"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

jueves, 10 de mayo de 2012

Socialismo y mercado Parte I

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Por Fidel Vascós González

Puede considerarse que la teoría comunista tiene sus orígenes en la descripción social que Platón expuso en La República. En esta obra se formula conceptualmente, por primera vez en la historia escrita, una organización social sin  propiedad privada y de absoluta comunidad de bienes. Por  el carácter clasista de la visión del gran pensador griego, las relaciones comunistas estaban limitadas a los  magistrados, que dirigían el Estado, y a los  guerreros, que garantizaban su seguridad. Los labriegos, que integraban el tercer estamento en la concepción de Platón, estaban condenados a vivir  excluidos del régimen comunitario de propiedad y dedicados únicamente a producir el sustento material de la sociedad.

Las  ideas incluidas en La República fueron retomadas en el Siglo XVI en La Utopía, de Tomas Moro, y en La Ciudad del Sol,  de Tomás Campanella. También influyeron en La Nueva Atlántida, de Francis Bacon, y en el ensayo comunista de los  jesuitas del Paraguay realizado a partir de 1602.

Los socialistas utópicos del Siglo XIX, entre quienes descollan Charles Fourier, Saint-Simon y Robert Owen, también recogieron las ideas comunistas expuestas en La República y las desarrollaron, abarcando a toda la sociedad, a la cual concebían sin  clases diferenciadoras del ser humano. Los utopistas de esta época proponían una sociedad basada en la bondad del Hombre, que alcanzaría su mayor expresión mediante la educación y la formación moral. Su  insuficiencia radicaba en que no comprendieron las fuerzas motrices de la historia y el grupo social llamado a transformar el capitalismo explotador en la nueva sociedad a la que se aspiraba. No obstante, el aporte de estos pensadores no  radica solamente en la caracterización de las relaciones solidarias entre los miembros de las comunidades que describieron, sino en la significación que supieron dar a la formación ética y cultural de la población. Este factor subjetivo ha alcanzado en la actualidad especial relevancia como parte integrante e indispensable del proceso de construcción de la nueva sociedad.

Correspondió a Carlos Marx y a Federico Engels formular la teoría del socialismo científico basada
en la concepción materialista y dialéctica de la historia. Ellos  descubrieron en las relaciones económicas, la base de todo el edificio social; en el desarrollo de las fuerzas productivas, el motor del avance de las sociedades; y en la clase obrera, la fuerza social llamada a dirigir el cambio hacia la sociedad sin  clases y sin  explotación del hombre por el hombre.

Fue Marx quien explicó que al comunismo no  se llegaba inmediatamente después de la desaparición del capitalismo, sino mediante varias etapas, las cuales se iniciaban a partir de un período de transición y se continuaba con el socialismo, concebido como una primera fase de la sociedad comunista. El comunismo sería la última fase de esta sociedad.

La historia del pensamiento socialista y comunista demuestra que estas ideas han venido experimentando cambios a lo largo del tiempo. No se han mantenido estáticas desde sus orígenes en la Grecia antigua, sino que se han ido  modificando en concordancia con el evolutivo entorno histórico. Las  variaciones de la concepción socialista no  sólo se han modificado hasta nuestros días, sino que ocurren actualmente y se proyectan hacia el futuro.

En este devenir, al Siglo XIX le corresponde el momento en que el hombre comienza a comprender la vía  para eliminar su enajenación de los  medios de producción y de los  frutos de su trabajo. Es el siglo de la elaboración de la teoría científica del socialismo, formulada por Marx y por Engels.

El Siglo XX es el de la puesta en práctica de esta teoría. En este sentido, la construcción y desarrollo del socialismo es un fenómeno nuevo que se inició con la Revolución de Octubre de
1917, en Rusia. A partir de este momento y a lo largo de todo el siglo, el socialismo se extendió por Europa, Asia  y América Latina, influyendo decisivamente en el proceso de descolonización del llamado Tercer Mundo y constituyéndose en un factor principal de contención para las pretensiones hegemonistas, agresivas e intervencionistas del imperialismo.

Estos acontecimientos potenciaron las fuerzas democráticas y revolucionarias en el mundo y coadyuvaron a la acción cada vez más unitaria del campo socialista mundial, la clase obrera de los países capitalistas desarrollados y los  pueblos de las naciones subdesarrolladas del planeta.

