"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

martes, 30 de julio de 2013

Detroit, la nueva Grecia

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Por Paul Krugman


Cuando Detroit se declaró en quiebra, o al menos lo intentó (la situación legal se ha complicado), sé que no fui el único economista que tuvo un mal presentimiento sobre el probable impacto que tendría en nuestra retórica política. ¿Iba a ser lo de Grecia otra vez?
Está claro que a algunos les gustaría que eso ocurriera. Así que dirijamos esta conversación por buen camino antes de que sea demasiado tarde.
Vale, ¿de qué estoy hablando? Como posiblemente recordarán, hace unos años Grecia se hundió en una crisis fiscal. Esto era malo, pero las consecuencias para el resto del mundo deberían haber sido limitadas; al fin y al cabo, la economía griega es bastante pequeña (de hecho, representa alrededor de 1,5 veces la economía del Detroit metropolitano). Por desgracia, muchos políticos aprovecharon la crisis griega para adueñarse del debate y cambiaron el tema de la creación de empleo por el de la rectitud fiscal.
Pero lo cierto es que Grecia era un caso muy especial del que se podían extraer pocas o ninguna lección para la política económica más en general, e incluso en Grecia los déficits presupuestarios eran solo una parte del problema. No obstante, durante un tiempo, el discurso político en todo el mundo occidental estuvo totalmente “helenizado”: todo el mundo era Grecia o estaba a punto de convertirse en ella. Y este mal giro intelectual socavó enormemente las posibilidades de recuperación económica.
Así que ahora los cascarrabias del déficit tienen un nuevo caso que malinterpretar. Da igual que la pronosticada crisis fiscal de Estados Unidos no se materialice, o la fuerte caída en las previsiones sobre los niveles de deuda estadounidenses, o que muchos de los estudios que utilizaban los cascarrabias para justificar sus sermones hayan sido refutados; ¡obsesionémonos con los presupuestos municipales y las obligaciones de las pensiones públicas!
Detroit parece haber tenido un sistema de gobierno especialmente malo, pero, fundamentalmente, la ciudad solo ha sido una víctima inocente de las fuerzas del mercado
O mejor no.
¿Constituyen las desdichas de Detroit los primeros estadios de una crisis nacional de las pensiones públicas? No. Desde luego, las pensiones estatales y locales están insuficientemente financiadas y expertos del Boston College cifran el déficit total en un billón de dólares. Pero muchos Gobiernos están adoptando medidas para solucionar ese déficit. Estas medidas siguen sin ser suficientes; los cálculos del Boston College indican que las aportaciones totales a las pensiones este año serán unos 25.000 millones de dólares menos de lo que deberían. Pero en una economía de 16 billones de dólares, eso no es gran cosa, y aunque nos pongamos en el peor de los supuestos, en las suposiciones más pesimistas, como nos dicen que deberíamos hacer algunos, aunque no todos, los contables, sigue sin ser gran cosa.
Entonces, ¿ha sido Detroit particularmente irresponsable? Una vez más, no. Detroit parece haber tenido un sistema de gobierno especialmente malo, pero, fundamentalmente, la ciudad solo ha sido una víctima inocente de las fuerzas del mercado.
¿Qué? ¿Las fuerzas del mercado se cobran víctimas? Por supuesto que sí. A fin de cuentas, a los entusiastas del mercado libre les encanta citar a Joseph Schumpeter, que hablaba de la inevitabilidad de la “destrucción creativa”, pero ellos y su público invariablemente se describen siempre como destructores creativos, no como los creativamente destruidos. Pues adivinen: alguien siempre acaba siendo el equivalente moderno de un productor de látigos de carruaje, y ese podría ser usted.
A veces, los perdedores del cambio económico son individuos cuyas aptitudes se han vuelto superfluas; a veces son empresas que prestan servicio a un sector del mercado que ya no existe, y a veces son ciudades enteras que pierden su lugar en el ecosistema económico. El declive es una realidad.
Es verdad que en el caso de Detroit, la disfunción política y social parece haber empeorado las cosas. Una consecuencia de esta disfunción ha sido un caso grave de “dispersión laboral” en la zona metropolitana; los empleos abandonaron el núcleo urbano aun cuando el empleo en el área metropolitana de Detroit seguía creciendo, y aun cuando otras ciudades estaban viviendo una especie de renacer de los centros urbanos. Menos de una cuarta parte de los trabajos que se ofertan en la zona metropolitana de Detroit se encuentran a menos de 20 kilómetros del céntrico barrio tradicional de negocios; en el centro de Pittsburgh, otro ex gigante industrial cuyos días de gloria son cosa del pasado, la cifra supera el 50%. Y la relativa vitalidad del centro de Pittsburgh podría explicar por qué la que fuera capital del acero da muestras de un renacer, mientras que Detroit no para de hundirse.
Por tanto, mantengamos desde ya un debate serio sobre la mejor manera en que las ciudades pueden gestionar la transición cuando sus fuentes tradicionales de ventaja competitiva desaparecen. Y mantengamos también un debate serio sobre nuestras obligaciones como país con aquellos conciudadanos que han tenido la mala suerte de encontrarse viviendo y trabajando en el lugar equivocado en el momento equivocado, porque, como decía, el declive es una realidad, y algunas economías regionales acabarán contrayéndose, tal vez de manera drástica, hagamos lo que hagamos.
Lo importante es no permitir que el debate sea secuestrado, como ocurrió con Grecia. Hay gente influyente a la que le gustaría que creyeran que la defunción de Detroit es básicamente una historia de irresponsabilidad fiscal o de empleados públicos avariciosos. No lo es. En buena parte es solo una de esas cosas que suceden de vez en cuando en una economía siempre cambiante.
Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008.
© 2013 New York Times Service.

