"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

jueves, 25 de abril de 2013

Experimento japonés

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He dejado claro que apruebo plenamente la nueva agresividad monetaria de Japón. Pero deduzco que algunos lectores se sienten confusos; ¿no he estado manteniendo que la política monetaria es ineficaz en una trampa de liquidez?
La respuesta breve es que la actual política monetaria es ineficaz, pero que todavía es posible obtener resultados si conseguimos modificar las creencias de los inversores respecto a lo que prevén que será la futura política monetaria (lo cual era la moraleja de un artículo sobre Japón que escribí hace nada menos que 15 años). Pero he pensado que podría valer la pena volver sobre esto de nuevo.
Bolsa de Tokio.

De modo que, en estos momentos, todos, Estados Unidos y Japón (y Europa), están en trampas de liquidez: la demanda privada es tan escasa que, incluso con unos tipos de interés a corto plazo de cero, el gasto se queda muy por debajo de lo que se necesitaría para alcanzar el pleno empleo. Y los tipos de interés no pueden estar por debajo de cero (excepto de manera intranscendente, durante periodos muy cortos), porque los inversores siempre tienen la opción de guardarse el dinero sin más. Por cierto, que esto no es solo hipotético: se ha producido un repentino aumento de la acumulación de divisas, aunque una gran parte sean billetes de 100 dólares guardados en el extranjero.
En estas circunstancias, la política monetaria normal, que adquiere la forma de operaciones en el mercado libre en las que el banco central compra deuda a corto plazo con dinero que fabrica a partir de la nada, no tiene ningún efecto. ¿Por qué? Bueno, la razón por la que las operaciones en el mercado libre suelen funcionar es que la gente busca un equilibrio entre rentabilidad y liquidez (guarda dinero, lo cual no ofrece ningún interés, para tener liquidez, pero limita sus activos porque suponen pérdidas de beneficios).
Así que si el banco central pone más dinero en circulación, la gente acumula más de lo que quiere; cuando intentan colocarlo, impulsan a la baja los tipos de interés en el proceso. Pero si los tipos son de cero, la liquidez no tiene ningún coste y la gente está, en esencia, saturada de ella; se acumula dinero simplemente como una reserva de valor. Y una operación de un banco central que intercambie dinero por deuda no cambia nada en esencia. La política monetaria corriente es ineficaz. La otra cara de esto, por cierto, es que todos esos temores sobre que el “imprimir dinero” durante esta depresión provocaría una inflación descontrolada eran, previsiblemente, infundados.
Si han prestado atención a la historia de Japón desde la década pasada, sabrán que el mero hecho de ampliar los balances generales del banco central sirvió de poco y, desde luego, no hizo que aumentara la inflación. Sin embargo, esta es la cuestión: la economía no siempre estará en una trampa de liquidez, o al menos puede que no siempre sea así.
 
La máquina de imprimir dinero
Y aunque los inversores no deberían preocuparse por lo que haga ahora el banco central, sí debería importarles lo que haga en el futuro. Si los inversores creen que el banco central seguirá imprimiendo dinero a toda máquina cuando la economía empiece a recuperarse, esto se traducirá en una inflación mayor que si sube los tipos al primer indicio de buenas noticias (y que se espere una inflación más alta se traduce en unos tipos de interés real más bajos y, por tanto, una economía más fuerte).
De modo que el banco central todavía puede conseguir resultados si cambia las expectativas sobre la política futura. La dificultad estriba en que los gobernadores de los bancos centrales tienen un problema de credibilidad (uno que es justo lo contrario de la preocupación clásica de que impriman demasiado dinero). En lugar de eso, lo preocupante es que, ante el primer indicio de buenas noticias, vuelvan a las andadas y pongan fin a la fiesta.
El Banco de Japón hizo exactamente eso en la década de 2000. Ahora la esperanza es que las cosas hayan cambiado lo suficiente en el Banco de Japón para que esta vez pueda, como escribí hace tantos años, “prometer de manera creíble que va a ser irresponsable”. Y esa es la razón por la que soy optimista respecto al experimento japonés, aun cuando la actual política monetaria tenga poco efecto.
© 2013 The New York Times
Traducción de News Clips.
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