Los avances así alcanzados en la lucha de clases iban imponiendo al imperialismo y a las fuerzas reaccionarias un derrotero de la historia en favor de las causas populares, la democracia, la independencia nacional, la paz, la justicia social, la revolución y el socialismo. Debe destacarse que estas transformaciones no  sólo ocurrieron en la economía y en la política, sino también en los ámbitos cultural e ideológico de las masas populares, lo cual coadyuvó, a su vez, al asentamiento de las ideas revolucionarias y socialistas en el mundo.

La esencia de las ideas socialistas proclamadas en el Siglo XIX fue ratificada en el XX, aunque el desarrollo histórico y la experiencia práctica acumulada modificaron de manera importante la teoría del socialismo elaborada en el Siglo anterior.

El Siglo XX también fue testigo, en sus postrimerías, del derrumbe de una parte del campo socialista, con la desintegración de la Unión Soviética y la desaparición de los  países socialistas de la Europa Central y del Este, lo que constituyó un duro golpe para el movimiento revolucionario y socialista mundial.

La magnitud de estos eventos le confieren categoría de cataclismo económico-social, iniciándose así un período de reflujo de las ideas revolucionarias y socialistas, con el correspondiente auge de las ideas reaccionarias e inmovilistas. Incluso se llega a proclamar que la desintegración de la Unión Soviética y la desaparición de los  países socialistas europeos constituyen la prueba más fehaciente del fracaso del socialismo como teoría y como aspiración de construir un régimen social más humano y más justo, olvidándose, entre otros factores, de los  logros que muestra el socialismo en Asia  y América Latina, en países que de conjunto abarcan no  menos del 23 por ciento de la población de la Tierra.

Las  causas de los  infaustos reveses ocurridos en el campo socialista europeo aún no  han sido totalmente esclarecidos, aunque se puede adelantar que los  factores internos pesaron más que los externos. En este análisis hay que tener en cuenta no  sólo las cuestiones económicas,   científico-técnicas, militares y políticas, sino también las características culturales históricas del pueblo ruso, que sufrió por siglos el yugo del zarismo.

En los  inicios del Siglo XXI, la teoría socialista está llamada a una nueva transformación como sucedió cien años atrás. Una  transformación que, ratificando la esencia del socialismo científico original como fue plasmado por sus fundadores, modifique los  aspectos que ya no  se avienen a las condiciones históricas contemporáneas. Los nuevos aspectos de la concepción socialista no  pueden elaborarse de manera inmediata e integral, sino a través de un proceso más o menos largo, en el cual se vayan perfilando las ideas en un desarrollo consensuado entre los  luchadores revolucionarios, en el que todos tienen la posibilidad de aportar según sus conocimientos y la experiencia práctica acumulada.

Entre las características de las nuevas condiciones históricas se destaca el proceso de globalización de la economía mundial, con la expansión de las relaciones de mercado y financieras por todo el orbe, todo lo cual hay que tener muy en cuenta al elaborar los  nuevos elementos que se proponen del socialismo.

En la nueva centuria, corresponde hallar las vías para retomar la construcción socialista en un entorno internacional diferente al que existía anteriormente, teniendo en cuenta los  aciertos y errores de los  intentos por construir una sociedad mas justa en el Siglo XX y frente a un capitalismo que, si bien se ha ido  adaptando a las alteraciones del acontecer histórico, ha llevado hasta ellímite el desarrollo de sus contradicciones internas. Se  necesita el diseño de un nuevo proyecto histórico, de un nuevo socialismo: el socialismo del Siglo XXI, que logre resolver las contradicciones que aquejan a la sociedad humana contemporánea.

En este empeño debe reconocerse que en el proceso de avances y retrocesos del socialismo durante el Siglo XX se han formulado ideas y conceptos y se han descubierto principios y leyes económicas y sociales de validez universal y particular, junto a las cuales se han cometido errores y registrado insuficiencias que constituyen lecciones y experiencias negativas a superar. A su vez, hay cuestiones no  totalmente resueltas en la teoría y en la práctica, las cuales requieren de un intenso trabajo creador para su más precisa definición en las nuevas circunstancias.

Entre las cuestiones aún no  plenamente resueltas se incluye el sistema de dirección de la economía socialista, tanto en sus elementos conceptuales como en su aplicación. Uno  de los  temas más polémicos es el vinculado a la existencia de la producción mercantil en el socialismo, al contenido de las categorías mercantiles, el lugar, papel y funciones de los  asuntos monetario - mercantiles en la construcción de la nueva sociedad y las relaciones entre la planificación central y el mercado como reguladores de la economía.