Traducción de News Clips.

Cuba: el rompecabezas de su economía

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Por María del Carmen Ramón
Cubahora

En entrevista exclusiva con Cubahora, el Doctor en Ciencias Económicas, Omar Everleny Pérez Villanueva, considera que nunca fue tan necesario como hoy continuar trabajando en las ideas defendidas por los asaltantes del Moncada

Qué sociedad queremos? Hace 60 años un grupo de valerosos cubanos se hizo esta pregunta y se lanzó a soñar una Patria distinta.
"El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo; he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política", escribió Fidel Castro en su alegato de autodefensa ante el juicio del Moncada.
Este documento recogía las principales demandas de los asaltantes y aludía a la necesidad de cambios radicales que estremecieran las estructuras económicas, políticas y sociales de aquel entonces.
A sesenta años del Asalto al Moncada y luego de una obra consolidada de la Revolución cubana en las distintas esferas mencionadas por Fidel, el economista del Centro de Estudios de la Economía Cubana, Dr. Omar Everleny Pérez Villanueva, considera que nunca fue tan necesario como hoy continuar trabajando en las ideas del Programa del Moncada. Y es que, con preguntas como ¿qué sociedad es la que queremos?, ¿qué características distinguirán a nuestro socialismo? avanzan hoy las principales transformaciones de un país que se enfrenta a difíciles condiciones económicas, pero que defiende la igualdad y la justicia social.
Por la importancia de entender la necesidad de transformar a fondo la economía cubana, Cubahora conversó con Everleny sobre cuánto podría ayudar el Programa del Moncada en la conducción de la nueva política económica y social.
- ¿Cuáles fueron las principales fortalezas del Programa del Moncada?
- El Programa del Moncada fue realmente un buen programa. No fue el único que se enunció en aquella época, pues en ese entonces hubo muchas tesis que intentaban erradicar la situación que existía en Cuba en los años 50. La fortaleza de este Programa estuvo en haber enunciado muy claramente  cuáles serían las áreas en las que habría que trabajar si triunfara un movimiento revolucionario en Cuba.
“En estas más de cinco décadas, la Revolución ha logrado avanzar en casi todas las áreas de ese Programa, menos en una, que es la vivienda. No significa que no se hayan ideado programas, pero sus logros no han igualado los de esferas como la salud, la educación y la entrega de tierras.
“Realmente fue un programa muy revolucionario, que tenía detrás de sí, sobre todo, las diferencias tan abismales que existían entre la ciudad y el campo. Todavía tiene vigencia, porque a pesar de los avances en muchas de estas áreas, el propio presidente Raúl Castro ha anunciado que hay un deterioro en muchos de estos indicadores. Yo te diría que nunca había estado tan vigente como ahora seguir trabajando en esas ideas fundamentales del programa del Moncada.”
- ¿En qué áreas usted considera resulta más inminente trabajar hoy?
- El tema básico, que se ha quedado atrasado en mi criterio, es el de la vivienda. Cuando triunfó la Revolución había un deterioro habitacional muy grande en el país, hoy todavía no se ha superado ese problema. Actualmente las viviendas en buen estado son apenas el 20 por ciento; y no solo estamos hablando de viviendas ruinosas, sino de que hay personas que dicen que tienen resuelta su vivienda, pero en ella viven tres núcleos familiares. Por el momento se ha logrado dar créditos y subsidios a quienes no tienen condiciones en el tema de la vivienda, pero se requiere una acción más contundente para erradicar esta dificultad.
- Uno de los puntos que más se trató en el Programa del Moncada fue el agrícola, ¿qué nos exige la agricultura hoy en Cuba?
- A pesar de todas las medidas que se han tomado en los últimos dos años, que van desde entrega de tierras ociosas a particulares por parte del Estado para que la trabajen, la posibilidad de que los que trabajen su tierra puedan construir su vivienda y de vender una parte al Estado y otra parte a los mercados de oferta y demanda, a la permisión de que los campesinos puedan vender sus productos en divisa en restaurantes, cafeterías y hoteles, todavía el país sigue importando altos niveles de productos, que podrían producirse aquí. En los últimos tres años se han incrementado las importaciones de productos agrícolas. Este año terminará en alrededor de 2 mil millones de dólares, es decir, hay que analizar a fondo las causas de por qué no aumenta la producción.
“En mi opinión están relacionadas con dos áreas: la de entrada y la de la salida. El área de entrada implica que el campesino pueda comprar sus fertilizantes, su combustible, su maquinaria agrícola. ¿Por qué un cubano puede comprarse un camión y no puede comprarse un tractor? Es decir, hay todavía áreas en las que se puede hacer más. En el área de las salidas está el tema de la comercializaciones, el problema de los envases y embalajes que necesita el campesino para poder vender su producción.
