"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Respondiendo a Ricardo Torres

Richards Levins. Profesor. Universidad de Harvard.
Aurora Levins Morales. Escritora.
humaneco@hsph.harvard.edu
Entramos en esta discusión con cierta timidez. Para enjuiciar las decisiones económicas del nuevo
viraje, es necesario un conocimiento íntimo de la realidad cubana que no tenemos, por haber estado
ausente por cuatro años, y porque aun con visitas frecuentes uno aprende solamente un bosquejo
de ella. Y lo que es más importante, nosotros, que somos solidarios con Cuba, no somos cubanos;
los fenómenos de la Isla que nos han inspirado no son los mismos que preocupan a sus ciudadanos
ahora.
En este caso, ¿por qué nos atrevemos siquiera comentar? Porque cada comunidad mira la realidad
con lentes propios y aporta tanto visiones acertadas como errores. Todos, los cubanos y los aliados,
entendemos esas cuestiones con nuestra propia agudeza y nuestra propia ceguera. Cuando nos
encontramos, cada parte trae sus errores típicos y su razón acertada. Para que una discusión resulte
fructífera, un buen punto de partida es que ambas partes indiquen qué consideran su propio patrón de
errores y los de sus camaradas, arraigados en sus condiciones de vida y de lucha.
En general, Cuba enfrenta una situación económica urgente. Y sabemos que la urgencia acorta los
horizontes no solamente temporales, sino del marco de los problemas y de las fronteras intelectuales.
Cuando los cubanos se ven obligados a involucrarse en el comercio internacional capitalista, son muy
vulnerables a los vocabularios y los conceptos de la economía neoliberal que reina en este ambiente.
Estudian el marxismo, pero comparados con las necesidades de negociaciones en el mundo capitalista,
los principios marxistas quedan relegados a los cursos universitarios, cada vez mas alejados de la
experiencia vivida, hasta que se marchitan. Por eso, los errores teóricos van a proyectarse a la práctica,
empujados por la urgencia. Los amigos de Cuba destacamos el largo plazo y a veces subestimamos las
urgencias actuales, desde una perspectiva utópica y un tanto ignorante. Como aliados extranjeros, no
podemos enjuiciar si una decisión es o no correcta. Pero sí podemos notar los problemas colaterales,
las consecuencias nocivas, que aun las mejoras políticas conllevan.
Queremos aclarar que no alegamos que haya un abandono del socialismo con los nuevos
lineamientos. Sí afirmamos que pueden debilitar las relaciones sociales y la conciencia de colectividad
que han inspirado al mundo y que pueden reducir la resistencia de la sociedad cubana frente a las
presiones múltiples de un mundo hostil.
En esta breve nota, solamente podemos bosquejar algunas de nuestras preocupaciones, no para
ofrecer soluciones, sino para abrirlas al debate:
1.
En los Lineamientos hay una ausencia casi total de análisis de clase. Se refieren a la población, a
problemas de administración, a temas que encajan bien dentro de la ciencia gerencial burguesa.
Pero el trabajo por cuenta propia plantea una diferenciación de clase en Cuba. Si se contrata
mano de obra, tenemos la explotación y la extracción de plusvalía. Aun si es necesario permitirlo,
la mano de obra se convierte en mercancía enajenada y las ganancias en plusvalía. Además, no
se especifica si las empresas nuevas participan en la producción simple de mercancías, para
mantenerse, o en la expandida. ¿Entonces, cuál es el papel de los sindicatos en esos negocios
privados?
2. Los cuentapropistas tienen preocupaciones e intereses. ¿Cómo los van a expresar? ¿Pueden
tener voz en la Asamblea Nacional? ¿Pueden ser elegidos en sus circunscripciones? ¿Habrá un
tipo de Partido informal para la nueva pequeña burguesía?
