"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

martes, 19 de abril de 2011

China estudia medidas para internacionalizar el yuan

Por Peter Stein y Shai Oster
El banco central chino está "activamente considerando" nuevas reglas que harán más fácil ingresar fondos en yuanes recaudados en el extranjero hacia el país, señaló un alto funcionario monetario de Hong Kong.
Eso representaría un gran paso en la internacionalización de la moneda china.
Durante una entrevista, Peter Pang, vicepresidente ejecutivo de la Autoridad Monetaria de Hong Kong, señaló que funcionarios de Hong Kong están en discusiones con sus contrapartes chinos para permitir inversiones extranjeras directas a China con el uso del yuan, también conocido como renminbi, o RMB.
La creación de nuevas regulaciones que permitan inversiones extranjeras directas en yuanes removería un obstáculo al crecimiento del naciente mercado para la moneda china que se está desarrollando en Hong Kong y otros lugares fuera de las fronteras de China continental.
Las posibles medidas también serían beneficiosas para los esfuerzos más generales de Beijing para promover el amplio uso de la moneda y disminuir su dependencia en el dólar. Un dólar más débil perjudica el valor de las vastas reservas internacionales de China, las cuales casi en su totalidad están en dólares.
Las preocupaciones de Beijing sobre su exposición al dólar se reflejaron el lunes cuando Standard & Poor's rebajó el lunes su perspectiva para la calificación de deuda de Estados Unidos a "negativa". Las acciones tanto en China como Hong Kong cayeron en respuesta la noticia, al igual que en otras partes de Asia.
Funcionarios del banco central de China y de la agencia a cargo de las reservas internacionales del país declinaron el martes formular comentarios sobre la medida de S&P. En un breve comunicado emitido en el sitio en Internet del Ministerio de Relaciones Exteriores, el portavoz Hong Lei hizo un llamado a Washington a adoptar "políticas y medidas responsables" para proteger los intereses de los inversionistas.
 

lunes, 18 de abril de 2011

Obama ha desaparecido


¿Qué han hecho con el presidente Barack Obama? ¿Qué ha pasado con la figura inspiradora que sus seguidores pensaban que habían elegido? ¿Quién es este tipo tímido y anodino que no parece representar nada en particular?
      Soy consciente de que, con una Cámara controlada por republicanos hostiles, no hay mucho que Obama pueda hacer en lo que se refiere a políticas concretas. Se podría decir que todo lo que le queda es la tribuna de oradores. Pero ni siquiera la está usando (o, mejor dicho, la está usando para reforzar los argumentos de sus enemigos).
      Sus comentarios después del pacto presupuestario de la semana pasada son un ejemplo que viene al caso. Puede que ese terrible pacto, en el que los republicanos terminaron obteniendo más de lo que inicialmente pretendían, fuese lo mejor que podía conseguir, aunque da la impresión de que la idea del presidente sobre el modo de negociar consiste en empezar por regatear consigo mismo, haciendo concesiones preventivas, y luego emprender una segunda ronda de negociaciones con el Partido Republicano, la cual acaba en más concesiones.
      Y tengan en cuenta que esta solo ha sido la primera de varias oportunidades que tendrán los republicanos de usar el presupuesto como rehén y amenazar con paralizar el Gobierno; al ceder tanto en la primera ronda, Obama ha sentado las bases para concesiones todavía mayores a lo largo de los próximos meses.
      Pero démosle al presidente el beneficio de la duda y supongamos que esos 38.000 millones de dólares en recortes del gasto - y un recorte mucho mayor respecto a sus propias propuestas presupuestarias - era el mejor trato posible. Aun así, ¿era necesario que Obama celebrase su derrota? ¿Tenía que elogiar al Congreso por aprobar "el mayor recorte del gasto anual de nuestra historia", como si unos recortes presupuestarios cortos de miras en un momento de paro elevado - recortes que ralentizarán el crecimiento y harán que suba el desempleo - fuesen realmente una buena idea?
      Entre otras cosas, el último pacto presupuestario elimina con creces cualquier efecto económico positivo del gran premio que Obama supuestamente ganó con el acuerdo de diciembre, una ampliación temporal de sus bajadas de impuestos de 2009 para los estadounidenses con trabajo. Y el precio de ese acuerdo, recordémoslo, fue una ampliación de dos años de las bajadas de impuestos de Bush, con un coste inmediato de 363.000 millones de dólares, y un coste posible que es mucho mayor (porque ahora parece cada vez más probable que esas irresponsables reducciones fiscales se hagan permanentes).
      En términos más generales, Obama está fracasando lastimosamente en lo que se refiere a plantear algún tipo de desafío a la filosofía que ahora impera en los debates de Washington; una filosofía que afirma que los pobres tienen que aceptar grandes recortes en Medicaid [seguro médico para personas con pocos ingresos] y los cupones de alimentos; que la clase media tiene que aceptar grandes recortes en Medicare [seguro médico para personas mayores de 65 años] que en realidad suponen el desmantelamiento de todo el programa; y que las corporaciones y los ricos tienen que aceptar grandes bajadas en los impuestos que tienen que pagar. ¡Sacrificio compartido!
      No estoy exagerando. La propuesta presupuestaria de la Cámara que se dio a conocer la semana pasada - y que fue calificada de "audaz" y "seria" por toda la Gente Muy Seria de Washington? incluye recortes salvajes en Medicaid y otros programas que ayudan a los más necesitados, lo que entre otras cosas privaría a 34 millones de estadounidenses de seguro médico. Incluye un plan para privatizar y dejar sin fondos a Medicare que haría que muchos, si no la mayoría, de los mayores no pudiesen permitirse la asistencia sanitaria. Y también incluye un plan para reducir drásticamente los impuestos que pagan las grandes empresas y bajar el tipo aplicado a las rentas más altas hasta su nivel más bajo desde 1931.
      El Centro de Política Tributaria, un organismo no afiliado a ningún partido, calcula la pérdida de ingresos debida a estas bajadas de impuestos en 2,9 billones de dólares a lo largo de la próxima década. Los republicanos de la Cámara afirman que los recortes de impuestos pueden "tener un efecto neutro sobre los ingresos" si se "ensancha la base impositiva" (es decir, si se eliminan las lagunas fiscales y se termina con las exenciones). Pero habría que eliminar muchas lagunas para tapar un agujero de tres billones de dólares; por ejemplo, aunque se suprimiera por completo una de las mayores exenciones, la deducción por crédito hipotecario, ni siquiera nos acercaríamos. Y, por supuesto, los dirigentes del Partido Republicano no han pedido nada así de drástico. No les he visto nombrar ninguna exención importante a la que pondrían fin.
      Se podría haber esperado que el equipo del presidente no solo rechazase esta propuesta, sino que la viese como un enorme blanco político. Pero aunque la propuesta del Partido Republicano se ha ganado los ataques de varios demócratas (entre ellos una dura condena del senador Max Baucus, un centrista que a menudo ha trabajado con republicanos), la respuesta de la Casa Blanca ha sido una declaración del secretario de prensa expresando una leve desaprobación.
      ¿Qué está pasando aquí? A pesar de la feroz oposición a la que se ha enfrentado desde el día en que asumió el cargo, está claro que Obama sigue aferrándose a su visión de sí mismo como una figura capaz de superar las diferencias partidistas de Estados Unidos. Y sus estrategas políticos parecen creer que puede conseguir la reelección adoptando una postura conciliadora y razonable, mostrándose siempre dispuesto a transigir.
      Pero si me piden mi opinión, yo diría que el país quiere - y lo que es más importante, el país necesita - un presidente que crea en algo y que esté dispuesto a adoptar una postura. Y no es eso lo que estamos viendo.

