"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 24 de agosto de 2014

Cuba explica las amenazas del caracol gigante africano

Esta especie invasiva podría trasmitir enfermedades muy peligrosas para el ser humano, así como afectar la fauna y flora autóctonas, advierten especialistas.

La Habana, 24 ago.- Ante la presencia del caracol gigante africano en la comunidad habanera de Arroyo Naranjo, especialistas del estatal Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí” (IPK) llaman a la población a participar en el control de una de las 100 especies dañinas más invasivas del mundo.

Según declaraciones a la prensa local de Antonio Alejandro Vázquez, jefe del Laboratorio de Malacología de dicho instituto, es posible regular la diseminación del molusco, cuya tasa de reproducción es muy alta.

“Para ello está diseñado un plan de control de vectores en todo el país, pero hay que actuar rápido”, indicó el especialista.

Apuntó además que, de acuerdo a estudios realizados en el IPK, este caracol (Lisachatina fulica Bowdich) fue introducido en el territorio nacional hace “año y medio o dos años” y ahora se encuentra localizado en el sur de La Habana.

“Por lo que hemos visto en el terreno, pensamos que está bastante localizado, aunque no dudo que se expanda” pues “en Cuba encuentra un clima muy propicio para su reproducción”, advirtió Vázquez, este mes.

Asimismo destacó que el molusco polífago, que puede alcanzar los 20 centímetros de longitud, pudiera traer consecuencias nocivas a la fauna y flora autóctonas. También sirve de “hospedero intermediario de enfermedades muy peligrosas para el ser humano”, alertó.

En un artículo replicado por medios digitales cubanos, en el cual el IPK informó sobre presencia en Cuba del caracol gigante africano, Vázquez y su colega investigador Jorge Sánchez, explicaron que este animal es considerado “el principal vector en el mundo de Angiostrongylus cantonensis, nematodo causante de Meningoencefalitis Eosinofílica en humanos”. 

Esta enfermedad consiste en la inflamación de las meninges y el cerebro y resulta altamente mortal.

A juicio de los expertos, “este parásito, que existe en Cuba hace varias décadas y que es transmitido por la mayoría de las especies de moluscos autóctonos cubanos, pudiera incrementar su frecuencia de transmisión en humanos debido a una mayor compatibilidad con la nueva especie introducida”.

El texto precisó que “el humano se infecta de forma accidental al ponerse en contacto con larvas de tercer estadio provenientes de los moluscos”.

Subrayaron además que este caracol es considerado “un problema de salud en muchos países de América del Sur por la transmisión de este parásito, pero fundamentalmente asociado a su consumo crudo o mal cocido, o el contacto con su baba (que contiene las larvas)”. 

Según Vázquez y Sánchez, el análisis preliminar de las muestras del caracol gigante colectadas durante julio pasado en los alrededores del reparto Poey, de la localidad habanera de Arroyo Naranjo, han revelado una alta infección con A. cantonensis.

Recomendaron a la población evitar tocar o jugar con ella, o lavarse las manos con jabón después del contacto. De igual forma sugirieron lavar bien las frutas antes de comerlas “puesto que esta especie es generalista de hábitat y puede caminar por cualquier parte, incluso dentro de las viviendas”.

Nativo del continente africano, el caracol gigante se ha introducido en casi todo el planeta para usarlo con fines religiosos y terapéuticos o como mascota. El comercio de plantas también ha favorecido su propagación internacional.

El molusco puede poner entre 50 y 300 huevos seis veces en el año y tienen una esperanza de vida de hasta nueve años.

De acuerdo con los especialistas cubanos, tales características ecológicas “la convierten en una especie altamente competitiva capaz de auto soportar sus poblaciones y desplazar a especies nativas producto de la competencia por explotación e interferencia sobre los recursos (alimento, espacio)”.

Refieren los expertos que el Laboratorio de Malacología del IPK “ya está realizando todas las investigaciones necesarias (distribución, ecología, parámetros demográficos y parasitología) sobre esta especie en condiciones cubanas para determinar su plan de manejo”. 

Por su parte, el Centro Nacional de Sanidad Vegetal activó la vigilancia en el territorio nacional mediante la alerta al gobierno.

Esta entidad, con el apoyo de los ministerios de la Agricultura, de Salud Pública, de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, y la Defensa Civil, reporta avistamientos del caracol gigante alimentándose de especies hortícolas, ornamentales y de la vegetación natural, excrementos de animales domésticos, hojarascas y restos orgánicos domiciliarios, entre otros. (2014)

CUENTO. La Flor Más Grande Del Mundo. Relato de José Saramago. LA SOLIDA...



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Proyecta Cuba que una cuarta parte de su energía sea de fuentes renovables


Cuba trata de cambiar su matriz energética y proyecta para el año 2030 que las fuentes renovables representen 24 por ciento del total de generación, ya que en la actualidad depende de los hidrocarburos.

El vicepresidente cubano y miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC), Marino Murillo, dijo en julio ante el parlamento que el gobierno planea destinar 3 mil 600 millones de dólares en los próximos 15 años al desarrollo de energías alternativas, una prioridad también para la inversión extranjera.

