"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

viernes, 20 de julio de 2012

Romney no es un as de los negocios

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Parece que la campaña de Obama ha decidido hacer caso omiso de las náuseas de los demócratas que tienen vínculos con Wall Street y han optado por arremeter contra el historial de Mitt Romney en Bain Capital. ¡Y hacen bien!
Romney

Después de todo, ¿cuál es el argumento de Romney (es decir, por qué quiere que pensemos que debería ser presidente)? No es cuestión de ideología: Romney no ofrece más que tópicos recalentados de derechas con una ración adicional de aritmética fraudulenta y resulta bastante evidente que ni siquiera él se cree nada de lo que dice.
En lugar de eso, lo suyo es la competencia: supuestamente, su historial de empresario de éxito debería decirnos que sabe cómo crear empleo. Y esto a su vez significa que tenemos todo el derecho a preguntar qué clase de empresario era exactamente.
Ahora bien, la verdad es que incluso en las mejores circunstancias, el argumento a favor de elegir un empresario como presidente sería muy débil. Un país no es una empresa (¿alguna empresa vende más del 80% de lo que fabrica a sus propios trabajadores, como hace Estados Unidos?) y el éxito competitivo en los negocios no guarda ninguna relación especial con los principios de la política macroeconómica. De modo que aun cuando Romney fuese un verdadero rey de los negocios, un Andrew Carnegie de nuestros días, esta no sería una cualificación sólida.
En cualquier caso, no obstante, Romney no era esa clase de empresario. No construía empresas, las compraba y las vendía, a veces reestructurándolas de tal manera que creaba puestos de trabajo, con frecuencia de una forma que conservaba los beneficios pero destruía empleo y bastante a menudo de tal modo que extraía dinero para Bain pero acababa con la empresa en el proceso.
Y en un artículo reciente, añadía un detalle más: Bain invertía en empresas que se especializaban en ayudar a otras empresas a librarse de los empleados, ya fuera en Estados Unidos o en otros sitios, subcontratando el trabajo con proveedores externos y llevándose el trabajo fuera, a otros países.The Washington Post
La gente de Romney se puso hecha una furia y acusó al Post de confundir la subcontratación y el traslado al extranjero, pero es una defensa bastante patética. Por un lado, no había ningún error propiamente dicho en el artículo. Por otra, simplemente no es cierto, tal como a la gente de Romney le gustaría hacernos creer, que la subcontratación dentro del país sea completamente inocua. Al contrario, a menudo es una forma de sustituir empleados bien pagados que reciben prestaciones sanitarias y de jubilación decentes por empleados con salarios bajos y pocas prestaciones de empresas de subcontratación. Es decir, sigue tratándose de una redistribución de la riqueza desde los estadounidenses de clase media a una pequeña minoría que está en lo más alto.
Se podría decir que los negocios son así; pero no es la clase de negocio que hace que uno desee especialmente ver a Romney convertido en presidente.
O, por decirlo de otra manera, Romney no era tanto un rey de los negocios como un rey de la desindustrialización, que obtenía grandes beneficios para su empresa (y para sí mismo) ayudando a desmantelar el contrato social implícito que hacía de Estados Unidos una sociedad de clase media.
Y ahora propone aplicar las aptitudes y técnicas que utilizó en los negocios a la Casa Blanca.
Por alguna razón, no me entusiasma la perspectiva.
Traducción de News Clips.
© 2012 New York Times
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