      Paul Krugman es profesor de Economía de la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008

      viernes, 15 de abril de 2011

      Por qué la ONU no puede detener el cambio climático

      Para que se consiguieran progresos, la diplomacia debería cambiar a foros más pequeños, con objetivos que se pudieran conseguir y centrados en la adaptación
      El domingo, en Tailandia, los diplomáticos abrieron otra ronda de conversaciones formales de Naciones Unidas sobre el calentamiento global. Durante más de 20 años, la ONU ha estado trabajando en este problema, con pocos avances. Las expectativas nunca han sido más bajas. La conferencia de diciembre de 2009 en Copenhague, que se suponía que finalizaría con un nuevo tratado que sustituyera al protocolo de Kioto, que caducaba, terminó en punto muerto. Las conversaciones del año pasado en Cancún terminaron sin llegar a un acuerdo sobre la mayoría de los nuevos problemas importantes.
      Algunos problemas de la diplomacia del calentamiento global son inevitables. Detener el cambio climático es uno de los retos más difíciles a los que ha hecho frente la comunidad internacional. La causa principal del cambio climático, las emisiones de dióxido de carbono, está intrínsecamente relacionada con la quema de combustibles fósiles, que mueve la economía mundial. Incluso en la mejor de las circunstancias, deshacernos del carbono costará décadas y billones de dólares. La crisis económica mundial lo hace todavía más difícil, pues pocas sociedades deciden gastar dinero en problemas distantes cuando se están enfrentando a retos más inmediatos, como el desempleo y la pobreza.
      El fracaso en los avances, sin embargo, se debe principalmente a una mala estrategia. El foro de la Organización de Naciones Unidas es el lugar inadecuado para una diplomacia seria. Uno de los puntos fuertes clave del sistema de la ONU –que implica a todas las naciones del planeta– es una responsabilidad enorme por el calentamiento global. Al trabajar en grupos grandes, las conversaciones de la ONU son rehenes a menudo de los deseos de incluso pequeños participantes; como sucedió en Copenhague y en Cancún, cuando Sudán, Bolivia y algunas naciones más, cuyas emisiones contaminantes para el calentamiento son muy pequeñas. El sistema de la ONU se ha basado también en acuerdos legalmente vinculantes, que suenan bien en teoría pero han sido difíciles de adecuar y ajustar, dados los numerosos intereses diferentes que deben quedar reflejados en cualquier pacto internacional serio para controlar las emisiones.
      Se avanzaría más si los progresos se hicieran en tres frentes. Primero, aunque las conversaciones de la ONU no se deberían abandonar, la mayor parte de la diplomacia se debería trasladar a foros más pequeños, que comprometan sólo a los países más grandes. De hecho, 10 países (considerando a la UE como uno) son responsables de casi cuatro quintas partes de las emisiones que provocan el calentamiento. Trabajar con esos 10 será ya bastante complicado. En ese grupo hay ocho grandes contaminadores que incluyen a algunos que desean dedicar recursos masivos al problema; entre ellos, China y EE. UU. Las naciones entusiastas han sido las que más han respaldado el enfoque de la ONU, porque tienen más capacidad de llegar a acuerdos estrictos y vinculantes. Pero lo que funciona para la UE fracasa para la mayoría del resto del mundo, más miedosos de aceptar compromisos vinculantes que quizá no podrían cumplir.
      Segundo, las conversaciones deben centrarse en lo que realmente se puede conseguir. Durante casi una década, la mayor parte de la diplomacia del calentamiento se ha centrado en los esfuerzos necesarios para detener el calentamiento global en 2º C por encima de los niveles preindustriales. El calentamiento real ha sido de aproximadamente un grado hasta ahora. Con el tiempo, toda la inercia integrada en el sistema de clima y energía requerirá un programa más severo para regular las emisiones de hoy y es probable que vean el calentamiento acercándose al límite de 2 grados.
      Uno de los cuatro resultados positivos de Copenhague fue la creación de un sistema para que los países se comprometan a lo que pueden hacer realmente para controlar las emisiones. Muchos países, incluyendo a los 10 mayores contaminadores, han adoptado los compromisos. Cada compromiso es diferente, en todo caso es complicado porque lo que un país puede hacer realmente depende de numerosos factores locales. Estos compromisos son el mejor punto de partida para generar acuerdos realistas y creíbles. Sin embargo, este enfoque "de lo menor a lo mayor" ha encontrado resistencias porque no se alinea con los objetivos abstractos (y no realistas) “de lo mayor a lo menor”, como detener el calentamiento en 2º C. Este planteamiento es confuso, pero la lección de casi todas las otras áreas de la diplomacia internacional es que funciona.
      Tercero, las conversaciones deben dejar de centrarse exclusivamente en el control de las emisiones para aceptar la realidad de que gran parte del cambio climático es inevitable. Eso significa que hay que ayudar a los países a adaptarse a él. También significa, con el tiempo, planear el uso posible de tecnologías de geoingeniería –como disparar polvo a la atmósfera superior para rechazar un poco más la luz del sol entrante– que puedan contrarrestar los efectos del cambio climático y podrían ser necesarias si el calentamiento global empeorara rápidamente.
      La buena noticia del problema del calentamiento global es que hay signos provisionales de progreso en estos tres frentes. La mala noticia es que un enfoque diplomático serio lleva dos décadas de retraso y es improbable, incluso en las mejores circunstancias, que detenga a tiempo el calentamiento global.

      David G Victor es catedrático de la School of International Relations and Pacific Studies en la Universidad de California, San Diego y autor de Global Warming Gridlock: Creating More Effective Strategies for Protecting the Planet (Cambridge University Press).

      jueves, 14 de abril de 2011

      China y el fin del paraíso de la mano de obra barata

      En las últimas décadas China se ha convertido en una superpotencia debido a la facilidad para realizar inversiones (a los extranjeros, los nacionales tienen aún sus impedimentos) y a la mano de obra barata. Pero este modelo está llegando a su fin debido a la inflación galopante que asola el país. Esta inflación está causada por el crecimiento económico y es normal.
      Según su estilo de vida mejora, los precios tenderán a igualarse a los de otros países más desarrollados. Ha pasado siempre y seguirá pasando. El problema es que esto puede hacer que su modelo de crecimiento, el paraíso de la mano de obra barata, haya llegado a su fin. Y para demostrar que esto es cierto pongamos el ejemplo de Foxconn, el fabricante de los gadgets de Apple.
      Foxconn ha visto como los sueldos de los empleados de fabricación se han duplicado de 2002 a 2008. Y por supuesto desde dicho año hasta ahora también han subido. Todo esto le ha llevado a tomar una decisión: realizar inversiones en Brasil, donde quizá los salarios son más altos pero más estables.
      Con todos los países desarrollados pasa lo mismo. En su día España fue un destino interesante para la industria, sobretodo la automovilística, debido a los bajos salarios. Actualmente no es que los tengamos muy altos, pero somos menos paraíso de sueldos bajos que los países emergentes. La clave está en detectar esta tendencia a tiempo y saber cambiar el modelo productivo. Enfocarse más al I+D y menos a la mano de obra barata. Nosotros no supimos. ¿Sabrá hacerlo China?