Murillo recordó que 96 por ciento de la generación de energía en Cuba proviene del petróleo, sin embargo para 2030 el objetivo es reducir esa cifra a 76 por ciento y el resto generarlo a partir de 19 plantas de bioelectricidad conectadas a ingenios azucareros, más 13 parques eólicos e instalaciones solares.

La utilización de energías alternativas y renovables es una de las medidas delproceso de actualización del modelo económico de la isla, refrendada en abril de 2012 por el sexto Congreso del PCC.

En Cuba operan en la actualidad siete parques fotovoltaicos (cuya electricidad se obtiene de la radiación solar, a través de semiconductores llamados células fotovoltaicas) ubicados en las provincias de La Habana, Villa Clara, Cienfuegos, Camagüey, Santiago de Cuba, Guantánamo y el municipio especial Isla de la Juventud.

En la capital de la isla funciona uno en el recinto ferial de Expocuba, inaugurado en noviembre último, tras una donación china y que cuenta con una potencia de un megavatio y una generación promedio diaria de 4 mil 200 kilovatios hora al día, por lo que debe producir al año alrededor de un millón 500 mil kilovatios por hora.

El especialista de inversiones de la Empresa de Hidroenergía, Jorge del Campo, dijo que se decidió instalar el parque fotovoltaico en Expocuba por ser el recinto ferial más importante del país, con un consumo de energía bastante elevado que se cubre en cerca de 70 por ciento.

La energía producida por el parque fotovoltaico de Expocuba representa un ahorro de 390 toneladas de combustible fósil al año, además de que deja de emitir mil 290 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.

El presidente de la Sociedad Cubana para la Promoción de las Fuentes Renovables de Energías y el Respeto Ambiental (Cubasolar), Luis Bérriz, citado por la Agencia de Información Nacional, declaró que la isla puede ser una potencia en el empleo de ese tipo de energías.

En un artículo que apareció en la última edición de la revista Energía y tú, publicación trimestral de divulgación científica editada por Cubasolar, Bérriz calificó de imposible la concepción de programa de desarrollo sostenible, sin tener en cuenta la aplicación de fuentes renovables de energía. La radiación solar mantiene el equilibrio térmico, permite la vida en el planeta y está a disposición de todos los pueblos del mundo, apuntó el especialista.

Bérriz puso como ejemplo el caso del territorio cubano, que, dijo, recibe mil 800 veces más irradiación que toda la producida por el petróleo consumido por sus respectivos sectores industriales, residenciales y de servicios a la población.

El valor promedio del impacto del sol en la isla es de mil 400 kilovatios-hora (Kw) por metro cuadrado, de acuerdo con el profesor de la Facultad de Física y del Instituto de Materiales y Reactivos de la Universidad de La Habana, Daniel Stolik Novygrod.

A raíz de la crisis energética de 2004 y 2005, el gobierno cubano priorizó el uso y desarrollo de las fuentes renovables para la producción de electricidad y el ahorro de combustibles fósiles.


La voz de alarma de los ‘halcones’

Según un reciente reportaje de The New York Times, hay desacuerdos en la Reserva Federal: “Una minoría de funcionarios de la Reserva Federal cada vez más contundente quiere que el banco central se aparte a mayor velocidad” de sus políticas de préstamos baratos que, según advierten, nos exponen al riesgo de un aumento de la inflación. Y este debate, nos dicen, seguramente dominará el gran simposio económico que ahora mismo se celebra en Jackson Hole, Wyoming.

Es muy posible que así sea. Pero hay algo que deberían saber: Esa “minoría contundente” lleva seis años lanzando advertencias sobre la subida de la inflación, casi sin interrupción. Y la persistencia de esa obsesión me parece más interesante e importante que el hecho de que los sospechosos de siempre estén diciendo lo de siempre.

Antes de intentar explicar la obsesión con la inflación, hablemos de lo sorprendente que dicha obsesión es en realidad.

El artículo del Times menciona de manera específica a Charles Plosser, de la Reserva Federal de Filadelfia, que en efecto está haciendo advertencias sobre el riesgo de inflación. Pero deberían saber que advirtió sobre el peligro del aumento de la inflación en 2008. Advirtió sobre ello en 2009. Hizo lo mismo en 2010, 2011, 2012 y 2013. En cada ocasión se equivocó pero, inaccesible al desaliento, ahora vuelve a hacerlo.

Y este historial no tiene nada de particular. Con muy pocas excepciones, los funcionarios y economistas que hace años lanzaban advertencias terribles sobre la inflación siguen advirtiéndonos más o menos lo mismo hoy en día. Narayana Kocherlakota, presidente de la Reserva Federal de Minneapolis, es el único contraejemplo destacado que me viene a la mente.

Ahora bien, todo aquel que lleva tiempo dedicándose a la economía, incluido por supuesto yo mismo, ha hecho alguna predicción incorrecta. Si no es así, es que está yendo muy a lo seguro. Los halcones de la inflación, sin embargo, no dan muestras de aprender de sus errores. ¿Dónde está el examen de conciencia, el intento de comprender cómo pueden haberse equivocado tanto?

