"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

jueves, 31 de mayo de 2012

PIB de Estados Unidos se desacelera en primer trimestre más de lo supuesto

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PIB de Estados Unidos se desacelera en primer trimestre más de lo supuesto



El PIB real de Estados Unidos creció en el primer trimestre de 2012 un 1,9% después de haber aumentado un 3,0% en el cuarto trimestre del año pasado. Esta tasa de crecimiento fue 0,3 puntos porcentuales menos que el "avance" publicado en abril que anticipaba un incremento de 2,2%. Mientras tanto, el número de trabajadores estadounidenses que solicitó subsidio por desempleo siguió en aumento. En los últimos 4 trimestres, el PIB real creció un 2,0%.

En el primer trimestre destacó la aceleración en el gasto de los consumidores que fue más que compensada por la desaceleración de la inversión en inventarios. El gasto del consumidor fue fuerte en el primer trimestre, aumentando un 2,7% tras haber subido un 2,1% en el cuarto trimestre. El aumento del primer trimestre fue el mayor desde el cuarto trimestre de 2010. El gasto en servicios y bienes no duraderos acelerados, ayudó a compensar la desaceleración en el gasto en bienes duraderos.

La desaceleración de la inversión en inventarios refleja una fuerte caída en la inversión en inventarios de los fabricantes de bienes, sobre todo en equipos industriales, computadores y software, lo que contribuyó a la desaceleración del crecimiento económico. Las revisiones del PIB a la baja para el primer trimestre fue en gran medida producto del descenso de la inversión en inventarios, manufactura y venta al por menor. El desempleo retomó el camino al alza y las solicitudes de subsidio al desempleo llegaron a 383 mil personas.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Un Plan B para China

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Por Yu Yongding, President of the China Society of World Economics, was formerly Director of the Chinese Academy of Sciences Institute of World Economics and Politics.

 A pesar de las reiteradas garantías de los líderes de la Unión Europea, tras más de dos años todavía no hay una luz al final del túnel de la crisis de la deuda europea. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, dijo hace poco al Parlamento Europeo que no hay "Plan B", en referencia a una posible salida griega de la eurozona.
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Esas palabras pretendían sonar tranquilizadoras. Pero, tras tantas decepciones, China no puede aceptar sin más las garantías de los políticos europeos, que ni siquiera ellos saben si pueden cumplir. China debe tener su propio Plan B en caso de que Grecia deba salir de la eurozona.
De hecho, es cada vez más probable que Grecia incumpla sus obligaciones en materia de rescate. Si eso sucede y la "troika" (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) corta el apoyo financiero, la salida de Grecia del euro será casi inevitable. En ese caso, China debe estar preparada para cualquier crisis financiera global que pueda sobrevenir y sus consecuencias en el largo plazo.
Para empezar, los funcionarios chinos no deben hacerse ilusiones de que el país será inmune al contagio financiero. La salida griega golpearía a los bancos europeos que poseen bonos soberanos de  los países periféricos de la eurozona. A su vez, las ondas de choque del proceso de desapalancamiento se extenderán a mercados emergentes como China.
Si bien la exposición de los bancos e instituciones financieras chinas a los papeles soberanos y los activos del sector bancario de la eurozona es insignificante, la fuga de capitales de los mercados de riesgo tras la salida de Grecia podría rivalizar, e incluso superar, la ocurrida en las semanas posteriores al colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008. En comparación con 2007 y 2008, la participación de los inversores extranjeros en los mercados emergentes es mucho mayor, debido a la relativa fortaleza económica de estos países en los últimos años y los bajísimos rendimientos de los activos financieros en los mercados desarrollados.
De hecho, China ya sufrió los efectos de desapalancar a finales del año pasado, cuando el sistema financiero europeo parecía al borde del colapso. En momentos que los bancos europeos se agachaban ante la tormenta, la tasa de cambio del renminbi cayó durante 11 días consecutivos, a pesar de que China contaba con un superávit de cuenta corriente.
Así, la oportunidad no podría ser peor para promover la idea de acelerar la liberalización de las cuentas de capitales. Por el contrario, el Banco Popular de China (BPC) y otras autoridades pertinentes deben sopesar la implementación de controles de capitales, suspensiones de mercado y la provisión de liquidez de emergencia.
Se trata de medidas no muy diferentes de las que la eurozona tendrá que adoptar en caso de una salida de Grecia. Idealmente, la respuesta se coordinaría con los socios internacionales de China en el G-20. La infraestructura para tal cooperación se ha desarrollado considerablemente desde 2008, y China no debe rehuir promover su aplicación de manera proactiva.
Además, China debe tener un plan de mediano plazo para hacer frente a las consecuencias económicas de una salida griega. En caso de que el contagio sea limitado, con Grecia como única baja, la caída de la producción de la eurozona puede ser grave pero no catastrófica. Sin embargo, la UE es el socio comercial más importante de China, y el país deberá estar preparado para una seria pérdida de empleos en su sector exportador.
La experiencia de Japón muestra que una recesión producida por una crisis financiera puede ser muy prolongada, debido al largo proceso de desapalancamiento. Es muy probable que la actual recesión se prolongue por muchos años tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea. Por ello, el gobierno de China debe tener un plan de mediano y largo plazo para abordar los problemas que genere una crisis mundial interminable.
Además, China debe tener un plan de mediano plazo para hacer frente a las consecuencias económicas de una salida griega. En caso de que el contagio sea limitado, con Grecia como única baja, la caída de la producción de la eurozona puede ser grave pero no catastrófica. Sin embargo, la UE es el socio comercial más importante de China, y el país deberá estar preparado para una seria pérdida de empleos en su sector exportador.
Algunos de los problemas serán el aumento del desempleo y la necesidad de reasignar recursos fiscales a quienes estén en el paro, cuyo bienestar es fundamental para la preservación de la estabilidad social. Más importante aún, el gobierno chino debe hacer frente a la necesidad de implementar reformas estructurales encaminadas a reorientar el modelo de crecimiento de China hacia uno que ponga mayor énfasis en la demanda interna.
Aunque sin duda será objeto de controversia, especialmente en un año electoral en Estados Unidos, se debe dar al renminbi suficiente flexibilidad en ambas direcciones cuando sea necesario. Uno de los mayores fracasos de la periferia de la eurozona es la pérdida de competitividad, oculta por un muro de crédito del que se ha aprovechado el balance de Alemania. Esto es siempre insostenible. Si el BPC lleva a cabo medidas de flexibilización, no deben utilizarse para evitar dolorosas reformas estructurales.
Por último, China debe estar preparada para tender una mano. Para asegurar que la integridad de la eurozona después de la salida de Grecia no enfrente más amenazas inmediatas, China debe unirse a sus socios internacionales para crear a través del FMI un muro de contención suficientemente creíble. Sin embargo, la eurozona -y Alemania en particular- debe reconocer plenamente las causas fundamentales de la salida de Grecia y comprometerse a dar pasos hacia la unión fiscal, aceptando además que un enfoque únicamente de austeridad para los miembros en situación de riesgo es un callejón sin salida.
Por supuesto, la reforma de gobierno del FMI también tendrá que ser parte de la discusión. Mientras tanto, es probable que por necesidad la eurozona deba abrirse más a la inversión extranjera, y las compañías chinas con abundante dinero en efectivo deberían seguir aprovechando oportunidades a través de la inversión extranjera directa o adquisiciones corporativas.
Si se implementan un muro de contención adecuado y los europeos se comprometen con las reformas estructurales, se avanzaría mucho para calmar los mercados y reducir los riesgos a los que otras contribuciones chinas pudieran enfrentarse. En otras palabras, todo tipo de asistencia que China proporcione debe ser "aportar buen dinero tras buenos resultados potenciales."
Una potencial salida de Grecia representará desafíos completamente nuevos para China en los próximos meses, y el país debe evitar la autocomplacencia sobre su propia exposición. Lo que necesita hoy mismo es contar con un plan de batalla para el presente y el futuro.

martes, 29 de mayo de 2012

Cuba debe acelerar la reforma para recuperar el tiempo perdido

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Por Gerardo Arreola

Cuba no puede aplicar un mecanismo de choque para abrir su economía, pero tiene que hacer todo lo posible para acelerar la reforma y así recuperar el tiempo perdido, según la recomendación de un reporte académico.
El economista cubano Pavel Vidal hizo un estudio comparativo de las reformas en Cuba y Vietnam, que publicó el Instituto de Economías en Desarrollo de la Organización para el Comercio Exterior de Japón (Jetro, por sus siglas en inglés).
El autor recomienda que la liberalización de la economía cubana no se quede en la agricultura y la microempresa, sino que facilite el surgimiento de un sector privado más amplio y el ingreso de inversión extranjera directa para impulsar la productividad y aprovechar el alto nivel de desarrollo social de la isla, en especial en la educación.
Pero subraya que encontrar el ritmo de los cambios es crucial. Frente a lo que hizo Vietnam en su momento, las desventajas de Cuba al emprender ahora su reforma son el gran tamaño de su sector estatal, la falta de experiencia reciente con el mercado y la tardanza de sus dirigentes en reconocer los problemas estructurales del modelo y la necesidad de cambios dramáticos. Una visión pesimista sobre la actual reforma es que es demasiado poco, demasiado tarde.
Vidal es investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana. Con distintos enfoques, insiste en su estudio en la relevancia de emprender los cambios en el momento oportuno.
Recuerda, por ejemplo, que gracias a que ya había iniciado su apertura, Vietnam evitó un retroceso al desaparecer la Unión Soviética en 1991, mientras que el colapso de la antigua potencia socialista arrastró a Cuba a una profunda crisis.
En la situación actual, descarta que Cuba se lance a modificar todo a la vez, porque por esa vía pudiera fracturarse la estabilidad institucional y macroeconómica.
Considera que incluso Vietnam, con medidas de choque en algunos periodos, tuvo que esperar varios años para alcanzar transformaciones significativas en su modelo. Pero apunta la necesidad de que la isla acelere el paso actual para recuperar el tiempo perdido.
El autor señala que la mayoría de los cubanos son escépticos de que el gobierno pueda alcanzar una economía eficiente y productiva y mejorar el nivel de vida. Raúl Castro tiene 80 años y no está visible una nueva generación de líderes. La dirigencia actual está en una encrucijada, pues quiere ejecutar una reforma gradual, pero el tiempo corre.
El investigador reseña que al iniciar la Doi moi (renovación) en 1986, Vietnam se parecía a la Cuba actual por el modelo de corte soviético. Sin embargo, el sector estatal vietnamita era pequeño y permitía un big bang, es decir, una batería de reformas de un solo golpe. La abundancia de pequeñas empresas privadas en el sur del país facilitaba los cambios orientados al mercado.
Por el contrario, la existencia de un amplio sector estatal en Cuba aconseja un ritmo moderado. En la isla es más difícil cambiar la mentalidad de las personas después de 50 años de vivir bajo las mismas reglas e ideología contra el mercado y el sector privado.
Especialista en finanzas públicas, el autor se detiene a examinar la meta oficial de unificación monetaria entre el peso cubano y el peso convertible (mayor que el primero 25 a 1 y equivalente al dólar).
Anota como muy positiva en ese camino la apertura de los servicios bancarios al sector privado, el año pasado, pero subraya la necesidadinevitable de devaluar la tasa de cambio (uno a uno) que rige para empresas estatales, mixtas y entidades oficiales.
La devaluación tendría que ser más gradual que en Vietnam, concluye Vidal, porque las numerosas empresas estatales grandes y medianas hacen que la economía cubana esté menos preparada para reaccionar a incentivos cambiarios.