      martes, 12 de abril de 2011

      ¿Se considera feliz? Los estadísticos no se lo creen

      Por Carl Bialik
      Los gobiernos, los académicos y los encuestadores han salido en busca de la felicidad.
      El primer ministro británico, David Cameron, lanzó una iniciativa para medir el estado de ánimo nacional de una manera que no es capturada por las estadísticas económicas tradicionales. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, y legisladores alemanes estudian iniciativas similares. Investigadores del gobierno de Estados Unidos y encuestadores de Gallup les preguntan a cientos de miles de ciudadanos todos los años cuán satisfechos están con sus vidas.
      Pero en los intentos de los estadísticos para medir la felicidad abunda la incertidumbre. En todo el mundo, las personas tienden a describirse como felices aunque expresan muchas quejas específicas y dudas respecto de sus vidas o sus gobiernos. Algunos economistas dicen que aunque se diseñara una prueba confiable sobre la felicidad, sería arriesgado implementar una política determinada sobre una estadística tan amplia. En lugar de ello, sugieren, la felicidad se ve reflejada en forma más confiable en cosas que son medibles, tales como los ingresos, la salud y las condiciones de vida.
      Simon Chapple, economista de la división de políticas sociales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), tiene dudas sobre si es posible medir cómo las políticas públicas afectan la felicidad. "Este es un ámbito académico que está en permanente cambio", señala.
      Pero otros economistas creen que hay poco que perder. Richard Layard, economista de la London School of Economics, defiende que se haga un seguimiento de la felicidad "como un indicador básico del progreso de una sociedad". Que la felicidad sea algo subjetivo no es un problema, a su juicio. "Las cosas más importantes en la vida son subjetivas", insiste.
      El intento del Reino Unido para medir el estado de ánimo nacional muestra lo incipiente que es este tipo de investigación. Por instrucciones de Cameron, la Oficina Nacional de Estadísticas del país investiga cómo evaluar el bienestar pidiendo información a través de Facebook y Twitter, y en más de 100 reuniones públicas realizadas a lo largo del país. La agencia también publicó en su página web una encuesta en la que pregunta cuál sería la mejor forma para que el gobierno evalúe el estado de ánimo de la gente. Un mensaje de Twitter reciente preguntaba: ¿Le gusta cantar y bailar? ¿Puede la música afectar el bienestar del Reino Unido?
      Las reuniones terminan en abril y la agencia espera emitir una primera serie de indicadores sobre el bienestar, incluyendo autoevaluaciones sobre la felicidad y medidas más objetivas, a fines de 2011.
      Los investigadores británicos esperan producir una medida que pueda ser comparable con las de otros países. Pero no están seguros de si las diferencias nacionales reflejan variaciones reales en la felicidad o diferencias lingüísticas y culturales. Hacen notar, por ejemplo, que los países latinoamericanos habitualmente muestran niveles superiores de felicidad, lo que no debería sorprender basándose en variables como los ingresos; mientras, los asiáticos obtienen calificaciones menores.
      Algunos escépticos señalan otro problema potencial: las personas están, en general, bastante contentas o al menos eso dicen cuando se les pregunta. Por ejemplo, desde 2005, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos realizan una encuesta telefónica enorme en la que preguntan: "En general, ¿está satisfecho con su vida?". Cada año, al menos 92% de los sondeados responden que se sienten satisfechos o muy satisfechos. Eso podría ser algo bueno para el estado anímico nacional, pero no ayuda tanto a los investigadores que están indagando qué cambios en las políticas públicas mejorarían el bienestar.
      Puesto que hacer preguntas muy amplias acerca de la felicidad no parece calibrar bien los cambios en el estado de ánimo de las personas, Gallup considera que cuando hace preguntas específicas sobre el gozo, el estrés y las preocupaciones aparece un cuadro más complicado.
      Joseph Stiglitz, el economista de la Universidad de Columbia que ha asesorado a Sarkozy sobre las mediciones de la felicidad, afirma que los gobiernos y otros investigadores tendrían mejores resultados si recopilaran e hicieran el seguimiento de un conjunto de datos, tanto objetivos como subjetivos. "Uno no aspira a tener sólo una cifra", señala.

      lunes, 11 de abril de 2011

      Joseph Stiglitz: se radicaliza desigualdad en EU

      El premio Nobel de Economía 2001, denunció que el 1 por ciento de la población estadunidense amasa cada año el 25% de todo el ingreso nacional

      Carmen Álvarez

      Por mucho tiempo Estados Unidos se enorgulleció de ser una sociedad justa, donde cada uno tenía las mismas oportunidades de salir adelante. Hoy las estadísticas dicen todo lo contrario: el 1 por ciento de la población amasa cada año 25 por ciento de todo el ingreso nacional, los desempleados representan a 20 por ciento de la juventud estadunidense y la creciente desigualdad es el caldo de cultivo de disturbios al estilo de Oriente Medio.
      “Es precisamente esta noción de estar en un sistema injusto y sin oportunidades, el que dio origen  a las conflagraciones de Oriente Medio. Pues fue allí donde el alza en los precios de los alimentos y el creciente y persistente desempleo juvenil  encendieron la mecha que provocó el incendio”, advirtió el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz en un artículo para la edición de mayo de la revista Vanity Fair.
      Allí, el también ex economista en jefe y ex vicepresidente del Banco Mundial  que tanto criticó a los “fundamentalistas del libre mercado”, hace un  nostálgico recorrido a través de los viejos tiempos en que un estadunidense pobre o de clase media podía llegar hasta la cumbre de la sociedad de esa nación.
      Pero una vez más las estadísticas demuestran que hoy sucede todo lo contrario: las posibilidades de que un ciudadano pobre o clasemediero llegue hasta la cima en EU son más reducidas que en muchos países de Europa.
      “Cuando se trata de igualdad en el ingreso, Estados Unidos se queda atrás de cualquier país de la vieja y anquilosada Europa de la que el presidente George W. Bush acostumbraba burlarse. Hoy entre nuestros homólogos más cercanos figura Rusia con sus oligarcas así como Irán”, escribió Stiglitz.
      Incluso Brasil, que en el pasado fue uno de los viejos centros de la desigualdad en América Latina, ha estado  esforzándose en los últimos años, y con bastante éxito, para mejorar las difíciles condiciones de vida de los pobres y para reducir la marcada inequidad en la distribución del ingreso.
      En cambio “Estados Unidos ha permitido que la desigualdad siga creciendo… Y mucha de la desigualdad de hoy obedece a la manipulación del sistema financiero, favorecida por cambios en la normatividad que fueron comprados y pagados por la propia industria financiera. Esa fue la mejor de todas las inversiones que haya hecho jamás”, explicó.
      Y es que los cambios en la normatividad o reglamentación del sistema financiero autorizaron que el gobierno hiciera préstamos  a las instituciones financieras a una tasa de interés cercana a 0 por ciento, y que además les obsequiara generosos rescates en condiciones favorables mientras todos lo demás se iban a la quiebra.
      “Las autoridades  reguladoras se hicieron de la vista gorda frente a la falta de transparencia y a los conflictos de interés” de la industria financiera, señaló.
      Eso no fue todo
      “En un caso reciente, el Citizens United, la Suprema Corte de Justicia consagró el derecho de las corporaciones a comprar (adquirir) el gobierno. Para ello bastó con eliminar los límites a los gastos de campaña. Y hoy lo privado y lo político están en perfecta alineación pues virtualmente todos los senadores de EU, y la mayoría de los miembros de la Cámara de Representantes, provienen del l 1 por ciento de la población que está en la cúspide”, escribió el Nobel de Economía.
      De igual modo, los principales actores claves que diseñan las políticas de comercio y de la economía,  provienen también del 1 por ciento de la población que está en la cúspide.
      “Cuando las empresas farmacéuticas reciben un obsequio con valor de un billón de dólares, mediante leyes que prohíben al gobierno  (el más grande comprador de medicamentos) negocie sus precios, no debe ser motivo de sorpresa”, abundó.
      En todo caso, lo que sí debe sorprender y dejar boquiabiertos a quienes lo presencien,  es el hecho de que ninguna ley puede emanar  del congreso si no autoriza jugosos recortes adicionales a los impuestos que deberían pagar los más poderosos.
      Pero cuando se trata de los valores cívicos y humanos, Stiglitz destacó, no sólo que la desigualdad masiva distorsiona la política exterior haciendo que el  1 por ciento de la población que está en la cúspide, raramente preste sus servicios en el ejército porque, en  este continuo proceso de enriquecimiento, se ha ido alejando cada vez más de la gente común, hasta llegar al grado de perder cualquier empatía que pudo haber tenido con ella.
      “Entre más dividida se vuelve una sociedad (en la distribución de la riqueza), más resistencia tiene la gente acaudalada para gastar su dinero en las necesidades de la comunidad. Pues sucede que los ricos no necesitan del gobierno para acceder a parques, educación, cuidados médicos o seguridad personal: ellos mismos pueden comprarse todas esas cosas”, explicó.

