"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

viernes, 31 de agosto de 2012

Cinco lecciones empresariales de un magnate bananero

Imprimir artículo

Por RICH COHEN

Samuel Zemurray, conocido en Estados Unidos como el Hombre Banano, hizo su primera fortuna con bananas maduras, es decir, aquellas que los grandes comerciantes de la fruta consideraban que no llegarían en buen estado a los puntos de venta y que eran simplemente abandonadas.
Cuando Zemurray, un joven inmigrante ruso, notó la primera triste pila de bananas maduras, alrededor de 1895, en el puerto de Mobile, Alabama, advirtió que había una oportunidad. Para 1903, era un pequeño magnate, con US$100.000 en el banco.
A partir de ahí, Sam entró de lleno en la industria bananera. En 1909, se dirigió a Honduras, donde compró y limpió grandes franjas de selva virgen y, más tarde, con la ayuda de un ejército de mercenarios contratados en Nueva Orleans, derrocó al gobierno y lo reemplazó con uno de su mayor agrado. Levantó una empresa bananera de élite y finalmente asumió el control de United Fruit, en 1932. Para cuando murió, en 1961, en la más grandiosa casa de Nueva Orleans, había sido transportista, vaquero, agricultor, comerciante, revolucionario, filántropo y presidente ejecutivo.
De las aventuras de Sam surgen lecciones básicas, reglas que le permitieron ver la mina de oro que había en aquella primera pila de bananas en descomposición.
1. Veálo por usted mismo. Cuando Sam decidió convertirse en productor bananero, se trasladó a la selva en Honduras. Plantó los tallos, caminó los campos y cargó los barcos con bananas. Creía que esa era su principal ventaja frente a los ejecutivos de United Fruit (U.F.), el gigante que lideraba el mercado y contra el que luchó por más de una década. U.F. era más grande, pero era operada desde una oficina en Boston. Zemurray, en cambio, estaba en el campo; entendía a sus trabajadores, cómo se sentían, lo que temían y lo que creían.
2. No trate de ser más inteligente que el problema. A fines de la década de 1920, U.F. y la compañía de Sam buscaban adquirir un mismo terreno fértil en la frontera entre Honduras y Guatemala. Sin embargo, la tierra parecía tener dos dueños legítimos, uno en Honduras y otro en Guatemala. Mientras U.F. contrataba abogados y encargaba estudios con el fin de determinar quién era el verdadero dueño, Zemurray simplemente la compró dos veces, una vez a cada propietario. Un simple problema merece una simple solución.
3. No confíe en los expertos. En los años 30, golpeada por la Gran Depresión, U.F. acudió a expertos para diseñar un plan de acción. Zemurray, quien para entonces era el mayor accionista de U.F., se dirigió en cambio a los capitanes, quienes le contaron que les habían pedido que redujeran la velocidad en sus viajes para ahorrar combustible. Cuando Zemurray asumió el control de la empresa les ordenó que en lugar de reducir la velocidad de sus botes, hicieran menos viajes. En seis meses, las acciones de U.F., que habían bajado de US$100 a US$10, despegaron a US$50.
4. El dinero siempre puede volver, pero la reputación se pierde para siempre. A principios de su carrera, Zemurray se asoció con U.F. Recibió dinero y ayuda para distribuir su producto; él, a su vez, le ofreció a la empresa el uso de sus barcos. Un año, cuando los trabajadores iniciaron una huelga en Nicaragua y bloquearon los ríos del país, U.F. rompió el bloqueo con las embarcaciones de Zemurray, pintadas con el logotipo de su empresa. Eso lo volvió un hombre odiado en Nicaragua y se convenció de que debía disolver su sociedad, sin importar lo mucho que había ganado de U.F. Una persona que no controla su nombre e imagen no tiene nada.
5. En caso de duda, ¡haga algo! Cuando Zemurray compró U.F., en 1932, la empresa estaba al borde del abismo. El precio de su acción estaba casi en cero y perdía a sus mejores empleados. Zemurray viajó a América Central y del Sur, reuniéndose con trabajadores para conocer sus ideas. Los muchachos tienen que saber que hay una persona a cargo. Si piensan que uno sabe lo que está haciendo, entonces te seguirán a cualquier parte, explicó.
—Cohen es autor de 'The Fish That Ate the Whale: The Life and Times of America´s Banana King', que acaba de ser publicado en EE.UU.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...