La ciencia de predecir el riesgo con precisión

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La ciencia de predecir el riesgo con precisión

Por Dylan Evans

La mayoría de nosotros tenemos que estimar probabilidades todos los días. Ya sea un corredor que apuesta al precio de una acción, un abogado que evalúa la confiabilidad de un testigo o un médico que considera la precisión de un diagnóstico. De forma consciente o no, pasamos gran parte de nuestro tiempo adivinando sobre el futuro basados en información incompleta. Lamentablemente, décadas de investigación indican que los humanos no somos muy buenos para esto. La mayoría, por ejemplo, tendemos a sobreestimar ampliamente las posibilidades de ganar la lotería, mientras que de forma similar subestimamos las posibilidades de divorciarnos.
Los psicólogos han tendido a asumir que esas parcialidades son universales y virtualmente imposibles de evitar. Pero ciertos grupos de personas —como los pronosticadores del tiempo y los apostadores profesionales— han logrado superar estas inclinaciones y por lo tanto pueden estimar probabilidades de forma mucho más precisa que el resto. ¿Están estas personas haciendo algo que los demás podemos aprender? ¿Podemos mejorar nuestra inteligencia ante el riesgo?
Alex Nabaum
Sarah Lichtenstein, experta en el campo de la "ciencia de la decisión", señala varias características de grupos que exhiben alta inteligencia con respecto al riesgo. Primero, suelen sentirse cómodos asignando probabilidades numéricas a desenlaces posibles. Por ejemplo, desde 1965, los pronosticadores del tiempo del Servicio Nacional Climático de Estados Unidos deben decir no sólo si lloverá o no al día siguiente, sino cuán probable creen que es en términos de porcentajes. Sin dudas, cuando los investigadores midieron la inteligencia de riesgo de los pronosticadores estadounidenses una década después, descubrieron que se encontraba entre las más altas registradas hasta el momento, según un estudio del Journal of the Royal Statistical Society, una publicación de científicos de la estadística.
También ayuda si el grupo realiza predicciones sobre una cantidad limitada de temas. La pregunta para los pronosticadores del tiempo, por ejemplo, es casi siempre la misma: ¿lloverá o no? Los médicos, por otro lado, deben considerar toda clase de preguntas distintas: ¿está rota la costilla? ¿Es maligno este crecimiento? ¿Funcionará este coctel de medicamentos? Los estudios han descubierto que los médicos sacan puntajes más bien bajos en las pruebas de inteligencia de riesgo.
Finalmente, los grupos con una alta inteligencia de riesgo suelen obtener una evaluación pronta y bien definida, lo que aumenta la posibilidad de que incorporen información nueva a su raciocinio. Para los pronosticadores del tiempo, llueve o no llueve. Para los médicos, por otro lado, los pacientes quizás no vuelvan, o pueden ser referidos a otro lugar. Los diagnósticos pueden ser inciertos.
Si el análisis de Lichtenstein es correcto, deberíamos poder desarrollar programas de capacitación para inculcar una mayor inteligencia de riesgo al impulsar y acelerar las evaluaciones y la retroalimentación. Royal Dutch Shell implementó un programa así en los años 70. Altos ejecutivos habían notado que cuando geólogos recién contratados predecían encontrar petróleo en cuatro de 10 pozos nuevos, sólo uno o dos se concretaban. Esta confianza excesiva le costó a Royal Dutch Shell millones de dólares. En el programa de capacitación, la empresa les dio a los geólogos detalles de exploraciones previas y les pidió estimaciones numéricas de las probabilidades de encontrar petróleo. Los geólogos poco experimentados recibieron luego información de la cantidad de descubrimientos de petróleo que realmente se habían concretado. Para cuando terminó el programa, sus estimaciones casi coincidían con la cifra real de descubrimientos petroleros.
Las agencias de inteligencia también trabajan para mejorar su forma de encarar el riesgo. En 2011, investigadores estadounidenses comenzaron a reclutar voluntarios para un estudio de varios años, basado en la web, sobre la capacidad de la gente de predecir eventos mundiales. El Proyecto Mundial de Pronósticos, un experimento auspiciado por el Director de Inteligencia Nacional de EE.UU., busca descubrir si ciertas personalidades son mejores que otras para ese tipo de ejercicios. Los voluntarios ofrecen sus mejores estimaciones sobre eventos y tendencias en campos como las relaciones internacionales, la economía, la salud pública y la tecnología.
Con sólo darnos cuenta de nuestra tendencia a ser demasiado confiados o muy poco confiados en nuestras estimaciones, podemos avanzar mucho hacia la meta de corregir nuestros errores más comunes.
Nadie puede ser muy bueno para estimar todas las clases de probabilidades en todas las situaciones. Pero dadas las condiciones adecuadas y la clase apropiada de auto-reflexión y práctica, todos podemos conseguir mejoras sustanciales en nuestra inteligencia de riesgo.
Extracto del libro 'Risk Intelligence', de Dylan Evans

lunes, 28 de mayo de 2012

A veces la evidencia no es evidente

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Por:
Krugamn
Obama llega a un acto sobre empleo y economía en Detroit, en abril. / REUTERS
Este parece ser un periodo con reacciones a lo que piensa la gente –o, demasiado a menudo, lo que no piensa- respecto a que la economía asuma un papel protagonista.
Justin Fox, director editorial del grupo Harvard Businees Review, publicó recientemente un interesante artículo en HBR.com en el que documentaba algo que yo más o menos sabía, pero que me alegra ver confirmado: la gente no es muy receptiva a la evidencia si esta no procede de un miembro de su comunidad cultural.
Esto saltaba a la vista en los últimos años.
En el artículo 'Don’t Like the Message? Maybe It’s the Messenger' [¿No les gusta el mensaje? A lo mejor es el mensajero"], Fox escribe: "Piénsenlo la próxima vez que oigan un argumento que a ustedes les parezca lo más estúpido que han oído nunca. ¿Es el argumento lo que les molesta, o el grupo al que creen que pertenece el que lo expone?
Fíjense en lo que los diferentes bandos de este debate económico han estado prediciendo los últimos seis o siete años. Si obtenían sus opiniones de, digamos, la página de opinión de The Wall Street Journal, sabían -sabían- que no había burbuja inmobiliaria, que Estados Unidos en 2008 no estaba en recesión, que los déficits presupuestarios dispararían los tipos de interés, que si la Reserva Federal ampliaba su balance general provocaría una inflación enorme, y que las políticas de austeridad llevarían a la expansión económica.
Es todo un récord. Y a  pesar de ello soy muy consciente de que mucha gente – incluyendo a los que tienen mucho dinero en juego- consideran que The Journal es una fuente fiable y que la gente como, bueno, yo, está trastornada y no se puede creer en ella. Gran parte de esto, por supuesto, es política, pero entremezclada con cultura: la clase de gente que recurre a The Journal o a páginas de inversión de ideología de derechas pueden ver claramente que soy un liberal de esos que toman café con leche, que probablemente está a favor de los derechos de los homosexuales, que no venera a los que alcanzan el éxito económico y que sencillamente no forma parte de su tribu (la verdad es que prefiero un buen café de cafetera, y lo tomo solo, pero por lo demás es exacto).
Supongo que en mi afán por mejorar la política y la comprensión debería intentar encajar mejor: quitarme la barba, aprender a jugar al golf, empezar a usar el verbo impactar. Pero probablemente no engañaría a nadie aunque lo intentara. Y en consecuencia, siempre habrá un gran grupo de gente a la que nunca convencerá cualquier prueba que yo presente.
Lo cierto es que hoy he mantenido una correspondencia en cierto modo maravillosa; el corresponsal había leído mi nuevo libro, Acabad ya con esta crisis, y estaba teniendo dificultades para encontrar un caso en el que yo haya presentado los hechos engañosamente para apoyar mi programa ideológico. ¿Podría por favor ayudarle a encontrar en qué partes del libro hago eso?
En fin. Se hace lo que se puede.
La batalla de las barbas
Felicitaciones a Robert Samuelson por los serios esfuerzos que hace para tratar de resolver la disputa sobre la política monetaria.
"Además de Krugman, hay otros economistas que defienden una inflación más alta. Pero no Bernanke", escribía Samuelson hace poco en una columna para The Washington Post. "La teoría de Krugman podría ser acertada. Responde a unas ganas comprensibles de que se haga algo respecto a la débil recuperación y a los millones que se han quedado sin trabajo y sin esperanza. Pero en este debate, estoy del lado de Bernanke. Flirtear con más inflación es peligroso".
Yo creo que estoy en lo cierto (pero claro, es lógico que lo crea, ¿no?); y deberían saber que muchos economistas acreditados, entre ellos -pienso- la mayoría de aquellos a los que les preocupaba el límite inferior cero antes de que llegara a producirse, están de mi parte. También creo que a la hora de evaluar los riesgos, hay que tener en mente el inmenso peligro de dejar que el desempleo elevado se enquiste. Pero, ojalá que hubiera más discusiones económicas como esta, en lugar de la fraudulencia que impregna la mayor parte del debate.
O, por decirlo de otro modo, no creo que todo el que no esté de acuerdo conmigo sea estúpido y/o malvado; solo los que verdaderamente son estúpidos y/o malvados.
© 2012 New York Times