      sábado, 9 de abril de 2011

      Si queremos sobrevivir

      Lograr equiparar el consumo, con la capacidad de la naturaleza de producir bienes es, o al menos debería ser, un objetivo a corto plazo a plantearnos como especie. Claro está, si es que queremos continuar habitando este planeta.
      Según las Naciones Unidas, los 20 países más ricos del mundo, han consumido a lo largo del pasado siglo, más materias primas y recursos energéticos no renovables que toda la humanidad, a lo largo de toda su historia.
      Este siglo negro en cuanto a sustentabilidad, está dejando huellas en el planeta que difícilmente puedan borrarse y cuyas consecuencias pagaremos durante muchas generaciones. Estamos dejando a nuestros descendientes en una situación ambiental preocupante, o mejor dicho, verdaderamente alarmante.
      Existen dos tipos de consumo bien diferenciados. El de las empresas, para nutrirse de las materias primas necesarias para fabricar sus productos. Y el de los consumidores finales, que consumimos tanto los productos fabricados por esas empresas, como bienes primarios tales como los alimentos.
      Como consumidores, aunque lamentablemente no siempre, tenemos en muchos casos la posibilidad de accionar sobre ambos tipos de consumo.
      Podríamos asombrarnos del gran aporte que podemos estar haciendo con sólo unos pequeños cambios en nuestros hábitos de consumo. Con sólo informarnos un poco y prestar un poco más de atención a la hora de comprar.
      Quienes estamos concientizados de los impactos del consumo, tenemos el deber moral de consumir menos y de comprar mejor. Además de, en lo posible, intentar concientizar a nuestro entorno.
      El primer paso y más sencillo es no consumir lo que no necesitamos. Plantearnos seriamente al momento de comprar algo, si realmente lo necesitamos o si estamos por hacer una compra compulsiva.
      El segundo es algo más complejo, pero para nada imposible. Se trata de investigar un poco algunas cosas sobre lo que vamos a comprar y evaluar si tenemos alguna alternativa social y ambientalmente menos nociva.
      Conocer la materia prima con la que está hecho el producto, si su proceso de fabricación afecta mucho al medioambiente, también es importante el origen del producto, ya que consumir productos locales reducirá el impacto ambiental del transporte.
      También sería bueno pensar en los residuos que generarás una vez utilizado. Si sus componentes pueden reciclarse, si utiliza baterías y como utilizarlo correctamente para alargar su vida útil.
      Piensa que si como consumidores elegimos mayoritariamente productos mas amigables con el medioambiente, estaremos generando una importante presión para que las empresas tengan cada vez mas en cuenta esto a la hora de fabricarlos.
      Consumir responsablemente es una tarea relativamente sencilla, que nos beneficiará a todos los habitantes del planeta.
      Por Ricardo Natalichio

      jueves, 7 de abril de 2011

      Cómo reconocer un liderazgo tóxico en tu empresa

      Por Onesimo Alvarez Moro

      He hablado mucho en estas páginas de la importancia del labor empresarial para impactar el crecimiento de una economía y este crecimiento es especialmente importante en situaciones como la que estamos viviendo, de falta de inversión y falta de crecimiento de empleo.
      Nuevos empresarios que fracasan suelen culpar las dificultades de su mercado o la falta de financiación adecuada, o al gobierno, o a sus competidores desleales, no obstante, muchos fracasos empresariales se pueden explicar con el fracaso del empresario. Para entender las razones de por qué un proyecto empresarial puede fracasar me interesaron las pistas que nos dan que demuestran que un proyecto está destinado al fracaso. Las pistas que nos dan para ver si un jefe es tóxico, y que explican en el articulo vinculado, son las siguientes:
      • Los asesores y los trabajadores se seleccionan entre sus amiguetes, familiares y conexiones.
      • Reacciona defensivamente y no deja hablar.
      • Sus reuniones de trabajo son solo para transmitir información, exclusivamente comunicación unidireccional.
      • Sin contribuciones de su equipo, fija objetivos imposibles de cumplir.
      • Con el tiempo, se convierte en cada vez más aislado y paranoico.
      • Se muestra muy escéptico con la planificación, las políticas establecidas y los asesores independientes.
      Está claro que ambientes empresariales donde se ven estas características están en el camino al fracaso y, si son proyectos nuevos, es aún más probable que el fracaso llegue antes que después. Falta una pregunta importante en la lista de las veinte preguntas más importantes en una nueva empresa, la de elegir bien el empresario, la pregunta más importante que hacen los fondos de capital privado.
      Si no eres jefe y te gustaría serlo algún día, mejor ver cómo evitar estas características tóxicas para el buen funcionamiento del negocio.
      ¿Os suenan algunas de estas caracteristicas?

      miércoles, 6 de abril de 2011

      ¿Vale la pena pagar una tarifa para recibir un mejor servicio al cliente?