La cuestión es que, cuando vemos a alguien aferrándose a una visión del mundo a pesar de los hechos, incapaz de replantearse sus creencias aun cuando los pronósticos han fallado repetidamente, debemos sospechar que hay motivos ocultos. Así que la pregunta interesante es qué tiene el alarmismo sobre la inflación que lo hace tan atractivo para algunas personas que siguen dando la voz de alarma a pesar de haberse equivocado una y otra vez.

Bueno, cuando los mitos económicos persisten, la explicación suele encontrarse en la política (y, en concreto, en los intereses de clase). No hay ni la más mínima prueba de que bajarles los tipos impositivos a quienes tienen mucho dinero estimule la economía, pero no es ningún misterio la razón por la que destacados republicanos como el representante Paul Ryan siguen afirmando que unos impuestos más bajos para los ricos son el secreto del crecimiento.

Las afirmaciones de que nos enfrentamos a una crisis fiscal inminente, de que Estados Unidos se convertirá en Grecia cualquier día de estos, les resultan igualmente útiles a aquellos cuyo propósito es desmantelar los programas sociales.

A primera vista, la afirmación de que el dinero a bajo interés provocará un desastre incluso en una economía deprimida parece diferente, porque los intereses de clase están mucho menos claros. Sí, unos tipos de interés bajos se traducen en beneficios a largo plazo para los tenedores de obligaciones (que por lo general son ricos), pero también se traducen en plusvalías a corto plazo para esos mismos obligacionistas.

Pero aunque el dinero fácil puede en principio tener efectos dispares sobre las fortunas (literalmente) de los ricos, en la práctica, la petición de que se restrinja el crédito a pesar de la elevada tasa de paro siempre proviene de la derecha. Hace ocho décadas, Friedrich Hayek advertía sobre cualquier intento de mitigar la Gran Depresión mediante “la creación de una demanda artificial”; hace tres años, Ryan prácticamente acusó a Ben Bernanke, entonces presidente de la Reserva, de intentar "degradar" el dólar. La obsesión con la inflación está tan estrechamente relacionada con las políticas conservadoras como las exigencias de que se rebajen los impuestos sobre el patrimonio.

El porqué está menos claro. Pero la fe en la incapacidad del Gobierno para hacer algo positivo es un principio fundamental del credo conservador. Hacer una excepción con la política monetaria (“el Gobierno siempre es el problema, no la solución, a menos que hablemos de que la Reserva baje los tipos de interés para combatir el paro”) puede ser una distinción demasiado sutil para una época en la que los políticos republicanos extraen sus ideas económicas de las novelas de Ayn Rand.

Lo que me lleva otra vez a la Reserva Federal y a la pregunta de cuándo poner fin a las políticas de préstamos fáciles.

Hasta las palomas monetarias como Janet Yellen, presidenta de la Reserva, suelen reconocer que en algún momento habrá que levantar el pie del pedal. Y puede que ese momento no esté muy lejos; el paro oficial ha caído en picado, aunque los sueldos siguen sin subir y la inflación es baja todavía.

Pero los últimos a los que uno querría preguntar por la política más conveniente son esos que llevan años y años advirtiendo sobre la inflación. Y no es solo que se hayan equivocado sistemáticamente, sino que han defendido una postura que, lo sepan o no, es fundamentalmente política, en vez de estar basada en el análisis. Debemos escucharlos con educación - los buenos modales siempre son una virtud - y luego hacer caso omiso de ellos.

Paul Krugman es profesor de Economía de la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía de 2008.

Traducción de News Clips.

© 2014 New York Times Service.

El 35,4% de la población estadounidense sobrevive con cupones para alimentos


El 35,4% de la población estadounidense sobrevive con ayuda de programas de bienestar social, entre los que se incluyen los cupones para alimentos, según reflejan estadísticas de la Oficina del Censo.

Al menos 109.631.000 personas residían en hogares que recibieron beneficios de uno o más programas a partir del cuarto trimestre de 2012, de una población de 309.467.000, según los datos divulgados esta semana.

En general la suma de ciudadanos que recibían algún tipo de ayuda al final de 2012, incluidos subsidios por desempleo o veteranos, llegó a 153.323.000, casi la mitad de los estadounidenses (49.5 por ciento).

En el cuarto trimestre de 2008, cuando el presidente Barack Obama fue elegido, había 96.197.000 ciudadanos que vivían en hogares que se beneficiaban de uno o más programas de asistencia federal.

Después de cuatro años, en el cuarto trimestre de 2012, la cifra creció en 13.434.000 individuos, señalan las estadísticas.

Estos planes para mitigar la pobreza principalmente entre familias de las minorías, hispanos y negros, recibieron un fuerte golpe en el Congreso durante 2013, cuando los republicanos se negaron a renovar los programas de cupones de alimentos incluidos en la ley Agrícola.

Entre los más afectados por esta situación se encuentran los niños, para muchos el sector más vulnerable de la sociedad, de los cuales cerca de 17 millones padecen inseguridad alimentaria, según datos de “Feeding America”, la organización caritativa de distribución de alimentos más importante del país.

