"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

sábado, 9 de abril de 2011

Si queremos sobrevivir

Lograr equiparar el consumo, con la capacidad de la naturaleza de producir bienes es, o al menos debería ser, un objetivo a corto plazo a plantearnos como especie. Claro está, si es que queremos continuar habitando este planeta.
Según las Naciones Unidas, los 20 países más ricos del mundo, han consumido a lo largo del pasado siglo, más materias primas y recursos energéticos no renovables que toda la humanidad, a lo largo de toda su historia.
Este siglo negro en cuanto a sustentabilidad, está dejando huellas en el planeta que difícilmente puedan borrarse y cuyas consecuencias pagaremos durante muchas generaciones. Estamos dejando a nuestros descendientes en una situación ambiental preocupante, o mejor dicho, verdaderamente alarmante.
Existen dos tipos de consumo bien diferenciados. El de las empresas, para nutrirse de las materias primas necesarias para fabricar sus productos. Y el de los consumidores finales, que consumimos tanto los productos fabricados por esas empresas, como bienes primarios tales como los alimentos.
Como consumidores, aunque lamentablemente no siempre, tenemos en muchos casos la posibilidad de accionar sobre ambos tipos de consumo.
Podríamos asombrarnos del gran aporte que podemos estar haciendo con sólo unos pequeños cambios en nuestros hábitos de consumo. Con sólo informarnos un poco y prestar un poco más de atención a la hora de comprar.
Quienes estamos concientizados de los impactos del consumo, tenemos el deber moral de consumir menos y de comprar mejor. Además de, en lo posible, intentar concientizar a nuestro entorno.
El primer paso y más sencillo es no consumir lo que no necesitamos. Plantearnos seriamente al momento de comprar algo, si realmente lo necesitamos o si estamos por hacer una compra compulsiva.
El segundo es algo más complejo, pero para nada imposible. Se trata de investigar un poco algunas cosas sobre lo que vamos a comprar y evaluar si tenemos alguna alternativa social y ambientalmente menos nociva.
Conocer la materia prima con la que está hecho el producto, si su proceso de fabricación afecta mucho al medioambiente, también es importante el origen del producto, ya que consumir productos locales reducirá el impacto ambiental del transporte.
También sería bueno pensar en los residuos que generarás una vez utilizado. Si sus componentes pueden reciclarse, si utiliza baterías y como utilizarlo correctamente para alargar su vida útil.
Piensa que si como consumidores elegimos mayoritariamente productos mas amigables con el medioambiente, estaremos generando una importante presión para que las empresas tengan cada vez mas en cuenta esto a la hora de fabricarlos.
Consumir responsablemente es una tarea relativamente sencilla, que nos beneficiará a todos los habitantes del planeta.
Por Ricardo Natalichio
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