"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

viernes, 22 de junio de 2012

Para el dólar, todo es una cuestión de crecimiento

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El crecimiento mundial se está desacelerando y el dólar debería convertirse en un ganador aún mayor.
En lo que va de esta semana, la moneda estadounidense se ha beneficiado tanto del fracaso de las elecciones griegas para alcanzar una pronta resolución a la crisis de la deuda de la zona euro, como de la decisión de la Fed de solamente extender la "Operación Twist" en lugar de proporcionar una flexibilización cuantitativa adicional.
Las manufacturas chinas se contrajeron por octavo mes consecutivo y el nuevo índice de exportaciones del país se sitúa en su nivel más bajo desde marzo de 2009, una evidencia adicional de que son necesarios estímulos a nivel mundial.
Las preocupaciones sobre cómo saldrá la zona euro de su actual crisis de deuda también aumentarán después de la noticia de que las manufacturas alemanas también se están contrayendo. Esto significa que los miembros altamente endeudados de la periferia del euro tendrán incluso menos posibilidades de reducir sus costos de financiamiento en el corto plazo.
Se espera que la mayoría de los bancos centrales respondan a este deterioro del panorama mundial con políticas monetarias expansivas, si no lo han hecho ya.
China ya ha recortados sus tasas, se espera que Japón pronto vuelva a relajar su política monetaria, especialmente ahora que fueron designados dos nuevos miembros proclives a políticas menos restrictivas para el directorio ejecutivo del Banco de Japón.
Hay amplio consenso sobre que el Banco de Inglaterra iniciará una nueva relajación cuantitativa en su próxima reunión.
En la zona euro, el Banco Central Europeo también está a punto de reducir las tasas de interés y, en ese sentido, el miembro del directorio Benoit Coeure admitió que la inflación ya no es un obstáculo.
No obstante, con la crisis de la deuda de la zona euro socavando la confianza de los inversionistas a nivel mundial, los mercados financieros se están enfocando cada vez más en la continua ausencia de alguna solución a largo plazo para ella.
Grecia puede tener una nueva coalición de gobierno, pero el paquete de austeridad del país sigue siendo tan amargo como siempre y los riesgos políticos para el gobierno siguen siendo altos si Alemania no permite que se relajen las medidas de austeridad.
Los crecientes costos del endeudamiento de España están empujando al país cada vez más cerca de una cesación de pagos. Una propuesta para permitir que el fondo de rescate europeo, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, respalde directamente a los mercados de bonos periféricos y ayude a reducir los costos de financiamiento para países como España, sigue cayendo en oídos sordos en Berlín.
Esto nos lleva de vuelta a Estados Unidos y al dólar.
Pese a algunas especulaciones acerca de que la Fed lanzaría una flexibilización cuantitativa, el banco central de EE.UU. decidió solo extender su Operación Twist, destinada a respaldar al mercado de bonos del Tesoro de más largo plazo para reducir los rendimientos.
La reacción del dólar fue moderadamente positiva. Algunos analistas estiman que esto se debió a que la Fed no optó por un relajamiento más agresivo y solo se comprometió a proporcionar mayor liquidez si fuera necesario.
No obstante, considerando el panorama mundial, esto podría argumentarse de otra manera.
El dólar tuvo un buen desempeño debido a que la Fed está comenzando a relajar su política, impulsando efectivamente el crecimiento de EE.UU. en momentos en que muchas otras economías también están con problemas.
Más destacable fue la apreciación del dólar frente al yen, lo que sugiere que Japón, que en algún momento pudo reclamar un estatus de refugio superior al de EE.UU., podría ahora transformarse en una mayor causa de preocupación.
Si eso sucede, entonces el dólar podría nuevamente transformarse en el principal refugio mientras la comunidad internacional de inversionistas tenga una percepción cada vez más pesimista sobre las perspectivas para el crecimiento mundial.

El cambio de Mentalidad

El cambio de mentalidad Darel Avalus Zimertan Ingeniero en Comunicaciones.


La dirección de Cuba ha avanzado “el cambio de mentalidad” para instrumentar medidas que buscan mejorar el desempeño de la maquinaria económica nacional Si “las personas pensamos como vivimos”, un llamado para desencadenar un proceso que persigue el resultado de modificar “la mentalidad” debería comenzar con una consigna del tipo “¡Todos a revolucionar las relaciones de producción!”, por ejemplo.