El desarrollo de las concepciones acerca de la producción mercantil en el socialismo no  ha resultado fácil  ni ha tenido lugar en línea recta. Los avances se han logrado a través de retrocesos parciales y desviaciones temporales. En el análisis de este proceso hay que tener en cuenta que las leyes y categorías económicas y sociales tienen carácter histórico. Ello significa que sus esencias no  se manifiestan de igual manera en distintas épocas y en distintos lugares. No existen de manera absoluta, por encima de un tiempo y un espacio determinados. Para interpretar con certeza los acontecimientos de la sociedad humana en su devenir se requiere la aplicación de estas concepciones dialécticas descubiertas por los  fundadores del marxismo-leninismo.

Durante décadas se han formulado y divulgado las más disímiles concepciones sobre la producción mercantil y la ley  del valor en el socialismo; desde el extremo de rechazar la existencia de la producción mercantil en este régimen social, hasta el otro extremo de asegurar que el socialismo no es más que un nuevo modo de producción mercantil cuyo motor impulsor es la espontaneidad y automatismo en el desarrollo económico y social y en el que las leyes del mercado, y no  la planificación centralizada y consciente, son las únicas reguladoras de la economía.

Se  discute el lugar de los  procedimientos y mecanismos económicos en el sistema de dirección y su relación con el factor humano, subjetivo, y con el trabajo político e ideológico en la formación moral y de la conducta ética del hombre en la nueva sociedad a la que se aspira.

Una  de las conclusiones más importantes en este campo, que se puede extraer de la experiencia vivida, consiste en ratificar que el socialismo es el resultado de un acto consciente de la voluntad
del pueblo trabajador expresado en la dirección centralmente planificada de la economía. En la construcción y el desarrollo del socialismo, un papel decisivo lo desempeña el factor subjetivo del sujeto de dirección económica, el cual debe sustituir a la anarquía y la espontaneidad del mercado, características propias del capitalismo. A su vez, no  es posible la construcción del socialismo sin  la utilización de las relaciones monetario - mercantiles y sus categorías inherentes, las cuales deben actuar en los  ámbitos de las metas estratégicas y el control de la planificación central.

Carlos Marx descubrió el contenido de las relaciones mercantiles, vio  en la división social del trabajo la condición para la existencia de las mercancías, y en la propiedad privada sobre los medios de producción, que aísla a los  productores, la causa de la producción mercantil en el capitalismo.

Los orígenes de las relaciones mercantiles se remontan a la época de la comunidad gentilicia y adquieren su más alto desarrollo en el régimen capitalista. Federico Engels subrayó que la producción mercantil puede existir sin  propiedad privada sobre los  medios de producción, como ocurrió en la comunidad primitiva, y sin  explotación del hombre por el hombre, según se aprecia en el régimen de la pequeña producción mercantil. Teniendo en cuenta esta conclusión, se adelanta que, teóricamente, es posible que en el socialismo - en su esencia, un régimen social sin  propiedad privada sobre los  medios de producción y sin  explotación del hombre por el hombre - existan las relaciones mercantiles, con un contenido distinto a las del capitalismo.

Marx y Engels planteaban que, una vez sustituido el capitalismo por la sociedad comunista, la producción mercantil desaparecería. Por  el momento histórico que les tocó vivir, no  pudieron agotar sus análisis acerca de los  pasos, formas y etapas intermedias mediante las cuales transcurriría la extinción de las relaciones mercantiles. Debido a ello, no  estaban en condiciones de precisar que éstas existirían, con un nuevo contenido, en el socialismo, primera fase o fase inferior de la sociedad comunista.

Esta circunstancia ha sido determinante para el surgimiento de la tendencia que concibe la eliminación del mercado y de las características mercantiles y monetarias de la economía como una tarea inmediata en el socialismo.

Correspondió a Lenin, con posterioridad, sentar las bases para el enriquecimiento de la teoría marxista del valor y de las características de la producción mercantil en el socialismo.
Para su estudio, las ideas de Lenin pueden abordarse en varias etapas. La primera corresponde al periodo anterior a la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917. En ella, Lenin desarrolla la teoría marxista del valor y del papel del mercado, y la aplica a las condiciones de la Rusia de aquel entonces. En cuanto a la concepción sobre la producción mercantil en el socialismo, en esta etapa Lenin coincide exactamente con Marx y Engels.

