"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 1 de enero de 2012

Economía y Comercio en China


Por Andrés  Humberto Chong Geng
Al iniciarse el siglo XXI, China ha logrado salir indemne de las crisis y mantenerse como una “isla”, y ha contribuido a la estabilidad de la región. Sin embargo, esto no quiere decir que esté libre del impacto de las turbulencias económicas mundiales, dada su cada vez mayor interaccion con el resto del mundo.
A juzgar por los principales indicadores económicos, y a pesar de los problemas que se originan en su economía, en pleno tránsito de la planificación central a la economía de mercado, China ha logrado en los últimos años un alto crecimiento económico, con tasas cercanas al 8%. El comercio exterior ha mantenido un superávit comercial, lo que le permite disponer de una de las mayores reservas de divisas del mundo.
A pesar de que la situación económica general de China ha mejorado notablemente, existen todavía problemas estructurales serios por corregir, entre ellos la debilidad de la base agrícola, la irracionalidad de su estructura económica y las deudas incobrables resultado en buena medida de un sistema bancario obsoleto. Muchas empresas están fuertemente endeudadas, trabajan a pérdida y se ven obligadas a despedir a parte de su personal; todos estos problemas han provocado una gran preocupación en el Gobierno Central.
Con estos antecedentes, China planea reajustar aun más su estructura económica a fin de mantener un desarrollo saludable. En los últimos años el país ha fortalecido su poderío económico integral  mediante el aumento de la inversión y la ejecución de nuevos proyectos. En este proceso de reestructuración económica, China ha prestado especial atención a la mejora de la calidad y la eficiencia, y ha conseguido grandes éxitos en la construcción económica, desarrollando las industrias básicas y creando una nueva fuerza dinámica y económica; pero este progreso aún no ha satisfecho las expectativas.
A medida que se liberaliza la economía, el flujo de capitales extranjeros es cada vez mayor. El Gobierno chino se esfuerza por mejorar el ambiente inversor poniendo un mayor énfasis en la construcción de infraestructuras, tanto por su magnitud como por la cantidad  de proyectos que requieren inversiones foráneas. Los pedidos de importación abarcan productos de alta tecnología, equipos para el desarrollo de la construcción económica, productos agro-industriales y materias primas. Los fondos para estas importaciones están asegurados, aunque para lograr la estabilidad de su economía, China seguirá insistiendo en la política de mutuo beneficio.
El Gobierno chino es consciente de que se requieren mayores esfuerzos, a fin de desarrollar nuevas industrias -- especialmente las de tecnología-- y formar grandes conglomerados que puedan ser competitivos en los mercados internacionales. También se debe acelerar la actual reforma de la vivienda en consonancia con el incremento de la construcción de nuevas viviendas tanto en las ciudades como en el campo, lo cual a su vez traerá un mayor desarrollo de la industria de la construcción.
Un sector que debe destacarse es el relacionado con el turismo, que, a pesar de las crisis en la zona y la contracción de otras áreas económicas, ha mostrado en los últimos años un robusto desarrollo y ha continuado con la tendencia creciente de años anteriores. Según las informaciones disponibles, China ha recibido en los últimos años más de 60 millones anuales de turistas extranjeros e internamente se registran también desplazamientos de alrededor de 700 millones de viajeros por año. Este gran movimiento de personas genera unos ingresos de alrededor de 45 mil millones de dólares, de los cuales alrededor de 13 mil millones representan ingresos netos del exterior, lo que equivale aproximadamente al 1.5 por ciento del PIB chino.
La crisis asiática pasará a la historia como una de las peores crisis económicas del siglo XX. Este período será recordado por la recesión, la fluctuación de las monedas, los cambios políticos y el final del llamado “milagro asiático”. Hasta entonces el mundo contempló maravillado la fuerza de los “tigres de la economía”. Hasta hoy día los inversionistas no pueden creer que los gobiernos que lograron grandes crecimientos para sus economías sean incapaces de salir de la recesión.
El siglo XX ha sido testigo de que parte de las crisis son financieras y están relacionadas con el movimiento de las monedas. Así, la crisis de los países asiáticos estuvo marcada por un sorpresivo cambio en los precios de sus activos. Los especialistas calculan que alrededor de 2 billones de dólares de riqueza financiera desaparecieron de Asia. El ingreso se redujo alarmantemente y los costos sociales continúan incrementándose. Según economistas de importantes instituciones financieras, “esta crisis de deuda” se debió principalmente al exceso de crédito internos y a la entrada masiva de capitales a corto plazo para financiar gastos de los gobiernos.
A juicio de los economistas, una de las principales causas de la crisis asiática fue la sobrevaloración de sus monedas locales, utilizando el tipo de cambio como “ancla” para controlar la inflación. Ello motivó un desequilibrio del comercio, acumulando grandes déficit en cuenta corriente, lo que llevó a los países a una de las mayores devaluaciones de sus monedas. Se pudo apreciar que estos países tenían algo en común: el sostenido déficit en sus balanzas de pagos internacionales.