Ante la  falta  de  definiciones  —mal  del  mundo  globalizado  presente  en  Cuba—,  si  por “mentalidad” entendemos un conjunto de ideas y escala de valoraciones, aún quedan por dilucidar un par de interrogantes.
La primera: ¿cómo es la “mentalidad” que debemos tener ahora los cubanos? ¿Qué ideas o valoraciones de la “vieja” debemos rechazar y cuáles debemos incorporar a la “nueva”? Pero, ¿tenemos (teníamos, hemos tenido) una mayoría significativa de los cubanos una mentalidad” específica, o simplemente existe (ha existido) una “oficial” y otras paralelas”? De ser así, ¿ha habido entre ellas alguna “principal”? Si ese fuera el caso, ¿qué relaciones han existido entre la “oficial” y la “paralela principal”?
La segunda es: ¿a quién va dirigida esta consigna: a los cuadros o a las masas? (Esta jerarquización de las personas NO ES arbitraria; ella todavía es parte del discurso oficial.)
Esas preguntas apuntan a la necesidad que tiene la sociedad cubana de definir sus metas.
En las masivas reuniones previas al sexto Congreso del PCC, en ese evento, y en la primera Conferencia partidista celebrada ulteriormente se analizaron medidas puntuales, caminos para hacer, procedimientos específicos, sin dar contenido a conceptos como “socialismo”, “desarrollo”, “progreso” e incluso a términos más técnicos y mundanos como “eficiencia”, “pobreza”, “utilidad, “rendimiento”,  “sostenibilidad”, “felicidad”, “vivir bien”, “éxito en la vida, “diferencia entre vida y existencia”, “sentido de  la existencia” y otros, heredados sin críticas de las sociedades que la nuestra se propone superar.
(Mientras las palabras de apertura del sexto Congreso expresaban el principio de alejar el funcionamiento del partido de los entresijos económicos, el evento se dedicó, de acuerdo con la información pública, a discutir esta temática.)
Vale recordar que, sin contar con estudios socio-antropológicos (no los había en ninguna parte del  mundo, pues las teorías y tesis sociales —independientemente de su profundidad resultan  insuficientes  si no consideran la naturaleza humana, tal como demostró la debacle del socialismo en Eurasia Central), la Revolución cubana (RC), a partir de una comprensión sencilla del “más elemental  sentido de justicia” (frase derivada del ideario martiano, presente desde las primeras declaraciones de sus principales gestores), realizó una distribución incluyente de los recursos de la nación y de hecho, más que equivalente, bastante igualitaria, entre sus ciudadanos.
La RC, en apariencia intuitiva y espontánea, a partir de posiciones humanistas, añadió a la más  importante meta de gestión social de la historia humana, la acumulación de bienes en beneficio de la clase dominante, un giro de extraordinaria importancia: universalidad.
En otras palabras, desde la llegada de la RC al poder, con su acción de distribución universal e incluyente, quedó establecido en el país un invariante político según el cual la principal tarea de una  sociedad no es la de producir para crear las mejores condiciones posibles que exija el máximo  desarrollo humano o “felicidad” circunstancialmente dable de los miembros de la clase social que domina esa sociedad, sino de la totalidad de ciudadanas y ciudadanos.
La instauración de semejante guía de acción constituye un cambio de mentalidad radical, esencial  y  trascendente; el más radical, esencial y trascendente para cualquier sociedad de nuestra época.
Otro  asunto  es  en  qué  medida  los  elementos  que  sustentan  esa  lógica  conductual conformaron un nuevo paradigma social, capaz de sustituir los pilares del psiquismo de los ciudadanos, correspondientes a la lógica pre-revolucionaria, y hasta qué punto fueron asimilados por  los  actores  sociales y  se  convirtieron en  rectores de  su  conducta. Es  esto un  proceso educativo  social,  derivado  de  una  auténtica  batalla  de  ideas,  cuya  premisa  principal  es  la estructuración del nuevo paradigma social.
Para comprender este tema, parece imprescindible discriminar los fundamentos de “la lógica de producción-distribución centralizada de recursos” adoptada por la RC.