domingo, 27 de mayo de 2012

Una oportunidad excepcional para la salud global

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Por Joseph  Stiglitz

This illustration is by Paul Lachine and comes from <a href="http://www.newsart.com">NewsArt.com</a>, and is the property of the NewsArt organization and of its artist. Reproducing this image is a violation of copyright law.Cada año mueren millones de personas debido a enfermedades que se pueden prevenir y tratar, sobre todo en los países pobres. En muchos casos se pueden producir a gran escala medicamentos baratos para salvar vidas pero sus precios de venta impiden que los compren las personas que los necesitan. Además, hay muchos que mueren sencillamente porque no hay curas o vacunas debido a que se dedican muy pocos recursos y talento de investigación del mundo para tratar las enfermedades de los sectores pobres.
Esta situación representa un fracaso de la economía y la legislación que se tiene que corregir urgentemente. La buena noticia es que ahora hay nuevas oportunidades de cambio, sobre todo mediante esfuerzos internacionales encabezados por la Organización Mundial de la Salud que empezarían a modificar el régimen ineficaz de propiedad intelectual que obstaculiza el desarrollo y disponibilidad de medicamentos asequibles.
Hay dos problemas principales que ahora están limitando el acceso a los medicamentos. Uno de ellos es que son muy caros; o más bien, el precio asignado es demasiado alto, aunque el costo para producirlos sea de tan solo una fracción de ese precio. Segundo, el desarrollo de medicamentos está orientado a obtener el máximo beneficio económico, no social, lo que sesga los esfuerzos dirigidos al desarrollo de medicamentos que son esenciales para el bienestar de la humanidad. Como los pobres disponen de poco dinero para gastar, las compañías de medicamentos, bajo las disposiciones actuales, tienen muy pocos incentivos para realizar investigaciones sobre las enfermedades que padecen los pobres.
Esta situación no tiene que prevalecer. Las compañías de medicamentos sostienen que los precios elevados son necesarios para financiar la investigación y el desarrollo. Sin embargo, en los Estados Unidos, el gobierno es el que financia gran parte de la investigación y desarrollo en las cuestiones de salud –directamente, mediante apoyo gubernamental (Institutos Nacionales de Salud o la Fundación Nacional para la Ciencia), e indirectamente, a través de adquisiciones públicas de medicamentos por parte de los programas “Medicare” y “Medicaid”. Incluso la parte que no recibe fondos del gobierno no es un mercado convencional; la mayoría de las compras individuales de medicamentos con receta médica las cubre el seguro.
El gobierno financia la investigación en servicios de salud porque los medicamentos mejorados son un bien común. Los conocimientos nuevos benefician a todos porque acaban con las epidemias y limitan las pérdidas económicas y humanas que provoca la propagación de enfermedades. La eficiencia se logra mediante el uso compartido de la investigación tan amplio como sea posible y tan pronto esté disponible. Thomas Jefferson decía que el conocimiento era como las velas: cuando se usa una para encender otra, no disminuye la luz de la primera. Al contrario, todo se vuelve más luminoso.
Con todo, en los Estados Unidos, y en gran parte del mundo, los precios de los medicamentos siguen siendo exorbitantes y la propagación del conocimiento es extremadamente limitada. Ello se debe a que hemos creado un sistema de patentes que ofrece a los innovadores un monopolio temporal sobre su creación, lo que los incentiva a acaparar sus conocimientos para no beneficiar a sus competidores.
Si bien este sistema ofrece incentivos para determinados tipos de investigación porque hace rentable la innovación, también permite a las compañías de medicamentos aumentar los precios, y los incentivos no corresponden necesariamente a los beneficios sociales. En el sector de la salud se pueden generar más rendimientos mediante investigaciones sobre medicamentos que ya existen que desarrollar un tratamiento realmente eficaz. El sistema de patentes incluso puede tener efectos perjudiciales sobre la innovación porque mientras que el insumo más importante en  cualquier investigación es el uso de ideas anteriores, el sistema de patentes incentiva el secreto.
Los precios elevados y la investigación sesgada se pueden solucionar si se sustituye el modelo actual con un sistema de recompensa respaldado por el gobierno. Con un sistema de premios se recompensan los nuevos conocimientos que aportan los innovadores pero no retienen el monopolio de su uso. De esa forma, el poder de los mercados competitivos puede garantizar que un medicamento nuevo se ofrecerá al precio más bajo posible –no a un precio inflado monopolizado.
Por suerte, algunos legisladores estadounidenses muestran un mayor interés en este enfoque. El Proyecto de Ley del Fondo de Recompensa para el VIH/SIDA, iniciativa del Congreso que introdujo el senador Bernie Sanders, es un ejemplo de ello. La iniciativa de Sanders tiene una importante disposición destinada a incentivar la investigación abierta, que haría que el modelo actual de investigación se basara más en el intercambio que en el secreto.
Sin embargo, a nivel global, nuestro sistema de innovación necesita cambios más profundos. Los intentos de la OMS para fomentar reformas sustanciales a nivel internacional son cruciales. Esta primavera la OMS emitió un informe que aconseja soluciones similares a las propuestas en la iniciativa del senado estadounidense, pero a nivel mundial.
El informe “Research and Development to Meet Health Needs in Developing Countries” (Investigación y desarrollo para atender las necesidades de salud en los países en desarrollo) recomienda un enfoque amplio que incluya contribuciones financieras obligatorias de los gobiernos para la investigación de las necesidades de salud en los países en desarrollo, coordinación internacional para definir las prioridades en los servicios de salud y su aplicación y un observatorio global que se encargue de detectar dónde hay más carencias por atender. A finales de mayo la comunidad internacional tendrá la oportunidad de empezar a poner en marcha estas ideas en la Asamblea Mundial de la Salud de la OMS –un  momento de esperanza para la salud pública en todo el mundo.
Reformar muestro sistema de innovación no es solo una cuestión de economía. En muchos casos es un asunto de vida o muerte. Por ende, es esencial desvincular los incentivos para las actividades de investigación y desarrollo de los precios de los medicamentos, y promover un mayor intercambio de los conocimientos científicos.
En los Estados Unidos, la iniciativa Sanders marca un avance importante. Para el mundo, las recomendaciones de la OMS representan una oportunidad única en toda una generación para remediar las atroces desigualdades de larga data en los servicios de salud, y más ampliamente, establecer un modelo de gobernanza de los bienes públicos mundiales adecuado para la era de la globalización. No podemos dejar que se nos escape esta oportunidad.

sábado, 26 de mayo de 2012

Para ser mejor jefe, conviértase en empleado

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Por Joann S.Lublin

Scott Moorehead, Carolyn Kibler y Don Fertman hicieron exactamente eso mismo en diferentes etapas de sus carreras. Obtuvieron valiosas perspectivas que los convirtieron en líderes más efectivos y comunicadores más auténticos.
Ese tipo de elecciones también podrían acelerar su ascenso. Ante una creciente rotación durante la recuperación, las empresas han vuelto a buscar ejecutivos con ese tipo de destrezas, señalan los expertos en liderazgo.
Cuando Moorehead terminó la universidad y se sumó al negocio familiar Moorehead Communications Inc. en 2001, sus padres lo obligaron a pasar un año trabajando lapsos breves en casi todas las tareas, incluido conducir el camión de las entregas. Ocupar 23 puestos durante desde medio día a tres semanas por cada uno "me convirtió en un presidente ejecutivo muy centrado en los empleados", afirma Moorehead, quien asumió la dirección en 2008. La compañía, que hace negocios con el nombre de Cellular Connection, se convirtió en el mayor concesionario en EE.UU. de teléfonos y servicios de Verizon Wireless en 2010.
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El presidente ejecutivo de Subway, Don Fertman, pasó una temporada trabajando en uno de los locales de su compañía.
Kibler ascendió en DaVita Inc., el segundo operador de tratamientos de diálisis en EE.UU., luego de pasar tiempo con los técnicos de diálisis durante tres días en 2007 como parte de su programa de inmersión Reality 101. Ahora es vicepresidente operativa y supervisa el doble de divisiones y empleados que hace cinco años.
DaVita está entre el puñado de firmas que requieren que sus funcionarios clave pasen períodos en la primera línea para poder mantenerse en contacto con sus tropas. Según una versión entendida de Reality 101 lanzada este mes, los gerentes y ejecutivos medios también deben acompañar durante el día a empleados en otros roles como trabajador social por al menos un día al año.
Don Fertman, director general de desarrollo de los restaurantes Subway, apareció en un programa de televisión llamado "Jefe encubierto" en 2010, en el que simuló ser un "artista del sandwich" durante una semana. No tenía idea de cómo hacer un sandwich y hasta creyó que se había encerrado a sí mismo por error en un freezer de gran tamaño.
Fertman afirma que obtuvo una perspectiva primaria del servicio al cliente que le ayudará a la mayor cadena de restaurantes del mundo a superar su meta de alcanzar 45.000 tiendas para 2016. Por ejemplo, señala que propuso poner artistas del sandwich en lo más alto del cuadro organizacional de Subway porque "en última instancia determinan" el "éxito" de la empresa.
Los tres ejecutivos reconocen que "el empleado en la primera línea representa un mundo diferente", observa L. Todd Thomas, profesor asociado de la escuela de administración de la Universidad de Northwestern. Sin embargo, otros ejecutivos suelen ignorar las contribuciones únicas de los trabajadores.
En el caso de Kibler, su estresante tarea con la diálisis afinó su entendimiento de que incluso las más mínimas decisiones gerenciales afectan a quienes cuidan de los pacientes. "Entiendo verdaderamente los desafíos que enfrentan todos los días nuestros equipos", explica.
Hace poco, uno de los gerentes operativos de Kibler propuso usar personal de diálisis de forma diferente para mejorar la eficiencia clínica. Afirma que se dio cuenta de que el cambio haría que los administradores de las instalaciones sintieran que necesitaban hacer el mismo trabajo con menos apoyo. Le pidió al encargado que modificara su propuesta y le prestara más atención a su impacto sobre los administradores, que a menudo también se ocupa de los pacientes.
Durante su rotación de un año, Moorehead aprendió la importancia de la escuchar la opinión de los empleados. Una tarea lo llevó al departamento de "devoluciones", desde donde enviaban teléfonos celulares dañados de vuelta a los fabricantes.
Esos trabajadores se amontonaban en un pequeño depósito con 30 contenedores. "Ninguno de los ejecutivos se daba cuenta, pero los empleados se sentían muy mal en el pequeño espacio" y rápidamente se desorganizaron, recuerda Moorehead. Convenció a su madre de tirar abajo una pared para expandir el espacio, una medida que logró más eficiencia en las operaciones.
Aún más significativo, vio de primera mano cómo las diferencias de remuneración entre los vendedores y los gerentes de tiendas llevaban a un resentimiento entre los trabajadores y una alta rotación. Cuando se hizo cargo de la conducción de la empresa, cambió los salarios del personal de ventas, una decisión que inmediatamente redujo la rotaci´no de personal.

viernes, 25 de mayo de 2012

Cuba, su economía y la Unión Soviética

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José Luis Rodríguez
Asesor. Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM).

