptica, entre otras medidas también se debería avanzar en la descentralización de la producción, la ampliación de actividades a desempeñar por el sector privado, aumento de las cooperativas, aprobación de pequeñas y medianas empresas y que estas puedan formar alianzas con el sector estatal como proveedores.

José Gómez Barata, columnista del periódico mexicano Por Esto, sacó a relucir el poco tratado ámbito político de las transformaciones en varias de sus crónicas que circulan en Internet. En su opinión, los avances registrados bajo la administración de Obama permiten que la isla esté mejor posicionada para enfrentar cualquier alternativa.

Este analista cubano aboga por la profundización y dinamización de las transformaciones. “La extensión del ambiente de reformas a los ámbitos políticos, institucionales y jurídicos parece inaplazable. Sin ellos es difícil avanzar en la economía. Los temas constitucionales y electorales, no pueden esperar”, señala.

En un discurso ante el parlamento en septiembre, el presidente Castro reiteró la opción socialista del modelo cubano.

“No vamos ni iremos al capitalismo, eso está totalmente descartado, así lo recoge nuestra Constitución y lo mantendrá”, afirmó en la última sesión del año del parlamento local. Entre quienes suelen leer entrelíneas, esa mención alentó esperanzas de que la reforma de la Constitución no está lejana.

En su texto, vigente desde 1976, se introdujo en 2002 un artículo que declara “irrevocable” el socialismo y el sistema político y social de Cuba.


Construcción de un hotel de Sofitel, de la cadena de lujo francesa AccorHotels, que se levanta en alianza con un grupo turístico cubano en La Habana. Los analistas dudan que cadenas hoteleras estadounidenses acepten sin dar batalla el perder los atractivos acuerdos alcanzados para operar hoteles en el país

Foto: Jorge Luis Baños/IPS

El tema constitucional está sobre la mesa desde que en 2011 el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) acordó limitar a un máximo de dos períodos consecutivos la permanencia de los principales cargos estatales y gubernamentales y estableció topes de edad para ocuparlos (60 años en el comité central del PCC y 70 en cargos de dirección).

Para instituir este y otros aspectos del proceso de actualización del modelo de desarrollo se requiere modificar la Constitución mediante un referendo, aunque Castro, de 85 años, afirmó que en su caso no esperaría ese cambio para abandonar la presidencia tras cumplir en 2018 el segundo mandato, para el que fue reelecto en febrero de 2013.

Especialistas en el tema incluyen entre los cambios constitucionales que requiere la realidad actual del país y su sociedad, la separación de los poderes del Estado, con énfasis en una reestructuración y fortalecimiento del parlamento unicameral y una “inequívoca” independencia del poder judicial.

El próximo año deben llevarse a cabo elecciones generales para renovar la legislativa Asamblea Nacional y el gobernante entregaría el mando a quien ese órgano del Poder Popular designe presidente del Consejo de Estado, el máximo órgano del poder local, y cuya líder ostenta la jefatura del Estado y del gobierno.

No se descarta que Castro conserve su puesto como primer secretario del PCC.

Un fuerte “candidato” a suceder a Castro es Miguel Díaz-Canel, actual primer vicepresidente del Consejo de Estado, a quien el mandatario ha elogiado por su tenacidad y sistematicidad en el trabajo, espíritu autocrítico, su constante vinculación con el pueblo y alto sentido del trabajo colectivo.

Su actual cargo le confiere la responsabilidad de sustituir en sus funciones al presidente del Consejo de Estado en caso de ausencia, enfermedad o muerte de este. Según Castro, es una manera de preservar, sin interrupciones de ningún tipo, la continuidad y estabilidad de la nación.

Nacido el 22 de abril de 1960, comenzó su carrera política en la Unión de Jóvenes Comunistas, la continuó en el PCC y entre 2009 y 2012 fue ministro de Educación Superior. La edad promedio de los 31 miembros del actual Consejo de Estado es de 57 años y más de 60 por ciento nació después del triunfo de la Revolución.

Díaz–Canel encabeza la hornada de nuevos dirigentes cubanos que deberán ganarse las posiciones a las que ascenderán, por el desempeño que tengan en la puesta en práctica de la actualización del modelo y por la popularidad y el prestigio que alcancen ante la ciudadanía.

De acuerdo a varios analistas, no podrán gobernar Cuba como lo han hecho Fidel Castro, fallecido el pasado 25 de noviembre, y su hermano Raúl Castro, pues no tienen la legitimidad carismática ni la autoridad que les correspondió a aquellos como líderes de la generación histórica.

Este grupo tiene además el reto de propiciar “un modelo más colectivista y democrático de dirección”, “ampliar los espacios públicos de deliberación política” y una participación ciudadana más activa. Para ellos, la institucionalidad del país es crucial.
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