En tales circunstancias, una vez que el capital foráneo se reduce o deja de afluir, se produce una fuga de capitales y los efectos se ven agravados por la crisis de confianza provocada por las dificultades en el cobro y la consiguiente devaluación de las monedas. Hasta el momento, China se mantiene al margen de las turbulencias financieras; sus exportaciones han sido afectadas ligeramente; su economía mantiene su ritmo de crecimiento; el nivel de la deuda externa se mantiene por debajo de los límites admitidos internacionalmente y las inversiones extranjeras continúan llegando.
Las autoridades chinas han sacado varias lecciones de la crisis financiera de Asia. Si un país desea mantener un desarrollo estable de su economía, tiene que persistir en el mantenimiento del control macroeconómico, mantener un sistema financiero sano y estable, aplicar un sistema monetario razonable, contar con suficientes reservas de divisas y promover una apertura financiera prudente.
Por otro lado, una de las medidas más importantes adoptadas por el Gobierno chino ha sido expandir la demanda interna con el fin de asegurar la consecución de las metas fijadas para el crecimiento macro y microeconómico. En tal sentido, se ha incrementado la inversión en infraestructuras agrícolas, en transportes y comunicaciones, en redes eléctricas rurales, en la construcción de silos para cereales y en la construcción de infraestructuras urbanas.
Asimismo, el Gobierno ha reajustado su política de préstamos bancarios y los reglamentos sobre la inversión y el acceso al mercado de capitales, con el objeto de estimular a las empresas a realizar inversiones. Entre otras medidas adoptadas para activar el consumo destacan la reforma del régimen de viviendas, la expansión de los créditos y el desarrollo del turismo. Los ingresos de la población rural han aumentado y el Gobierno ha realizado más esfuerzos para mejorar el suministro de energía y agua, y la red viaria, así como para promover el desarrollo de pequeños núcleos de población. Los salarios de los empleados públicos también se han incrementado.
El comercio exterior de China ha tenido algunas dificultades debido a la ralentización del  crecimiento de la economía mundial. Los principales países en desarrollo, que son los principales socios comerciales de China, ven que el crecimiento económico es lento y no vislumbran signos de recuperación a corto plazo. Los datos sobre las exportaciones chinas mostraban un ligero crecimiento hasta la primera mitad del 2001, pero en junio éstas cayeron desde una tasa de dos dígitos hasta valores negativos. Esta situación se vio agravada por los atentados que tuvieron lugar el 11 de septiembre contra las torres gemelas de  Nueva York. Por todo ello, en el 2001 las exportaciones netas contribuyeron negativamente al crecimiento del PIB.
También se han tomado otras importantes medidas, como la aceleración de la reforma de las políticas relacionadas con el comercio exterior, concretada en la suavización de las restricciones impuestas a las exportaciones de las empresas no estatales y la intensificación de la lucha contra el contrabando. Asimismo, se está animando a las empresas nacionales a tener un buen comportamiento económico para que puedan hacer nuevos negocios fuera de China, utilizando tecnología y equipos propios para incrementar sus exportaciones mediante el montaje y procesamiento en el extranjero. Estas operaciones se desarrollan principalmente en el campo de la industria ligera. 
Su ingreso en la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha ido acompañado de la firma de acuerdos bilaterales con los países miembros. Ello implica que China se ha comprometido a adecuar gradualmente sus estructuras económicas y legales a las prácticas del comercio internacional libre y competitivo; y lo que es más importante, significa que la comunidad internacional ha reconocido el proceso de modernización y reforma económica de China, hecho que la convierte en un socio confiable, cuya economía sabrá desenvolverse como cualquier economía moderna interesada en desarrollar las relaciones económicas y comerciales con el resto del mundo.


Desafortunadamente, en ciertos sectores de la clase política y empresarial latinoamericana existe todavía un gran desconocimiento del tremendo potencial de este país; más aun si tenemos en cuenta que China, con Hong Kong y Macao, lleva camino de convertirse en pocos años en una de las primeras potencias económicas mundiales.
Bajo esta realidad expectante, China  debe ejercer el liderazgo de los países en desarrollo en razón de ser el más poblado de ellos, tener la mayor economía y el mayor poder militar. En tal sentido, desde hace varios años China viene fortaleciendo sus vínculos con países de América Latina, Asia  y África, zonas geográficas que, por la complementariedad de sus economías,  pueden convertirse en importantes aliados, no sólo en el terreno político, sino también y principalmente en los ámbitos económico y comercial.


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