"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

viernes, 11 de mayo de 2012

Socialismo y Mercado Parte II y Final

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    Por Fidel Vascos

Entre las concepciones positivas incluidas en el Tercer Programa de 1961 y que deben ser tenidas en cuenta, se destaca la idea, reflejada por primera vez en un documento oficial del Partido, de que las relaciones monetario-mercantiles tienen un nuevo contenido en el socialismo. Este criterio supera las limitaciones teóricas que hasta ese momento existían sobre la naturaleza de la producción mercantil en el socialismo y se conceptúan estas relaciones no  como algo ajeno al socialismo, ni como una herencia del capitalismo, sino como una categoría que tiene sus causas en el propio régimen socialista. El Programa plantea que en la construcción del comunismo se deben utilizar ampliamente las categorías mercantiles.

"En  la construcción del comunismo -se dice en el Programa- es necesario utilizar totalmente las relaciones monetario mercantiles en correspondencia con su nuevo contenido, presente en el período del socialismo. Un gran rol en esto lo juega la aplicación de tales instrumentos del
desarrollo de la economía como el cálculo económico, el dinero, el precio, el costo de producción, la ganancia, el comercio, el crédito, las  finanzas." (10)

La experiencia de la construcción del socialismo en Cuba durante los  primeros quince años de Revolución fue exhaustivamente analizada en el Primer Congreso del PCC, llevado a cabo en 1975. En esta reunión se destacó la existencia objetiva de la ley  del valor y sus categorías económicas en el socialismo, y, a su vez, se alertó del peligro que constituye una sobrevaloración del empleo de
las relaciones monetario-mercantiles en la construcción del socialismo. Se  subrayó que en la lucha por crear la nueva sociedad, desempeña un papel primordial el factor moral, la conciencia socialista y la educación ideológica del pueblo, promovidos por un acertado trabajo político y revolucionario entre las masas.
En la presentación del Informe Central al Congreso, el Primer Secretario el Partido, Fidel Castro Ruz, alertó acerca de que la aplicación del Sistema no  iba  a resolver automáticamente todos los problemas de la economía cubana, y de que en la construcción del socialismo tienen un decisivo papel el trabajo político e ideológico y el estímulo moral entre las masas. Al respecto, subrayó:

"Estos son mecanismos para tratar de mejorar la eficiencia, ciertos mecanismos de estímulo que
contribuyen a ese objetivo, pero no  podemos ni por  un segundo pensar que esos mecanismos van a resolver todos los  problemas; de ninguna forma eso significa la reducción del papel del Partido, del papel del Estado en la dirección de esas actividades, ni mucho menos el papel de la educación política y de la educación ideológica entre las  masas."(11)

La construcción del socialismo en China también aporta elementos esenciales para la formulación de la teoría de la producción mercantil en el nuevo régimen social. Es en el XIV Congreso Nacional del PCCh  en el que se realiza el aporte teórico principal de China en cuanto a la producción mercantil en el socialismo. En este Congreso, realizado en 1992, se plasman las concepciones adelantadas por Deng Xiaoping en su visita de inspección por el sur de China, llevada a cabo a principios de ese mismo año. En el Informe Central presentado al Congreso se recoge textualmente:
"...  en sus importantes observaciones hechas a principios del presente año, el camarada Deng Xiaoping señaló, con mayor claridad aún, que economía planificada no  es sinónimo de socialismo, pues en el capitalismo también existe planificación, y que economía de mercado tampoco es sinónimo de capitalismo, ya que en el socialismo también existe mercado. Tanto la planificación como el mercado no  son más que mecanismos económicos. El que haya un poco más de planificación o un poco más de mercado no  es lo que distingue esencialmente al socialismo del capitalismo." (12)

En esta idea de Deng Xiaoping se supera la supuesta contradicción entre planificación y mercado, la cual ha estado enfrentando a los  economistas socialistas durante tanto tiempo. Se  abre así la posibilidad teórica de que el socialismo asimile en su sistema de dirección económica tanto a la planificación como al mercado como reguladores de la economía. De  lo que se trata ahora es de precisar las relaciones que deben tener estos mecanismos en su combinación dentro del sistema socialista de dirección, y no  en contraponer uno a otro.