Se  destaca la profundización de Lenin acerca de la vinculación del mercado con el desarrollo de la división social del trabajo, así como el proceso dialéctico de la transformación de la pequeña economía mercantil en economía capitalista.
Fue después de la Revolución de Octubre cuando Lenin sentó las bases, con sus nuevas ideas, para la
 teoría de las relaciones monetario - mercantiles en el socialismo, desarrollando la economía política marxista.

Durante los  primeros meses de existencia del poder soviético, Lenin comprendió que no  era posible suprimir inmediatamente las palancas económicas que hasta entonces ostentaba la burguesía y orientó utilizar las relaciones mercantiles y financieras para debilitar el poder económico burgués y fortalecer el poder político del proletariado, recientemente conquistado. El primer plan de construcción del socialismo en Rusia fue brutalmente interrumpido por la intervención extranjera y la guerra civil,  la cual determinó la implantación del llamado "comunismo de guerra", que obligó a una gran limitación en el empleo de las relaciones mercantiles y a una generalización de los métodos administrativos de dirección.

Finalizada la guerra, Lenin admitió la necesidad de aplicar nuevos métodos económicos para estimular la producción agrícola y fortalecer la alianza obrero - campesina, que es el fundamento del poder político de la Revolución socialista. Sobre esta base, elaboró y aplicó la Nueva Política Económica (NEP),  que introdujo el impuesto en especie, en vez del acopio forzoso de los  productos agrícolas.

Durante este período, Lenin definió que en un país como Rusia, con una gran masa de pequeños productores privados en el campo, la libertad de comercio que impulsaba la NEP generaría el capitalismo, pero que en las condiciones de aquellos momentos ello  no  era inevitablemente fatal para el socialismo, demostrando que en ciertos períodos históricos y mientras el poder político estuviera en manos del proletariado, es posible utilizar el intercambio mercantil y la libertad de comercio para fortalecer la economía y avanzar en la construcción socialista.

En los  últimos años de su vida, desde finales de 1921 hasta su muerte el 21 de enero de 1924, Lenin realizó los  principales aportes que sientan las bases para el desarrollo de las concepciones acerca de la utilización de las relaciones monetario - mercantiles en el periodo de transición del capitalismo al socialismo y en la propia economía socialista.

Antes de este período, aunque Lenin proclamó la necesidad de que el Estado socialista utilizara en su favor las relaciones monetario - mercantiles, continuaba considerando estas relaciones como algo ajeno al socialismo, como una necesidad impuesta por los  vestigios del capitalismo.

El cambio definitivo de este criterio se advierte en la definición de Lenin acerca de que la economía socialista no  sólo se manifiesta en la propiedad estatal sino también en la propiedad colectiva de
las cooperativas. Con  esta precisión se establece que las relaciones mercantiles y el empleo del dinero, que relacionan entre al Estado proletario y a las cooperativas, tienen lugar sobre la base del sector socialista de la economía, en el que no  existen ni la propiedad privada sobre los  medios de producción ni la explotación del hombre por el hombre.

El debate de ideas mediante el cual se formuló la conclusión de que el "comunismo de guerra" tenía que ser cambiado por la Nueva Política Económica constituye uno de los  procesos de mayor riqueza teórica y práctica por el que transitó el país de los  soviets. Su  importancia no  tiene sólo significación particular para la Rusia soviética, sino también para la concepción general de la construcción del socialismo.

Además de Lenin, otros dirigentes del Partido y del Estado, así como académicos, tomaron parte en las discusiones. Sus concepciones al respecto ofrecen un importante marco de referencia para precisar aspectos esenciales de la construcción económica del socialismo en nuestros días.

Desde Octubre de 1917 hasta la segunda mitad de 1918, durante aproximadamente un año, el gobierno soviético contempló una amplia utilización de las palancas económicas, los  bancos, el dinero y el crédito, pero entendía que esta utilización era provisional, pues estas relaciones monetario - mercantiles empleadas se identificaban con el capitalismo y se consideraban ajenas a la naturaleza del socialismo.

Desde principios del año 1919 se implantó la política del "comunismo de guerra", que se mantuvo hasta mediados de 1921. En este periodo se acentuó la negación de la posibilidad de la utilización de las relaciones monetario - mercantiles en la economía socialista. Se  planteó como tarea práctica la eliminación del dinero y del comercio, su sustitución por el intercambio directo de productos y la construcción inmediata del comunismo, acelerando el tránsito por la fase socialista. Durante esta etapa, los  economistas soviéticos intentaron sustituir los  indicadores de valor por una nueva forma de registro económico y de contabilidad.