El avance de la economía cubana enfrentó múltiples dificultades en los primeros treinta años después del triunfo de la Revolución. A los obstáculos propios de un proceso de desarrollo, se sumaron en el caso de Cuba los efectos del bloqueo de los Estados Unidos, la pobre dotación de recursos naturales y el arrastre de las condiciones de subdesarrollo heredadas de la república neocolonial.
En el complejo escenario de enfrentamiento con el imperialismo norteamericano, un factor de notable importancia que permitió a Cuba sobrevivir y emprender el largo camino de las transformaciones socialistas fue la colaboración económica, financiera y tecnológica recibida de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y de otros países socialistas.1
I
Tal vez el sector externo de la economía cubana sea uno de los factores más complejos que considerar en el diseño de la política de desarrollo. El rasgo más característico de la economía de Cuba hasta 1958 fue, sin dudas, su enorme nivel de dependencia externa: los Estados Unidos eran —sobre todo— el centro para la toma de las decisiones estratégicas de la economía del país.
Después de 1959 la estrategia de desarrollo aplicada por Cuba enfrentaría también el enorme obstáculo de su alta sensibilidad externa, que incluso se incrementaría a partir de los requerimientos propios del proceso de desarrollo. No obstante, la economía cubana obtuvo indudables avances en esos primeros treinta años de la Revolución, y logró una tasa de crecimiento de 4,4% entre 1959 y 1989, lo cual representa un per cápita de 2,9%.2
Las transformaciones operadas en la economía cubana tipificaban a finales de los años 80 del pasado siglo a un país en fase de creación de las condiciones básicas para emprender un proceso gradual de industrialización en el marco de la división internacional socialista del trabajo, una vez resueltos un grupo de problemas infraestructurales indispensables, tanto de tipo económico como social. No obstante, el país debía enfrentar aún el retraso en el desarrollo de su producción agropecuaria, la falta de integración interna de la economía y las dificultades de un modelo de desarrollo extensivo; por lo que se demandaba un aumento acelerado de la productividad del trabajo y un mayor aprovechamiento de la ciencia y la técnica en la producción y los servicios, a lo que se añadía la necesidad de un sistema de dirección económica más eficiente.3
En el proceso de desarrollo cubano el sector externo había desempeñado un papel esencial. La magnitud de su importancia podía apreciarse por el índice de apertura de la economía, el cual —medido a precios constantes— otorgaba un peso de las importaciones en el Producto Interno Bruto (PIB) de 31,7% en 1980-1987.4
El comercio exterior tuvo un crecimiento promedio anual, a precios constantes, de 0,8% en las exportaciones y 2,8% en las importaciones,5 lo que provocó un desbalance comercial entre 1959 y 1989 de 21 588,3 millones de pesos, absorbido, en una proporción superior a 70% por créditos de los países socialistas.6 En esta situación influyó el deterioro de la relación de términos de intercambio que, solo en los años 80, costó 15 000 millones de pesos.7 Por otra parte, la modificación más significativa del comercio exterior cubano estuvo en su orientación geográfica. Así, los países socialistas, que cubrían 1,5% de las exportaciones en 1958, alcanzaron a 83,1% en 1989, mientras las importaciones pasaron de 0,3% a 85,3% en el mismo período.
En cuanto a los flujos financieros externos —aparte de la URSS—, el país recibió unos 1 500 millones de pesos en créditos para el desarrollo, de los países socialistas europeos. Estos cubrieron también déficits comerciales por unos 2 300 millones de dólares entre 1959 y 1989.8 Las economías de mercado, por su parte, brindaron créditos por un monto estimado entre 4 250 y 4 650 millones durante los años 70.9
Adicionalmente, entre 1961 y 1991, el bloqueo norteamericano costó al país cerca de 30 000 millones de dólares, lo que provocó un impacto económico muy negativo y neutralizó, en buena medida, el financiamiento externo recibido.10
Estos flujos financieros provenientes del exterior generaron lógicamente un nivel de endeudamiento en la economía cubana. Así, la deuda estimada con Europa oriental alcanzaba unos 1 360 millones de rublos convertibles —o 1 511 millones de pesos— en 1989. Por su parte, la deuda externa en moneda libremente convertible se situaba, al cierre de ese año, en 6 165,2 millones de pesos.11 En suma, en el contexto de las relaciones económicas con el exterior los vínculos con la URSS desempeñarían un papel determinante.

