"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 3 de abril de 2016

Agradecen turistas atención de Cuba tras accidente de tránsito

Escrito por ACN

Turistas extranjeros agradecieron hoy, en esta ciudad, la atención recibida tras sufrir un accidente de tránsito al atardecer del sábado último, cuyo resultado fue de dos fallecidos y 28 lesionados.

El siniestro tuvo lugar en la Carretera Central, cerca del poblado de Jatibonico, en la provincia de Sancti Spíritus, pasadas las seis de la tarde, al ocurrir una colisión entre un ómnibus Yotung de TRANSTUR y un contenedor que cayó en la carretera desde el camión HOWO, con matrícula B 182237, de la corporación CIMEX.

En declaraciones a la ACN, el matrimonio alemán formado por Andrea Scholl y Chistof Scholl, destacó la rápida actuación de las autoridades cubanas y el personal médico que auxiliaron a los accidentados.

A escasos minutos del hecho llegaron las ambulancias para realizar el traslado hacia el hospital, narró la pareja que visita a Cuba por segunda ocasión y expresó que continuará viniendo a este país, porque les gusta mucho. 

Fue muy traumático el incidente porque quedamos atrapados en la parte trasera del ómnibus y hubo que evacuarnos mediante una escalera, acción en la que participaron con inmediatez muchos pobladores del lugar donde ocurrió el lamentable hecho, relataron Andrea y Chistof.

Según reportes policíacos, en el suceso perdieron la vida Alkier Barrera Medina, chofer del ómnibus, y el turista austriaco Johann Eberl.

El vehículo de TRANSTUR trasladaba a 27 turistas alemanes y austriacos desde Santiago de Cuba con destino a Trinidad; mientras el camión, donde viajaba una médico cubana, quien resultó herida, se dirigía de La Habana a Camagüey.

De acuerdo con el parte médico, emitido este domingo, continuaban ingresados en el Hospital general Camilo Cienfuegos, de Sancti Spíritus, 12 personas, de ellas cinco graves, incluidos tres en estado crítico.

Exoficial de inteligencia revela qué planes tenía Obama para derrocar a Assad

Publicado: 3 abr 2016 18:22 GMT | Última actualización: 3 abr 2016 18:22 GMT

En su lugar, el mandatario aprobó un programa para armar y entrenar a los rebeldes sirios, en particular a los combatientes del Ejército Libre de Siria.

Yuri GripasReuters

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EE.UU. propuso al presidente Barack Obama un plan detallado sobre una operación secreta destinada a derrocar al mandatario sirio Bashar al Assad en el 2012, pero el líder estadounidense lo rechazó, informa NBC News.

Esta información fue revelada por el propio autor del plan, el exoficial de inteligencia Doug Laux, que durante mucho tiempo fue los "ojos y oídos" de los grupos operativos de la CIA en Siria y quien colaboró con diversas facciones de la oposición armada siria y servicios de inteligencia de otros países.
"Teníamos 50 maneras de derrocar a Assad"

"La Casa Blanca y la dirección de la CIA desde el principio dejaron claro que el propósito de nuestros grupos operativos era despojar del poder a Assad. Teníamos 50 maneras de facilitar este proceso, en mi plan todo estaba muy bien detallado. Pero los líderes políticos no nos dieron ni una solo oportunidad para concretarlo", dijo Laux.

Según el exoficial, el plan fue presentado al Gobierno estadounidense incluso antes de que el Estado Islámico se separara de Al Qaeda y anunciara la creación de un califato en los territorios ocupados de Irak y Siria.

Además, señaló que el principal impulsor de esta operación golpista secreta era el exjefe de la CIA David Petraeus, que estuvo al mando de la agencia entre 2011 y 2012. 