S. Strumilin y E. Varga propusieron organizar el registro directo de los  gastos de trabajo en unidades de tiempo y no  en dinero. Otros economistas plantearon aplicar solamente el registro en unidades físicas de producción, sin  reflejar la expresión de los  gastos de trabajo social ni siquiera en unidades de tiempo.

A partir de marzo de 1921 se aplicó la Nueva Política Económica (NEP),  impulsada  por Lenin. La importancia principal de esta etapa consiste en que en ella se comienzan a aplicar más ampliamente las relaciones mercantiles para la construcción del socialismo y se empieza a comprender que en la propia economía socialista existen causas que determinan la existencia de la producción mercantil la cual no  depende exclusivamente de las relaciones capitalistas de producción.

Este mérito histórico le corresponde a Lenin, con lo cual sentó las bases para el posterior desarrollo de la teoría económica del socialismo. Esta etapa de la NEP se extendió hasta principios de la década de 1930.

Entre los  dirigentes que durante esa época abordaron el tema del uso de las relaciones mercantiles en el socialismo se destacan Nikolai Bujarin, León Trotsky y Eugenio Preobrajensky. El empeño por esclarecer sus ideas se hace difícil  por lo escaso de la literatura a ellos dedicada sobre este tema y las tergiversaciones que de uno y otro signo político han sufrido sus concepciones. Debido a ello, en este caso no  se pretende ofrecer al lector las conclusiones acabadas y definitivas sobre este asunto, sino abordar un acercamiento a los  distintos puntos de vista en el debate, como un estímulo para profundizar en este aspecto tan medular para el establecimiento del método correcto para la construcción del socialismo, sobre todo en países relativamente atrasados como la Rusia de aquel entonces.

Con  relación a las ideas de Trotsky sobre la NEP, en la versión oficial de la Historia del PCUS se plantea que Trotsky consideraba los  métodos del "comunismo de guerra" como la única posibilidad de la política económica del Estado proletario para la construcción del socialismo no  sólo en el período de la guerra civil,  sino también para el futuro en condiciones de desarrollo relativamente pacífico del país de los  soviets. Con  ello  se reafirmaba el criterio de que Trotsky era contrario a la NEP, lo que significaba contrario al empleo del mercado en la construcción del socialismo y a promover la participación del campesinado, en estrecha alianza con los  obreros, en la defensa y desarrollo de la revolución socialista.

Sin  embargo, el propio Trotsky, en su Autobiografía, concluida en Turquía en 1929, después de haber sido expulsado de la URSS por el régimen de Stalin, rechaza estas aseveraciones e incluso asegura que un año antes del X Congreso del Partido, en el cual se aprobó la NEP, él (Trotsky) había propuesto al Comité Central cambiar los  métodos del "comunismo de guerra" por un sistema que diera más espacio al interés material y a las palancas económicas.

En febrero de 1920, según su Autobiografía, Trotsky propone al Comité Central del Partido su criterio acerca de que los  métodos del "comunismo de guerra" se habían agotado y que era necesario introducir el interés personal para revitalizar la economía. El Comité Central rechazó la propuesta de Trotsky por 11 votos contra 4. Trotsky no  presentó su propuesta al IX Congreso del Partido, celebrado en marzo-abril de 1920, el cual siguió siendo un Congreso del "comunismo de guerra". (1)

Cuando un año después, el X Congreso del Partido abandonó los  métodos del "comunismo de guerra" y aprobó la Nueva Política Económica", propuesta por Lenin, recibió el apoyo inmediato de Trotsky.

No obstante, en sus concepciones económicas Trotsky contraponía el plan al mercado, lo que se refleja en el fragmento siguiente del texto de la Biografía de Trotsky, escrita por Isaac Deutscher, acerca de lo discutido sobre el tema en el XII Congreso del Partido: "A la larga extenderemos la planificación a toda la esfera del mercado, absorbiendo y aboliendo así el mercado." (2)

En el caso de Bujarin, la historia de sus ideas en torno a la NEP es diferente a la de Trotsky. Antes de que Lenin definiera la necesidad de pasar a la Nueva Política Económica, Bujarin era completamente partidario del "comunismo de guerra" como método general para la construcción del socialismo. Después del X Congreso del Partido, Bujarin se dedicó a fondo al estudio de las causas del surgimiento de la NEP y de su papel en la construcción del socialismo en la Rusia soviética.