II
Las relaciones económicas cubano-soviéticas se iniciaron antes de 1959, pero se limitaron a compras de azúcar con un carácter coyuntural, aunque alcanzaron cierta importancia en la década de los 50. En febrero de 1960 se firmó el primer convenio comercial y de pagos entre ambos países. La URSS se comprometía a adquirir 425 000 toneladas métricas (TM) de azúcar, para compensar el cierre del mercado norteamericano.12 Adicionalmente, se pactaron compras por un millón de TM anuales entre 1961 y 1964, a precios del mercado mundial,13 con una proporción de 20% en moneda libremente convertible y se concedió a Cuba el trato de nación más favorecida.
Este acuerdo permitió a la Isla colocar en mercados no tradicionales notables volúmenes de fondos exportables, a precios que, en la práctica, resultaban preferenciales en relación con el mercado mundial.14 Además, se debe destacar las ventajas iniciales que también para la Unión Soviética tenía este suministro azucarero, pues le permitía la utilización máxima de su capacidad para refinar azúcar y la exportación de hasta un millón de toneladas de su propia producción. El precio pagado a Cuba era inferior al costo interno de producción del azúcar de remolacha en la URSS. Por lo demás, se abría un nuevo mercado para equipos y maquinaria soviéticos, de baja competitividad en el mercado mundial.15
Posteriormente, el convenio comercial de enero de 1964 tendría un papel fundamental en la estrategia de desarrollo de la Revolución. Mediante él se aseguró la venta de 24,1 millones de toneladas de azúcar, a un precio fijo de 6,11 centavos la libra. Esto permitiría un ingreso potencial para el desarrollo del país equivalente a 3 201,2 millones de pesos, en cinco años.16 Las entregas de azúcar se apoyaban en el aumento de la producción hasta alcanzar diez millones de toneladas en 1970. Al no lograrse esta cifra, las exportaciones del dulce se afectaron. De tal forma, el convenio se ejecutó al 54%, debido a que el plan de producción se cumplió solo al 76%.17
En 1972 ocurrieron acontecimientos de singular importancia para la Isla. Por un lado, Cuba ingresó al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), lo que permitiría integrar gradualmente la economía cubana al sistema de división internacional socialista del trabajo, en el que regían condiciones comerciales y financieras más favorables en comparación con el mercado mundial18 y donde se otorgaba un tratamiento especial a los países de menor desarrollo relativo.19
Por otro lado, en diciembre de 1972 se firmaron nuevos e importantes acuerdos comerciales, incluyendo el primer Protocolo de intercambio comercial a mediano plazo (1973-75). En ellos, se elevaban los precios de las exportaciones cubanas, inicialmente, a un equivalente de 12,20 centavos la libra de azúcar y 5 000 dólares la tonelada de níquel. En ambos casos, los nuevos precios estarían vigentes entre 1973 y 1980.
Adicionalmente, en la década precedente Cuba había acumulado un desbalance comercial que llegaba a 2 073,3 millones de pesos, cubiertos con nuevos créditos soviéticos. También se pactó la postergación del pago, en veinticinco años y sin intereses, de los créditos que tuvieran vencimiento entre 1973 y 1985. En las nuevas condiciones convenidas se reflejaba la voluntad soviética de no demandar un comercio equilibrado con Cuba, de forma inflexible. Tal como señalara Carlos Rafael Rodríguez esto
hizo posible a nuestro país no tener que escoger entre la importación de bienes de consumo y materias primas por una parte, y de la otra la importación de equipos para la agricultura, el transporte y la construcción destinados a diversas actividades del desarrollo económico.20
Los precios del azúcar también se elevarían en años posteriores, hasta 19,64 centavos la libra en 1974 y 26,36 en 1975, acordes con las tendencias del mercado. Asimismo, el níquel se pagó entre 5 939 y 5 948 dólares la tonelada en ese período.
A partir de 1975 se empezó a firmar acuerdos de coordinación de planes quinquenales, en los cuales se establecía el intercambio comercial, por años, de los rubros más importantes. Esto se reflejaba en un convenio comercial y con posterioridad se firmaban protocolos anuales, sobre la base del rublo transferible como moneda convenio.21
En el quinquenio 1976-1980 se estableció una fórmula de indización entre los precios de las principales exportaciones cubanas y los de las soviéticas, con el objetivo de mantener fija la relación de términos de intercambio alcanzada entonces, lo que situaba a Cuba en una situación favorable y justa, frente al intercambio desigual imperante en el resto del mundo subdesarrollado.22
Los precios acordados en febrero de 1976 para las importaciones soviéticas tuvieron en cuenta el promedio de los tres años anteriores.23 Los del azúcar partieron del nivel de 30,49 centavos la libra y alcanzaron, en 1980, 47,39 centavos. Adicionalmente, la URSS compró 3,1 millones de toneladas que se pagaron en moneda convertible.24
En el período 1977-1980 se alcanzaron acuerdos para rexportar el petróleo soviético que Cuba fuera capaz de ahorrar, lo que representó una importante fuente de ingresos en divisas convertibles para el país.
Para el quinquenio 1981-1985 se revisó el precio base del azúcar, que pasó de 47,39 a 35,10 centavos la libra, como consecuencia de un ajuste en la fórmula de la relación de términos de intercambio que había brindado ganancias adicionales a la parte cubana por encima de lo pactado en febrero de 1976. Se convino, además, incrementar los precios del níquel y de los cítricos, así como mantener la reexportación de petróleo, que alcanzó 10,2 millones de toneladas en el período. Durante ese lapso, Cuba acumuló un desbalance comercial de 3 462,2 millones de pesos a favor de la URSS, financiado por esta mediante créditos.
En 1985, el precio pagado por el azúcar cubana había alcanzado 51,16 centavos la libra, equivalente a 915 rublos la tonelada, similar al precio minorista interno en la URSS. En consecuencia, se reanalizó el precio base para el quinquenio 1986-1990, y se pactó en 0,429 centavos la libra, u 850 rublos la tonelada, para suministrar 21 millones de toneladas de azúcar en el período.25 La fórmula para mantener constante la relación de términos de intercambio sufrió así un importante ajuste en ese momento, pues se estableció un precio fijo.26 Asimismo, los de las importaciones soviéticas en el quinquenio se fijaron al nivel de los de 1985. Ello llevó a un deterioro de dicha relación, e incidió —junto a los incumplimientos de las exportaciones cubanas previstas— en el crecimiento del desbalance comercial en el quinquenio, hasta 8 471,3 millones de pesos. Por otro lado, muchos suministros no se incrementaron, sino que se mantuvieron como en 1985. Las entregas de petróleo de la URSS, fijadas en torno a 13,3 millones de toneladas por año, hasta 1989, bajaron a 10,2 en 1990 y a 8,1 en 1991, y llegaron solo a 1,8 millones de toneladas en 1992.27 No obstante, se mantuvo la reexportación del combustible ahorrado, que alcanzó 8,7 millones de toneladas, con un valor de 746,9 millones de dólares.
En síntesis, entre 1959 y 1989, el intercambio comercial entre ambos países representó 63% del comercio exterior cubano. Durante treinta años se generó un desbalance comercial de 16 614 millones de pesos, cubierto por créditos otorgados en condiciones ventajosas.28 Las exportaciones cubanas a la URSS crecieron a un ritmo anual de 12,6% entre 1960 y 1989, en tanto que las importaciones aumentaron 15,7% a precios corrientes.
La relación de términos de intercambio muestra un saldo favorable para Cuba con un ingreso superior en 50% a lo que se hubiera logrado comerciando a los precios del mercado mundial.29 Por otro lado, a partir de la evidencia existente, esta relación sufrió un deterioro con posterioridad a 1980 comparado con la fórmula de precios de 1976, que puede ubicarse en alrededor de 21% entre 1980 y 1990.30 Al respecto un alto funcionario soviético declaró que Cuba había pagado precios por encima del mercado mundial, en los casos del petróleo y la maquinaria, equivalentes a 1 900 millones de rublos anuales entre 1986 y 1990, en tanto que los pagados por el azúcar cubano se mantenían fijos.31 A pesar de los deterioros estimados en la última etapa, Cuba se benefició grandemente del intercambio con la URSS si se tienen en cuenta los precios que regían en el mercado mundial a lo largo de los treinta años analizados.
En términos de composición mercantil, las exportaciones cubanas no sufrieron cambios sustanciales en esos años, en lo fundamental por el azúcar y el níquel. En los 80 comenzaron a exportarse partes y piezas de computadoras y aumentó el peso de los cítricos. También la reexportación del petróleo soviético ahorrado por Cuba desde 1977 hasta 1989, le reportó ingresos en divisas estimados en 3 000 millones de pesos.
Un análisis de las relaciones comerciales entre Cuba y la URSS sería unilateral si se ignorasen los beneficios que estas les reportaron también a los soviéticos. En primer lugar, Cuba suministraba 30% del azúcar que consumía la URSS, a precios inferiores a los costos de producción de la de remolacha en ese país.32 En segundo lugar, el suministro cubano de cítricos cubría 40% de la demanda soviética, en tanto que el níquel llegaba a 20% y, en ambos casos, en otros mercados tendrían que importarlos en moneda libremente convertible (cítricos), o sus costos de producción internos los hacían prohibitivos (níquel), con el consecuente incremento de gastos para la parte soviética.33 Por último, a finales de los 80 Cuba comenzó a exportar a la URSS productos de la industria electrónica y se avanzó para hacerlo con la biotecnológica, lo cual liberó recursos en divisas que hubiera tenido que desembolsar la URSS.34
En general, se ha estimado que, a finales de la década de los 80, el costo de oportunidad de las mercancías cubanas exportadas a la URSS se ubicaba entre 2 000 y 2 500 millones de dólares por año. Esto significa básicamente que para la obtención de azúcar crudo, níquel y cítricos —las tres mercancías más importantes que Cuba intercambiaba con la URSS—, los soviéticos hubieran tenido que pagar esas cifras si hubieran comprado dichos productos a los precios vigentes en el mercado mundial.
III
A la par con las comerciales, se desarrollaron las relaciones financieras entre la Unión Soviética y Cuba: los créditos comerciales financiaron alrededor de 22% de las importaciones provenientes de la URSS y se caracterizaron por el pago aplazado de 100% de su importe, la tasa de interés que no superaba 4,5% anual, los plazos de amortización de doce años, y modalidades de pago mediante el suministro de mercancías cubanas.35
Por otra parte, desempeñaron un papel significativo los créditos para el desarrollo, por unos 6 611 millones de pesos hasta 1990.36 Con ellos se obtuvo el pago aplazado de 100% de su importe, tasas de interés de 2% anual, plazos de amortización de veinticinco años y también modalidades de pago mediante el suministro de mercancías.37
Aun cuando en el ámbito financiero las condiciones ventajosas ofrecidas por la URSS resultaron muy favorables, para el gobierno cubano el pago de los adeudos siempre fue una preocupación permanente. Ya en diciembre de 1972 se acordó la prórroga de la amortización para el pago de los créditos suscritos hasta esa fecha, y en 1984 hubo una nueva posposición.38 Hay autores que consideran que los precios preferenciales de la URSS hacia Cuba como una suerte de subsidio.39 Sin embargo, olvidan que este sistema se adoptó con el objetivo de mantener una favorable relación comercial con Cuba y evitar el deterioro de los ingresos por esa vía —como ocurría con el intercambio Norte-Sur—, a partir de las condiciones en que se creaba el valor en un país subdesarrollado; pero eso no lo convertía en una fuente de financiamiento concedida de manera gratuita —fórmula típica de un subsidio—, ya que solo se reconocía justamente el valor creado por la economía cubana y no se producía una transferencia de recursos a los que se pudiera dar un uso alternativo, como una donación.40 Esta interpretación colocaría a Cuba en un plano de dependencia similar a países incapacitados de valerse por sí mismos.