Sobre la  base  de  las  leyes  aprobadas y  vigentes,  siempre  en  función  de  los  recursos existentes, todos los ciudadanos cubanos deberían: 1) recibir las cuotas máximas de alimentación que  les  permitieran  un  nivel  de  ingesta  cercano  lo  más  posible  al  nivel  mínimo  nutricional recomendado;  2)  acceder  a  los  servicios  de  salud  comunitaria  de  la  medicina  preventiva, terapéutica y de  rehabilitación disponibles; 3) recibir instrucción  obligatoria hasta el nivel de secundaria  básica,  y  en  forma  selectiva  de  preuniversitario  y  universitario;  4)  nadie  sería desalojado por razones económicas  del lugar en el que puede probar encontrarse legalmente domiciliado.
Recursos públicos como el agua, la electricidad y la vialidad, así como las facilidades y empleo de equipos derivados de estos (radio, televisión, instalaciones sanitarias, y otros), fueron expandidos notablemente respecto de los niveles antes existentes en Cuba.
A tono con  la  línea adoptada y  por  razones económicas, de  infraestructura instalada  y comprensiones políticas, el énfasis del desarrollo de algunos servicios se puso en el sector estatal, en detrimento del que recibió el comunitario-individual. Ese fenómeno es notable en los campos de la telefonía y el transporte.
Las medidas aprobadas en la actualidad demuestran que los servicios jurídicos, en particular los atinentes a los derechos y deberes de la ciudadanía, así como los bancarios y financieros al alcance  de  la  población  fueron  desatendidos  por  largo  tiempo,  al  igual  que  el  mercado, prácticamente  inexistente  cuando  no  se  refiere  al  responsabilizado  en  distribuir  las  cuotas normadas de alimentos y vituallas.
Semejante  distribución  incluyente  y  universal  de  bienes  parte  del  precepto  de  que,  a despecho de nuestras diferencias fenotípicas y conductuales, todos los seres humanos somos esencialmente idénticos.
La interpretación de la RC proclama en los hechos que no hay equidad factual de los ciudadanos si no es acompañada del disfrute equivalente de los bienes y recursos del estado. Esta  aproximación, aun si no garantiza la igualdad de los ciudadanos ante la ley, por sola serviría para abolir en la nación las clases sociales de golpe, o —al menos— la relación de los individuos con su entorno productivo y el modo de apropiación de los productos, a fin de desatar un proceso gradual de emparejamiento universal de oportunidades de crecimiento individual.
(La gradualidad de este proceso y los tempos mínimos imprescindibles para que sus frutos sean apreciables, son temas poco estudiados.)
La posición de igualdad esencial de los humanos adoptada por la RC acepta tácitamente que, entre la biología y el entorno, el mayor peso sobre las conductas sociales de los individuos recae en el entorno. Así, en la disputa entre nature contra nurture, sin hacer declaraciones reflexivas, la RC tomó partido por la  cultura: salvo los sociópatas y otros enfermos psíquicos, las personas delinquen empujados por sus circunstancias, incluyendo las vinculadas con su educación familiar.
El éxodo de especialistas incapaces de apoyar el proceso revolucionario, la desorganización de la producción introducida por los cambios emprendidos, la expropiación de los recursos de la burguesía, las  agresiones desde el exterior y el bloqueo, habrían de provocar una situación económica muy tensa.
Por tanto, consideremos la relación entre la realidad que iba creando la acción de la RC y el telos  que  la historia había reservado para la actividad humana socializada, la producción de bienes materiales, y el papel que había destinado a los poderes sociales: la mantención, con la mayor estabilidad posible, de la estructura jerárquica de la sociedad de referencia, de manera que la distribución de los réditos sociales se corresponda con esa jerarquía, esto es, tanto mayores serán los dividendos  recibidos por los beneficiados, cuanto mayores sean sus propiedades y fortunas, en el supuesto de que los aportes de estos propietarios privilegiados han tenido el mayor peso en los resultados logrados.
Esa  forma  de  distribución  alienta  el  esfuerzo  de  los  ciudadanos  por  incrementar  sus contribuciones  productivas, pero obvia  el  hecho de  que la  acumulación  inicial de  capital  es siempre el resultado de oscuras transgresiones de la ley, y de que las discrepancias funcionales de las personas son en lo fundamental provocadas por las diferencias del entorno de desarrollo individual.