Según A.G.Löwy en su libro "El comunismo de Bujarin": "El principal descubrimiento de Bujarin-y el más discutido-", asegura Löwy,"se expresa en la expectativa de que el socialismo pleno se desarrolle a partir de la NEP, de sus propias leyes económicas".(3)

Estudiosos de la obra de Löwy  no  son tan categóricos en este criterio y plantean que la aseveración del autor de "El comunismo de Bujarin" no  está fundamentado plenamente en su libro.

No obstante, Löwy  reproduce fragmentos de la intervención de Bujarin en el IV Congreso de la Internacional Comunista, en 1922, en los  cuales advierte de los  peligros del centralismo económico: "Si el proletariado se empeña en tomar en sus manos demasiadas cosas, necesita un aparato administrativo gigantesco. El intento de sustituir a todos los  pequeños productores por funcionarios estatales crea un aparato burocrático tan gigantesco que sus costes sociales son más graves que es  provocados por la situación anárquica propia de los  estamentos de pequeños productores."(4)

Y en el proyecto de Programa de la Internacional propuesto por Bujarin a su IV Congreso se incluye el texto siguiente: "El proletariado victorioso ha de hallar la proporción correcta entre las esferas de la producción que pueden ser sometidas a una dirección centralizada y planificada y las esferas
que, puestas en sus manos, sólo significarían un lastre. Estas últimas se tienen que dejar en manos de la iniciativa privada." (5)

El texto de Bujarin no  fue incluido en el documento que se discutía porque, en definitiva, el IV Congreso de la Internacional Comunista aplazó la aprobación del Programa.

En la Historia del PCUS se incluye la siguiente apreciación de la actividad de Bujarin en torno a la NEP a fines de la década de 1920: "Las  dificultades de la reestructuración socialista y la inevitable agudización de la lucha de clases en el país, como consecuencia de la ofensiva del socialismo, provocaron vacilaciones en las capas pequeñoburguesas de la población. Esto tuvo su repercusión también en el partido: se formó el grupo de los  capituladores de derecha con Bujarin, Rykov y Tomski al frente. Bujarin había lanzado ya en 1925 la consigna de "¡enriquecéos!". Esta consigna significaba de hecho una política de apoyo a las haciendas de los  kulaks en el campo... tan pronto como el partido pasó a la ofensiva decidida contra los  kulaks, los  líderes derechistas intervinieron abiertamente contra la política de industrialización socialista del país y de colectivización de la agricultura."(6)

La consigna de "`¡enriquecéos!" la pronunció Bujarin el 17 de abril de 1925 en el Teatro Bolshoi de Moscú en una reunión del partido, dentro del texto siguiente: "...Nuestra política en el campo tiene que tender a suavizar y eliminar en parte las muchas restricciones que impiden el desarrollo de las haciendas de los  campesinos acomodados y de los  kulaks. Hemos de decir a los  campesinos, a todos los  campesinos: enriquecéos, desarrollad vuestras granjas, no  temáis que vayamos a tomar medidas coactivas contra vosotros."(7)

Posteriormente Bujarin rectificó la consigna explicando que no  se trataba de fortalecer a los  kulaks sino de levantar las muchas restricciones que impedían el desarrollo de todos los  campesinos. Planteó que, en definitiva, no  más del tres o cuatro por ciento de los  campesinos eran kulaks y campesinos acomodados, y que no  habría mayor peligro en desarrollar las haciendas tipo farmers norteamericanas, manteniendo las adecuadas proporciones entre las distintas capas campesinas.

Eugenio Preobrajensky expuso sus concepciones en el libro "La Nueva Economía", publicado en Rusia en 1926. Esta obra constituyó, en su época, el más completo e integral intento de explicar las transformaciones en la teoría económica de Marx y sus categorías sobre la base de las experiencias prácticas acumuladas por el poder obrero y campesino en los  nueve años transcurridos en Rusia después de la Revolución de Octubre.

Las  ideas principales de su tesis giran en torno al nuevo concepto de la ley  de la acumulación socialista originaria y su lucha contra la ley  del valor. Preobrajensky destaca que en el capitalismo rige en forma determinante la ley  del valor; y que en la economía de transición al socialismo en Rusia, preside la ley  de la acumulación socialista originaria. En Rusia, dentro del cerco hostil de los países capitalistas, con 3 millones de obreros industriales y 22 millones de haciendas campesinas privadas en su economía interna, la única posibilidad para lograr la supervivencia del socialismo consistía, según Preobrajensky, en garantizar la acelerada acumulación ampliada de la industria estatal extrayendo los  recursos necesarios para este fin del sector no  socialista de la economía, principalmente de la economía campesina.