PL

El intelectual y el mecánico

Por: Graziella Pogolotti

Un artículo publicado hace dos semanas (Gramsci y las «cosas de intelectuales»)en esta propia página de Juventud Rebelde ha suscitado un extenso debate. Numerosos lectores respaldan su visión crítica de los intelectuales, mientras escritores y reconocidos cineastas toman la palabra a través del correo electrónico. Tanta ebullición bajo el implacable sol de agosto me impulsa a terciar en la polémica.

Empezaré por decir que, al igual que un célebre personaje teatral conocido por hablar en prosa sin saberlo, todos escuchamos música culta sin tener conciencia de ello porque se utiliza con frecuencia en el cine, en la musicalización de programas televisivos, mientras Vivaldi resuena en el teléfono cuando se transfiere una llamada. Pero el tema es más complejo de lo que parece. El empleo indiscriminado de los estereotipos esconde trampas que pueden acarrear malentendidos de alcance imprevisto. En este caso —y pido disculpas a mi colega— implica una subestimación de las capacidades del pueblo —no olvidemos al Che en El socialismo y el hombre en Cuba— y una visión caricaturesca de los llamados «culturosos».

Propongo empezar por el principio y definir el concepto de intelectual. Sin apelar a los clásicos, me remito a Julio García Luis. En su tesis de doctorado conocida en ocasión del Congreso de la UPEC, llamaba la atención sobre la amplitud incluyente del término que abarca a periodistas, maestros, científicos y pensadores relacionados con distintos campos del saber. A esa noción acudimos cuando afirmamos que la Revolución ha forjado en el último medio siglo un extenso capital intelectual. El desarrollo de la enseñanza artística ha sido uno de los logros indiscutibles de nuestra Revolución. En los años más duros del Período Especial, Fidel llamó a salvar, ante todo, la cultura, escudo de la nación. El antiintelectualismo ha sido históricamente una de las armas de la reacción. Sus egresados han dado continuidad a nuestra tradición en lo culto y en lo popular.

El crecimiento de la automatización y la informatización en la sociedad contemporánea aumenta el peso demográfico específico de los trabajadores intelectuales en relación con los encargados de las tareas manuales. Todos forman parte de un mismo pueblo, tal y como lo manifestó Fidel en La historia me absolverá, su memorable documento programático. Excluía entonces de esa definición a los sectores vinculados por intereses de clase al imperialismo. Muchas veces desempleados, los artistas aparecían expresamente mencionados en el detallado desglose de los precarizados por el sistema. La lectura atenta de los mensajes de los lectores en respuesta al artículo revela malentendidos que conviene esclarecer en bien de las mayorías y en favor de la unidad requerida para la construcción de nuestro proyecto de socialismo participativo y sustentable. Reflejan un estado de opinión en cuanto al desasimiento de los escritores y artistas respecto a los problemas más acuciantes de nuestra realidad. Algunos de ellos, una minoría, ha conquistado mediante su trabajo espacios en el mercado que les permite disfrutar de un nivel de vida muy satisfactorio en comparación con sectores más deprimidos de la sociedad. La gran mayoría, incluidas importantes figuras del mundo de la creación, comparte con su vecindario condiciones modestas de existencia. Aún los hombres y las mujeres que disfrutan de mayor bienestar se sienten comprometidos en el destino de la nación. A través de la Uneac, organización que los agrupa, han canalizado señalamientos críticos que desbordan reclamos gremiales y se vuelcan hacia temas de tanta relevancia como la educación, el patrimonio urbano, las manifestaciones de racismo y el funcionamiento de los medios masivos de comunicación.

Una golondrina no hace verano. En algún que otro ambiente propicio pululan los enfermos de vedetismo, los vanidosos que evocan la fábula del sapo rodeado por el coro de ranas, los intelectuales de pacotilla. Pero este fenómeno no es propiedad exclusiva del entorno intelectual. Resulta más agresivo y dañino en los que hacen ostentación de bienes de dudoso origen en el decorado de sus residencias, en el vestir y en la chabacanería más estridente.

Conozco mecánicos que disfrutan la música clásica. Entre lo culto y lo popular ha habido una dialéctica ininterrumpida a lo largo de la historia. Don Quijote desafiaba molinos de viento. También lo hizo Sancho, desde su sabiduría pueblerina, al querer impartir la justicia verdadera en la ínsula Barataria. El negro Salvador Golomón es el héroe de Espejo de paciencia, el poema fundacional de nuestra literatura. En Concierto barrocode Alejo Carpentier, su descendiente ficticio irrumpe con los ritmos de la percusión cubana en el carnaval de Venecia, con un desenfadado contrapunteo compartido con eminentes personalidades de la música. No es hora de reinventar falsos antagonismos. Es el momento de superar estereotipos falaces, tanto aquellos que separan al intelectual de la sociedad a la que pertenece como los que subestiman la capacidad creadora del pueblo. La Revolución cubana reconoció en la cultura uno de los derechos conculcados a las masas. De lo que se trata es de abrir accesos, expectativas y horizontes, de enriquecer la vida espiritual de todos para que cada cual encuentre en las distintas alternativas, la vía para el mayor disfrute y para la reafirmación de la propia identidad.