      Por Kelli B. Grant
       
      Es casi imposible recibir servicio al cliente en estos días sin tener que esperar al teléfono o a que venga un técnico en cualquier momento durante un período de ocho horas. Pero ahora las empresas están prometiendo tiempos de espera más cortos, acceso 24 horas y otros privilegios, a esos clientes que estén dispuestos a pagar por el servicio.
      En un esfuerzo para ganar dinero y arreglar un servicio al cliente que se ha convertido en una pesadilla de relaciones públicas, las compañías de cable, las aerolíneas, los fabricantes de aparatos y otras empresas ahora están cobrando por una mejor atención. Por unos US$180 adicionales al año, los clientes de Time Warner Cable ahora pueden tener acceso a una línea telefónica de apoyo las 24 horas y una franja de espera de tres horas para las visitas de los técnicos (frente a un máximo de ocho horas).
      La semana pasada, Apple comenzó a ofrecer a las pequeñas empresas una versión de su popular paquete de ProCare, llamada Joint Venture, con privilegios de reparación y localización y solución de problemas. Y hace poco, American Airlines siguió los pasos de United Airlines y Southwest Airlines y empezó a cobrar a los pasajeros por el acceso al embarque con prioridad. American cobra por este beneficio entre US$9 y US$19 por trayecto de vuelo. (Apple y American no respondieron a solicitudes de comentarios).
      Las compañías dicen que su objetivo es ofrecer un buen servicio a todos los clientes, y que esto es sólo un paso por delante del resto. (El técnico de Time Warner usará botas de protección en los hogares de los clientes del servicio Signature Home, por ejemplo.) Pero si oye hablar a los consumidores, incluso encontrar un servicio al cliente aceptable es prácticamente un milagro. El año pasado, 64% de los consumidores
      dijo que había dejado de hacer negocios con una empresa debido a su pésimo servicio al cliente, según un estudio global realizado por Accenture. Y las quejas a la Oficina de Buenas Prácticas Comerciales de Estados Unidos, que a menudo son, pero no exclusivamente, sobre el servicio, crecieron 10% de 2008 a 2009 (los últimos datos disponibles).
      Los clientes fieles típicamente han conseguido mejor servicio —por ejemplo, los centros de atención telefónica a menudo redirigen a los clientes que gastan mucho a una espera más corta— pero ha sido sólo en los últimos años que las empresas han empezado abiertamente a fijar un precio a estos extras, dice Lopo Rego, un profesor asociado de marketing de la Escuela de Negocios Tippie de la Universidad de Iowa. Como resultado, las empresas que ofrecen la posibilidad de una mejor experiencia, aunque sea pagando, pueden tener una ventaja sobre sus competidores.
      Incluso en plena recesión, 85% de los consumidores en una encuesta de Harris Interactive dijo estar dispuesto a pagar más por su compra si eso significaba obtener una mejor atención al cliente.
      Pero las empresas, además, tienen otro incentivo: esas tarifas pueden ser usadas para fomentar la lealtad de los consumidores. Best Buy ofrece 15 días adicionales al período de 30 días para hacer devoluciones a los clientes que gastan US$2.500 por año. Los clientes de Gap que gastan US$800 anualmente con la tarjeta de crédito de la tienda reciben el "status de plata", con una línea de servicio exclusiva para los miembros para pedidos, devoluciones y otro tipo de cuestiones, dijo una portavoz. "Cuando usamos el servicio al cliente para recompensar a nuestros mayores clientes, esto idealmente crea incentivos para que muchos clientes quieran ser más grandes", comenta Michael Schrage, un investigador del Centro de Negocios Digitales en la Escuela de Administración Sloan del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
      Por lo tanto, ¿debería pagar? No si ya estaba recibiendo un mal servicio al cliente, que no necesariamente va a mejorar con el pago, dice Kelly Hlavinka, una socia gerente de Colloquy, una firma de análisis de programas de lealtad, ya que muchas empresas utilizan los mismos centros de servicio para todos sus clientes. Los clientes prioritarios tendrán una espera más corta, pero no necesariamente un representante más amable o que sepa más. "Esto debería ser construido sobre la base de un buen servicio", dice.
      En su lugar, compruebe si los competidores de una compañía están ofreciendo beneficios similares de forma gratuita o si las reseñas de los consumidores son un tanto más favorables respecto a los tiempos de espera o al conocimiento de sus representantes, sostiene Richard Chase, un profesor de gestión de operaciones en la Universidad del Sur de California.
      Pagar por un mejor servicio también puede valer la pena si con ello gana acceso a algo que es ya una especialidad de la empresa. Un portavoz de Dell, por ejemplo, asegura que los representantes de servicio al cliente de la empresa están bien capacitados para solucionar problemas de hardware y muchos de software. Pero los programas de servicio de apoyo de alta calidad, que acarrean tarifas de US$100 a US$200 dependiendo del aparato y de la duración del plan, dan acceso a los representantes que mejor pueden ayudar a solucionar problemas con el software de otras compañías en las máquinas Dell.
       

      martes, 5 de abril de 2011

      Cuba abre a particulares explotación de canteras para construcción

      Construcción, CubaCuba autorizará a los trabajadores privados a explotar canteras, para aumentar la deficitaria producción de materiales de construcción, anunció este lunes una autoridad del sector.

      “Debe aprobarse próximamente un permiso de extracción de materiales de la construcción, no sujeto a concesión” que se otorgaría “por un término no mayor de un año para volúmenes pequeños” y “pueden ser los cuentapropistas (privados) quienes lo desarrollen”, dijo Iván Martínez, viceministro de la Industria Básica.
      Martínez, que el lunes habló en el inicio de la Convención Internacional de Ciencias de la Tierra, dijo que la apertura de la explotación de canteras, hasta ahora realizadas sólo por empresas del Estado, busca “incrementar la actividad minera y la producción de materiales” en cada municipio.
      Se trata, dijo, de aumentar la producción de ladrillos, arena y otros materiales para sostener “un programa de recuperación del fondo habitacional del país, de construcción de viviendas”.
      El ministro precisó que de las 507 concesiones mineras que hay en Cuba, 275 son de materiales de construcción, y que recientemente se aprobó una resolución para agilizar la entrega de concesiones de 120 a 30 días, a fin de hacer “menos engorroso” el proceso.

      lunes, 4 de abril de 2011

      ¿Tiene salvaciòn Europa?

