"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

jueves, 7 de febrero de 2013

Apple se enfrenta a una nueva realidad

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Henry Ford no inventó el automóvil. Ni siquiera inventó la línea de ensamblaje. Pero inventó la industria automotriz para un mercado masivo. En su primer año completo de producción, el Modelo T capturó apenas 11% de un mercado consistente en 123.990 vehículos. En 1924, quince años después, el Modelo T dominaba 62% de un mercado compuesto por 3.185.881 vehículos. No es una exageración decir que el crecimiento del mercado automotor fue en buena parte el crecimiento del Modelo T.
Dos años después, el mercado se seguía expandiendo, pero la cuota de Ford no solo se estaba reduciendo en términos relativos. Las ventas del Modelo T se estaban desplomando en términos absolutos.
Hasta el momento, la historia de Apple es la historia de Ford antes del abismo. Las ventas de su popular iPhone siguen creciendo, pero está disminuyendo la participación de mercado y, por ende, los márgenes de ganancias. Apple puede seguir siendo una empresa robusta, pero su dominio de los mercados de los teléfonos inteligentes y las computadoras tipo tableta ha empezado a erosionarse y sólo la tarea de defender el precio de su acción mantendrá más que ocupado al equipo de gestión. Ese es el mensaje que envía la abrupta corrección de las últimas semanas.
David Paul Morris/Bloomberg
El Galaxy S III, de Samsung (izquierda), le ha robado cachet al iPhone de Apple.
Apple no inventó el reproductor de música digital, la interfaz de usuario gráfica o la pantalla de tacto. Inventó iTunes y el iPod, añadió un teléfono y una pantalla y los adaptó a las redes de banda ancha móviles que ya estaban siendo instaladas. Apple también tuvo la suerte de coincidir, casi por casualidad, con la revolución de las aplicaciones.
Los logros de la empresa tecnológica durante su apogeo se pueden resumir en uno sólo. Sus equipos de diseño e ingeniería estaban a años luz del resto a la hora incorporar los últimos adelantos tecnológicos en un producto que pudiera caber en su mano. Apple era invencible gracias a su dominio del factor de forma del iPod.
¿Cuáles eran las probabilidades de que Apple siguiera siendo imbatible? Cero. Hoy en día, las últimas novedades en llegar a sus manos no son innovaciones de hardware, ni sistemas operativos. Son los servicios en nube, sector en el que Apple no ha sido muy fuerte y en el que probablemente no se volverá fuerte, como lo ha hecho Google .
El Modelo T no pudo haber sido el Modelo T si el automóvil no hubiese estado camino de convertirse en un producto demasiado interesante para que los consumidores se sintieran satisfechos con un sólo modelo, un sólo fabricante o un sólo diseño.
Pasa lo mismo con el iPhone. Los consumidores no sólo quieren cosas diferentes de sus teléfonos inteligentes, sino que quieren que sean diferentes entre sí, lo que explica porque hoy por hoy un Galaxy S, de Samsung, está ganando más cachet que un iPhone.
Algunos analistas aún esperan que un ecosistema cerrado le permita a Apple mantener su dominio considerable de un mercado que, de otra forma, quiere explotar hacia la diversidad. Pero un ecosistema cerrado nunca llegó a ser la fuerza sólida que algunos tenían en mente. La llegada de la nube estaba destinada a romper en mil pedazos cualquier inclinación hacia un sistema donde un ganador se lo lleva todo, de la forma que Pandora y Spotify están empezando a hacer ver a iTunes como un fastidio enrevesado.
A su vez, las esperanzas de que Apple siguiera encontrando industrias para reinventar, como lo hizo con la distribución de la música, tampoco tenía ningún asidero en la realidad. Se trataba, más bien, de una apuesta sentimental en un mundo competitivo donde abundan los ejecutivos igual de astutos e inteligentes que los de Apple. Observar la desesperación con la que algunos analistas promueven la idea de que la televisión representa la próxima gran oportunidad de Apple no deja de ser patético.
Pero es cierto que estas expectativas irrealistas nunca se incorporaron en el precio de la acción de Apple. A lo largo de todo el ascenso espectacular de la compañía, el precio de la acción reflejaba un cierto escepticismo en relación al crecimiento que la empresa estaba registrando. En realidad, no sería exagerado decir que un mercado bursátil escéptico ha tratado el efectivo en las arcas de Apple (que actualmente bordea los US$137.000 millones) como si fuera una cuota considerable de todo el efectivo que la empresa ganará por el resto de su historia.
La caída en el precio de la acción de Apple, que acumula un descenso de más de 30% desde mediados de septiembre, no refleja la explosión de una burbuja o un colapso de la confianza en el equipo de gestión. La baja se puede explicar fácilmente como el múltiplo de una reducción modesta en las proyecciones de crecimiento de sus ventas y ligeras rebajas en los márgenes de ganancia previstos sobre dichas ventas. El mundo pensó que Apple (para retomar la analogía del Modelo T) estaba entrando en 1925. Ahora cree que comienzos de 1926 puede estar más cerca de la realidad.
Esto no quiere decir que ahora Apple sufrirá las horribles secuelas de Ford, cuyo equipo de gestión se negó a adaptarse a un mercado donde los competidores se habían puesto al día y, en algunas formas, habían superado al Modelo T. Tim Cook no debe engañarse a sí mismo. Sin ánimo de ofender a Steve Jobs, un fundador carismático tiene un mayor margen para cometer errores catastróficos.
Pero esto es lo que asusta. Por definición, el precio de la acción de Apple se apoya hoy incluso más que antes en sus vastas reservas de efectivo. Si la empresa quiere de verdad decepcionar a sus accionistas, basta que avive los temores de que nunca verán este efectivo en la forma de repartos de dividendos o recompras de acciones.