Gramsci y las «cosas de intelectuales»

Por Mayra García Cardentey •

Mi primo es mecánico, no de los que estudiaron ingeniería o los técnicos de nivel medio en transportación automotriz. No, mi primo es mecánico de calle, de la vida, de los empíricos, de los que desarmaban ventiladores antes de soplarse los mocos, y anda con las uñas bordeadas de grasa y con olor a motor de carro como si estuviera bañado en colonia.

Pero mi primo no es «intelectual», o al menos como usualmente lo clasifican. No le gusta la música de cámara, no resiste un concierto de jazz y de seguro no podrá deletrear o conocer el significado de palabras como multidisciplinario, empoderamiento, deconstrucción, panóptico o hipertexto.

Mi primo, por supuesto, tampoco sabe diferenciar entre Bukowski y Chaikovski y de seguro los confundirá con el bálsamo de Shostakovski. ¡Vamos! Que a más de uno le puede pasar eso, ¿no?

Y de seguro no sabrá que existió un Antonio Gramsci que dijo que no hay actividad humana de la que se pueda excluir toda intervención intelectual: «Cada hombre, considerado fuera de su profesión, despliega cierta actividad intelectual: es un “filósofo”, un artista, un hombre de buen gusto, participa en una concepción del mundo, tiene una consciente línea de conducta moral, y por eso contribuye a sostener o a modificar una concepción de su entorno, a suscitar nuevos modos de pensar».

Pero a mi primo le han hecho creer que es «solo» un mecánico, le han subestimado la capacidad racional porque no tiene en la sociedad la función de ser un intelectual.

No pertenece al grupo de privilegiados, pero no de aquellos que en verdad, al decir de algunos teóricos, renuevan, rehacen, reconstruyen, imaginan o transforman las asunciones sociales, los que amplían la perspectiva de los ciudadanos y tratan de transformar el mundo mediante la palabra. ¡No! Mi primo, personas como mi primo, son excluidos por algunos de esos «otros» que se constituyen como casta, más por la connotación positiva, por el valor de prestigio asociado a la atribución de una «inteligencia superior», que por generar o ejercer tal capacidad, en realidad.

Mi primo, muchos como él, quedan degradados por estos «seudointelectos», más preocupados por la proyección, por el estatus que por la propia creación.

Algunos integran esa ralea de demagogia letrada, que se legitima por encima de aquellos ¿«ignorantes»? que no distinguen entre música clásica y de cámara, que se quedan dormidos en una función de ballet, que no saben quién es Borges, Ernesto Sábato, o pronuncian mal Michael Foucault.

Personas como mi primo son subvaloradas por algunos aliados en subgrupos, que lejos de fundar, como la verdadera intelectualidad, deslindan pequeños feudos de falsa cultura, de aparentes particularidades y con ínfulas de superioridad, que niegan lo multiplicador, lo que indique «plebe y masa», como si no hubieran sido los plebeyos los que tomaron La Bastilla.

Algunos de ellos que se las dan de saberlas todas y que colocan cualquier simple análisis hacia un lugar existencialista o en el peor de los casos, filológico; cuya meta, más que ser intelectual, es informarle al mundo que lo son.

Pero mi primo que nunca ha leído a Gramsci, no debe saber que él sí es, al igual que muchos otros, intelectual; no de artificiales posturas, sino del tipo obrero, como diría el teórico europeo: uno moderno, involucrado en la tarea práctica de construir la sociedad, desde su trinchera que no por modesta, deja de ser menos importante.

Mi primo que ¿tan solo? es mecánico, de los que no estudiaron, de los autodidactas, de vez en cuando me dice: «Sigue leyendo que te vas a volver loca. Si quieres de verdad escribir, deja el libro y sal al mundo. Conocer lo que hicieron otros te servirá pero ya está dicho. Aprende de la vida, que solo los que viven pueden escribir grandes textos».

No necesitó libros, ni ínfulas de seudolector, ni se imaginó que citaba incidentalmente a José María Rosa, cuando dijo que «La realidad no se lee: se siente, e —indispensablemente— se la acepta y uno se integra a ella, o se la rechaza por incompatibilidad de piel o conveniencias personales». Mi primo, que no tiene verborrea enjundiosa, que no sabe de arte clásico, rococó, o renacentista, que no tiene hipersensibilidad estética ni estudió filosofía, también puede expresar «cosas de intelectuales» como esas.

La utilización mercenaria de la ciencia. I Parte


Por Antonio J. Martínez Fuentes

Sociedad Cubana de Antropología Biológica.

La historia de las sociedades humanas muestra como a través del tiempo se han construido y construyen elaborados procedimientos, apoyados en la diversidad social, cultural y hasta biológica de los pueblos, para desestabilizar, subvertir, invadir y ocupar territorialmente países así como para aniquilar o estimular oposiciones políticas y protestas sociales, los cuales serían una importante base del nuevo colonialismo en curso.