Preobrajensky contrapone el plan estatal socialista al mercado como reguladores de la economía en el período de transición. Al respecto plantea: "Nosotros oponemos la producción mercantil a la economía socialista planificada, el mercado a la contabilidad de la sociedad socialista, el valor y el precio a los  gastos de trabajo de la producción, la mercancía al producto."(8)

El triunfo de socialismo lo ve Preobrajensky como el triunfo de la economía estatal sobre la economía privada en un proceso lo más acelerado posible y en creciente conflicto hasta su conclusión:"...la forma socialista de economía no  puede existir en el cerco de la producción mercantil privada sobre la base de la coexistencia pacífica." (9)

Este criterio conducía a concebir la superación de la NEP mediante un rápido proceso de creciente agudización de la lucha de clases interna en Rusia.

Una  vez aprobada y puesta en marcha la NEP, el tema discutido era si ésta debería desaparecer mediante una "ofensiva socialista" que en relativamente breve tiempo diera paso a una exclusiva economía estatal y a métodos similares a los  del "comunismo de guerra", o si la construcción del socialismo se realizaría a través de un largo proceso de economía mixta, tanto estatal como privada, en el que la ley  del valor tendría un importante papel como regulador de la actividad económica.

Trotsky y Preobrajensky eran partidarios de la primera opción, mientras que Bujarin defendía la segunda alternativa, aunque quizás éste no  se percató con suficiente claridad del peligro que significaba para la revolución socialista la existencia de una clase de poderosos propietarios ricos en el campo.

El final de estas tres personalidades de las ciencias económicas y sociales fue trágico. Bujarin y Preobrajensky fueron fusilados durante las represiones stalinistas de la década de 1930. Trotsky fue asesinado en 1940, en Ciudad México, presumiblemente por órdenes de Stalin.

Por  su parte, Lenin demostró que el "comunismo de guerra" constituía una medida provisional impuesta por las condiciones particulares de la guerra civil  que se desató en Rusia, y no  el método necesario e inevitable para todos los  países que construyen el socialismo. El método permanente y que se repetiría como una necesidad en todos los  países era el que reflejaba la Nueva Política Económica, la cual constituía la continuación, en las nuevas condiciones, del acertado plan de construcción socialista aprobado por el Gobierno soviético en abril de 1918 y que contemplaba la utilización de las palancas económicas, el mercado, los  bancos y el dinero para la lucha contra la burguesía.

El "comunismo de guerra" fue un paréntesis eventual, para las condiciones de Rusia, en el camino inevitable de la utilización del mercado y las relaciones monetario-mercantiles en la construcción del socialismo.

Lenin comprendió que con la terminación de la guerra era necesario modificar los  métodos de dirección e introducir, junto a los  administrativos, nuevos métodos económicos.

La Nueva Política Económica fue discutida y aprobada por mayoría en el X Congreso del Partido, en marzo de 1921, y se reafirmó en la X Conferencia de toda Rusia del Partido, en mayo del mismo año. En esta Conferencia se discutió el trabajo de Lenin "Sobre el impuesto en especie".

También resulta conveniente analizar la experiencia teórica y práctica acumulada durante el período de Stalin acerca del empleo de las relaciones mercantiles en el socialismo. La Constitución Soviética de 1936 declaró concluido, en lo fundamental, el período de transición del capitalismo al socialismo en la URSS.  Durante esos años se discutió mucho el papel de la producción mercantil en el socialismo. No obstante las diferentes interpretaciones acerca de este tema, en los  documentos oficiales del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS)  y del Gobierno soviético se recoge la línea de no  rechazar la utilización de las relaciones mercantiles en el establecimiento y desarrollo de la economía socialista.

En el período posterior a la muerte de Lenin y hasta los  inicios de la Gran Guerra Patria en 1941, se desarrolló un proceso en el cual, por una parte, se fortaleció la utilización de las relaciones monetario - mercantiles en el socialismo, mientras que, por otra, se desarrollaron también medidas y concepciones que debilitaban la aceptación de la producción mercantil en el socialismo y desfiguraban su correcta aplicación.