No hay testimonios de que la RC haya renunciado alguna vez ni al bienestar material de la población,  ni  a  buscar  el  incremento  de  las  producciones  de  la  nación.  No  obstante,  sin discusiones especulativas, ella ha luchado por salir de la pobreza sin sacrificar las oportunidades de desarrollo cultural que ofrecía a todos sus ciudadanos.
Varios factores justifican la asunción de este principio. En primer lugar, es probable que los líderes de la RC tuvieran la magnificada apreciación de que se podía mejorar las condiciones de vida  de  todos  los  ciudadanos  del  país  sin  provocar  mermas  apreciables  en  el  mecanismo productivo de la nación.
En segundo lugar, existe el espejismo conceptual de que los productores, liberados de los dueños  de  los medios de producción, tienden a incrementar automáticamente su rendimiento, puesto que lo  hacen en beneficio propio. Esa presunción ha demostrado ser falsa, pues la expropiación  de  los  medios de  producción a  los  dueños no  convierte a  sus  empleados en beneficiarios directos de sus  actividades, ya que ellos, en aras de satisfacer la universalidad inclusiva del sistema, han de tributar con su trabajo al estado.
En tercer lugar, en  el  pensamiento progresista es  común la  hipótesis de  que, una vez modificadas sus circunstancias, los individuos comienzan a actuar en forma virtuosa en un plazo relativamente breve. En un país aislado, en el corto plazo histórico de dos-tres generaciones, no hay  evidencias de  la  veracidad de  esta  premisa.  (Si  el  absurdo Orden  Mundial Vigente se modificara en  favor de todas las personas —o sea, si la humanidad se tomara en serio—, probablemente el mejoramiento de las circunstancias de vida tuviera un impacto extraordinario e inmediato para el desarrollo multilateral y sustentable del planeta.)
Al desestimar la  exclusividad del  factor  económico para  la  distribución  de  dividendos y recursos,  la  RC  encaró  prontamente  un  problema  axiológico  y  deontológico  trascendental, revelado  no  solo  en  el  destino  que  se  otorgarían  a  los  excedentes  imprevistos  con  que ocasionalmente se contaría, sino en incentivar con ellos ciertas conductas sociales. O sea, la RC se enfrentó a la interrogante de  cómo  premiar el acto virtuoso, sin desvirtuar al premiado ni potenciar  el doblez moral  ni  la  simulación  oportunista.  Esta aproximación valorativa ha  sido denominada en alguna literatura “meritocracia”.
Los delitos  de  corrupción y  de  “cuello  blanco”  en  los  primeros años  de  Revolución no constituyeron un problema social agudo, aunque apareció la percepción dentro de un sector de la población de que, en cuanto a la cuota de beneficios recibida del estado, “algunos éramos más iguales  que         otros”.  (Esta opinión     ha          sido       agigantada                por         las          campañas           ideológicas subvencionadas por Estados Unidos y por la falta de información pública nacional que la refute.) Con todo, parte apreciable de los recursos se han empleado en mejorar sectores improductivos de la población anteriormente muy desfavorecidos, como los minusválidos, y en esferas sociales que no ofrecen retorno productivo directo e inmediato, como la salud pública, la educación, la cultura y el deporte.
En resumen, más que las medidas sociales instrumentadas por la RC desde sus inicios, los principios que razonablemente los generaron apuntan a la intención de edificar un estado regido por  la  solidaridad entre  los  seres  humanos. En  consecuencia, las  imprescindibles imágenes legales de  esas  disposiciones,  si  bien  les  otorgarían  fuerza  corriente,  convertirían la  propia solidaridad humana en… una obligación reglamentaria. Impregnar el tejido social de toda una nación tercermundista y relativamente joven con estos principios humanistas, o sea provocar un cambio  de  mentalidad raigal  de  una  parte  apreciable  de  su  población,  empezando por  sus cuadros, es una tarea cultural extraordinaria.