Las guerras de conquistas y colonización en África, Asia, y América Latina y el Caribe son ejemplos clásicos de estos procedimientos. En la actualidad se sabe que existen programas que emplean antropólogos en el apoyo a unidades de combate de las tropas estadounidenses para sus operaciones contrainsurgentes, lo que nos hace recordar las acciones desarrolladas en Chile en los años 60 a través del conocido Plan Camelot calificadas como una “prostitución de la disciplina”. Incluso de la Universidad de Chicago, salieron académicos a experimentar el empleo de las políticas neoliberales en ese país tras el golpe de Estado ejecutado por Richard Nixon, Henry Kissinger y el general Augusto Pinochet en septiembre de 1973. Afganistán, Irak. Siria, Ruanda, Angola, Guatemala, son otros ejemplos entre muchos.

Diversas agencias del gobierno estadounidense y ciertas organizaciones no gubernamentales que son apoyadas y contratadas por ellas se valen de especialistas de distintas ramas de la ciencia para obtener informaciones en distintos países a fin de desarrollar planes de desestabilización y subversión a corto, mediano y largo plazo contra gobiernos que consideran enemigos o potencialmente enemigos. En estos planes se conoce de la cooperación y coordinación del Departamento de Defensa con los integrante de la “comunidad de inteligencia” (CIA, DEA, FBI, etc.) y, entre otras, con la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés), que depende del Departamento de Estado. Generalmente se recurre al trabajo de expertos en antropología, sociología, psicología, economía, ciencias políticas.

También resalta la necesidad de que las campañas de contrainsurgencia cuenten con “fuerzas flexibles”, adaptables a las distintas circunstancias en un país dado y capaces de “comprender” las culturas de los “nativos” que se rebelan contra el orden establecido. Cuestiones claves son:

.- las labores de inteligencia y el análisis y aprendizaje de la sociedad de un país objetivo,

.-los grupos étnicos que lo habitan,

.- la forma de gobierno,

.-las fuerzas coercitivas del Estado,

.-sus instituciones, cultura, lenguaje, percepciones de sus connacionales, valores, redes,

.- creencias de la población,

También se persigue evaluar el apoyo o tolerancia de la población hacia un grupo guerrillero, un gobernante o dirigente político, sus capacidades y vulnerabilidades, sus tácticas y estrategias y formas de organización.

Los dirigentes y lideres son motivo de un reconocimiento detallado, que comprende la historia personal, trayectoria, creencias, ideología, temperamento y educación entre otros aspectos.

Quienes colaboran en estos planes no son más que instrumentos de guerra, suministradores de informaciones, ya que las decisiones finales las toma el personal militar.

Los cubanos tenemos una larga y amarga historia que narrar sobre estos métodos, desde el bioterrorismo hasta los hechos recientemente divulgados por la agencia de prensa AP sobre un plan promovido por la USAID y su contratista Creative Associates International, en el cual un ciudadano costarricense, jefe de una organización de derechos humanos en Costa Rica llamada Fundación Operación Gaya Internacional, contrató jóvenes latinoamericanos de distintos países a fin de identificar y convertir jóvenes cubanos en actores políticos efectivos contra el gobierno. y promover la desestabilización interna bajo la cobertura de programas culturales, de salud, de intercambios estudiantiles, entre otros.

El caso del empleo del conocimiento antropológico: un poco de historia

Cuando me preguntan sobre el concepto de Antropología, usualmente expreso, a fin de dar un concepto de amplio entendimiento, que la antropología es la ciencia que estudia la diversidad biológica y cultural de la especie humana en el espacio y el tiempo, su origen y evolución.

Aunque en alguna que otra ocasión me refiero al estudio del otro, no es una expresión que sea de mi agrado pues siempre me da una especie de aire o tufo colonialista, neocolonialista e imperialista, que sirvió y sirve, entre otras cuestiones, para el uso de la antropología con fines de manipulación y dominación del llamado “otro”

La historia de los inicios de la antropología muestra los vínculos de las tradiciones antropológicas estadunidenses, británicas, francesas, holandesas y alemanas con la expansión colonial en África, Asia, Indonesia y sobre los territorios de los pueblos indígenas de América.

Según diversos autorizados antropólogos de la época, numerosos pueblos del planeta, de acuerdo con un riguroso análisis científico, no podían ser propiamente denominados humanos, y consideraron al europeo blanco como criterio de medida que consagraba la inferioridad de cualquier otra persona.

Así la antropología se vio involucrada en numerosas empresas coloniales, la conquista y el genocidio, mostrando, desde entonces, que no existe la neutralidad política en la disciplina.

El imperio colonial, la jerarquización de los seres humanos y los llamados zoológicos humanos.

La historia de la humanidad nos muestra, amargamente, como durante la etapa colonialista numerosos pueblos fueron conquistados y masacrados, cometiéndose verdaderos actos de genocidio. Las personas de otras culturas que sobrevivieron muchas veces fueron sometidas a atrocidades que los despojaron de toda dignidad.

Durante mucho tiempo los europeos secuestraron personas de distintas partes del planeta y las exhibían degradantemente, práctica que dio carácter a modos discriminatorios que persisten hasta nuestros días. El término de zoológicos humanos, usado para denominar estas exhibiciones, fue popularizado en el 2002 por la publicación de la obra Zoológicos humanos, escrito por varios historiadores franceses especialistas del fenómeno colonial. En su época eufemísticamente se les rotulaba como "exposiciones etnológicas" o "Ciudades de negros".

