"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 9 de junio de 2013

El deshielo de la Antártida podría borrar varias ciudades como Río de Janeiro y Buenos Aires de la faz de la Tierra

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El volumen de hielo en la Antártida es un 4,6% más grande de lo que se pensaba previamente. El calentamiento global y el respectivo deshielo en el continente borraría toda Holanda, Río de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires de la faz de la Tierra.
Son solo algunas de las conclusiones que los especialistas extraen a partir del análisis de un nuevo mapa de la Antártida presentado por la Prospección Antártica Británica (British Antarctic Survey, el operador nacional antártico del Reino Unido), el más detallado jamás visto. El proyecto bautizado como 'Bedmap 2' supone "una mejora significativa" respecto a los datos anteriormente recolectados de la Antártida por su antecesor, el Bedmap, que fue elaborado hace más de 10 años, según la Nasa.
De acuerdo con 'Bedmap 2', la profundidad media del lecho del continente antártico es de 95 metros, 60 metros más de lo que se estimaba. El volumen general de hielo es un 4,6% más grande de lo que se pensaba previamente, mientras que el volumen de hielo lindante con la tierra, pero situado bajo el nivel del mar, es un 23% mayor de lo que se creía. Cabe destacar que este último tipo de hielo es muy vulnerable ante las corrientes marinas, con lo cual es el más susceptible de ser fundido por el calentamiento global.
Según calculan los científicos, al derretirse el hielo de la Antártida el nivel del mar en el planeta podría llegar a subir, potencialmente, entre 58 y 60 metros. Si esto ocurriera, prácticamente desaparecería la totalidad de los Países Bajos. Gran parte de la costa de Alemania también sería borrada de la faz de la Tierra y ciudades germanas del interior como Hannover y Berlín también resultarían afectadas. Las localidades costeras del Reino Unido desaparecerían en su gran mayoría, mientras que Londres resultaría sacudido por un Támesis anegado.
En España, una subida así inundaría Sevilla y toda la desembocadura del Guadalquivir. El Mar Menor (Murcia) se uniría con el Mediterráneo. La huerta de Valencia, gran parte de Barcelona, Santander y Gijón, entre otras, serían solo un recuerdo.
En América del Sur, el mar se adentraría en el corazón del continente. El río de la Plata sufriría las consecuencias y Buenos Aires desaparecería del mapa. Lo mismo ocurriría con Montevideo y las ciudades costeras de Brasil, como Río de Janeiro, Porto Alegre y Santos.
El panorama es desolador y eso que solo contempla la Antártida, sin tener en cuenta las aguas procedentes del deshielo de otras partes del mundo.

Ganan empresas más que antes de la crisis, pero reducen inversiones

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Roberto González Amador
Periódico La Jornada


La capacidad de compra de los salarios, muy por debajo de lo que era hace 5 años: OIT

Un alto ejecutivo en Estados Unidos percibe 508 veces más que el trabajador promedio