Las  decisiones adoptadas en el XVII Congreso del PCUS,  celebrado en 1934, impulsaron el esclarecimiento de estas concepciones en la dirección correcta. En el Congreso se criticó la idea de suprimir el comercio y el dinero en la fase socialista y se subrayó que la actividad económica principal del momento era la lucha por la aplicación del cálculo económico en todos los  eslabones de la economía nacional, por el fortalecimiento de la disciplina financiera, de la planificación y de las relaciones económicas entre la ciudad y el campo.

En vísperas de la Gran Guerra Patria se desplegó una intensa discusión acerca de la actuación de la ley  del valor en el socialismo. La profundización en este análisis fue interrumpido por la agresión militar de la Alemania fascista, en junio de 1941. No obstante, los  estudios teóricos sobre este tema no  se suprimieron por completo y en 1943 se proclamó por primera vez, en un artículo de la revista teórica del Partido "Bajo la bandera del marxismo", que la ley  del valor actúa en el socialismo, pero de una manera transformada. Esta concepción representaba un avance, pues subrayaba que la ley del valor existe también en el socialismo; pero, a su vez, mostraba un elemento débil, pues implícitamente consideraba que la acción de la ley  del valor en el nuevo régimen social era solamente una herencia del capitalismo, sin  una base objetiva en la economía socialista. En el mundo académico de la URSS se aseguraba que este artículo exponía las concepciones de Stalin sobre el tema y que su edición había sido revisada y aprobada personalmente por él,  aunque la revista no  registra esta afirmación.

Fue en 1951 cuando se aprobó el manual de economía política que incluyó, como aspecto novedoso, un capítulo independiente para la economía política del socialismo. En el manual se dejó atrás el concepto de que la ley  del valor en el socialismo era "transformada" y se profundizó en la naturaleza de las categorías mercantiles y su utilización en el socialismo.

Las  ideas de Stalin acerca de la producción mercantil en el socialismo, publicadas en marzo de
1952, resumen los  avances alcanzados y las limitaciones presentes en las concepciones de aquel momento. En su esencia, Stalin criticó con razón a los  que negaban el carácter objetivo de las leyes económicas en el socialismo y subrayó que las relaciones mercantiles tenían una base en el propio régimen socialista. No obstante, vinculó esta base sólo a las diferencias de las dos formas de la propiedad colectiva sobre los  medios de producción en el socialismo: la estatal, de todo el pueblo, y la cooperativo-koljosiana. Así, Stalin no  aceptaba el carácter mercantil de la producción dentro de la propiedad estatal sobre los  medios de producción.

Las  concepciones de Stalin acerca del mercado y la planificación en el socialismo dominaron el pensamiento económico oficial de los  países socialistas hasta la década de 1960. Nuevas definiciones sobre estos temas fueron proclamadas por el XXII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética  (PCUS), en 1961.  A su vez, significativos aportes a la teoría de la utilización del mercado en el socialismo fueron realizados por el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC),  en 1975; y por el XIV Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh), en 1992.

En el XXII Congreso del PCUS se aprobó el Tercer Programa del Partido. El desarrollo posterior de los  acontecimientos en la URSS,  sobre todo su desintegración en diciembre de 1991, demostraron tanto la inconsistencia del proceso de llevar a la práctica las concepciones plasmadas en el Programa, como los  errores cometidos en las propias ideas incluidas en el documento.

Quizás la concepción más errónea proclamada en el Programa consistió en plantearse como objetivo inmediato la construcción del comunismo. Se  pretendió describir en sus detalles las características del comunismo y se incluyó un cronograma de tareas, en dos etapas, para lograrlo.

En la primera etapa, de 1961 a 1970, la URSS sobrepasaría a los  EEUU de América en la producción per cápita; quedarían resueltas, en lo fundamental, las necesidades de vivienda de la población; desaparecería el trabajo físico pesado; en la URSS se implantaría la jornada laboral más corta del mundo.

La segunda etapa concluiría en 1980. En ese año se alcanzaría la abundancia de bienes materiales y culturales y la sociedad soviética podría pasar a la aplicación del principio de distribución según las necesidades. En el Programa se planteó que en 1980, en la URSS,  se habría construido en lo fundamental la sociedad comunista.

No obstante éstas y otras concepciones equivocadas incluidas en el Programa de 1961, no  todas las ideas en él planteadas deben considerarse erróneas. A pesar del descalabro teórico y práctico que significa la desaparición de la Unión Soviética y de todo el campo socialista europeo, la lucha de esos pueblos por construir una sociedad más justa acumuló una experiencia, tanto en lo positivo como en lo negativo, que no  puede ser desechada.

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