“En esa área todavía hay que trabajar mucho, porque es inconcebible que este país siga importando arroz cuando tiene tierras ociosas alrededor. Todavía queda un número de tierras sin sembrar. Creo que no podemos competir con Vietnam, pero hay que cambiar un poco la mentalidad en cuanto a que, por ejemplo, si tú le estás pagando 500 dólares la tonelada de arroz a un vietnamita, no sería ocioso pagarle 100 a un cubano y, en la actualidad, no sucede. Aunque las autoridades están conscientes de que hay que financiar al productor cubano, debe haber un mayor número de estímulos, quizás para evitar ese volumen de importaciones que entorpecen el desarrollo del país.”
- Cuentapropismo y cooperativas no agropecuarias, ¿qué importancia les concede dentro de los cambios que experimenta hoy el modelo económico cubano?
- El sector del cuentapropismo ha dado respuesta: en dos años, de 150 mil trabajadores en octubre de 2010, en este momento hay 429 mil; es decir, ha habido un resultado exponencial de crecimiento. A pesar de estas cifras, todavía existen limitaciones en el sector de insumos, al tener que adquirir sus materias primas en el mercado en el que compramos todos. Esto provoca una competencia contra el comercio  minorista, es decir, que haya cierta escasez en el mercado de productos minoristas, porque son adquiridos por esas personas. Esa es un área que le puede reportar mucho al país.
“En cuanto a las cooperativas, ya se aprobaron 126 en una primera instancia, y luego  37, lo cual resulta muy bueno; pero cuando uno va a las estructuras de esas cooperativas, por ejemplo, preocupa que hay 17 criadoras de animales, y no es posible que un país crezca criando pajaritos. Tienen que aparecer todavía muchas más cooperativas industriales, de producción, porque si tú no desarrollas las fuerzas productivas y se observa un incremento sostenido de la producción, no es posible mejorar las finanzas del país.”
- Salario y doble moneda en Cuba son parte de un gran debate de temas que quedan por resolver, ¿qué debe suceder en la economía cubana para que esto se estabilice?
- En Cuba hay un deterioro muy grande de nuestras finanzas y una causa puede ser la dualidad monetaria: un país no puede vivir con una doble moneda, pues dificulta mucho medir los costos, ni puede pagar un salario en la moneda que menos valor adquisitivo tiene en el mercado. Realmente los cubanos están sufriendo desde hace más de quince años un Período Especial, que les impide ver de forma sostenida un incremento de su bienestar.
“Usted les puede aumentar el ingreso salarial a los trabajadores, pero realmente no significaría mucho para el cubano, debido a los precios que existen en la economía real. Uno analiza la serie nominal y cada vez suben más los salarios en Cuba, pero el salario promedio oscila entre los 400 y 500 pesos, y eso, cuando se traduce en bienes y servicios, realmente da como resultado una cantidad irrisoria, teniendo en cuenta las necesidades del cubano.
“En todos los lugares del mundo el salario tiene diferentes proporciones, y en Cuba tiene una distorsión total. Del 70 al 90 por ciento del salario se dedica hoy a la compra de alimentos, como tope mínimo, y no se vive solo del salario, sino de ingresos adicionales que pueden ser legales o ilegales. Todo esto hay que superarlo a corto plazo.
“Tiene que haber un incremento de la producción, un desarrollo de las fuerzas productivas, hay que profundizar en la causa de por qué no se produce más.
“En el caso de Cuba la situación es tan compleja que no hay una única medida, yo creo que el país tiene que empezar a aceptar ideas parciales. En Cuba hay sectores que han incrementado la producción y no aumentan el salario. Si trabajas en Cubana de Aviación y los vuelos se incrementan. ¿por qué tú tienes que tener un salario fijo? Si trabajas en biotecnología y se comercializan nuevos productos, ¿por qué a esas personas que están involucradas no se les incrementa el salario? En todos los casos, se deberá correlacionar el esfuerzo personal con el pago individual.
“Entonces yo te diría que no hay un camino, es la suma de varios caminos, pero hay que quitarse todavía algunas trabas, incluso desde el punto de vista ideológico. Raúl dice cosas muy positivas, pero en la práctica, abajo, en la materialización, es difícil. Te voy a poner un ejemplo: acabo de ir al Hotel Pernik, en Holguín, a un evento. En ese hotel no hay frutas en la mesa buffet, cuando el hotel puede contratar cualquier fruta a los particulares. Sales de ese hotel, rumbo a Guardalavaca, y a ambos lados están las carretillas llenas de mangos, hay todo tipo de frutas. ¿Por qué no se ejecuta lo que dice Raúl al nivel de base? Existen todavía una serie de trabas burocráticas que impiden el avance.”
- Raúl ha llamado a la necesidad de un socialismo próspero y sostenible ¿Cómo pensar ese socialismo hoy?
- Aunque el Programa del Moncada es un programa nacionalista, que tuvo en cuenta los problemas de Cuba, por diferentes coyunturas, como presiones internacionales y agresiones de Estados Unidos, los caminos de la Revolución se radicalizaron al socialismo. Los teóricos clásicos decían que los medios fundamentales debían estar en manos del Estado, no dijeron todos, pero Cuba los consideró como todos. Nosotros cometimos errores que hoy estamos pagando. Otro error fue asumir que el mercado era propio del capitalismo. China y Vietnam son socialistas y las fuerzas del mercado son las que mueven al país, la competencia es importante, aunque el capitalismo la haya utilizado para una lucha despiadada entre ellos.