La planificación y el mercado constituyen elementos propios del contenido socialista de la dirección de la economía y, por tanto, no  hay que rechazar ninguno de ellos. La planificación y el mercado no son categorías contrapuestas que pertenecen, cada una de ellas por separado, a regímenes
socio-económicos diferentes; no  son categorías económicas antagónicas ni necesariamente vinculadas a un determinado régimen social, sino que constituyen mecanismos económicos que pueden ser utilizados en la dirección de la economía, tanto en el capitalismo como en el socialismo.

Este breve resumen del proceso histórico en que se ha ido  conformando la teoría de la utilización del mercado en el socialismo nos da pie para intentar fundamentar teóricamente la existencia de la producción mercantil tanto en el socialismo como en la etapa de transición hacia ese nuevo régimen social.

La causa más profunda de la existencia de la producción mercantil en el socialismo consiste en la falta de maduración de las relaciones comunistas de producción, el relativamente bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y la insuficiente generalización de la conciencia revolucionaria, la cultura, el espíritu solidario y la educación ética, política e ideológica entre las masas, lo que se manifiesta en el incompleto grado de socialización de la propiedad social, de los medios de producción y del trabajo. Todo ello  determina que, en el socialismo, la medida del trabajo y la medida del consumo se continúe cuantificando mediante una vía  indirecta: el valor.

En el mundo de hoy, a inicios del Siglo XXI, también existen factores internacionales que contribuyen a la existencia de las relaciones mercantiles en los  países que adoptan el camino del socialismo. La globalización mundial se desenvuelve según los  patrones de la economía de mercado capitalista, impulsada por los  más ricos y poderosos países imperialistas y las empresas transnacionales. Ello influye en las naciones que deciden construir una nueva sociedad, las cuales, al conectarse con la economía internacional, trasladan a su interior las relaciones mercantiles externas y reflejan en su propia economía las manifestaciones internacionales de la ley  del valor.

Se  debe destacar que las relaciones mercantiles en el socialismo existen sobre una base nueva y con un nuevo contenido que las diferencia sustancialmente de las relaciones mercantiles del capitalismo. Entre estas diferencias se incluye que las del capitalismo tienen lugar espontáneamente en medio de la anarquía de la producción, de la distribución, el cambio y el consumo, mientras que las del socialismo se utilizan conscientemente por el Estado en el sistema de planificación centralizada de la economía, en el que los  objetivos a lograr en el desarrollo social son fijados previamente por el hombre de acuerdo con sus intereses y con las posibilidades reales que brindan la sociedad y la naturaleza.

La extinción de la producción mercantil tiene lugar mediante su utilización en la fase socialista. La dialéctica nos explica este proceso contradictorio, pues en la medida que se emplean adecuadamente las relaciones monetario - mercantiles en el socialismo se crean las condiciones para su futura extinción, la cual no  tiene lugar directamente, sino como resultado de la progresiva maduración de las relaciones comunistas de producción, un elevado desarrollo de las fuerzas productivas y la generalización de la conciencia comunista entre las masas.

En la creación de la sociedad comunista, junto al desarrollo de la base material y técnica, es decisiva la formación del hombre nuevo, "el  desarrollo de los  individuos en todos sus aspectos" - como precisó Marx. El comunismo exige hombres y mujeres con una elevada conciencia del espíritu colectivo y solidario, la ayuda mutua y el internacionalismo, sin  los  rasgos de individualismo y chovinismo que genera la propiedad privada capitalista sobre los  medios de producción.

Este objetivo no  se logra solamente con un alto nivel de las fuerzas productivas y el desarrollo de las relaciones sociales de producción, ni con la acción espontánea de los  mecanismos económicos de dirección, sino que se requiere desplegar un intenso trabajo educativo, cultural, político e ideológico entre las masas, que las eduque en los  nuevos sentimientos de solidaridad humana.

Estos sentimientos y conductas que caracterizan al hombre de la fase superior de la sociedad comunista, comienzan a manifestarse en la fase socialista de esta sociedad, los  cuales deben ser estimulados y desarrollados en forma permanente y consciente.

Refiriéndose a la importancia del factor subjetivo y su vinculación con el desarrollo de las fuerzas productivas en la construcción de la sociedad comunista, el Comandante Ernesto "Che" Guevara muy justamente subrayó:

"Nosotros no  concebimos el comunismo como la suma mecánica de bienes de consumo en una sociedad dada, sino como el resultado de un acto consciente; de allí la importancia de la educación y., por  ende, del trabajo sobre la conciencia de los  individuos en el marco de una sociedad en pleno desarrollo material". (13)
Para fundamentar la existencia de la producción mercantil en el socialismo aplicamos el método de la abstracción,  empleado por Marx en "El Capital", el cual consiste en aprehender la esencia del fenómeno estudiado y exponer su contenido general, lo que determina que no  se plantee un caso particular, cuyas manifestaciones concretas pueden variar en relación con la generalización abstracta a la que se ha llegado en el análisis, sin  que por ello  la contradiga.