La asistencia financiera proveniente de la URSS generó, como es lógico, un nivel de deuda —tema que ha sido objeto de muchos debates a partir de la desaparición de la URSS. Con cifras no confirmadas oficialmente por Cuba, fuentes soviéticas informaron que la deuda cubana hasta noviembre de 1989 ascendía a 15 490,6 millones de rublos o 17 212 millones de pesos. Posteriormente, otra fuente soviética expresó que había alcanzado 16 400 millones de rublos o 18 222 millones de pesos al cierre de 1990.41
El pago de la deuda —valorada entonces por Rusia en 20 848 millones de rublos transferibles o 23 141,3 millones de pesos— fue en efecto reclamado a Cuba por el nuevo gobierno ruso, de forma inmediata tras la desaparición de la URSS, por lo que, en noviembre de 1992, se creó una comisión intergubernamental para examinar el tema, la cual se reunió varias veces entre 1994 y 1998.42
Al analizar el origen de la deuda debe tomarse en cuenta que solo entre 1980 y 1990 se produjo un deterioro para Cuba en su relación de términos de intercambio con la URSS de alrededor de 21%. Si esos cálculos resultaran correctos, casi 50% de la deuda con la URSS tendría que atribuirse a ese deterioro; fenómeno que contradice el acuerdo firmado —y nunca revocado— por ambos países en febrero de 1976, precisamente para evitarlo. Por otro lado, al pasar la Unión Soviética a efectuar sus operaciones en moneda libremente convertible, y sujetarse a una economía de mercado, tendría que reconsiderarse el monto real de la deuda, tomando en cuenta el valor real del rublo soviético en el mercado financiero internacional.43
Los perjuicios sufridos por Cuba con la desaparición abrupta y sin compensación de todos los lazos económicos con la URSS ha sido objeto de justo reclamo por el gobierno cubano. De tal forma, Cuba presentó a Rusia en 1998 una reclamación por los daños sufridos entre 1991 y 1995, los cuales se elevaron a 36 363 millones de rublos transferibles o 40 363 millones de pesos cubanos.44 Sobre este tema nunca se llegó a un acuerdo y actualmente esta deuda sigue registrada por Rusia en el Club de París, lo que Cuba considera inaceptable.45
La colaboración económica se dirigió sobre todo a apoyar el desarrollo industrial del país. En efecto, las cifras disponibles muestran una concentración en esta esfera entre 75 y 80%. También desempeñó un significativo papel en la calificación y preparación de cuadros cubanos. De los centros docentes creados en Cuba con asistencia soviética, entre 1960 y 1987, egresaron más de 240 000 especialistas, además de brindar instrucción a 15% de los alumnos del sistema de enseñanza técnico-profesional. En ese mismo período se formaron en la URSS cerca de dieciocho mil obreros calificados y especialistas cubanos y aún en 1990 trabajaban en Cuba tres mil técnicos soviéticos.46 El documento que reflejó cabalmente el papel de la asistencia prestada por la Unión Soviética al desarrollo de la Isla fue el «Programa a largo plazo de desarrollo de la colaboración económica y científico-técnica entre la República de Cuba y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas hasta el año 2000», firmado en octubre de 1984.
IV
Los cambios que se produjeron en la política económica soviética después de 1985 tuvieron una repercusión primero indirecta y después directa en las relaciones con Cuba. Las repercusiones indirectas vinieron dadas ante todo, por los resultados de las propias reformas al interior de la URSS. Cuba se vio crecientemente afectada por este fenómeno sobre todo a partir de 1987, cuando en la economía soviética empezaron a reducirse de manera drástica producciones estratégicas con sus correspondientes efectos sobre el comercio exterior.47 No obstante, como ya se expresó, existió siempre la voluntad política por parte del gobierno soviético de cumplir los compromisos asumidos con Cuba, lo cual contribuyó a evitar en buena medida la afectación de estas relaciones.48
La reorganización del sector externo soviético otorgó el derecho a todas las organizaciones económicas para acceder libremente al mercado internacional, a partir de abril de 1989,49 lo que elevó el nivel de complejidad de los procesos de contratación centralmente planificados que mantenía Cuba. Sin embargo, la modificación de mayor trascendencia en la política económica exterior de la URSS se produjo en el verano de 1990, cuando se decidió que, a partir de enero del siguiente año, todas las transacciones comerciales con los países miembros del CAME se realizarían sobre la base de los precios del mercado mundial y en moneda convertible. Por la gravedad de esta decisión, el Comandante Fidel Castro envió el 22 de agosto de 1990 una extensa carta a Mijail Gorbachov, donde exponía los criterios de Cuba sobre esta medida y las graves consecuencias que tendría para la economía cubana.
Las negociaciones para el intercambio comercial de 1990 fueron especialmente complicadas, y se extendieron hasta abril de ese año. Ya el 29 de agosto Cuba se vio obligada a adoptar una serie de medidas de emergencia ante la perspectiva de una situación aún más grave en los abastecimientos soviéticos: había comenzado el Período especial.50
El intercambio comercial para 1991 se pactó en diciembre de 1990, con la introducción de importantes cambios que reflejaban la intención soviética de ir a un proceso de transición en las relaciones económicas entre ambos países basadas en el principio de los beneficios mutuos, en relación con los precios del mercado mundial, y con pagos en dólares. El precio del azúcar se redujo a 0,25 centavos la libra, en tanto que se mantenía un contrato para suministrar diez millones de toneladas de petróleo por su equivalente en azúcar y se preveían créditos para el pago de los saldos deficitarios pendientes a fin de año, los que debían reducirse gradualmente en el futuro.
Por consiguiente, las entregas de mercancías por parte de la URSS empeoraron drásticamente en el primer semestre de 1991 y cayeron a niveles críticos en la segunda mitad del año, sobre todo por el vacío de poder que sobrevino en el gobierno soviético después del intento de golpe de Estado de agosto de 1991.51 Los conflictos de orden político se acrecentaron a partir de entonces con la retirada unilateral de las tropas soviéticas de Cuba en septiembre de ese año.52 El intercambio comercial total en 1991 solo llegó a 4 521,5 millones de pesos, 48% inferior al del año precedente, y con la desaparición de la URSS, el 25 de diciembre de 1991, se redujo a niveles mínimos.
V
En el nuevo contexto, la Federación Rusa se hizo cargo de dar continuidad a los vínculos económicos externos de la Unión Soviética, tanto en lo relativo a sus propios adeudos, que al cierre de 1991 se calculaban en 67 200 millones de dólares, como en lo referido a la deuda de distintos países con el anterior Estado, estimada en unos 95 000 millones de dólares,53 por lo que de forma inmediata se iniciaron las gestiones para reclamar el pago de esa cifra.
Este último elemento pasó a ser un componente esencial en la formulación rusa de las perspectivas económicas con Cuba, a lo que se sumaron las características de la transición al capitalismo en Rusia, donde se aplicó una terapia de choque del más estricto corte neoliberal.
Bajo estas circunstancias, el gobierno de Boris Yeltsin (1991-1999) desarrolló una política que provocó la reducción en 94% del intercambio comercial entre Cuba y Rusia en esos años y aun cuando se firmaron diversos acuerdos, en 1992, 1993 y 1996, para tratar de reanimar las relaciones económicas y culturales, estas se mantuvieron a un nivel muy bajo. A pesar de ello, se mantuvo un saldo comercial positivo para la parte cubana.
A partir del acceso a la presidencia de Vladimir Putin en 2000 y su visita a Cuba en ese año, las relaciones con Rusia mejoraron gradualmente. Con la visita se despejó un grupo de temas pendientes desde 1991 y Cuba identificó las esferas de negocio con posibilidades para Rusia en las nuevas condiciones.54
Durante los últimos años ha habido un progresivo incremento de los vínculos económicos entre los dos países, aun cuando el intercambio comercial se redujo de 520 millones de dólares anuales a 310 millones como promedio, entre 1992 y 1999.55 El saldo de la balanza comercial fue favorable para Cuba hasta 2004 y se ha mantenido deficitario desde 2005.
En septiembre de 2006 se firmó un crédito comercial por 350 millones de dólares para el suministro de mercancías y servicios a Cuba, a pagar en diez años, con muy bajo interés, y se ajustaron los pagos pendientes de la deuda.56 En noviembre de 2008, el presidente ruso Dimitri Medvedev visitó la Isla y en enero de 2009 viajó a Rusia el presidente cubano Raúl Castro, ocasión en la que se firmó un memorándum «Sobre los principios de la colaboración estratégica entre Cuba y Rusia», y se rubricaron otros treinta y cuatro documentos en distintas esferas de la colaboración.
VI
Las relaciones económicas con la URSS representaron para Cuba un elemento esencial en su desarrollo, si bien nunca se concibieron como únicas o excluyentes de otros vínculos con diversos países del mundo. Las complejas circunstancias en que nuestro país debió desempeñarse durante las tres primeras décadas de la Revolución, impusieron la necesidad de fortalecer los vínculos económicos con los soviéticos frente al férreo bloqueo económico de los Estados Unidos y la hostilidad del mundo capitalista.
Sin embargo, la copia, en múltiples ocasiones acrítica, del modelo soviético de los años 60, introdujo problemas —típicos de su agotamiento desde entonces— y propició altos niveles de consumo material; ineficiencia del proceso inversionista; expansión del burocratismo; una limitada concepción de la industrialización del país; baja eficiencia económica y, en general, una visión sesgada de la construcción del socialismo.
No obstante, la búsqueda de una solución a estos problemas de acuerdo con nuestras propias características y concepciones, siempre prevaleció. A diferencia de las soluciones que, por la vía de la expansión del mercado, se buscaban en la política económica que caracterizó la perestroika y la glasnost en la URSS, en Cuba se trató de encontrar un balance que permitiera combinar los métodos de movilización política, consustanciales al socialismo, y la necesaria racionalidad económica en la combinación entre el empleo de la planificación y el mercado.
La resultante de este proceso si bien no produjo soluciones definitivas a los problemas económicos del país, y estuvo signada por nuestras propias insuficiencias, permitió enfrentar de manera satisfactoria las difíciles condiciones que sobrevendrían, con el Período especial, a partir de 1990.
Es preciso tomar en cuenta los resultados de la colaboración económica entre la URSS y Cuba entre 1960 y 1990, reflejados en la proporción de las producciones obtenidas mediante ella en una serie de renglones. Estas proporciones fueron de 100% para laminados, combinadas cañeras, televisores y radios; en acero, 95%; 80% en fertilizantes nitrogenados; y 60% en la producción de estructuras metálicas y en la de hilados y tejidos. En síntesis, las empresas desarrolladas con la cooperación de la URSS creaban 15% de la producción industrial bruta del país a finales de la década de los 80, y Cuba obtenía alrededor de 98% del combustible que consumía, además de un volumen sustancial de alimentos básicos para la población y el financiamiento indispensable para emprender su desarrollo.57
En conclusión, estas relaciones económicas y financieras favorecieron el crecimiento del PIB cubano en los primeros treinta años de Revolución, sin el que Cuba no hubiera podido enfrentar las enormes dificultades del Período especial.
Las relaciones económicas entre Cuba y la URSS fueron modelo entre un país desarrollado y otro en vías de desarrollo, y desempeñaron un papel fundamental en la consecución exitosa del programa de desarrollo alcanzado por Cuba, al tiempo que beneficiaron —en alguna medida— a la economía soviética.
Al desaparecer abruptamente estos vínculos, Cuba sufrió la más terrible crisis económica de su historia revolucionaria, pero continúa hoy empeñada en actualizar su modelo socialista. Por el contrario, en lo que fue la patria de Lenin se frustraron las esperanzas de un mundo mejor y es hoy una triste evidencia del capitalismo neoliberal.