El plan alternativo de Obama

Luego de que ese programa fuera rechazado, Obama aprobó un plan alternativo más moderado, que consistía en armar y entrenar a los rebeldes sirios, en particular a los combatientes del Ejército Libre de Siria (ELS). Sin embargo, este programa fracasó, criticó el exoficial, quien también desveló que en el país árabe no existía la llamada 'oposición moderada' apoyada por Occidente.

En agosto del 2012, la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton anunció los planes de EE.UU. para establecer una zona de exclusión aérea sobre Siria, pero el objetivo de esa iniciativa era que Washington quería que la oposición consolidara sus fuerzas e incrementara la presión sobre Assad, subrayó Laux.

Raúl el bueno, Fidel el malo: el cuento para idiotas de los medios internacionales

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Esta tertulia de TV es, a su vez, un fragmento del programa semanal de Cubainformación Radio: Fidel, los Rolling Stones y Obama: radiografía de mentiras de prensa (programa 417)


Sobre el estilo del Manifiesto Comunista


 

No se puede sostener que algunas hermosas páginas puedan cambiar el mundo por sí solas. Toda la obra de Dante no consiguió devolverles un emperador sacro romano romano a los municipios italianos. No obstante, al recordar el texto que fue el Manifiesto del Partido Comunista de 1848, y que, ciertamente, ha influido largamente en los acontecimientos de dos siglos, creo que hay que releerlo desde el punto de vista de su calidad literaria o, al menos –aunque no se lea en alemán-, de su extraordinaria estructura retórico-argumentativa. En 1971 apareció el librito de un autor venezolano, Ludovico Silva, El estilo literario de Marx, publicado en italiano en 1973 por Bompiani. Creo que ya no se puede encontrar y valdría la pena reeditarlo. Refiriéndose a la historia de la formación literaria de Marx (pocos saben que también escribió poemas, bien que malísimos, en opinión de los pocos que los han leído), Silva analizó minuciosamente toda la obra de Marx. Curiosamente, dedicó sólo unas pocas líneas al Manifesto, tal vez porque no es una obra estrictamente personal. Es una lástima: se trata de un texto formidable, que alterna tonos apocalípticos e ironía, lemas eficaces y explicaciones claras, y (si realmente la sociedad capitalista quiere vengarse de las molestias que estas páginas no muy numerosas le han causado) tendría hoy que analizarse religiosamente en las escuelas publicitarias.

Comienza con un formidable golpe de timbal, como la Quinta Sinfonía de Beethoven: "Un fantasma recorre Europa" (no olvidemos que estamos todavía cerca del florecimiento prerromántico y romántico de la novela gótica, y los espectros son entitades que hay que tomarse en serio). Sigue justo después una historia a vuelo de águila de las luchas sociales, desde la antigua Roma hasta el nacimiento y desarrollo de la burguesía, y las pàginas dedicadas a las conquistas de esta nueva clase "revolucionaria" constituyen su poema fundador, todavía válido para quienes apoyan el liberalismo. Se ve (quiero decir exactamente "se ve", en sentido casi cinematográfico) esta nueva fuerza irrefrenable que, impulsada por la necesidad de nuevas salidas para sus mercancías, recorre todo el orbe terráqueo (y, a mi entender, aquí el hebreo y mesiánico Marx piensa en el inicio del Génesis), altera y transforma países lejanos porque los bajos precios de sus productos son una especie de artillería pesada con la que bombardea cualquier muralla china, hace capitular a los bárbaros más endurecidos en el odio al extranjero, instaura y desarrolla las ciudades como signo y fundamento de su propio poder, se multinacionaliza, se globaliza, hasta inventa una literatura ya no nacional sino mundial...

Al final de esta apología (que conquista en la medida en que es sincera admiración), llega de improviso el giro dramático: el hechicero se encuentra impotente para dominar les fuerzas subterráneas que ha invocado, el vencedor se ahoga en su propia sobreproducción y cría en su propio seno, de sus mismas entrañas, a sus sepultureros, los proletarios.