      Su fracaso sería una tragedia para el mundo que toma como modelo de conducta al Viejo Continente
      Hay algo especialmente apropiado en el hecho de que la actual crisis europea empezase en Grecia. Porque los males de Europa tienen todo el aspecto de una tragedia griega clásica, en la que un hombre de carácter noble encuentra su perdición por el defecto fatal del orgullo desmedido.
      Hace no mucho, los europeos podían, de manera bastante justificada, afirmar que la actual crisis económica estaba demostrando realmente las ventajas de su modelo económico y social. En gran parte de Europa, las normas que regían el despido de los trabajadores ayudaban a limitar la pérdida de empleos, mientras que los sólidos programas de bienestar social garantizaban que incluso los parados mantuviesen su asistencia sanitaria y recibiesen unos ingresos básicos. Puede que el producto interior bruto de Europa estuviera cayendo tanto como el de Estados Unidos, pero los europeos no estaban sufriendo ni de lejos el mismo grado de miseria. Y la verdad es que siguen sin sufrirlo.
      Sin embargo, Europa padece una crisis profunda; porque el logro del que está más orgullosa, la moneda única adoptada por la mayoría de los países europeos, está ahora en peligro. Lo que es más, cada vez se parece más a una trampa. Irlanda, aclamado como el Tigre celta no hace mucho tiempo, ahora está luchando para evitar la quiebra. España, una economía en auge hasta hace pocos años, ahora tiene un 20% de desempleo y se enfrenta a la perspectiva de años de deflación dolorosa y agotadora.
      Se suponía que la creación del euro era el momento más sublime de una grandiosa y noble empresa: el esfuerzo realizado durante generaciones para traer la paz, la democracia y la prosperidad compartida a un continente antes y a menudo desgarrado por la guerra. Pero los arquitectos del euro, atrapados por la magnitud y el romanticismo de su proyecto, decidieron ignorar las dificultades mundanas con las que una moneda compartida previsiblemente se encontraría.
      La consecuencia es una tragedia no solo para Europa sino también para el mundo, para el que Europa es un modelo de conducta crucial. ¿Cómo ha ocurrido esto?
      El camino hacia el euro
      Todo empezó con el carbón y el acero. El 9 de mayo de 1950 -una fecha cuyo aniversario se celebra ahora como el Día de Europa-, Robert Schuman, el ministro de Asuntos Exteriores francés, propuso que su país y Alemania Occidental aunaran sus producciones de carbón y acero. Fue el primer paso en el camino hacia una “federación de Europa” que, en última instancia, se convertiría en una unión aduanera dentro de la cual se comerciaba libremente con todos los bienes. Luego, a medida que la democracia se extendió por Europa, también lo hicieron las instituciones económicas unificadoras europeas.
      En los años ochenta y noventa, Europa se puso manos a la obra para eliminar muchos de los obstáculos que aún impedían la plena integración económica. Las fronteras se abrieron; se garantizó la libre circulación de las personas; y las normas sobre los productos, la seguridad y los alimentos se armonizaron. Se proclamó que la creación del euro era el siguiente paso lógico de este proceso.
      Las ventajas de una moneda única europea eran evidentes. No más necesidad de cambiar dinero al llegar a otro país; no más incertidumbre por parte de los importadores sobre lo que un contrato terminaría costando realmente, ni por parte de los exportadores sobre lo que realmente valdría el pago prometido. Mientras tanto, la moneda compartida reforzaría la sensación de unidad europea.
      Por otro lado, formar una unión monetaria significa sacrificar la flexibilidad. ¿Hasta qué punto es grave es esta pérdida? Eso depende. Fijémonos en lo que, en principio, parece una comparación extraña entre dos economías pequeñas con problemas.
      Dejando a un lado el clima, el paisaje y la historia, la República de Irlanda y el Estado de Nevada tienen mucho en común. Ambas son economías pequeñas de unos pocos millones de personas enormemente dependientes de la venta de productos y servicios a sus vecinos. Ambas fueron economías en expansión durante la mayor parte de la década pasada. Ambas padecieron enormes burbujas inmobiliarias, que estallaron y causaron mucho dolor. Ambas padecen ahora un paro de alrededor del 14%. Y ambas son miembros de uniones monetarias más grandes: Irlanda forma parte de la zona euro y Nevada, de la zona dólar. Pero la situación de Nevada es mucho menos desesperada que la de Irlanda.
      Es cierto que los presupuestos tanto de Irlanda como de Nevada han sufrido un duro golpe por culpa de la crisis. Pero gran parte del dinero que se gasta en los habitantes de Nevada proviene de programas federales, no estatales. En concreto, los jubilados no tienen que preocuparse porque la reducción de la recaudación de impuestos del Estado vaya a poner en peligro sus cheques de la Seguridad Social o su cobertura de Medicare. En Irlanda, por el contrario, tanto las pensiones como el gasto en sanidad están a punto de sufrir recortes.
      Además, Nevada, a diferencia de Irlanda, no tiene que preocuparse por el coste de los rescates bancarios, no porque el Estado haya escapado a las grandes pérdidas de préstamos, sino porque esas pérdidas, en su mayoría, estarán cubiertas por Washington.
      Y es probable que el problema del paro de Nevada se vea aliviado en gran medida durante los próximos años gracias a la emigración; de manera que, incluso si los puestos de trabajo no vuelven, habrá menos trabajadores en busca de los empleos que queden.
      Europa, por otro lado, no está integrada fiscalmente: los contribuyentes alemanes no corren automáticamente con parte de los gastos de las pensiones griegas o los rescates bancarios irlandeses. Y aunque los europeos tienen el derecho legal de moverse libremente para buscar trabajo, en la práctica, una integración cultural imperfecta -sobre todo la falta de un idioma común- hace que los trabajadores tengan menos movilidad geográfica que sus homólogos estadounidenses.
      Estados Unidos, como sabemos, tiene una unión monetaria que funciona, y sabemos por qué funciona: porque coincide con un país: un país con un Gobierno central grande, un idioma común y una cultura compartida. Europa no tiene ninguna de estas cosas, lo cual ha hecho que las perspectivas de una moneda única fueran inciertas desde el principio.
      Euroforia, eurocrisis
      El euro nació oficialmente el 1 de enero de 1999. Al principio, era una moneda virtual: las cuentas bancarias y las transferencias electrónicas se expresaban en euros, pero la gente seguía teniendo francos, marcos y liras en sus carteras. Tres años después, se llevó a cabo la transición final y el euro se convirtió en el dinero de Europa.
      El mercado de eurobonos empezó a rivalizar pronto con el mercado de bonos en dólares; los pagarés en euros empezaron a circular por todo el mundo. Y la creación del euro infundió una nueva sensación de confianza, especialmente a aquellos países europeos que históricamente habían sido considerados riesgos de inversión. Hasta más tarde que resultó evidente que este aumento de la confianza era el cebo de una trampa peligrosa.
      Grecia, con su larga historia de impagos de deudas y rachas de inflación elevada, era el ejemplo más llamativo. Hasta finales de los años noventa, la historia fiscal de Grecia quedaba reflejada en el rendimiento de sus bonos: los inversores solo compraban bonos emitidos por el Gobierno griego si estos ofrecían unos intereses mucho más altos que los bonos emitidos por gobiernos considerados apuestas seguras, como Alemania. Sin embargo, a medida que el estreno del euro se acercaba, la prima de riesgo de los bonos griegos se desvanecía. Después de todo, se razonaba, la deuda griega pronto sería inmune a los peligros de la inflación: el Banco Central Europeo procuraría que así fuese.
      De hecho, a mediados de la década de 2000, casi todo el miedo a los males fiscales específicos de un país había desaparecido de la escena europea. A medida que los tipos de interés convergían en toda Europa, los que antes eran países con tipos de interés elevados se dejaron llevar, como era de prever, por el frenesí del préstamo. (Merece la pena señalar que este frenesí del préstamo estaba financiado por bancos de Alemania y de otros países con tipos de interés tradicionalmente bajos; esa es la razón por la que los actuales problemas de deuda de la periferia europea son también un gran problema para el sistema bancario europeo en su conjunto).
      Y entonces, estalló la burbuja
      Todavía se oye a la gente hablar de la crisis económica mundial de 2008 como si fuese algo fabricado en Estados Unidos. Pero Europa merece cargar con la misma responsabilidad. Nosotros teníamos nuestros prestatarios de alto riesgo, que decidieron firmar hipotecas demasiado elevadas para sus ingresos o fueron engañados para que lo hicieran; los europeos tenían sus economías periféricas que, de forma similar, tomaron prestado mucho más dinero del que realmente podían permitirse devolver.