Cambian banderas en las playas cubanas

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  Crece a buen ritmo la industria sin chimeneas
Crece a buen ritmo la industria sin chimeneas Archivo IPS Cuba
 En 2012 disminuyó la afluencia de turistas desde la región europea más castigada por la crisis económica.
            
La industria del turismo confirmó en el 2012 un buen paso en Cuba, a pesar de algún estremecimiento sufrido a cuenta de la crisis económica en Europa occidental, segunda emisora de turistas hacia la isla (más de 600.000 de conjunto), después de Canadá. La mayor de las Antillas recibió dos millones 838.607 visitantes el año pasado, un 4,5 por ciento por encima del 2011, de acuerdo con un reporte presentado esta semana por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
 
Los datos evidencian un declive notorio desde los países del Viejo Continente más castigados por la recesión y el desempleo. Esa baja la compensa un fuerte avance de visitantes de las economías emergentes y sobre todo de América del Norte.
Con un crecimiento del 6,9 por ciento, los canadienses siguieron entre los turistas más profusos en Cuba. Por segundo año consecutivo, llegó más de un millón de visitantes de esa nacionalidad, cifra que equivale a un 38 por ciento del total de arribos.
Si a Canadá se suman las llegadas de estadounidenses y las de cubanos residentes en Estados Unidos –que la ONEI engloba en la categoría ambigua de “otros”-, esos dos países aportan más de la mitad de los visitantes internacionales.
El peso del mercado de Norteamérica aminora el efecto de las fuertes caídas desde tres economías europeas ubicadas tradicionalmente entre las de mayor afición por las playas cubanas.
De acuerdo con la ONEI, el Reino Unido se mantuvo en segundo lugar, aunque los viajes de británicos cayeron mucho en el 2012 (un 12,6 por ciento) en comparación con el año precedente.
Peor les fue a españoles e italianos. Con bajas respectivas del 20 por ciento y del 6,5 por ciento en los visitantes, España e Italia retrocedieron respectivamente del cuarto al octavo lugar y de la tercera a la cuarta posición entre los mercados emisores, según la ONEI.
Un cálculo evidencia el impacto de la crisis europea sobre las ganas de atravesar el Atlántico en el 2012. Desde ese trío de naciones viajaron a la mayor de las Antillas 49.504 personas menos que en el año previo. Si hubiera arribado solo la misma cantidad de ingleses, españoles e italianos que en 2011, en Cuba la cifra total de turistas hubiera aumentado un 6,3 por ciento en 2012, en lugar de 4,5 por ciento, y hubiera quedado más cerca del crecimiento de 7,3 por ciento registrado un año antes.
Un matiz inverso confirma la repercusión del trance económico europeo. Los países del Viejo Continente que han resistido mejor la crisis mantuvieron buen paso en las visitas a Cuba. Alemania y Francia enviaron por primera vez más de cien mil turistas cada uno y subieron un puesto al cuarto y quinto lugar, respectivamente, entre los mercados emisores. Entre todos, Alemania es el país con mayor crecimiento absoluto (13.585 hasta 108.709) y la de mayor crecimiento relativo (14,3 por ciento) entre las naciones europeas.
También es notorio el acelerado incremento de turistas desde las llamadas economías emergentes, reflejo de la resistencia de esos países a los desequilibrios económicos mundiales. El alza está en línea con la diversificación de mercados alentada por las autoridades del sector en Cuba. Entre los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en 2011 en el VI Congreso del Partido, el punto 259 propone “incrementar los arribos, diversificando los mercados emisores y los segmentos de clientes…”
Colombia tiene el mayor crecimiento relativo entre todos los mercados, con un 34,1 por ciento más de visitantes sobre el 2011. Le siguen Perú, con un 30 por ciento; y China, con un 27,7 por ciento, aunque estos últimos dos países envían menos de 20.000 personas.
Argentina, en cambio, escaló de manera más contundente, del octavo al sexto lugar, con un alza del 24,6 por ciento en la emisión de turistas. Brasil y Venezuela son otras economías emergentes del área con fuerte expansión en los nexos con la industria cubana del ocio.
En el posicionamiento general, Rusia le sigue a Argentina. En frecuencia con la expansión de relaciones comerciales y económicas entre La Habana y Moscú, aumentó un 10,7 por ciento la cantidad de rusos que en 2012 hizo turismo en su antigua aliada del Caribe.
El comportamiento a lo largo del 2012 evidencia un declive en los meses finales, tras un primer semestre muy activo. Después de arrancar el año con baja en enero, la ONEI reporta saltos en el arribo de turistas a medida que se acercaba la Semana Santa. En coincidencia con la visita del Papa a Cuba, en marzo los visitantes extranjeros aumentaron un 11 por ciento sobre similar período del año previo, así como récord absoluto para un mes: 350.023.
También ocurrieron fuertes avances relativos en mayo (7,2 por ciento) y junio (8,3 por ciento). A partir de entonces, la cifra declinó hasta un crecimiento ínfimo a final de año: en noviembre 1,5 por ciento, y en diciembre 1,7 por ciento, en comparación con meses similares del 2011.
El cierre del año, la evolución del panorama económico mundial y las políticas sectoriales cubanas dejaron la mesa servida para un primer semestre del 2013 con tendencias próximas a las del año previo
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