Así, numerosas personas de origen no europeo fueron expuestas como animales durante el siglo XIX, en los zoológicos, ferias coloniales, en exposiciones universales y hasta en congresos antropológicos. Durante todo el siglo XIX y hasta los inicios del siglo XX, la biología humana y la antropología física más ortodoxas habían proporcionado un marco teórico que podía servir de legitimación de este tipo de exhibiciones humanas así como de las conquistas coloniales.

En la Exposición Universal de Bruselas de 1897, el rey Leopoldo II había organizado una representación del Congo con 267 hombres, mujeres y niños traídos de África, entre los que se contaban dos pigmeos. Llegaron casi un millón de visitantes que arrojaban comida a los africanos, quienes terminaron indigestados. Las autoridades colocaron un cartel: “Los negros son alimentados por el comité organizador”.

Para muchos de los más calificados antropólogos físicos de la etapa decimonónica finisecular, numerosos pueblos del planeta, de acuerdo con un riguroso análisis de las ciencias naturales, no podían ser propiamente denominados personas. De esta manera la objetivación científica de la jerarquía racial, impulsaban la expansión colonial.

Las eufemísticamente llamadas "exhibiciones etnológicas" del Jardín de Aclimatación de París “fueron legitimadas por parte de la Sociedad de Antropología -y por la casi totalidad de la comunidad científica francesa.

“La antropología física, como la antropometría naciente, que constituye entonces una gramática de los "caracteres somáticos" de los grupos raciales -sistematizada en 1867 por la Sociedad de Antropología con la creación de un laboratorio de craneometría- y el posterior desarrollo de la frenología, legitiman la difusión de esas exhibiciones. Esas disciplinas incitan a los científicos a apoyar activamente dichas muestras, por tres razones pragmáticas: permiten disponer de manera práctica de un "material" humano excepcional (variedad, cantidad y renovación de especímenes…); despiertan el interés del gran público por sus investigaciones y por lo tanto permiten promover sus trabajos en la gran prensa; finalmente, aportan la prueba más concluyente de lo bien fundado de sus enunciados racistas con la presencia física de esos "salvajes".”

Las investigaciones realizadas han demostrado que los llamados zoológicos humanos no aportaron nada acerca de los "pueblos exóticos". Al contrario permiten el análisis de las concepciones racistas europeas a finales del siglo XIX. Tales espectáculos degradantes tenían básicamente por función mostrar las manifestaciones de lo no acostumbrado y de lo disímil, por oposición a una elaboración de la humanidad según los cánones europeos.

Este ejemplo de la triste y amarga historia de los zoológicos humanos nos muestra como la antropología sirvió a la fría maquinaria del genocidio en aquellos momentos. Tristemente, aún hoy y bajo veladas formas, persiste la costumbre de llevar representantes de los “pueblos exóticos”, “pueblos primitivos” ha determinadas celebraciones.

La perspectiva histórica de la antropología nos muestra que con mucha frecuencia fue usada - y aún no deja de serlo - para hacer énfasis en las diferencias llamadas raciales y ser un sustento para el racismo, la discriminación racial y los prejuicios raciales. Es innegable, y sobran los ejemplos de cómo el discurso antropológico en general, con su sello de cientificidad, ha dado elementos para justificar superioridades e inferioridades de “raza”, clase y género y para el accionar contra los pueblos del llamado tercer mundo. (Fin de la primera parte)



JIM CROW CONTRA MICHAEL BROWN

Jorge Gómez Barata

MONCADA
 
Ignoro si alguna vez el joven Michael Brown escuchó hablar de los Códigos Negros o de las leyes “Jim Crow”, normas con arreglo a las cuales fue ultimado en una calle de Ferguson, Missouri, el mismo pueblo donde 18 años antes había nacido.

La expresión: “leyes Jim Crow” se originó alrededor de 1830 como una burla inspirada por una comedia musical de tintes racistas, en la cual se caricaturizaba a un negro representado por un actor blanco pintado con carbón. Ser un “Jim Crow” se acuñó como una forma despectiva de llamar a los negros.

Aunque los sureños perdieron la guerra no dejaron de ser racistas, por lo cual dictaron durante años diversas medidas e introdujeron prácticas de segregación racial. Así aparecieron los “Códigos negros” y las “leyes Jim Crow”, que además de instrumentos de segregación para los estados del sur, fueron como un “premio de consuelo” para los racistas de las regiones norteñas, en las cuales la esclavitud no había sido legal, pero tampoco los negros disfrutaban de plenos derechos.

La décimo tercera Enmienda (1865), prohibió la esclavitud, aunque no por ello otorgó a los negros los derechos de que disfrutaban los blancos. En ese margen se instalaron los “Códigos Negros” y las “leyes Jim Crow”, que sin esclavizarlos, los segregaban, prohibiéndoles asistir a las mismas escuelas, realizar los mismos trabajos, y percibir iguales salarios que los blancos.