      En Grecia, la historia es sencilla: durante los años de los préstamos fáciles, el Gobierno conservador de Grecia asumió una gran deuda (más de la que reconocía). Cuando el Gobierno cambió de manos en 2009, las ficciones contables salieron a la luz; de repente, se descubrió que Grecia tenía un déficit mucho mayor y una deuda considerablemente superior de lo que todo el mundo pensaba. Los inversores, comprensiblemente, emprendieron la huida.
      Pero Grecia es en realidad un caso poco representativo. Hace solo unos años, España, con diferencia la mayor de las economías en crisis, era un ciudadano europeo modélico, con un presupuesto equilibrado y una deuda pública aproximadamente la mitad de grande, expresada como porcentaje del PIB, que la de Alemania. Lo mismo se podía decir de Irlanda. ¿Qué fue lo que salió mal?
      En primer lugar, se produjo un grave revés fiscal a causa de la crisis. Los ingresos se hundieron en España e Irlanda y, a medida que subió el paro, también lo hizo el coste de las prestaciones por desempleo. Como consecuencia, tanto España como Irlanda pasaron de superávits presupuestarios justo antes de la crisis a enormes déficits presupuestarios en 2009.
      Luego estaban los costes de la limpieza financiera. Estos han sido especialmente agobiantes en Irlanda, donde los bancos se descontrolaron durante los años del boom. Cuando la burbuja estalló, se sospechó inmediatamente de la solvencia de los bancos irlandeses. En un intento por impedir un ataque masivo contra el sistema financiero, el Gobierno de Irlanda garantizó todas las deudas bancarias (lo que cargó al Gobierno con esas deudas e hizo que se cuestionase su solvencia). En comparación, los grandes bancos españoles estaban bien regulados, pero había y hay una gran inquietud respecto al estado de las cajas de ahorro más pequeñas, y preocupación sobre cuánto tendrá que gastar el Gobierno español para evitar que quiebren.
      En el transcurso del último año más o menos, primero Grecia y luego Irlanda se vieron atrapadas en un círculo vicioso financiero: a medida que los posibles prestamistas perdían la confianza, los tipos de interés que tenían que pagar por la deuda aumentaban, lo que socavaba sus perspectivas futuras, lo cual conducía a una pérdida mayor de confianza y a tipos de interés aún más altos. Los países europeos más fuertes solo consiguieron evitar una implosión inmediata proporcionando a Grecia e Irlanda líneas de crédito de emergencia, lo que les permitió esquivar temporalmente los mercados privados. ¿Pero cómo se va a resolver todo esto?
      Cuatro líneas argumentales europeas
      Algunos economistas, entre ellos yo mismo, observamos los males de Europa y tenemos la sensación de que hemos visto esta película antes, hace una década en otro continente: concretamente en Argentina.
      A diferencia de España o Grecia, Argentina nunca renunció a su moneda, pero en 1991 hizo la siguiente mejor cosa posible: vinculó rígidamente su moneda al dólar estadounidense, y creó una “caja de conversión” según la cual cada peso en circulación estaba respaldado por un dólar de las reservas. Durante gran parte de los años noventa, Argentina se vio recompensada con unos tipos de interés mucho más bajos y grandes entradas de capital extranjero.
      Sin embargo, Argentina acabó cayendo en una persistente recesión y perdió la confianza de los inversores. Hacia principios de 2002, después de airadas manifestaciones y una retirada masiva de los bancos, todo se había ido al garete. El vínculo entre el peso y el dólar se rompió, mientras el valor del peso caía en picado; entretanto, Argentina dejó de pagar sus deudas y terminó pagando solo unos 35 céntimos por cada dólar.
      Es difícil evitar la sospecha de que el futuro podría deparar algo similar a una o más de las economías problemáticas de Europa.
      Tal como yo lo veo, hay cuatro modos en que la crisis europea podría remitir (y podría remitir de manera diferente en los distintos países):
      - Resistir: cabe la posibilidad de que las economías europeas puedan tranquilizar a los acreedores mostrando la voluntad suficiente para soportar el dolor y evitar así el impago y la devaluación. Los modelos de conducta en este caso son los países bálticos, Estonia, Lituania y Letonia, que han estado dispuestos a soportar una austeridad fiscal muy dura mientras los salarios se reducen poco a poco con la esperanza de restaurar la competitividad (un proceso conocido como “devaluación interna”).
      Hasta cierto punto, los países bálticos han conseguido tranquilizar a los mercados, que ahora los consideran menos arriesgados que Irlanda, y no digamos que Grecia. Pero todos los indicios apuntan a que pasarán muchos años antes de que recuperen el terreno perdido.
      - Reestructuración de la deuda: los inversores no esperan que Grecia e Irlanda paguen sus deudas por completo. Esperan alguna clase de reestructuración de la deuda, aunque ello no pondría fin de ningún modo al sufrimiento de las economías en dificultades. Fijémonos en Grecia: aun cuando el Gobierno se negase a reconocer toda su deuda, todavía tendría que recortar drásticamente el gasto y subir los impuestos para equilibrar su presupuesto, y todavía tendría que padecer el dolor de la deflación. Pero una reestructuración de la deuda podría terminar con el círculo vicioso de la caída de la confianza y la subida de los costes del interés, lo que convertiría la devaluación interna en una estrategia viable aunque atroz.
      - La estrategia argentina completa: Argentina no solamente dejó de pagar su deuda externa; también abandonó su vínculo con el dólar, lo que permitió que el valor del peso cayese más de dos tercios. Y esta devaluación funcionó: a partir de 2003, Argentina experimentó una rápida recuperación económica impulsada por la exportación.
      ¿Seguirán el mismo camino uno o más de los países europeos con problemas? Para ello, tendrían que superar un gran obstáculo: el hecho de que ya no tienen sus propias monedas. Como señalaba Barry Eichengreen, de Berkeley, en un influyente análisis de 2007, cualquier país de la eurozona que insinuase siquiera que iba a abandonar la moneda, desencadenaría una devastadora retirada masiva de sus bancos, al apresurarse los depositantes a trasladar sus fondos a lugares más seguros. Y Eichengreen concluía diciendo que este obstáculo “procedimental” que impide la salida hacía que el euro fuera irreversible.
      Pero también se suponía que la vinculación con el dólar de Argentina iba a ser irreversible, y lo que al final hizo posible la devaluación fue el hecho de que hubo una retirada masiva de los bancos a pesar de la insistencia del Gobierno en que un peso siempre valdría un dólar. Esta retirada obligó al Gobierno argentino a limitar el dinero que se podía sacar y, una vez que estos límites entraron en vigor, fue posible cambiar el valor del peso sin desencadenar una segunda retirada masiva. En Europa no ha pasado nada parecido (todavía). Pero sin duda es algo que está dentro de lo posible, especialmente a medida que el sufrimiento causado por la austeridad y la devaluación interna se prolongue.
      - Europeísmo reavivado: a principios de diciembre, Jean-Claude Juncker, el primer ministro de Luxemburgo, y Giulio Tremonti, el ministro de Economía de Italia, desataron una tormenta con su propuesta de crear “eurobonos” que serían emitidos por un organismo de deuda europeo a instancias de los países europeos individuales. Como estos bonos estarían garantizados por la Unión Europea en conjunto, brindarían a las economías con problemas un modo de evitar los círculos viciosos del declive de la confianza y el aumento del coste de los préstamos. Por otra parte, esos bonos podrían exponer a unos Gobiernos a las deudas de otros (un inconveniente que los furiosos funcionarios alemanes se apresuraron a señalar). Los alemanes defienden con firmeza que Europa no debe convertirse en una “unión de transferencias” en la que los Gobiernos y los países más fuertes proporcionen ayuda sistemáticamente a los más débiles. Pero como demuestra la comparación entre Irlanda y Nevada, Estados Unidos funciona como una unión monetaria en gran parte precisamente porque también es una unión de transferencias, en la cual los Estados que no han quebrado ayudan a los que sí. Y resulta difícil vislumbrar un modo de que el euro funcione a menos que Europa encuentre la manera de lograr algo similar. Un fracaso del euro representaría un golpe posiblemente irreversible para las esperanzas de una verdadera federación europea. ¿Permitirán los países fuertes de Europa que eso suceda? ¿O asumirán la responsabilidad, y posiblemente el coste, de ser los guardianes de sus vecinos? El mundo entero espera la respuesta.
      Paul Krugman es profesor de Economía en Princeton y premio Nobel de Economía de 2008. Su último libro es El retorno de la economía de la depresión y la crisis de 2008.