Asimismo, nos basamos en la concepción de Marx para alcanzar el comunismo, la cual concibe dos etapas intermedias para su consecución. Primero, un período de transición del capitalismo al socialismo y, después, el socialismo como fase inferior de la sociedad comunista.

En su análisis de la existencia de la producción mercantil en el capitalismo, Marx distingue, por un lado, las condiciones que se dan para esta existencia y, por el otro, las causas de esta existencia.

Marx ve en la división social del trabajo la condición para que existan las relaciones mercantiles entre los  productores. Esta condición no  desaparece con la eliminación del capitalismo como régimen social, sino que la división social del trabajo continúa presente en el período de transición del capitalismo al socialismo y en el socialismo, y sólo se extinguirá en una etapa muy avanzada de la fase superior de la sociedad comunista, presumiblemente cuando ésta alcance escala mundial.

Las  formas socio-económicas de la división social del trabajo en el socialismo reflejan un insuficiente grado de socialización de la producción y de los  medios de producción, lo cual continúa constituyendo la base de las relaciones indirectas entre los  productores mediante el intercambio de mercancías.

A su vez, la división social del trabajo incluye un aspecto técnico vinculado al nivel alcanzado en el desarrollo de las fuerzas productivas. En el estadío de desarrollo actual, este elemento técnico de la división social del trabajo determina la multiplicidad de tipos de trabajo distintos, tanto manuales como intelectuales, los  cuales requieren, para la comparación entre ellos, de una homogeneización por vía  indirecta, constituida por el valor de las mercancías.

Entre los  factores que influirán en la definitiva desaparición de la división social del trabajo y, con ella, de la necesidad de medir y comparar los  productos indirectamente mediante el valor, se incluye la materialización generalizada de un sólo tipo de trabajo desde el punto de vista tecnológico, que no  se diferencie de los  otros trabajos simultáneamente existentes ni por el procedimiento de labor ni por las formas de accionar del hombre.

Só1o en estas condiciones de igualdad técnica entre todas las formas laborales podrá desaparecer la división social del trabajo.

Se  comprende que para alcanzar este nivel de desarrollo de las fuerzas productivas tendrá que transcurrir mucho tiempo y que no  es posible prever desde hoy las etapas intermedias que se sucederán. Incluso, no  es fácil  predecir las direcciones en que estas transformaciones tecnológicas y laborales tendrán lugar. No obstante, se puede adelantar que este desarrollo futuro está íntimamente vinculado, entre otros factores, a los  avances y la aplicación de la computación electrónica y las telecomunicaciones en las distintas esferas de la vida social e individual, lo cual conducirá a la plena informatización de la sociedad.

El desarrollo técnico y de las aplicaciones de la microelectrónica, las computadoras y las telecomunicaciones pudieran integrar el trabajo de los  hombres de forma tal que la labor humana se convierta en un solo tipo de actividad: el análisis de sistema y la programación correspondiente de las tareas computacionales mediante las cuales se controlan y regulan las actividades productivas. La producción de los  bienes y servicios lo harán las máquinas automáticas y los  robots programables. Este cambio tecnológico de la producción puede ser la clave para la eliminación de la división social del trabajo y el establecimiento de un sólo tipo de labor, igual para todos los hombres que participan en el proceso productivo. La actividad del hombre en estas condiciones no debe entenderse en el sentido de apretar botones al estilo embrutecedor de la producción en serie introducida por el capitalismo, sino como la acción inteligente y creadora del ser humano en el dominio de la ciencia y la técnica y sus aplicaciones para el constante bienestar material y espiritual de todos los  miembros de la sociedad.

No obstante estas consideraciones, lo cierto es que las formas que adoptará la desaparición de la división social del trabajo no  pueden predeterminarse desde ahora.

En el método de Marx, también se incluye precisar la causa de la existencia de la producción mercantil. Marx define que esta causa, en el capitalismo, es la propiedad privada sobre los  medios de producción, la cual aísla a los  productores entre sí.  El pleno dominio e influencia social de la propiedad privada sobre los  medios de producción va desapareciendo con la eliminación del capitalismo. Se  hace necesario, entonces, definir cuál es la causa de la existencia de las relaciones mercantiles en el período de transición del capitalismo al socialismo y, sobre todo, en el propio régimen socialista.