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 Un lustro después del estallido de la crisis económica hay un sector claramente beneficiado. Las ganancias empresariales recuperaron este año, e incluso superaron, el nivel que tenían antes del inicio de la mayor recesión en ocho décadas. En el otro extremo de la balanza, los salarios, medidos a partir de su capacidad de compra, siguen muy por debajo de lo que eran hace cinco años.
Son evidencias contenidas en un reporte publicado esta semana por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El informe muestra que las ganancias empresariales están de regreso, pero no son invertidas en actividades productivas sino en aumentar las tenencias en efectivo. Un detalle adicional: los sueldos pagados a los altos ejecutivos crecieron más de 25 por ciento en los últimos cuatro años. En Estados Unidos, donde se originó la actual crisis, ya son 508 veces superiores al salario promedio.
Las ganancias regresan pero no son invertidas, apuntó la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su Informe sobre el trabajo en el mundo 2013, publicado esta semana. Sin embargo, los beneficios empresariales no están siendo invertidos en generar más actividad productiva y empleo. De hecho, apunta el informe, las tasas de inversión en las economías avanzadas van en retroceso.
La participación de los beneficios empresariales en la economía total aumentó 3.4 puntos porcentuales en los países de ingreso medio del Grupo de los 20 –entre los que se cuenta México–, al pasar de 37.3 por ciento en 2000 a 40.7 por ciento en 2010/2011, mencionó el reporte.
Baja inversión productiva
El incremento fue de similar magnitud en los países de alto ingreso del Grupo de los 20 o G-20. En este caso, las ganancias empresariales incrementaron en 2.2 puntos porcentuales su participación en la economía, en el mismo lapso.
[El G-20 reúne a todos los países desarrollados y a naciones en desarrollo entre ellas: China, India, Brasil, México y Turquía; en conjunto representan 90 por ciento del producto interno bruto mundial].
Sin embargo, hay un marcado contraste entre la participación de las ganancias en la economía y la inversión en los países de alto ingreso en comparación con lo ocurrido en las naciones de ingreso medio del G-20, dice el informe.
Para el conjunto del G-20 las ganancias empresariales aumentaron su participación en la economía en 2.6 puntos porcentuales entre 2000 y 2010/2011, mientras la inversión total sólo lo hizo en 0.3 puntos. Mientras, en los países de alto ingreso de ese grupo, las ganancias crecieron su participación en la economía en 2.2 puntos, pero la inversión total se redujo en 3.6 puntos porcentuales.
En cambio, en los países de ingreso medio (también del G-20), la inversión total aumentó su participación en 7.2 puntos porcentuales, poco más del doble de lo que creció la proporción de ganancias respecto de la economía total, que fue para el mismo periodo de 3.4 por ciento.
A escala mundial, las inversiones se situaron un punto porcentual por debajo de los niveles anteriores a la crisis. En las economías avanzadas, el descenso equivale a tres puntos porcentuales.
El incremento de los márgenes de ganancia también se reflejó en los mercados accionarios mundiales, que en su mayoría han alcanzado o excedido incluso, sus niveles máximos históricos, añade el reporte. Desde el punto bajo al que llegaron a inicio de 2009, los índices bursátiles mundiales se han duplicado. La tendencia, dice, es particularmente notoria en los países avanzados. En Estados Unidos –en cuyo sector inmobiliario se gestó la actual crisis mundial– el indicador Standard and Poor’s 500, que mide la evolución de las 500 principales empresas de los mercados accionarios de ese país, se ubica alrededor de 4 por ciento arriba de su nivel históricamente más alto. El mercado bursátil alemán también se encuentra en puntos máximos.
A nivel de empresa, los márgenes de beneficio de las grandes empresas aumentaron desde 2008, y en la actualidad se sitúan casi en los mismos niveles alcanzados entre 2004 y 2007. Pero en vez de colocar estos beneficios en la economía real a través de las inversiones productivas, con mayor frecuencia estos ingresos adicionales han sido dirigidos hacia mayores tenencias en efectivo, agrega el informe.
Los depósitos en efectivo de la empresas que cotizan en las bolsas, tanto en las economías avanzadas como en las emergentes y en desarrollo, se incrementaron de 2.3 billones (millones de millones) de dólares en 2000 a 5.2 billones en 2008 y crecieron aún más durante la crisis, hasta alcanzar 6.5 billones de dólares en 2011, el último año para el que hay datos disponibles a nivel mundial, agrega.
¿Y las remuneraciones?
Los salarios promedio en el mundo, medidos en términos reales –es decir, a partir de su poder de compra– se mantienen muy por debajo de los niveles anteriores a la crisis, de acuerdo con la OIT. Ajustados por inflación, conocidos como salarios promedio reales, crecieron 1.2 por ciento a nivel mundial en 2011, por debajo de 2.1 por ciento alcanzado en 2010 y 3 por ciento en 2007.
Para los altos ejecutivos la historia ha sido diferente, según los datos aportados en el Informe sobre el trabajo en el mundo 2013.
En las grandes empresas, la remuneración de los ejecutivos ha demostrado ser resistente a la crisis, dice. En los países para los cuales se dispone de datos, la remuneración de los ejecutivos regresó, y en algunos casos superó, los niveles anteriores a la crisis, añade.
La muestra: en Alemania y Hong Kong, ejemplifica, la remuneración promedio de un director ejecutivo de una empresa grande aumentó más de 25 por ciento entre 2007 y 2011. Como consecuencia, la relación entre la remuneración de un director ejecutivo y la promedio en la economía creció de 155 a 190 veces en Alemania y de 135 a casi 150 veces en Hong Kong. En 2011, en Estados Unidos, los directores ejecutivos de las empresas más grandes ganaron en promedio 508 veces más que un trabajador promedio de ese país.
La incapacidad de transformar las ganancias en inversiones en las economías avanzadas está retardando la recuperación del empleo, asegura. Las economías avanzadas contribuyeron con sólo una tercera parte de las inversiones en 2012, en comparación con más de 60 por ciento en 2000. Al mismo tiempo, en esos países el crecimiento del empleo sigue siendo débil y los niveles de ocupación permanecen por debajo de los registrados antes de la crisis.
En cambio, muestra, las economías emergentes o en desarrollo representaron cerca de 47 por ciento de las inversiones mundiales en 2012, en contraposición con sólo 27 por ciento en 2000. En este grupo, el empleo creció en promedio alrededor de 7 por ciento entre 2007 y 2012.

Prudencia disfrazada de locura

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Por:          Premio Nobel Economia   

Nicholas Crafts, un catedrático de Economía de la Universidad de Warwick, escribió un artículo realmente interesante en el blog de Vox sobre la política económica británica en la década de 1930. Lo esencial es que la política monetaria llevó a la recuperación por el canal de las expectativas; el Banco de Inglaterra logró prometer de forma creíble que sería irresponsable, es decir, que generaría inflación.
¿Pero cómo lo hizo? Crafts sostiene que esto fue posible por dos razones: el banco no era independiente, sino solo una sección del Ministerio de Hacienda, y el Ministerio de Hacienda tenía una necesidad sabida de generar inflación para disminuir los elevados niveles de deuda.  
Esto está muy estrechamente relacionado con el análisis del economista Gauti Eggertsson de la política japonesa a lo largo del mismo periodo: allí, también, la falta de independencia del banco central combinada con un imperativo fiscal permitió cambiar las expectativas monetarias de una forma poco convencional, que era exactamente lo que se necesitaba (aunque deberían haberse saltado la parte en la que invadieron Manchuria).
Todo esto refuerza el importante punto de que –como dije al principio de esta crisis– hemos entrado en un mundo al revés donde la virtud es vicio y la prudencia es locura, y donde hacer lo que es responsable es una receta para el fracaso económico. 
Y las previsiones también son sorprendentemente buenas para la Abenomics, que podría funcionar en parte precisamente debido a lo que todo el mundo piensa que es el mayor problema de Japón: su enorme deuda pública.
 
   
© 2013 The New York Times.
Traducción de News Clips.
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