Entra ahora en escena esta nueva fuerza que, dividida y confusa en un primer momento, se empecina con furia en la destrucción de las máquinas y es empleada por la burguesía como masa de choque, obligada a luchar contra los enemigos de sus propios enemigos (las monarquías absolutas, la propiedad feudal, los pequeños burgueses), y absorbe gradualmente a parte de los adversarios que la gran burguesía proletariza: artesanos, tenderos, campesinos propietarios. La revuelta se convierte en lucha organizada, los obreros están en contacto recíproco por medio de otro poder que los burgueses han desarrollado en su propio beneficio: las comunicaciones. Y aquí el Manifiesto cita los ferrocarriles, pero piensa también en las nuevas comunicaciones de masas (no olvidemos que Marx y Engels supieron utilizar en La sagrada família la televisión de la época, es decir, la novela de folletón como modelo de imaginario colectivo, criticando su ideología pero, al mismo tiempo, utilizando lenguaje y situaciones que ésta había popularizado).

En este punto entran en escena los comunistas. Antes de decir de manera programática quiénes son y qué quieren, el Manifiesto (con un movimiento retórico soberbio), se detiene en el punto de vista de la burguesía que les teme y adelanta algunas preguntas aterradoras: ¿Queréis abolir la propiedad privada? ¿Queréis poner en común las mujeres? ¿Queréis abolir la religión, la patria, la familia?

Aquí el juego se vuelve sutil, porque el Manifiesto parece contestar de manera tranquilizadora a todas estas preguntas, como para ablandar al adversario, pero luego, con un movimiento improvisado, le golpea en el plexo solar y consigue el aplauso del público proletario... ¿Queremos abolir la propiedad privada? Pues no, las relaciones de propiedad siempre han objeto de transformación, ¿acaso la Revolución Francesa no abolió la propiedad feudal en favor de la burguesa? ¿Queremos abolir la propiedad privada? Qué bobada, no existe, porque es la propiedad de una décima parte de la población en perjuicio de las otras nueve. ¿Nos acusáis entonces de quere abolir “vuestra” propiedad? Si, es exactamente lo que queremos hacer. ¿La comunidad de las mujeres? Pero, a ver, ¡lo que nosotros queremos es más bien es quitarle a la mujer el carácter de instrumento de producción! Pero, ¿queréis de verdad poner en común las mujeres? ¡La comunidad de mujeres la habéis inventado precisamente vosotros, que además de utilizar a vuestras propias esposas, sacáis partido de las de los obreros y como máximo pasatiempo practicáis el arte de seducir a las de vuestros iguales! ¿Destruir la patria? Pero, ¿cómo se le puede quitar a los obreros lo que no tienen? Nosotros queremos más bien que, al triunfar, los proletarios se constituyan como nación...

Y así sucesivamente, hasta esa obra maestra de reticencia que es la respuesta sobre la religión. Se intuye que la respuesta es "queremos destruir esta religión", pero el texto no lo dice: antes de afrontar un tema tan delicado, que pasa por alto, da a entender que todas las transformaciones tienen un precio, pero mejor por ahora no abrir capítulos demasiado candentes...

Sigue luego la parte más doctrinaria, el programa del movimiento, la crítica a los diversos socialismos, pero en este punto el lector ya está fascinado por las páginas anteriores. Y por si la parte doctrinaria resultase demasiado difícil, hete aquí el golpe final, dos lemas que cortan la respiración, fáciles de retener en la memoria, destinados (me parece) a una fortuna clamorosa: "Los proletarios no tienen nada que perder [...] salvo sus cadenas" y "¡Proletarios de todos los países, unios!".

Además de la capacidad ciertamente poética para inventar metáforas memorables, el Manifiesto permanece como una obra maestra de oratoria política (y no sólo eso) que tendría que estudiarse en las escuelas, junto con las Catilinarias y el discurso shakespeariano de Marco Antonio ante el cadáver de César. Porque tampoco ha de excluirse, dada la amplia cultura clásica de Marx, que justamente estos textos los tuviera presentes.