“Creo que nosotros interpretamos muy rígidamente los postulados del socialismo, yo creo que el socialismo tiene que garantizar el bienestar de las personas, los servicios fundamentales, pero ¿cuáles son los servicios fundamentales?... Estamos haciendo una revisión histórica de todas las concepciones equivocadas de las que copiamos  y las seguimos repitiendo, es cambiar mentes. Conozco las causas, el bloqueo norteamericano y miles de presiones internacionales, pero debemos garantizar que el individuo pueda tener toda la iniciativa posible, y que sea el mercado quien rechace. Hay que definir hacia qué camino vamos, cómo seguir construyendo un socialismo próspero y sostenible.”

Mercado de 114: Una experiencia a valorar

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Cubadebate 

La poesía, el imaginario o el eufemismo. Uno o todos dicen que La Habana no duerme. Y no es un aserto fidedigno. Sí duerme, aunque con un ojo abierto, decimos nosotros. Esto porque el folclor, el que duele y no el que nos describe, le regala bullicios a las noches y madrugadas en indistintos recodos de su geografía.
Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.
Uno de los “regalos”, maldecido hasta el fastidio, lo ofrendaban camiones atestados de productos agropecuarios llegados desde cualquier confín. Irrumpían en la ciudad por todas sus arterias casi de modo clandestino y la andaban en cualquier minuto del sueño de millares de personas, a todo motor, con el claxon pisado, pregonando a viva voz.
Bajo el manto del comercio de alimentos, de aquella circulación secreta y escandalosa a la vez, la indisciplina, los accidentes y muchos delitos se multiplicaron de modo que inspeccionar y multar no pusieron coto a la situación. Así fue hasta que…
María Caridad Socarrás vende frutas y viandas en Marianao desde 1998. La sensación de independencia, por no depender de nadie, le mantiene, sombrero de guano en la cabeza, desafiando el “sol cubano” cada día.
A punto estuvo de desistir porque era una complicación encontrar todos los productos con un mismo proveedor, o le cansaba lidiar por los precios, o la calidad de la mercancía no satisfacía sus exigencias.
No dejó de vender porque, enterada por su hija Yenima Montero, encontró un espacio para escoger mejor y adquirir frutas, viandas y hortalizas para su comercio. Esto, unos seis meses atrás en…
EL MERCADO DE 114
En un placer —antes, semillero de marabú y solar yermo—, justo al frente de Luz Producciones, en la calle 114 de Marianao, distante de concentraciones poblacionales, cobró vida un espacio que contribuyó a la tranquilidad en las noches capitalinas y resultó un mar de posibilidades para vendedores como María Caridad.
Comenzó al libre albedrío de mayoristas furtivos. Mas la dirección de la capital le fijó horario (de cinco de la tarde a ocho de la mañana) y lo ordenó con el concurso de la Policía Nacional, garante de la disciplina y el orden para evitar la obstrucción vial.
Lo llaman Mercado de 114 y concurren UBPC, CPA, CCS y cuanta unidad de producción agrícola existe que proponen desde yuca y malanga, hasta marañón, uva y pera.
“Vienen camiones de toda Cuba, unos 80 cada vez, la mayoría de Artemisa y Mayabeque. Se venden entre 38 y 44 productos agrícolas al mayoreo.
“Los principales compradores son los que tienen puntos de ventas, aunque vienen dueños de ‘paladares’, o familias y grupos de vecinos. Aquí siempre es más barato —menos caro debió decir— que en mercados o quioscos de oferta y demanda”, explica Argelio Méndez González, funcionario del Gobierno de Marianao, a cargo del Mercado.