La existencia de la producción mercantil en el período de transición del capitalismo al socialismo está asociada a la pluralidad de tipos de economía social.

Lenin explicó que en el período de transición existían varios tipos de economía social. Estas múltiples condiciones económicas generan importantes diferencias sociales, las cuales se traducen en distintas clases sociales en el período de transición.

No es casual, por tanto, la diferente relación de propiedad de estas clases sociales con los  medios de producción y, por ello, su también distinta relación con el proceso de producción, distribución, cambio y consumo.

En su artículo "La economía y la política en la época de la dictadura del proletariado", escrito en octubre de 1919, Lenin explicó que, en este período, las "formas básicas de la economía social son: el capitalismo, la pequeña producción mercantil y el comunismo. Y las fuerzas básicas son: la burguesía, la pequeña burguesía (particularmente los  campesinos) y el proletariado". (14)

A su vez, aclaró que además de estos tipos de economía social, en algunos países, como Rusia, podían existir otras, enumerando la economía campesina patriarcal y el capitalismo de Estado.

Estas ideas de Lenin explican el contenido de las relaciones mercantiles en el período de transición.

En este período existen simultáneamente tres tipos de relaciones mercantiles, diferentes por su contenido aunque similares por su forma, que tienen su máximo desarrollo en épocas históricas diferentes. Estos tres tipos son los  siguientes: las relaciones mercantiles de la pequeña producción mercantil; las relaciones mercantiles del capitalismo; y las relaciones mercantiles del socialismo.

El primer tipo se caracteriza porque existe sobre la base de la propiedad privada sobre los  medios de producción y con ausencia de explotación del hombre por el hombre. Las  relaciones mercantiles del capitalismo se basan en la propiedad privada sobre los  medios de producción y, además, en la existencia de explotación del hombre por el hombre.

El tipo de relaciones mercantiles del socialismo se caracteriza por la ausencia de propiedad privada sobre los  medios de producción y la inexistencia de explotación del hombre por el hombre,
teniendo lugar sobre la base de la propiedad social socialista sobre los  medios de producción.

Cada uno de estos tipos de relaciones mercantiles en el período de transición sigue una dialéctica distinta en su desarrollo.

Como tendencia, las relaciones mercantiles de tipo capitalista se reducen bruscamente en este período y dejan de desempeñar el papel principal en la sociedad. Las  relaciones mercantiles del tipo de la pequeña producción mercantil también se reducen, pero de forma paulatina.

Las  relaciones mercantiles del socialismo, propias de las empresas y otras entidades estatales, así como de las cooperativas de tipo socialista, no  se reducen en este período, sino que, al contrario, surgen y se desarrollan en el socialismo para extinguirse en la fase superior de la sociedad comunista.

Teniendo esto en cuenta, la explicación de las causas de la existencia de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo se concentra en la fundamentación de esta existencia en las condiciones de la propiedad social sobre los  medios de producción y de la ausencia de explotación del hombre por el hombre.

En este sentido se debe destacar que entre el capitalismo y la fase superior de la sociedad comunista puede distinguirse un período de extinción de las relaciones mercantiles, el cual tiene dos etapas.

La primera etapa transcurre a lo largo del período de transición del capitalismo al socialismo y se caracteriza, como ya hemos mencionado, por la existencia de varios tipos de relaciones mercantiles.

La segunda etapa del período de extinción de las relaciones mercantiles tiene lugar a lo largo de la primera fase de la sociedad comunista, o sea, durante el socialismo. En esta etapa, las relaciones mercantiles de contenido socialista se desarrollan para extinguirse en la fase superior de la sociedad comunista.

Las  peculiaridades del socialismo le dan a este régimen social cierto carácter de transición entre el capitalismo y el comunismo, lo cual marca el contenido y la forma de una serie de hechos y fenómenos en la economía y la sociedad. La primera fase de la sociedad comunista no  surge sobre una base propia, sino a partir de la formación económica-social precedente: el capitalismo. A su vez, la misión del socialismo consiste en crear las nuevas bases materiales, técnicas y espirituales que requiere el comunismo en su pleno desarrollo.

Marx, en su "Crítica al Programa de Gotha", al caracterizar al socialismo, expresa: "De  lo que aquí se trata no  es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede".

