"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

lunes, 31 de enero de 2011

Mercado, planificación y socialismo

Por Luis Marcelo
Todo parece indicar que la discusión teórica sobre la cuestión del mercado y la planificación en el socialismo no está aún zanjada.
En los distintos encuentros científicos celebrados internacionalmente y en Cuba que incorporan esta temática se presentan con frecuencia ponencias con posiciones encontradas sobre el particular.
Contribuir a esclarecer estas cuestiones no sólo tiene un importante valor teórico, sino práctico, y en tal sentido quisiera compartir con los lectores algunos de los resultados que han arrojado mis investigaciones en las propias fuentes originales marxistas.
Para ello me concentré en aquella parte de la teoría marxista que motivó que sus correligionarios entendieran al mercado como incompatible con el socialismo, y dieran a la planificación una interpretación sui generis. Hagamos una breve incursión a los orígenes de posibles malos entendidos.
Tres elementos eran claves en el socialismo construido de Marx para negar dialécticamente al capitalismo: la propiedad social sobre todos los medios de producción, la planificación, y uno casi olvidado, la sustitución del dinero (1). La conjugación de estos tres factores haría desaparecer al capitalismo y por ende al mercado. Es decir, en correspondencia, no habría relaciones de propiedad privada, no existiría anarquía en la producción, ni compraventa.
Marx había argumentado que en una sociedad basada en el tipo de propiedad mencionado, los productores no cambian sus productos; que el trabajo invertido en estos últimos ya no se mediría a través del rodeo que significa el dinero como medida del valor, sino directamente, mediante un bono que consignaría la cantidad de horas de trabajo rendidas, después de descontar lo trabajado para el fondo común. Con dicho bono, el cual no tendría carácter circulatorio como el dinero, pues se consumiría al usarse, se extraería de los depósitos sociales de medios de consumo (no de los comercios), medidos dichos medios en su correspondiente tiempo de fabricación, la parte equivalente a la cantidad de trabajo realizado. Con ello quedaría erradicado el valor y su ley, así como el mercado, pues el dinero habría sido sustituido. También se eliminaría - deduzco - la inflación de hoy pues el desarrollo tecnológico conlleva a que los productos se fabriquen cada vez en menos tiempo, lo cual refleja el verdadero concepto marxista de productividad.
Lógicamente, el cambio mencionado de unidad de medida implicaría un sistema mundial pues el dinero como medida del valor es incompatible, considerando la unidad de la economía internacional, con el uso del tiempo de trabajo.
En el comunismo ya no haría falta el mencionado bono pues la distribución se efectuaría sobre la base de las necesidades de cada cual.
Este aspecto del marxismo sobre la sustitución del dinero fue abandonado en su desarrollo teórico posterior por los países del llamado socialismo real, sin que estén claras las causas. Tal vez haya parecido esto demasiado confuso, pero lo cierto es que la eliminación del dinero se interpretó erróneamente por algunos de estos países en cierta etapa, como la irrupción de las gratuidades. De cualquier forma, su esclarecimiento científico sigue estando pendiente (2).
Valorado esto, asombra hoy cómo los manuales soviéticos de Economía Política del Socialismo planteaban que la producción mercantil, la ley del valor y el dinero sólo desaparecerían en la fase superior del comunismo, sin explicar siquiera por qué estaban en desacuerdo con Marx el cual ya había fundamentado estos cambios para la fase socialista.
Luego entonces, baste no estar teóricamente solucionada aún por la ciencia la cuestión de la sustitución del dinero, uno de los tres mencionados elementos claves del socialismo construido, para que no deba comprenderse mal lo de la anulación del mercado. Mientras exista el dinero habrá compraventa y, por derivación, mercado, el cual tampoco tendría nada que ver con el mayor o el menor control de los precios, lo que sería motivo de otro debate.
Aquello de que el mercado es lo que se contrapone a la planificación, a mí juicio refleja una injusticia conceptual. La idea de la planificación surgió cuando Marx buscó la solución a las crisis de superproducción y por tanto comerciales de su época, resultado de la diseminación de la propiedad privada, en adecuar la oferta productiva a la demanda real de los consumidores. Planificar, pues, sería en esta lógica, tomar medidas para que todo lo que sea necesario producir se venda con rapidez. Por tanto, lo que se opondría a la planificación es la competencia y producción anárquicas producto de la extendida propiedad privada, pero no el mercado que es el ambiente de compraventa donde se justifica la producción. Planteado esto así, cabe decir que todas las economías de hoy son de mercado.
Para evitar la competencia anárquica el Plan tendría un sustento organizativo-empresarial, el cual viene dado por la unión corporativa ramal de las empresas, de acuerdo con lo fundamentado por Engels a partir de la experiencia capitalista inglesa de 1890 con la fusión de 48 grandes fábricas de álcalis en una sola gran sociedad anónima (3).
Esta nueva lectura pudiera tener aplicabilidad terminológica considerando las medidas que se han debido adoptar en la Cuba actual en materia de propiedad. Como de acuerdo con lo ya tratado es imposible hoy prescindir del dinero para medir el valor, y como debieran definirse más exactamente aquellos elementos empleados en la economía cubana llamados "de mercado", entonces pienso que sería suficiente referirnos a ellos como "espacios o áreas de propiedad privada". Tampoco la utilización de la variante "elementos de capitalismo" parece resolver felizmente la cuestión, pues debe pensarse que la mayoría de las formas de propiedad autorizadas no implican explotación de la fuerza de trabajo empleada, como sucede con los trabajadores por cuenta propia y los cooperativistas.
¿Cómo entonces denominar a las mal llamadas economías de mercado capitalistas? Pues pudieran reconceptualizarse como economías de competencia anárquica o de anarcocompetencia.
Lamentablemente, y sin pretender agotar el tema que nos ocupa, durante la práctica del llamado socialismo real se conformaron toda una serie de conceptos ajenos a la teoría elaborada por Marx los cuales deben ponerse en su lugar lo antes posible. El volver a estudiar las fuentes teóricas originales es vital para ello.

(Artículo tomado de la revista cubana "Logística aplicada", publicación de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba, correspondiente al I Semestre del año 2000).
Notas:
(1) Si bien los dos primeros factores se identifican en distintas obras de Marx y Engels, el tercer factor, la sustitución del dinero, se trata en un muy reducido número de documentos teóricos, el más importante de los cuales es la "Critica del Programa de Gotha", aunque en honor a la verdad, de forma difícil de entender allí si no se comprendían otras partes de su obra e, incluso, si no se hacía una determinada labor deductiva.
(2)La idea de Marx para resolver esta cuestión ya aparece en su obra "Contribución a la crítica de la economía política" (Ver texto de la editorial Progreso, Moscú, 1989, p. 17) y radica en "estudiar las leyes que rigen esta reducción del trabajo complejo al trabajo simple".
(3)Ver F. Engels "Del socialismo utópico al socialismo científico", en obras escogidas en un tomo, Edit. Progreso, Moscú, pp. 442-443.

Luis Marcelo. Investigador Auxiliar. Instituto Nacional de Investigaciones Económicas
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