Notas

1. Una primera versión del presente trabajo fue publicada en el Boletín de Información sobre Economía Cubana del CIEM («Las relaciones económicas entre Cuba y la antigua URSS: 1990-1992», n. 7, La Habana, julio de 1992). Otra, más amplia, se publicó con el título «Las relaciones económicas entre Cuba y la antigua URSS: evaluaciones y perspectivas» (Cuadernos del Este, n. 6, Madrid, 1992). La versión actual se enriqueció, amplió y actualizó.
2. El crecimiento está calculado sobre la base de datos del PIB estimados por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). Véase Anuario Estadístico de Cuba 1998, ONE, La Habana, 1998.
3. Los esfuerzos realizados en el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas emprendido a partir de 1986 se encaminaban en esa dirección, aunque no lograrían culminarse por el advenimiento del Período especial.
4. Andrew Zimbalist y Claes Brundenius, The Cuban Economy, The Johns Hopkins University Press, Baltimore y Londres, 1989.
5. Miguel Figueras, Aspectos estructurales de la economía cubana, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1994.
6. Anuario Estadístico de Cuba. 1989, ONE, La Habana, 1989.
7. Miguel Figueras, Análisis de las políticas de industrialización en Cuba en el período revolucionario y proyecciones futuras, Centro de Investigaciones de la Economía Internacional, La Habana, 1990.
8. Véase Resumen Mensual, IPS, La Habana, junio de 1999, disponible en www.cubaalamano.net.
9. Véase José Luis Rodríguez, «Economic Relations between Western Europe and Cuba since 1959», en Alistair Hennessy y George Lambie, eds., The Fractured Blockade, MacMillan, Londres, 1993.
10. José A. Aguilar y Marcelo Fernández Font, comps., El bloqueo económico a Cuba por los Estados Unidos, INIE, La Habana, 1992; Carlos Batista, El bloqueo y las compensaciones en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, CESEU, 1989; Morris Morley, Imperial State and Revolution, Cambridge University Press, Nueva York, 1987.
11. Según datos del Informe Económico del Banco Nacional de Cuba, editado anualmente desde 1982 hasta 1990 y desde 1995 hasta 2004.
12. Véase Germán Amado-Blanco, «Tres décadas de comercio Cuba-URSS (1960-1990)», Revista Cuba. Comercio Exterior, n. 3, La Habana, 2006.
13. Ya en 1963, la URSS comenzó a pagar el azúcar a 6 centavos la libra.
14. El nivel de preferencialidad en centavos por libra de azúcar fue de 1,34 en 1961, y 1,26 en 1962. Solo en 1963 los precios del mercado mundial superaron los pagados por la URSS.
15. Germán Amado-Blanco, ob. cit.
16. En estos años la tasa de cambio era de un peso igual a un dólar.
17. José Luis Rodríguez, Estrategia de desarrollo económico en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990.
18. El rublo transferible como moneda de cuenta en las relaciones financieras mantenía tasas de cambio estables en relación con las monedas nacionales, a diferencia de lo que ocurría con las restantes divisas en el mercado internacional.
19. Estas condiciones les fueron otorgadas a Mongolia, Cuba y Viet Nam.
20. Carlos Rafael Rodríguez, «La colaboración de la URSS al desarrollo económico de Cuba», El Militante Comunista, La Habana, noviembre de 1977, pp. 6-7.
21. La tasa de cambio del rublo transferible era equivalente a 1,11 dólares o pesos cubanos de entonces.
22. Esta fórmula se estableció a propuesta de Cuba. Véase Fidel Castro, «Discurso pronunciado en la inauguración del IV Congreso del Partido Comunista de Cuba», IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. Discursos y documentos, Editora Política, La Habana, 1992.
23. Posteriormente, para cada año, se tomaría como base el precio promedio de los cinco precedentes.
24. Germán Amado-Blanco, ob. cit.
25. Esta cifra no se logró, pero Cuba adquirió azúcar en el mercado mundial para cumplir las entregas con la URSS, que a su vez garantizó financieramente estas operaciones.
26. Los precios del níquel también se modificaron y fueron objeto de largas discusiones. Véase Germán Amado-Blanco, ob. cit.
27. CEPAL, La economía cubana. Reformas estructurales y desempeño en los noventa, CEPAL-ASDI-Fondo de Cultura Económica, México, DF, 2000.
28. Una nueva posposición de pagos se renegociaría para los desembolsos que debían iniciarse en 1986, de acuerdo a la renegociación de 1972.
29. Se refiere a todos los países socialistas, aunque la URSS es determinante en estos resultados. Véase Elena Álvarez, Algunos efectos en la economía cubana de los cambios en la economía internacional, INIE, La Habana, 1991.
30. Datos obtenidos —por el autor— de diversos especialistas cubanos. Otros autores, sobre todo norteamericanos, tienden a sobrevalorar el deterioro de la relación de intercambio en los años 80. Véase Andrew Zimbalist y Claes Brundenius, ob. cit.
31. V. Venediktov, «Azúcar, naranjas y una cucharada de hiel», Bohemia, n. 27, La Habana, 6 de julio de 1990. De ser correctos estos cálculos, Cuba habría pagado 9 500 millones de rublos en exceso, entre 1986 y 1990, solo por estas mercancías. No obstante, esta información debe tomarse con reservas.
32. El costo promedio de la producción azucarera soviética entre 1979 y 1987 fue de 43 centavos la libra, mientras que la URSS pagó a Cuba, en igual período, 41,92 centavos como promedio, según cálculos realizados por la firma Landell Mills Commodities Studies y citados en «Información quincenal sobre Cuba», IPS Economic Press Service, n. 24, 31 de diciembre de 1990. Véase también G. B. Hagelberg, «The Sugar Side of Perestroika», International Sugar and Sweetener Report, v. 122, n. 6, Ratzeburg, Alemania, 8 de febrero de 1990.
33. S. Tarasenko, «Azúcar amargo», Novedades de Moscú, n. 49, Moscú, diciembre de 1989.
34. Se estima que las exportaciones cubanas de este tipo de productos alcanzaron los trescientos millones de pesos entre 1989 y 1990.
35. Informe Económico, Banco Nacional de Cuba, La Habana, agosto de 1982.
36. Según datos de Carmelo Mesa-Lago, estos créditos llegaron a 8 631 millones de dólares (véase «The Economic Effect on Cuba of the Downfall of Socialism in the USSR and Eastern Europe», en Carmelo Mesa-Lago, ed., Cuba After the Cold War, Pittsburgh University Press, Pittsburgh, 1993). Sin embargo, otra fuente informaba, en 1999, que estos créditos llegaban a 5 900 millones de pesos. Véase Resumen Mensual, IPS, ob. cit.
37. A. D. Bekarevich y N. M. Kujarev, La Unión Soviética y Cuba: colaboración económica, Editorial Nauka, Moscú, 1990. Estas condiciones sufrieron algunos cambios posteriormente, pero no se alteró su esencia.
38. Informe Económico, Banco Nacional de Cuba, La Habana, febrero de 1985.
39. Este sistema de precios inyectó al país 39 390 millones de dólares de 1960 a 1990. Véase Carmelo Mesa-Lago y Fernando Gil, «Soviet Economic Relations with Cuba», Working Papers in International Studies, n. 5, Minnesota, 1987; Carmelo Mesa-Lago, «The Economic Effect on Cuba...», ob. cit.; Jorge Pérez-López, «El sector externo de la economía socialista cubana», en Mauricio de Miranda, ed., Cuba. Reestructuración económica y globalización, Centro Editorial Javeriano, Bogotá, 2003.
40. Para conocer otra forma de valorar el nivel de preferencialidad otorgado por la URSS a Cuba, véase Andrew Zimbalist y Claes Brundenius, ob. cit.
41. Datos provenientes del periódico Izvestia, Moscú, 2 de marzo de 1990, y Juan O. Tamayo, «Soviets See Drastic Cuts in Cuba Aid», The Miami Herald, Miami, 26 de septiembre de 1991.
42. «El párrafo infame» (Editorial), Granma Internacional, La Habana, 27 de octubre de 2001, disponible en www.cuba.cu/gobierno/documentos/2001/esp/e271001e.html.
43. Al asumir el cobro de los adeudos a la antigua URSS, Rusia pasó a nominarlos en rublos en lugar del rublo transferible que desapareció también en 1991. La tasa de cambio del rublo sufrió una enorme devaluación en los años 90. Ya en febrero de 1992 se cotizaba a 100 por dólar, con lo que el valor de la deuda cubana en esos momentos en el mercado secundario pudiera estimarse en 164 millones de dólares. En 1997, la cotización alcanzaba 5 785 rublos por dólar; en consecuencia, se redujo mucho más el valor de mercado de los adeudos.
44. Cálculo a la tasa de cambio de 1,11 pesos por rublo transferible vigente cuando desapareció la URSS. Véase «El párrafo infame», ob. cit.
45. Esa deuda se reclama en dólares a pesar de que se contrajo en rublos transferibles. Aun considerándola en rublos soviéticos, el gobierno ruso nunca tuvo en cuenta la devaluación de esta moneda frente al dólar. En mayo de 2010, el Club de París informó que la deuda cubana era de 30 410 millones de dólares, buena parte de los cuales incluye esta deuda espúrea.
46. Y. Riabov, «URSS-Cuba: colaboración exitosa», Comercio Exterior, n. 1, Moscú, 1984; P. Kormilitsin, «Ejemplo de colaboración fraternal», América Latina, n. 1, Moscú, 1984.
47. La producción petrolera pasó de 624 millones de toneladas en 1988 a 570 en 1990, para un descenso de 8,7% en solo dos años. Las entregas a Cuba de petróleo y derivados se afectaron en 243 000 toneladas en 1989 y llegaron a 3,3 millones de toneladas en 1990. Germán Amado-Blanco, ob. cit.
48. Véase Fidel Castro, «Discurso pronunciado en el acto central por el XXXVII aniversario del asalto al cuartel Moncada», Granma, La Habana, 28 de julio de 1990.
49. La puesta en práctica de esta política coincidió con la visita a Cuba de Mijail Gorbachov, pero en las conversaciones no parece haberse abordado este tema. Véase Germán Amado-Blanco, ob. cit.
50. Véase «Información a la población», Granma, La Habana, 29 de agosto y 26 de septiembre de 1990; e «Información a la población sobre medidas adicionales con motivo a la escasez de combustible y otras importaciones», Granma, La Habana, 20 de diciembre de 1991.
51. Fidel Castro, «Discurso pronunciado en la inauguración del IV Congreso...», ob. cit.
52. Véase el editorial «Cuba no aceptará jamás ser entregada ni vendida a Estados Unidos», Granma, La Habana, 14 de septiembre de 1991.
53. Alicia Girón y Svetlana Penkina, «La deuda externa de Rusia en su transformación en una economía de mercado», Comercio Exterior de México, v. 44, n. 7, México, DF, 1994.
54. Un elemento favorable fue la concesión por Putin de un crédito de 50 millones de dólares a Cuba. Véase «El párrafo infame», ob. cit.
55. Datos basados en los Anuarios estadísticos, de la ONE, entre 1996 y 2009.
56. Se trata de adeudos contraídos con Rusia a partir de 1992 por 166 millones de dólares y no se refieren a la deuda con la URSS.
57. Y. Riabov, ob. cit.; Piotr Kormilitsin, ob. cit.; Víctor Álvarez, «Colaboración soviética. Influencia en el desarrollo industrial cubano», Colaboración Económica Internacional, n. 1, Moscú, 1989.


jueves, 24 de mayo de 2012

¿EL SUICIDIO DE LA MIGRACION?

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Dr.Esteban Morales

Durante más de cincuenta años la cuestión migratoria ha sido un instrumento político de las administraciones norteamericanas para desestabilizar a la revolución cubana. Y pienso que puede  seguirlo siendo. Pues no se ha observado en estos años, otra actitud de las administraciones norteamericanas, que no haya sido utilizar el asunto migratorio, como un instrumento de su política agresiva contra Cuba.[1]
La primera canallada cometida por la  primera administración que enfrentó la revolución, la de Eisenhower, fue recibir en los Estados Unidos, prácticamente sin trámites legales, a todos los esbirros, asesinos y ladrones, que se fueron  de Cuba huyéndole  a la justicia revolucionaria.
Posteriormente, hasta hoy,  continúan recibiendo a casi todos los que salen de Cuba, incluso de manera ilegal,  y que van buscando los beneficios e la aplicación de la Ley de Ajuste cubano de 1966. Una ley, que al estimular la emigración ilegal, ha acumulado en su haber una extraordinaria cantidad de muertes¸ especialmente, en el Estrecho de La Florida.
A pesar de los acuerdos firmados por ambos países en 1985, para tratar de normalizar las relaciones migratorias, después del éxodo de los años noventa, ahora tienen suspendidas las conversaciones respecto al tema.[2]

Pero en cincuenta años todo cambia. Cuba ha cambiado mucho, sobre todo en los últimos treinta años  y la emigración también. Hasta el enclave más importante de la emigración cubana en el mundo, el estado de La Florida, también ha cambiado. Presentando matices de comportamiento, en los cuales habría  sido imposible pensar  solo veinte años atrás. Miami, la principal ciudad que ha recibido a los cubanos emigrados, ya no es el enclave homogéneamente contrarrevolucionario, dominado por la extrema derecha cubanoamericana,  como lo fue en los años sesenta hasta los ochenta. Hoy se ponen de manifiesto los intereses de una comunidad  tocada por diferentes fenómenos, entre ellos, los problemas generacionales dentro de la propia emigración,  que han comenzado a tomar sus expresiones políticas.