SON LAS REGLAS
Al lugar, carente de cerca perimetral, los camiones (pago mediante de entre 10 y 20 pesos por parquear) deben acceder por una sola entrada, previa presentación de la licencia de conducir del chofer y sin mostrar documento alguno que certifique el origen lícito de la carga.
Tampoco se requisa el automotor para evitar introducción de productos no agrícolas, ni media declaración autenticada de la mercancía traída en cada ocasión.
Ello, aunque, según el funcionario, “no se permite mercancía industrial porque faltan condiciones para comercializarla, y está prohibida la venta de artículos confeccionados artesanalmente o alimentos preelaborados o procesados en el propio Mercado”.
También se prohíbe el acceso de vehículos para recoger mercancías, “en busca de agilizar y controlar las ventas”. Para ese trabajo tienen un grupo de cuentapropista que, además de mover el comercio, limpia y organiza el parqueo de los camiones.
SI VAS A VENDER VEN PA’ LA HABANA
“Allá hay mucho mango, aquí a cada caja le sacamos un promedio de 20 pesos, la vendemos a 70 y 80. Antes íbamos a las ferias agropecuarias, y ahora venimos para acá”, revela Rodolfo Reyes, vendedor que cada semana va de Matanzas a la capital.
(En contraste, Haydee Peña Pérez, octogenaria vecina del reparto Matanzas Oeste, se preocupa por la pérdida de variedad agrícola en las ferias matanceras, y condena la falta de frutas como el mango).
“Soy agricultor en San Antonio de las Vegas y el excedente de mi finca, cuando cumplo con Acopio, lo vendo aquí. Esta ha sido una oportunidad deseada por muchos desde hacía tiempo”, asevera Osmel Cabrera Pérez.
“Venimos de Santiago, hacemos un viaje a la semana. Ofertamos la caja de mango a 120 pesos, allá está bien cara también, a 80”, refiere un santiaguero que no tuvo a bien identificarse.
“Es mi primera vez, pero pienso seguir trayendo mercancía. Aquí nos ha ido muy bien, sobre todo porque pa’ mi tierra no se vende mucho mango. Salimos antes de la medianoche y llegamos cerca de las cuatro de la mañana, para vender en un buen lugar”, afirma Yunieski Calderón, de Sancti Spíritus.
Lo que ocurre con el mango ahora, sucede con cada producción de estación. “Como norma siempre hay demanda de todo, solo que al llegar el tiempo de uno en particular aumenta la cantidad porque aquí se venden mejor —mucho más caro debió decir— que en las provincias”, subraya Méndez González.
¿OFERTA Y DEMANDA?
María Caridad alquila un carretillero para descargar, en la camioneta que rentó, las cajas de aguacates recién compradas. Aunque compró al precio y con la calidad que le convino, necesitó más de tres horas para ajustar los detalles de su selección.
“Los precios están altos, los camioneros se ponen de acuerdo para no bajarlos, y entonces hay que venderlo en la Ciudad a un costo que a veces —siempre debió decir— la población critica”, dice.
“Es muy caro todo Saca cuenta: el precio del vehículo, más los carretilleros que cargan la mercancía, más el impuesto de la ONAT y el precio de los productos. Y queremos ganancia, que no es mucha, si no venimos más de una vez a la semana”, confiesa.
“Es positivo comprar aquí, pero el precio sigue siendo un problema porque los vendedores contactan a los productores y cuando llegan son la segunda o tercera mano”, aclara su hija Yenima Montero.