(Enrique Oltuski da a conocer la anécdota de que el Che, tras enterarse que a su hogar se destinaban cuotas adicionales de alimentos por su grado militar, suspendió esas entregas e hizo pública su decisión… La culta indiferencia de Ernesto Guevara por los bienes y goces materiales y su comportamiento, reflejo de una comprensión cabal de las máximas martianas de que “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”, y de que “la patria necesita sacrificios. Es ara y no pedestal. Se la sirve, pero no se la toma para servirse de ella”, fueron etiquetados poco menos que de “suprahumanos”, “futuristas, casi inalcanzables al resto de los mortales. Lo cierto es que uno  espontáneamente  tiene  la  apreciación  de  que  en  el  imaginario  de  las  masas,  ante  el conocimiento  de  alguna  promoción,  aparece  primero  la  idea  de  las  ventajas,  en  términos materiales y de relaciones, que ella traerá al promovido que la de las responsabilidades asociadas al nuevo cargo, a despecho de que —ante la  carencia de datos y encuestas adecuadas— es imposible testimoniar cómo piensan los cuadros mismos,  salvo que se tengan experiencias de primera mano, las que evidencian una gama muy amplia de conductas. Este fenómeno, habitual en cualquier lugar del mundo, anuncia en Cuba fallas en la creación del nuevo paradigma social.)
Según lo expresado, la RC, fuente en sí misma de legalidad, se adueñó y corporeizó las ideas más avanzadas de su época acerca de la interacción entre los humanos y las estructuras sociales que, sin suficientes saberes, habían creado.
Las vivencias señalan —mal que pese— que los aportes de la RC en las esferas de la divulgación, la publicidad y el entretenimiento no han sido tan significativos como lo requieren los formidables recursos de lucha ideológica a disposición de sus enemigos. Es justo excluir de esta estimación el área de la cultura y el deporte de masas, así como algunas actividades en los que la impronta revolucionaria resulta relevante, cual es el caso del campismo popular.
A pesar de los intentos por domesticar el proceso de creación de pensamiento teórico, en nombre de un presunto “oficialismo revolucionario ortodoxo”, la abundancia de textos críticos de diverso valor  producidos por la intelectualidad y la propia dirección política del país, si bien no abarcan la totalidad de problemas de la sociedad en construcción, testimonian la riqueza de ideas que ha acompañado este proceso.
Con todo, hay temas omitidos o superficialmente tratados, y falta una formulación clara de metas  sociales.  La  ciudadanía  debe  enfrascarse  en  discusiones  sobre  el  desarrollismo,  el consumismo,  el   cooperativismo,  la  cimentación  de  formaciones  inclusivistas  respecto  a  la naturaleza, el decrecimiento y la autocontención económicas, los límites del nacionalismo y otros tantísimos asuntos de actualidad…
Si huir del pasado y el fulgor de la lucha por conseguirlo han sido por mucho tiempo la fuerza propulsora de la RC, el paso del tiempo y el advenimiento de generaciones que desconocen los horrores  de épocas anteriores, y en cuya memoria se desvanece paulatinamente la grandeza vivida, han ido  agotando esta dinámica social. Ahora es preciso sentir el jalón del futuro. Para propulsarse  hacia  él,  es  imperativo imaginarlo, y  para  eso  no  basta  el  racionalismo de  los principios humanistas de la RC.
La  experiencia  histórica  internacional  muestra  que  la  capacidad  de  destrucción  de  los cimientos de una sociedad socialista solo se encuentra en manos de los cuadros. En las masas está el éxito de su construcción. A juzgar por las opiniones vertidas en los foros crecientemente participativos de la prensa, y  en otros espacios de debate social (aun si discretos en número, temas y locaciones), muchas personas compartimos el criterio de que la continuidad exitosa del proceso de construcción del socialismo en Cuba depende del grado en que en lo adelante se mayor poder real a la ciudadanía.
En esta tarea es difícil subestimar el papel de la prensa y el valor de la información que se ponga a  disposición de una población instruida, avezada y ávida. Muchos lectores no esperan encontrar  apologías  y normativas en los diarios ni en las restantes fuentes de información y consulta, sino —en  un lenguaje que invite a la investigación y a la polémica— datos con su procedencia, valoraciones con sus referentes, notas acerca de procesos y productos en las que se resalten por igual ventajas y desventajas, opiniones acompañadas de una descripción del universo de validación.
Parafraseando al poeta, tienen la palabra los camaradas cuadros.
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