1-   Un tipo  inicial de emigrado, que habiendo tomado el camino de la emigración con la idea de regresar pronto, ya lleva más de cincuenta años esperando.[3]
2-   Un proceso revolucionario en  Cuba que ha sobrevivido  y de tal manera, obligado a entenderse con la Isla.[4]
3-   Un proceso generacional que ha producido un tipo de emigrado, que no lo hizo por decisión propia,  sino de sus padres  y cuya actitud ya guarda poca relación con sus antepasados  que emigraron. No pocos  viajan  a Cuba, buscando sus raíces.[5]
4-   Un  grupo numeroso de políticos pragmáticos, que considera que la política norteamericana hacia Cuba no ha logrado los propósitos para los cuales fue diseñada, por lo que la ha acuñado  como una política fracasada,  que debe ser cambiada por otra más eficiente, que permita acercarse a Cuba con otros métodos, aunque  para muchos de ellos, con las mismas intenciones y objetivos: retomar el poder en la Isla.[6]
5-   Un sector de izquierda que crece y que siempre ha deseado un cambio de política que permita entenderse con una  Cuba libre,  soberana  y soiclista. Junto a un creciente proceso de solidaridad con Cuba que se abre paso dentro de la sociedad norteamericana.[7]
6-   Un grupo de hombres de negocios, que consideran están perdiendo las oportunidades económicas derivadas de una mejor relación con Cuba.[8]
7-   Una heterogénea masa de emigrados, de diferentes posiciones políticas, pero a los que los vincula  el interés común de relacionarse con su país de origen para ayudar a sus familiares en Cuba. No constituyen un grupo político homogéneo, sino una corriente dentro de la comunidad cubana en el exterior .Este tipo de actitud solidaria  respecto a Cuba, es observable a nivel mundial.
8-   Una minoría de extrema  derecha, recalcitrante, que a pesar de haber perdido las esperanzas de regresar a Cuba como conquistadores, sin embargo, continúan viviendo del negocio de la contrarrevolución.
9-   Un numeroso sector académico, que se opone al bloqueo de las relaciones con Cuba  y que defiende fuertes intereses de establecer vínculos intelectuales, culturales y científicos con Cuba. Lo cual tipifica la  actitud de la inmensa mayoría de la comunidad intelectual y académica  en los Estados Unidos.
10-Un amplio sector religioso que mantiene relaciones con Cuba, incluso de  fuerte solidaridad con las iglesias cubanas.
Aun hay personas que emigran de Cuba por razones políticas, pero se trata ya de cantidades despreciables  y de personas irrecuperables, porque le declararon la guerra a la revolución hace mucho tiempo, hicieron contrarrevolución en Cuba,  e insisten en su interés de hacerle daño  y  al  no conseguirlo, ven la emigración como última solución. Abandonando el país  a la menor oportunidad que se le presenta. Como también existen personas que hoy  han variado su  pensamiento respecto a la forma de relacionarse con Cuba. Entre ellos se encuentran incluso, miembros de la más rancia burguesía, que hasta hace poco, se proponían obstaculizar todo tipo  de relación con Cuba.
Sin embargo, después de los años ochenta, la inmensa mayoría de las personas que emigran de Cuba, lo hacen en busca de mejores oportunidades  para sus vidas. A los cuales, en medio de la situación que vive  Cuba hoy, no  le faltan justificaciones. Permanecen en Cuba, aquellos, por suerte mayoría, que no han perdido las esperanzas de  que la situación económica y social mejore  y otros que por  razones más bien políticas, han decidido permanecerles fieles al proceso que han luchado por construir. Dentro de  esa gran masa,  no obstante, existen  también potenciales emigrantes, que en caso de obtener ciertas flexibilidades, emigraría, aunque tal vez  no para vivir fuera de Cuba de manera permanente.[9]
Durante muchos años, emigrar fue considerado como una traición al proceso revolucionario. Realmente lo fue,  pues en medio de las batallas que librábamos por defender a la revolución, en los años más difíciles,  muchos abandonaban  Cuba  y en su mayoría lo hacían hacia el país  que había decidido  destruir a la revolución. Se trataba de la aguda lucha de clases, el enfrentamiento político-ideológico,  que signó al proceso revolucionario en sus primeros  más de treinta años, podríamos decir.
Pero, ¿podemos continuar mirando la emigración de ese modo? ¿No debiéramos asumir una dosis de realismo y hasta de cierto pragmatismo, ante un fenómeno, que nos hace tanto daño y que no podemos controlar?
La emigración cualesquiera que sean sus causas y direcciones, es un fenómeno inevitable, sobre todo para un país subdesarrollado como Cuba, que no podría nunca competir en igualdad de condiciones con ningún país desarrollado, ni ofrecerle  a la fuerza calificada que se nos va, las condiciones que esta encontraría si emigrara, en cuanto a condiciones  de vida  y de ejercicio profesional. Esto sería así, aun si nos recuperáramos con relativa rapidez  de la situación económica tan difícil que ahora  enfrentamos.
Estados Unidos, siempre tendrá las ventajas de los mecanismos para presionarnos, siendo esta última, como decimos los cubanos “una pelea de león a mono y con el mono amarrado”.
¿De qué modo contrarrestar esa realidad aplastante? Sería un verdadero suicidio tratar de enfrentarla sin una política más inteligente, más pragmática, que se enfocara más hacia los beneficios que podríamos obtener  de la emigración y no se  mantuviera un status de quietud y  parálisis,  que solo serviría para incrementar cada día los daños que nos hace el éxodo de cubanos de la Isla.
De Cuba se han marchado artistas, músicos, deportistas de alto rendimiento, médicos, ingenieros, especialistas de todo tipo, que el país ha hecho un esfuerzo sobrehumano y extraordinariamente inteligente para prepararlos. Son decenas de miles los que emigran cada años, jóvenes sobre todo y calificados, proceso que nos cuesta miles de millones de dólares, sin que podamos nunca resarcirnos de  tales perdidas. ¿Vamos a permitir  que el país continúe vaciándose de esas personas, sin asumir una actitud  más realista que nos pudiera permitir  recuperar,  o al menos compartir los conocimientos o habilidades de esas personas calificadas que  se nos escapan?
Esta cuenta no está sacada aun,  pero si contabilizáramos hasta hoy,  las pérdidas por ese concepto, ellas no estaría muy lejos de las cifras que nos ha costado el criminal bloqueo de Estados Unidos. Hemos luchado contra el bloqueo, a veces con no poco éxito, ¿Por qué no hacerlo contra los lastres negativos que nos deja el proceso migratorio?
Hay que tomar medidas activas, pragmáticas, inteligentes, que  nos permitan aliviar la situación tan desventajosa  que nos está creando  la emigración, sin dejarnos atenazar por criterios obsoletos, viejos ya, que no se corresponden con los tiempos tan difíciles  que vivimos.
En mi opinión, tal vez,  habría que analizar medidas del tipo siguiente:
1-   Analizar seriamente  si vamos a mantener la prohibición de la doble nacionalidad.
2-   Romper las barreras burocráticas que impiden  el flujo y reflujo migratorio. Ejemplo de ello, el que un cubano, nacionalizado en el exterior, tenga que viajar a Cuba con pasaporte cubano. O que un cubano de la Isla no pueda viajar cuando quiera a donde desee.
3-   Facilitar que todo ciudadano que lo desee  viaje a donde quiera  y no tenga límites para regresar cuando  quiera hacerlo.[10]
4-   Liberar los viajes de turismo para todo ciudadano cubanos  que tenga condiciones de hacerlo.
5-   Crear condiciones para que cualquiera que emigre pueda compartir su tiempo de trabajo en el país con el del exterior. Trabajar en Cuba o en el exterior cuando lo desee.
6-   Permitir que todo hijo de cubano en el exterior pueda  obtener  la nacionalidad cubana si así lo desea.
7-   Respetar los bienes que poseen  en Cuba,  aquellos que permanecen por un tiempo determinado en el exterior  o fijan su residencia en el exterior, pero que puedan retornar a Cuba cuando así lo deseen.
8-   Crear las condiciones para una relación más orgánica entre los cubanos que viven en el exterior y que desean tener una mayor relación con su país de origen, que puedan votar en Cuba.  .
9-    Facilitar a todo el que llegue a la edad de la jubilación  y quiera retirarse y vivir en Cuba, lo pueda hacer.
10-Facilitar a todo cubano que vive en el exterior,  que sus hijos estudien y vivan  en Cuba si lo desean.
11-Permitir que todo cubano que tenga capital y quiera invertirlo en Cuba  pueda hacerlo, en bien propio y de la nación.[11]

Podrían  estudiarse muchas otras medidas, pero lo cierto es  que ya  variaron las razones y pasó el tiempo en que Cuba puede dejar vagar a sus emigrantes por el mundo sin ningún vínculo orgánico con su país de origen. El cubano, debe poder ser cubano siempre, donde quiera que haya decidido fijar su residencia, siempre que esté en pleno  goce  de  sus  facultades civiles y políticas.
La población cubana decrece y  envejece, debiéndose  tratar por todos los medios, que nos nazcan ciudadanos también fuera de Cuba, que puedan venir a ella cuando quieran, pasar una parte de su vida o sus últimos años de vida con nosotros. De lo contario, estamos regalándole al mundo, una riqueza que nos pertenece  como nación y que no debiéramos perder ni poner en peligro. Es necesario hacer lo posible para impedir que los que se  marchen  del país no quieran  ni puedan  regresar más nunca y que el emigrante se  desvincule definitivamente de su país de origen.
Debemos invertir los términos de una ecuación, que siempre se soluciona en contra nuestra  y que hasta ahora, solo lo que ha hecho es perjudicar al país, cuando también encierra poténciales  capacidades de beneficiarnos. Hasta un cierto periodo de tiempo, estábamos obligados a pagar el precio por razones de seguridad interna; hoy las cosas han cambiado bastante.
La realidad que hoy vive el país, los retos que debe enfrentar y los problemas que deberán ser resueltos,  exigen una buena dosis de pragmatismo, que sin sacrificar nuestros objetivos, ni nuestra seguridad nacional,  nos permita  avanzar lo más rápido posible por la senda de las soluciones.
Todo este complejo entramado, según creo, forma parte  también del “cambio de mentalidad” a que el Cro. Raúl  Castro nos ha llamado.

Habana, mayo 12 del 2012.


[1]La historia  ha ido larga. Podría consultarse del Autor, “El Impacto del Caso Elián en la Política Hacia Cuba”. Único caso, en el que una administración  norteamericana, la de William Clinton, se vio obligada a facilitar  que Cuba ganara  la batalla.
[2] Para ampliar sobre esta historia, ver: “A 30 años de la Crisis Migratoria de Mariel”. de Elier Ramírez. Donde el autor da una versión  muy interesante y actualizada de este importante  acontecimiento.
[3] Dice Luis Ortega, respecto a estos, que el principal aliado de Cuba frente a ellos, es la “Funeraria Rivero”, pues  todos  van desapareciendo de manera natural.
[4] Se trata de un factor nada despreciable. Ha sido la supervivencia  de la Revolución Cubana, la que en última instancia, va obligando a tener que entenderse con la Cuba revolucionaria.
[5] Se trata de un fenómeno muy interesante, que va generando un nuevo tipo de relación con la emigración.
[6] Estos   señores   creen que con Cuba ahora, podría ocurrir lo que nunca ha tenido
lugar,  tomar ellos el poder en Cuba. Cuando históricamente no  han sido más que segundones de la política norteamericana en Cuba.
[7] El Movimiento Pastores por la Paz”, bajo la dirección del insigne pastor Lucio Walker, desato un trabajo de solidaridad  hacia Cuba,  dentro de los Estados Unidos, que aun continua creciendo y rindiendo sus frutos.
[8] Este grupo también va creciendo.
[9] La  idiosincrasia del cubano,  no se corresponde, en general, con la actitud de abandonar su país de origen, para más nunca regresar.
[10] Ello implica, que al ser gratuita la educación en Cuba. Cada graduado que se marcha, sin haber r realizado el servicio social , deberá garantizar  pagar el costo de la carrera, lo cual podría hacer, dejando un fiador oficial  o  pagarla personalmente, antes de marcharse. Siendo este un  requisito para poder  complementar  sus trámites de viaje. Así el Estado, al menos  recobraría  el costo de la formación profesional. (El Autor).
[11] Solo serian inaplicables tales medidas en aquellos casos en que representasen  un peligro para nuestra seguridad  interna como país. Antiguos criminales de guerra, gente ligada a las organizaciones contrarrevolucionarias etc. O casos tipo Alan Gross.
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