Umberto Eco, Sulla Letteratura (2002). Publicado originalmente en L´Espresso el 8 de enero de 1998, en el 150 aniversario del Manifiesto Comunista.

(1932-2016) Escritor, semiótico y filósofo, fue catedrático de la Universidad de Bolonia y una de las mayores figuras intelectuales de la Italia de postguerra.Fuente:
L´Espresso, 8 de enero de 1998

El revanchismo conservador amenaza a América Latina

Emir Sader, La Jornada

Hablábamos de restauración conservadora, pero la expresión es un tanto fría para designar el proceso real con que la derecha latinoamericana amenaza a nuestros países. No se trata de un proceso frío de sustitución de un modelo económico por otro, porque detrás de ese cambio hay unos profundos en las relaciones de clase, con sentimientos y rencores.

Los gobiernos progresistas de América Latina cometieron el pecado de lesionar intereses de las élites dominantes. En Brasil, el editor jefe de O Globo –un tal Alí Kamel– alcanzó a escribir un libro para acusar a los que han adoptado la política de cuotas para negros en las universidades públicas de haber introducido (sic) el racismo en Brasil. Los negros estaban quietos, según él, a lo mejor resignados por su condición, en un país conocido por su democracia racial, por una miscegenación consentida, cuando la política de cuotas despertó en ellos sentimientos malos. El libro se llama No somos racistas y acusa a los que han impulsado políticas de cuotas de haber metido el racismo en Brasil.

Sentimientos similares se mantuvieron en sectores de las élites tradicionales cuando vieron que sus privilegios dejaban de serlo para volverse derechos de todos. Sectores de clase media no quieren derechos, prefieren privilegios, que los incluyan solamente a ellos.

Los gobiernos progresistas han promovido los derechos de la gran masa que siempre había estado rezagada, discriminada, excluida. Es una experiencia inolvidable para ellos y traumática para los que los querían siempre abajo. Se fueron acumulando rencores, conforme esa masa fue eligiendo y religiendo los gobiernos que atendían sus reivindicaciones.

Ahora, cuando la derecha ve posibilidades de retornar al gobierno –vía elecciones, como en Argentina, o con alguna forma de golpe blanco, como en Brasil y en Venezuela–, sus designios se van volviendo claros. No se trata solamente de adecuaciones económicas, sino de virajes fundamentales hacia economías de mercado, abiertas al libre comercio, de vuelta a estados mínimos y a recortes duros de empleos y de los derechos sociales de la gran mayoría.

Se trata de una verdadera revancha social, porque las correlaciones de fuerza entre las clases han cambiado mucho, en favor de las capas populares. Las élites y la derecha no perdonan haber cedido espacios para los derechos de la masa de la población. Macri ataca directamente las políticas sociales del gobierno de Cristina Fernández, con el pretexto de equilibrar las finanzas públicas y combatir la inflación.

En Brasil, el programa esbozado por los políticos más corruptos del país –Michel Temer, Eduardo Cunha, Renan Calheiros, vicepresidente y presidentes de la Cámara y del Senado, respectivamente, todos del PMDB– representaría un durísimo ajuste fiscal, con recortes sustanciales en las políticas sociales introducidas por el gobierno Lula y profundizadas por el gobierno de Dilma Rousseff. Además del ataque entreguista a Petrobras y al Presal.

Hablar simplemente de restauración parece algo plácido respecto de la violencia del contenido social de las medidas que buscan poner en práctica, así como de la represión que necesariamente las acompaña.

La lucha por la defensa de la democracia y de los gobiernos progresistas no es así solamente una guerra política y electoral. Es una inmensa batalla social, de defensa de la gran masa de la población, cuyos derechos están en juego bajo la feroz revancha de clases que la derecha lleva a cabo para recobrar el poder.

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