      sábado, 2 de abril de 2011

      Respuesta a Carlos Alberto Montaner

      En el sitio, Diario de Cuba, CAM escribio uno de sus habituales articulos, mi opinion fue sensurada y por tanto no publicada.

      El articulo de marras esta en: http://www.diariodecuba.com/cuba/3928-carter-y-raul-castro#comments

      Humberto Herrera Carles;
      El articulista se hace que no sabe lo que pasa en Cuba. No es cierto que Gross fue simplemente a dar acceso a internet a los cubanos, era más que eso, era crear células con canales de información directo para poder actuar impunemente, pero admitamos que Alan, ese buen samaritano, fue a darnos luz, en todo caso está violando las leyes y el código internacional vigente para todos los países sobre su espacio radioeléctrico e informativo.
      Raúl no habla con la Oficina de Intereses porque ya sabemos que son los empleados que hacen el trabajo sucio y encubierto, ya vimos como no quieren que salgan a la luz las conversaciones con  Yoani, que tiene wikileaks; y Carter estila hacer un informe de estos viajes, en directo al Presidente y al Secretario de Estado, así que la afirmación de que no confía en Hillary no es cierta tampoco.
      Que Cuba no tiene importancia para USA, es cierto, pero habría que preguntarse por qué nos bloquean, por qué quieren cambiar el orden existente, por qué nos incluyen en cuanta lista negra quieren aunque no fuera cierto, y por qué todos los Presidentes de turno hacen lobby con los de la Florida para el tema Cuba. En todo caso lo único cierto es que Cuba no es una amenaza para USA y a la inversa si lo es.
      Los asalariados de la primavera se van para España porque quieren, no son deportados, sino ¿los que se quedaron y excarcelaron como lo explican?
      Los cubanos estamos interesados en comprar y vender nuestras propiedades, casas, autos, etc., y si había una ley que lo prohibiera por otras circunstancias, la vida ya las declaro obsoletas y son un derecho elemental de cada ciudadano y máxime en la Sociedad Socialista que estamos construyendo.
      El Congreso de PCC aprobara el curso que la sociedad tomará en los próximo 5 años, que con las opiniones del pueblo se han modificados los Lineamientos, dicen, en casi un 60 % del proyecto inicial, esto demuestra dos cosas: que el gobierno oye al pueblo como no lo hacen en muchos lugares de este mundo y que el consenso de estos cambios va ser amplio. No hace falta ayuda para hacer nuestros cambios socialistas. Hasta la Victoria Siempre. Por más Socialismo.

      viernes, 1 de abril de 2011

      Los ricos tienen 80% más energía que el resto de gente, dice un estudio

      Por Robert Frank
      [Money]Una cosa que he notado respecto a las personas ricas es que sufren de insomnio. Si el dinero nunca duerme; ¿porqué deberían hacerlo ellos?
      El multimillonario Lynn Tilton pocas veces duerme más que unas pocas horas cada noche. John D. Rockefeller, era famoso por sus breves siestas nocturnas. Donald Trump dice que solamente duerme tres horas por noche, mientras que Martha Stewart asegura que solamente necesita cuatro.
      Lo que no sabemos es si dormir poco es una causa o consecuencia de la riqueza.
      Un nuevo estudio sugiere que puede ser una causa.
      De acuerdo a una encuesta de más de 1.400 personas en todo el mundo con un promedio de activos netos de U$S2 millones, las personas más ricas que respondieron tenían 80% más energía que las ubicadas en los niveles más bajos.
      La energía, por supuesto, es una cualidad subjetiva. En el sondeo, se les pidió a los encuestados que utilizaran una escala de 1 a 10 para determinar cuánta energía ponían en ciertas tareas. El número 10 correspondía al máximo de energía.
      La encuesta encontró que los más ricos del grupo dedicaban 60% de su energía a metas como "hacer que las cosas ocurran" y a "buscar nuevas oportunidades". No solamente concentraban esa energía en esos objetivos, sino que dedicaban un total mayor de energía (80% más) a todos esos objetivos que quienes obtenían menos calificación.
      Por supuesto, esto simplemente puede significar que los ricos se dan a sí mismos calificaciones mayores – más ochos, nueves y diez- en vez de implicar que realmente tienen más energía. Sin embargo, los autores del estudio dicen que las calificaciones más altas representan una mayor energía.
      "Tienen niveles de energía superiores al promedio para cada una de las cualidades asociadas con el éxito", dice el estudio, realizado por Scorpio Partnership, Standard Chartered Private Bank y SEI. "Aún más, están canalizando esa energía extra fundamentalmente a las tareas de innovación, las cuales tienen más posibilidades de rendir frutos", agrega.
      El reporte agrega que los ricos "parecen hacer tiempo" para esas tareas quizás cuando el resto de nosotros estamos durmiendo (aunque puede argumentarse quienes heredaron su riqueza no se molestaron en despertarse).
      La investigación encontró una brecha de energía similar entre los propietarios ricos de empresas y los "profesionales empleados". Los dueños de empresas focalizan una gran cantidad de energía (más de 12% por encima del promedio de la encuesta) en "hacer las cosas de forma diferente" en tanto que los profesionales empleados dedican a ello mucho menos, 7% por debajo del promedio.
      Claro, eso no quiere decir que una energía prodigiosa asegure la riqueza.

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