Para Carlos Rafael Sablón, igualmente representante del Gobierno, el meollo del asunto es que allí también la demanda supera la oferta y los concurrentes, sean o no intermediarios, quieren la mejor tajada posible y rentabilizar sus inversiones.
De manera que si bien los camiones no deambulan a oscuras y a todo motor por la ciudad en busca del mejor cliente (o a quien timar) y María Caridad puede encontrar allí todo lo que necesita para abastecerse, esto no es directamente proporcional a la rebaja de los altísimos precios de los productos agroalimentarios.
El precio, lo sabemos, solo disminuye con la abundancia, estabilidad y diversidad de las producciones. Pero, en un espacio donde se expende de manera mayorista, donde rige (o debe regir) la ley de oferta y demanda, puede esperarse la pluralidad de precios. ¿O no?
“Aquí eso no ocurre. Algunos vendedores a veces abaratan las mercancías para regresar pronto a sus provincias, y puede que mientras avanza la noche, negocien otros precios con los compradores. Pero esa no es la norma”, asegura Yenima.
NECESARIO Y PERFECTIBLE
A no dudarlo, el Mercado de 114 es una respuesta, pronta, a un reclamo de los capitalinos afectados por el ronronear de los camiones en sus noches, y una exigencia natural de la compraventa de viandas, frutas y hortalizas en La Habana, habitada por más de dos millones de personas, destino turístico importante del país y con escaso suelo dedicado a la producción de alimentos.
Entonces, en espera de la anunciada apertura de El Trigal -un lugar con mejores condiciones, ahora sometido a reparación y acondicionamiento para multiplicar sus capacidades y competencias-, a no dudarlo, el Mercado ubicado en Marianao es imprescindible.
El Mercado y el mecanismo nacido para regularlo también. Tanto, que debe perfeccionarse, sin coartar, ni un milímetro, el comercio mayorista.
Sí, porque pese a la regulación gubernamental y al actuar de los agentes del orden, apreciamos venta de puré de tomate y de alimentos precocidos o elaborados en condiciones higiénicas y de seguridad no idóneas, ingestión de bebidas alcohólicas, la concurrencia de vendedores de utensilios del hogar y prendas de vestir y, lo peor de todo, niños vendiendo sacos de fibra a la vista de todos.
No es un cuadro, digamos horrendo, pero sí necesitado de algunas pinceladas para contribuir a que esa expendeduría ocurra dentro las márgenes lícitas del país.
Y para lograrlo, sería muy bueno responder algunas preguntas. ¿Acaso no sería prudente cercar el área del Mercado? ¿Basta la licencia de conducción para legitimar la procedencia de los productos? ¿En nombre de la necesidad de comerciar alimentos deben abrirse hendijas para los delitos?
Estas y otras más hay que responderlas ya. Para disciplinar una práctica que puede enraizarse en nuestra sociedad. Para proteger al consumidor, que lo necesita cada vez más y, aunque la reconozca honesta, no le va a sonreír a María Caridad por los precios de sus productos.
Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.
Argelio Méndez, funcionario del Gobierno de Marianao. Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.
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En el Mercado de 114 solo se pueden vender productos del agro, los restantes están prohibidos. Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.
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Niños vendiendo sacos. La imagen debe borrarse ya. El trabajo infantil está prohibido en Cuba. Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.
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