"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

lunes, 29 de octubre de 2012

Un nuevo estímulo económico

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He estado dándole unas cuantas vueltas a lo que han estado diciendo el equipo de campaña de Mitt Romney  y sus compañeros de viaje y creo que he conseguido entender la verdadera doctrina económica que Mitt Romney y  su círculo más cercano tienen en mente. No es, huelga decirlo, la que ha afirmado la campaña.
El argumento oficial ha sido que el programa de cinco puntos de Romney creará montones de puestos de trabajo. Hay un par de problemas sobre esto. Primero, el programa es insustancial; casi en su totalidad es una declaración de resultados deseados, no de políticas. Segundo, como Glenn Kessler señalaba recientemente en la columna Fact Checker [Verificador de información], los estudios que citan como justificación de la cifra de 12 millones de empleos no dicen en absoluto lo que la campaña pretende que dicen.
Aspirantes a un empleo en la feria Rigzone Oil & Gas, en San Francisco.

De hecho, hay que señalar una cosa: Kessler no tiene del todo razón en su crítica a un informe escrito por el economista John W. Diamond, en el que expone grandes mejoras en el empleo gracias al plan fiscal de Romney. El horizonte temporal no es, de hecho, tan importante. Lo que sí es importante es que el informe es un análisis de una economía que supuestamente mantiene siempre el pleno empleo. Las "mejoras en el empleo" que el informe calcula corresponden al lado de la oferta, no al de  la demanda, o sea, representan un aumento en el número de personas que quieren trabajar, no un aumento en el número de puestos de trabajo disponibles.
Si lo prefieren, lo que Diamond afirma (inadmisiblemente) es que se produciría un gran aumento en el índice de participación de la mano de obra.
Y esto, por supuesto, no tiene nada que ver con los problemas de una economía en la que la gente que quiere trabajar no puede encontrar trabajo.
De modo que la campaña de Romney miente en lo que respecta a la base lógica de sus fanfarronadas sobre el empleo. ¿Pero cuál es la verdadera historia? En realidad, la respuesta está bastante clara: la confianza. La idea de Romney es que en estos momentos estaríamos experimentando una espectacular recuperación, si no fuera porque los Creadores de Puestos de Trabajo tienen la sensación de que el presidente Obama les mira de manera rara. Y todo lo que tiene que hacer Romney es presentarse y los tiempos felices volverán.
Ahora bien, la réplica evidente aquí es que sabemos por qué la recuperación está siendo débil, y no es por el ojo malvado de Obama; es la resaca normal después de una crisis financiera severa, que solo podría haberse evitado con unos estímulos fiscales y monetarios mucho más fuertes. Pero esa no es una historia que al clan de Romney le interese oír. De ahí el denonado empeño por parte de gente como John Taylor, un economista de Stanford, en refutar todo lo que hemos aprendido sobre los efectos macroeconómicos de las crisis financieras.
Así que ahí lo tienen. El verdadero plan es proporcionar un estímulo económico en forma de la grandiosa grandiosidad de Romney; la tapadera es su pretensión de tener un programa de verdad. ¿Se sienten confiados ya?

Traducción de News Clips
© 2012 The New York Times
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