Con el tiempo la impunidad y la tolerancia del gobierno federal ante la segregación racial, las “leyes Jim Crow”, y los “Códigos Negros” aumentaron la arrogancia de los racistas sureños, que en los años sesenta protagonizaron virtuales rebeliones contra las leyes que concedían sus derechos a los negros.

Hubo momentos en que gobernadores de Mississippi, Arkansas, Alabama y otros estados enviaron la guardia nacional a las universidades para impedir la entrada a los estudiantes de color, forzando al presidente Eisenhower a despachar tropas federales.

En 1954, 1957 y 1958 el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, al juzgar diversos casos asociados a prácticas raciales, sentenció reiteradamente que las leyes estaduales que establecían escuelas separadas para estudiantes de la raza negra, negaban la igualdad de oportunidades consagradas por la 14º Enmienda a la Constitución, y eran por lo tanto ilegales”.

Finalmente en 1964, el presidente Johnson firmó la Ley de Derechos Civiles que prohibió todas las prácticas raciales amparadas por actos jurídicos. Todas las “leyes Jim Crow” y los “Códigos Negros” fueron invalidadas.

Aunque lo precedieron 50 años, la ley impulsada por el presidente Kennedy, quien no vivió para verla, no pudo salvar la vida del joven Michael Brown, porque ninguna legislación elimina el odio que solo desaparece cuando la sociedad aprende a convivir con las diferencias, crece moralmente, se cohesiona en torno a metas compartidas y se inspira en los más altos valores humanos.

La pregunta es: ¿Cuándo Estados Unidos, que ha alcanzado las más altas cumbres de ciencia, disfrutado de las más grandes victorias, creyéndose un pueblo elegido y un paradigma de democracia, admitirá que los negros nacidos en su suelo también son norteamericanos? Allá nos vemos.



La Habana, 23 de agosto de 2014

Se agrava la enfermedad de la moribunda democracia estadounidense

La democracia de EE.UU. sufre una larga enfermedad de más de 30 años, revela un nuevo estudio de investigadores estadounidenses que se publicará este otoño. Los ciudadanos corrientes ya no creen que sus voces puedan decidir algo en la política.

Martin Gilens (Universidad de Princeton) y Benjamin Page (Universidad Northwestern) analizaron 1.799 aspectos políticos en detalle y determinaron la influencia relativa que tienen en ellos las élites económicas, los grupos empresariales, los grupos de interés integrados por la ciudadanía y los ciudadanos de a pie, informa un artículo del sitio web de Press TV. Los científicos llegaron a la siguiente conclusión: "Las prioridades de los estadounidenses corrientes parecen tener un impacto minúsculo, casi nulo y estadísticamente no significativo, en las políticas públicas".

Los investigadores afirman que los legisladores norteamericanos responden a las demandas políticas de los individuos ricos y a los intereses de empresarios adinerados, los que tienen más poder de presión y los bolsillos más profundos para financiar campañas electorales.

Los científicos estudiaron información recogida en el período comprendido entre 1981 y 2002, de manera que lo que mencionan tuvo lugar incluso antes de que la Corte Suprema de EE.UU. emitiera en 2010 el fallo histórico que dio luz verde a la participación de empresas en las campañas electorales después de ver el caso Ciudadanos Unidos contra Comisión de Elecciones Federales, antes de la aparición de los 'Super PAC' ('supercomités' de acción política que pueden participar en el gasto político ilimitado fuera de las campañas) y antes del rescate de Wall Street, señala el autor del artículo, Robert Reich, profesor de política pública en la Universidad de California en Berkeley.

Así que es probable que el estado actual de la democracia estadounidense sea aún peor, señala el profesor. Al darse cuenta de que sus voces no llegan a oídos de nadie, los estadounidenses de a pie muestran estar hartos de la política. Actualmente, solo el 13% de los ciudadanos aprueba el trabajo del Congreso, una cifra muy próxima a un mínimo histórico. Los índices de aprobación del presidente Obama también se encuentran bajo mínimos. Una gran parte de la población ni siquiera se molesta en votar. Para muestra, un botón: solo el 57,5% de las personas con derecho a voto participaron en las elecciones presidenciales de 2012.

En pocas palabras, la mayoría de los estadounidenses se sienten impotentes y creen que el juego político está ya decidido sin su participación, señala Reich.

La moribunda democracia de EE.UU. ha entrado en un círculo vicioso en el que el poder político se concentra cada vez más en intereses monetarios que utilizan el poder en su propio beneficio: para conseguir reducciones de impuestos, ampliar las lagunas fiscales, beneficiarse de los acuerdos de asistencia social corporativa y de libre comercio, cortar las redes de seguridad, promulgar legislación antisindical y reducir las inversiones públicas.

Estos movimientos lograron concentrar aún más ganancias económicas en la parte superior de la comunidad, dejando fuera la mayor parte de los habitantes de EE.UU., asevera el autor. "No es de extrañar que los estadounidenses se sientan impotentes. No es de extrañar que estemos hartos de la política y que muchos de nosotros ni siquiera votemos", concluye.
 
http://actualidad.rt.com/actualidad/view/137825-enfermedad-moribunda-democracia-eeuu-agrava
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