Y más adelante, subraya: "Pero estos defectos son inevitables en la primera fase de la sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad capitalista después de un largo y doloroso alumbramiento. El derecho no  puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado".

"En  la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los  individuos a la división del trabajo, y con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no  sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los  individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los  manantiales de la riqueza colectiva, só1o entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en su bandera: !De  cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades.!¨. (15)

El socialismo, con todas sus inmensas ventajas sobre el capitalismo, aún no  alcanza las bondades de la fase superior de la sociedad comunista. Este marco histórico en que se desenvuelve el socialismo es lo que determina el relativamente poco nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, el bajo grado de maduración de las relaciones comunistas de producción y la insuficiente generalización de la conciencia social entre los  trabajadores.

A lo largo de todo el período que va desde el capitalismo hasta la fase superior de la sociedad comunista, se eleva el nivel de las fuerzas productivas y se desarrolla un proceso de maduración del carácter comunista de las relaciones de producción. Este proceso experimenta un cambio cualitativo al quedar construidas las bases del socialismo, con lo cual termina el período de transición del capitalismo al socialismo. Después continúa el proceso de desarrollo de las relaciones socialistas de producción, pero ya en un plano superior, hasta convertirse, gradualmente, en relaciones comunistas de producción.

El proceso de maduración de las relaciones comunistas de producción se manifiesta en una serie de aspectos, sobre la base de los  cuales surge la necesidad objetiva de la existencia y utilización de las relaciones monetario - mercantiles en el socialismo.

En primer lugar debemos distinguir las distintas formas de propiedad. En el sector socialista de la economía existe un solo tipo de propiedad sobre los  medios de producción, la cual se expresa en tres formas: la propiedad estatal, de todo el pueblo; la propiedad de las cooperativas socialistas; y la propiedad colectiva de los  sindicatos, las uniones de profesionales y otras asociaciones. Además, en el socialismo existe también la propiedad personal, individual, sobre los  bienes de consumo.

Asimismo, pudiera estar presente un remanente de la pequeña propiedad privada mercantil, incluso con
 características capitalistas, o sea, con explotación de trabajo ajeno. Todas estas formas de propiedad se relacionan
entre y determinan que se intercambien productos los  cuales adquieren la forma de mercancías y se comparan
entre sobre la base de la ley  del valor y mediante las relaciones monetario - mercantiles.

En el socialismo, aún dentro del sector estatal de la economía, los  trabajos no  pueden medirse directamente en unidades de tiempo. La división social del trabajo, que sigue presente en el socialismo, determina la existencia de distintos tipos de trabajo: simple y complejo. La comparación entre de estos trabajos diferentes y de sus resultados materializados en los  productos, hace necesario que se traduzcan a un denominador común que permita indirectamente dicha comparación en iguales unidades de medida. Este denominador común es el valor, el cual genera la utilización de relaciones monetario-mercantiles.

Aunque en el sector estatal existe la propiedad de todo el pueblo, su ejercicio no  es homogéneo y se manifiestan rasgos de relativa autonomía de las empresas estatales entre sí.

Esta relativa autonomía tiene lugar sobre la base de la división social del trabajo y la autogestión de las empresas dentro del plan estatal centralizado de la economía. Ello determina que en esta fase las relaciones entre empresas estatales adquieran rasgos de relaciones mercantiles.

Por  otra parte, el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en la fase socialista no  es suficiente para garantizar a todos los  ciudadanos por igual, la satisfacción de sus crecientes necesidades materiales y espirituales. En esto reside la base objetiva de la existencia de la estimulación material en el socialismo, de manera que el que más trabaje para la sociedad, reciba más de la sociedad. El principio socialista de la distribución según el trabajo esta íntimamente ligado al nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.

En la necesidad de la distribución según el trabajo en el socialismo y en la existencia de la estimulación material de los  trabajadores en esta fase influye el hecho de que la conciencia social surge y se desarrolla sobre la base material de la sociedad, pero en el socialismo esto no  ocurre espontáneamente, sino mediante una intensa labor educativa y de formación cultural, moral y ética dirigida conscientemente. Esta conciencia social se desarrolla en forma estratificada entre los trabajadores. Quiere decir que todos los  trabajadores no  tienen, al unísono, el mismo nivel de conciencia social y hay una gama de gradaciones individuales en esta conciencia.

El insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas y de la conciencia social en el socialismo determina la necesidad de la estimulación material de los  trabajadores y de comparar los resultados del trabajo entre y con las normas establecidas de premiación y castigo, lo cual
demanda, a su vez, el empleo del dinero, como medio de distribución, y de las relaciones monetario
- mercantiles para lograr tal comparación, cuantificándose de manera homogénea la medida del trabajo y la medida del consumo.

También debemos distinguir, a escala mundial, la existencia de países capitalistas y países socialistas, así como sus interrelaciones económicas y comerciales.

El mundo capitalista hoy existente se mueve, por ser capitalista, sobre la base de espontáneas leyes económicas, entre las que se destaca la ley  del valor. Estas leyes y los  resultados de su acción se manifiestan en la economía internacional a través del mercado mundial de bienes, servicios, trabajo y capital, coadyuvando a la necesidad de la existencia de relaciones monetario-mercantiles en los  países que construyen la nueva sociedad.

La influencia económica de los  países capitalistas sobre los  socialistas se ha incrementado después de la desintegración de la Unión Soviética y de la desaparición del "socialismo real" en Europa Central y del Este, lo que se manifiesta no  sólo en el comercio mundial, sino también en las relaciones financieras internacionales y en las inversiones extranjeras.

Las  relaciones mercantiles en el socialismo existen sobre una base nueva y con un nuevo contenido el cual las diferencia sustancialmente de las relaciones mercantiles del capitalismo.

Las  diferencias principales son las siguientes:
- las relaciones mercantiles del socialismo se basan en la propiedad social sobre los  medios de producción; las del capitalismo, en la propiedad privada sobre estos medios;
- las relaciones mercantiles del socialismo existen con ausencia de explotación del hombre por el hombre; las del capitalismo persiguen esta explotación mediante el trabajo asalariado;
- las relaciones mercantiles del socialismo se utilizan conscientemente por el Estado socialista en el sistema de planificación centralizada de la economía; las del capitalismo, como tendencia, tienen lugar espontáneamente en medio de la anarquía de la producción, la distribución, el cambio y el consumo;
- en el socialismo, el valor de uso de la mercancía adquiere un significado de primer orden; en el capitalismo, el incremento del valor es el único objetivo de la producción, independientemente del valor de uso en que se materialice;
- en el socialismo, el carácter mercantil de la fuerza de trabajo, la tierra y los  edificios destinados a
la producción es muy restringido y el objetivo principal del dinero ya no  es convertirse en capital; en el capitalismo, todo es mercancía, incluso la fuerza de trabajo, y en manos del capitalista, el objetivo del dinero es convertirse en capital;
- las relaciones mercantiles del socialismo tienen lugar según las leyes económicas de este régimen social, con el fin de satisfacer las crecientes necesidades materiales y espirituales del pueblo, sin crisis cíclicas de la economía generadas por causas internas, sin  antagonismos sociales, sin
conducir a la ruina de unas empresas y al enriquecimiento de otras; las relaciones mercantiles del capitalismo se rigen, en su esencia, por la ley  de la plusvalía y tienen lugar a través de crisis
cíclicas de producción, agudos conflictos sociales y en un proceso que engendra la ruina de muchas empresas y el enriquecimiento desmedido de unas pocas.

La adecuada  utilización de las relaciones mercantiles, unido a un eficaz trabajo político e ideológico en la formación ética y moral de las masas, permite desarrollar las fuerzas productivas e impulsar
la maduración de las relaciones comunistas de producción, lo cual va extinguiendo la propia causa de la existencia de la producción mercantil en el socialismo. Eliminada esta causa, la producción mercantil dejará de existir.

No es posible predecir las formas concretas y las manifestaciones específicas mediante las cuales tiene lugar este desarrollo dialéctico. So1amente la práctica social y las acertadas interpretaciones teóricas en cada momento histórico precisarán las soluciones que conduzcan a la extinción de las relaciones mercantiles en un futuro relativamente lejano.

La utilización de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo se manifiesta en múltiples hechos y fenómenos de la vida social e individual. El carácter mercantil de los  bienes y servicios producidos permite realizar la planificación centralizada mediante los  indicadores financieros y de valor. Con  ellos se establecen las distintas proporciones tanto a nivel de la macroeconomía, como de las ramas y los  territorios, cuantificando en la misma unidad de medida lo producido y lo que debe ser distribuido, acumulado o consumido.