3. Se utiliza el vocabulario de la economía burguesa. Por ejemplo, “distorsiones de precios”. El
término implica que existen precios “naturales” —aquellos fijados en el mercado—, y que una
desviación de estos es una distorsión. Pero no existe ninguna relación entre el valor social, la
utilidad de un producto, y su valor económico. ¿Cómo debe determinarse los precios socialistas?
Por ejemplo, el boniato es un producto muy útil, nutritivo y sabroso, pero relativamente fácil de
producir. Absorbe poco trabajo por hectárea comparado con la producción de ajo o de carne.
Entonces, con la creciente desigualdad en Cuba, sería “natural” producir carne y condimentos
para los ricos. Pero si se vende el boniato según su valor, no ofrece suficiente ganancia al
campesino con poco terreno. Por lo que haría falta algún tipo de subsidio al productor o al
consumidor. De todos modos, los precios socialistas han de ser “distorsiones” de los del mercado.
Si los precios de productos del cuentapropismo van a regirse por la ley de oferta y demanda
¿cómo podemos reconciliar esa contradicción? Los productos más necesarios pueden ser los
menos rentables. ¿Llenamos el vacío con subsidios?
4. Cuando el Estado dice que algo es muy costoso, se piensa que el consumidor ha de pagar los
costos de producción. Pero para la economía como un todo, pasarlos del Estado al consumidor
solamente redistribuye el gasto, no economiza. Junto con un incremento de los precios al
consumidor, hará falta un aumento de salario. No está claro por qué representa ahorros para la
sociedad.
5. El plan no considera categorías como la composición orgánica de capital (crítica para crear
empleo), o la división de la inversión entre compartimiento I (producción para el consumo) y
compartimiento II (producción de los medios de producción), aunque esta diferenciación es
esencial para salir de la urgencia.
6.
Parece ser necesaria una mayor autonomía de la empresa para flexibilizar la producción. ¿Pero
autonomía para quien? ¿Los gerentes? Vimos en la URSS bajo Kruschov una descentralización
con mayor autonomía para los dirigentes. Pero en una sociedad donde la corrupción es tan
endémica, la autonomía para los administradores vislumbra una privatización de facto.
Descentralización sí; pero con la autoridad descansando en los trabajadores.
7. La autonomía implica la libertad de determinar los bienes que producir. Pero en una sociedad
con creciente desigualdad, sería ejercida en favor de las mercancías que desean los ricos.
8. Una empresa privada busca rentabilidad a corto plazo. En la agricultura sería un incentivo para
revertir en plaguicidas y abonos químicos y retroceder en la agricultura ecológica.
9.
Hace unos pocos años, el igualitarismo fue inscrito en la bandera del socialismo, que significaba
la solidaridad y colectivismo de una población con una meta común. Su sentido ha cambiado.
¿Cómo se va a afectar en la sociedad cubana cuando la solidaridad es el único recurso que
tiene para prevalecer?
Es posible que en el pasado se impusieran formas de organización que la base material no pudo
sostener, y unos pasos hacia atrás son necesarios para re-equilibrarlas. Hay que reconocerlo así. Todos
destacan las financieras como las mejoras vías de incentivización. Cuando los Lineamientos hablan de
diversas formas de organización de la propiedad, subrayan las capitalistas, aparte de las cooperativas.
¿No existen en Cuba cuadros de jóvenes comunistas que querrían formar colectivos igualitarios, con
alta conciencia y compromiso? ¿Y no podrían estos, de manera experimental, funcionar como modelos
de las ventajas del socialismo, todavía no accesibles a la sociedad como un todo? ¿Por qué no autorizan
a que un grupo de ciudadanos solicitar, colectivamente, terreno para experimentar nuevas formas de
organización, ya que las viejas formas fallan mucho?
Repetimos que estas son preocupaciones, no denuncias. En el pasado, cuando Cuba tuvo que hacer
concesiones a formas ajenas de actuar, inventaron cómo darles la vuelta para preservar lo importante.
Esperamos que un día palabras como “resolver” se refieran a medios más revolucionarios para bregar
con los problemas de un mundo global en decadencia
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