"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

martes, 28 de agosto de 2012

Desprotección al consumidor en productos normados

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Al menos en Santiago de Cuba, el consumidor no  se encuentra protegido. Las experiencias que poseo  son varias.
Estas violaciones en contra del consumidor  son ya una práctica normal y rutinaria de casi  todo aquel que se le ha puesto en sus manos la  administración de los recursos que pertenecen  al pueblo, los “tumbes” cada día que pasa son  mayores, antes eran de dos onzas, hoy llegan a  doce onzas y a veces hasta de una libra. Algo más  preocupante, la ausencia de acciones encaminadas  a contrarrestarlas por parte de los organismos  responsabilizados con la tarea.  
Al tener la posibilidad de contar en mi casa  con una pesa, me he dado cuenta de todas las violaciones  cometidas, desde el pan, el café, la sal (estos  dos últimos empaquetados), hasta los productos  cárnicos, la leche en polvo, el arroz, etcétera.  En las comprobaciones realizadas, los resultados  han sido negativos, es decir, siempre en contra del  consumidor.  
Recientemente dirigí un escrito a la empresa  municipal de Alimentos donde expresaba irregularidades  en el despacho del arroz adicional para  los niños y mayores de 65, así como de la leche en  polvo, donde me veía afectado en 90 y 67 gramos  todos los meses, es decir, tres y dos onzas, respectivamente.  
En la carnicería regularmente dejaba de percibir  cinco y hasta siete onzas. Pero en el día de  ayer al carnicero se le fue la mano, rompió el récord  al despacharme el pollo y el pescado de dietas.  Los productos los adquirí después de las siete  de la noche. Los conservé en el congelador del refrigerador,  y en la mañana al comprobar su peso,  el resultado fue: de 136 onzas de pollo, recibí 125;  y en el pescado, de 96 onzas recibí 85, es decir, que  en cada producto dejé de recibir 11 onzas.  
El primer inconveniente es que después que usted  saca el producto del establecimiento, no cabe  reclamación alguna, ya que esta debió de hacerse  en el momento de la compra-venta, en situaciones  muy difíciles en cuanto a la aglomeración de personas  en la cola con una permanencia de más de  cuatro horas.  
Es comentario entre los consumidores la falta  de confiabilidad de las pesas, se dice que están  “calzadas”, y me pregunto:  
1. ¿Por qué no se realizan comprobaciones a  estos medios de pesaje de forma periódica?  
2. ¿Por qué no son supervisadas las ventas  de productos cárnicos con cierta periodicidad,  donde se les dé participación a los factores políticos  y de masas de la comunidad?  
Llevo varios años realizando esta labor y nunca  he visto que se haya llevado a cabo estas dos  acciones por las entidades responsables de garantizar  la protección al consumidor. Hay que caerle  encima y con todos los hierros a esta situación  que viene afectando a la población. 
Otro aspecto relacionado con la inseguridad  al consumidor, es el relacionado con los famosos  faltantes que se vienen produciendo en los productos  cárnicos de la canasta familiar. Al menos en la  unidad donde recibo este producto, si no los coges  dentro de las 48 horas, quedaste en eso, pasando  a una lista de reclamaciones, que generalmente  se recibe a los dos meses; mientras tanto… Parece  que este problema es muy difícil de solucionar. Lo  más interesante es que usted no sabe si el faltante  es de la empresa o del carnicero. 
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