Entre las categorías mercantiles en el socialismo se incluye la rentabilidad de las empresas, que mide el grado de eficiencia con que ésta trabaja, lo cual permite conocer si el resultado de la gestión de la empresa en el uso de los  recursos materiales, financieros y humanos bajo su custodia genera aportes a la sociedad y aumenta la riqueza social o si,  por el contrario, necesita del plusproducto de otras empresas para poder continuar su proceso productivo. Como regla, las empresas deben ser rentables y sólo por excepción, debido a razones muy fundamentadas por la política económica del país, deben mantenerse funcionando empresas irrentables que requieren subsidios del Estado.

Otra manifestación de las relaciones mercantiles en el socialismo lo constituye el balance de ingresos y gastos monetarios de la población. Mediante este balance se lleva a cabo la medida del trabajo y la medida del consumo de los  bienes y servicios producidos, así como se aplica el principio socialista "de cada cual según su capacidad y a cada cual según su trabajo" sobre la base de la escala de salarios, la normación, las primas y los  premios que se organizan con vistas a que reciba más de la sociedad, a través del consumo personal, quien más aportes le brinde.

Como éstas, se pudieran mencionar muchas otras manifestaciones de la existencia y utilización de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo.

Mientras no  se haya implantado la fase superior de la sociedad comunista, podemos llegar a la conclusión de que la utilización de las relaciones monetario-mercantiles en la lucha contra el capitalismo, primero, y por la construcción del socialismo y del comunismo, después, es una ley objetiva para los  pueblos que emprenden el camino de eliminar la explotación del hombre por el hombre y construir una nueva sociedad. Esta ley  objetiva se incluye entre los  temas de estudio de la ciencia de la economía política del socialismo.

A su vez, es necesario también combatir la tendencia de sobrevalorar el papel de las relaciones monetario-mercantiles en la construcción del socialismo. La edificación socialista es, en primer lugar, un acto consciente y, por tanto, no  está sujeto a los  vaivenes del anárquico desarrollo del mercado, como ocurre en el capitalismo.

La producción mercantil en el socialismo no  impone su veredicto arbitrario al hombre, sino que éste se apoya en el mercado y sus características para planificar conscientemente el desarrollo económico y social y alcanzar los  objetivos que traza su política y su filosofía.

La producción mercantil en el socialismo no  se opone a la planificación centralizada socialista ni la subordina a su mecanismo automático. Por  el contrario, la planificación centralizada desempeña un papel primordial que se manifiesta a través de las relaciones monetario-mercantiles y de los mecanismos económicos, los  cuales están subordinados a los  intereses generales de la sociedad socialista. Se  equivocan quienes olvidan esta realidad y subordinan la política y la ideología socialista a los  mecanismos automáticos del mercado.

Es imprescindible criticar sistemáticamente las ideas según las cuales el Estado socialista debería abandonar su función planificadora central y convertirse en algo así como un centro de información y pronóstico del desarrollo económico, el cual sería regulado por la acción espontánea del mercado y la gestión de empresas con absoluta independencia económica, sin  el control directivo del plan estatal central.

Por  otra parte, la acción de las categorías mercantiles en el socialismo no  se manifiesta con la misma intensidad en todos los  ámbitos de actuación del sujeto estatal de dirección económica. En mayor grado se refleja en las relaciones monetario-mercantiles que se establecen entre las empresas y uniones de empresa. Sobre esta base funcionan los  principios de la autogestión financiera, los  cuales se basan, entre otros objetivos, en que la empresa realice sus gastos a partir de sus ingresos y genere, además, un plusproducto, que incluye los  aportes al Presupuesto del estado y determinados fondos descentralizados que quedan a disposición de la propia empresa para su estimulación económica y el proceso de su reproducción ampliada.

En los  eslabones superiores de la empresa y de la unión, o sea, en el ministerio ramal y los  órganos centrales de planificación estatal, la influencia de las categorías mercantiles y del cálculo económico se reduce, adquiriendo más importancia el aspecto centralizado y administrativo de dirección de la economía, y un mayor grado de influencia del aspecto subjetivo y consciente en la toma de decisiones económicas y sociales.

El comunismo exige hombres y mujeres con una elevada conciencia del espíritu colectivo, la ayuda mutua y el internacionalismo. El desarrollo de los  individuos en todos sus sentidos incluye el conocimiento científico de la naturaleza y la sociedad, el dominio de la técnica y su aplicación en la producción, la formación cultural y artística, y, lo que es fundamental, la educación y la formación moral y ética de las masas, que se manifiesta en su conducta social e individual. Un lugar destacado en este proceso lo ocupan los  sentimientos internacionalistas, que superan el aislamiento establecido entre los  hombres, no  sólo por la propiedad privada, sino también por las diferencias entre las naciones.

Las  diferencias entre las dos fases de la nueva sociedad no  debe conducirnos a pensar que entre ellas hay un muro que las separa nítidamente. Dentro del socialismo, que es una primera fase o
fase inferior, comienzan a manifestarse y desarrollarse características y actitudes propias de la fase superior de la sociedad comunista.

Por  ejemplo, en la distribución de bienes de consumo y servicios a la población en el socialismo, la educación y la salud pública se prestan de forma igualitaria para todos los  miembros del colectivo social, según las necesidades de los  usuarios y no  según el trabajo que éstos aportan a la sociedad. En estas condiciones, cada individuo tiene el derecho de asistir a la escuela desde su más temprana edad y a restablecer su salud mediante los  servicios que garantiza el Estado socialista, sin  mediar pago monetario alguno. He  aquí un rasgo de la fase superior de la sociedad comunista.

De  manera similar, la conducta solidaria y los  sentimientos generosos y de ayuda mutua con los demás, el espíritu internacionalista, la entrega al trabajo por el objetivo de servir a la sociedad, son rasgos comunistas en la conducta y la conciencia del hombre que se comienzan a manifestar y desarrollar en la fase del socialismo.

El desarrollo de estos y otros rasgos del carácter comunista debe ser impulsado y generalizado conscientemente desde la fase socialista. La motivación de los  trabajadores en la construcción del socialismo y del comunismo no  se logra mediante el exclusivo incentivo material, sino con la promoción de una adecuada correspondencia entre la estimulación material y moral y el desarrollo de la conciencia individual y social.

El afán de asegurarse un mayor ingreso monetario individual a cuenta de los  demás miembros de la sociedad no  es un rasgo del socialismo, sino de la competencia con fines de lucro propia del capitalismo.

A su vez, en el socialismo es incorrecto contraponer el interés material y el interés moral. Uno  y otro se condicionan mutuamente en unidad dialéctica, en la que lo aportado individualmente por el trabajador se reconoce por la sociedad en los  ámbitos que posibilitan el desarrollo material alcanzado por ella, y el individuo siente la satisfacción del deber cumplido y de los  objetivos que la sociedad exige de cada uno.

En esta unidad, el fortalecimiento de la estimulación moral y la motivación política e ideológica constituye la formación y desarrollo de un rasgo propio de la fase superior de la sociedad comunista, en la que el único incentivo de los  hombres y las mujeres será el moral.

NOTAS

(1)  León Trotsky: "My Life".  Pathfinder Press, New  York, 1987. Página 463.
(2)  Isaac Deutscher: "Trotsky, El Profeta Desarmado", edición, Editorial Era  S.A.,  México DF,
1973, pp 101-102.
(3)  A.G. Löwy:  "El Comunismo de Bujarin", Ediciones Grijalbo, Barcelona, 1972, p. 179.
(4)  Idem, p. 182.
(5)  Idem.
(6)  "Historia del Partido Comunista de la Unión Soviética", Segunda  Edición, Editorial en Letras
Extranjeras, Moscú, s.f., p. 440.
(7)  A.G.Löwy: Ob.  Cit.,  p. 287.
(8)  Eugenio Preobrajensky: "La Nueva Economía", Instituto del Libro, La Habana,1968, p. 167.
(9)Idem, p. 236.
(10) I: V: Stalin: "Problemas económicos del socialismo", Editorial Literatura Política, Moscú, 1952, p. 11 (texto en ruso).
(11) "Resoluciones del PCUS",  Editorial de Literatura Política, Moscú, 1972, t.8, p. 245 (texto en ruso).
(12) Fidel Castro Ruz:  "Informe Central al Primer Congreso del PCC",  Editora Política, La Habana,
1990, p. 105.
(13) "Informe presentado ante el XIV Congreso Nacional del Partido Comunista de China", Beijing
Informa, No.  43 del año 1992, Beijing, pp. 17-18.
(14) Ernesto "Che" Guevara: "Obras 1957-1967", Casa de las Américas, La Habana, 1970, t. II, pp.
299-300.
(15) V. I. Lenin: "Obras Escogidas en tres tomos", Tomo 3, Editorial Progreso, Moscú, 1981, t. 3, p.
289.
(16) C. Marx y F. Engels: "Obras Escogidas en tres tomos", Tomo III.Editorial Progreso, Moscú, 1981,
 t. III, pp. 14-15.



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